miércoles, 30 de enero de 2013

La ciudad de las coronaciones: ¡REIMS!

A todo aquel que haya jugado al "Age of Empires" le sonará Reims... sí, en la campaña de Juana de Arco, un episodio importante es en el que se corona al rey Carlos VII en la catedral de Reims, ciudad ocupada por los borgoñones, en una Francia en buena medida conquistada por los ingleses y sus aliados de Borgoña. Y es que hoy visitamos una ciudad histórica, llamada la "ciudad de las coronaciones" o "la ciudad de los reyes", debido a que durante algo más de 1000 años, desde 816 hasta 1825, varias decenas de reyes de Francia han sido coronados en su catedral, una de las más impresionantes de Europa.

Fachada principal de la hermosa catedral de Reims
Reims (pronunciado en francés como algo parecido a "Rans", haciendo una "r" francesa, por supuesto), es la ciudad más poblada de la región de Champaña-Árdenas, ubicada al este de París. Con poco menos de 200.000 habitantes, sin embargo no es ni capital de su departamento ni de la región, privilegio que tiene la ciudad, mucho más pequeña, de Châlons-en-Champagne. Reims está ubicado a unos 130 kilómetros de París, en el cruce del eje que une la capital francesa con Lorena, Estrasburgo y el suroeste de Alemania, con el que une el mar del Norte y el Mediterráneo, de noroeste a sureste de Francia.

PATRIMONIO


Reims, como muchas otras ciudades del norte de Francia, es una ciudad elegante, pulcra y con unos edificios característicamente franceses. Dejada la estación de tren lo primero que nos encontramos es la "porte de Mars" (puerta de Marte, aunque también significa "marzo"), un vestigio romano que nos recuerda lo antiguo de esta ciudad. Construido en el s. III de nuestra era, se considera uno de los mayores arcos del mundo romano conservados en la actualidad. Muy cercano a él, un gran monumento recuerda a las víctimas caídas en la primera guerra mundial, debido a que Reims sufrió mucho durante aquella contienda, librándose alguna de las batallas más importantes de la misma en sus proximidades.

La "puerta de Marte", vestigio romano de Reims
Si seguimos caminando se irán sucediendo las plazas, recorridas en ocasiones por las recientemente estrenadas líneas de tranvía (cuando fui en verano de 2011, acababan de inaugurarlas), como la del ayuntamiento, soberbio edificio de gusto francés construido en el s. XVII y reconstruido tras las heridas de la primera guerra mundial, que puede presumir de reunir el mayor conjunto de banderas francesas que yo nunca he visto junto :) Seguimos caminando para llegar a la "place royale" (plaza real), armónico conjunto de edificios del s. XVIII (construido prácticamente a la vez que la plaza Stanislas de Nancy) que reune la sub-prefectura con una escultura de Luis XV, rey de Francia durante la construcción. Desde esta plaza ya se empieza a dejar ver el que es el edificio más famoso y singular de la ciudad...

Y es que si se dice que "todos los caminos van a Roma", en Reims podríamos decir que todos los visitantes acaban dirigiéndose a su catedral. Aparte del lugar de la coronación de numerosos reyes franceses, estamos ante una obra maestra del gótico, una de las catedrales más incomensurables de Francia y que, a mi juicio, está muy por encima a todos los niveles de la catedral de Notre Dame de París. De hecho, entre las catedrales más hermosas de Francia, según sus propios habitantes, estarían Amiens, Chartres, Estrasburgo y Reims, quizá con permiso de Burdeos, y no París, ¡¡pero París es París!! El caso es que la catedral de Reims es de un gótico puro que sorprende, ya que se comenzó en 1211 (recuerdo que se celebraba el octavo centenario cuando estuve allí con un espectáculo de luz que no pude ver) y fue acabada, al menos su parte principal, solamente 64 años después. Esta catedral sorprende también por sus más de 2000 estatuas, que muestran desde reyes a ángeles, siendo la que quizá sea la más famosa un ángel sonriente que recibe al visitante en la parte baja de la entrada al templo.

Interior de la catedral de Reims
Por dentro el encanto de la catedral continua. Las estatuillas presiden la parte interior de la puerta principal, y los enormes rosetones la llenan de color. Las vidrieras, que van del s. XII al XX, ocupan buena parte de sus paredes, con tonalidades diversas, destacando los tonos azulados.

Es posible visitar la parte alta de la catedral, con una visita guiada, lo cual nos permitirá acercarnos a parte de su conjunto de estatuas y tener una perspectiva distinta del templo y del resto de la ciudad. En un patio se pueden ver las esculturas de algunos de los reyes y llama la atención su gigantesco tamaño, que no parece tan grande visto desde abajo.

Ayuntamiento de Reims
Pero la catedral es solo uno de los tres edificios "patrimonio de la humanidad" de Reims. El segundo se ubica junto a ella: el palacio de Tau es un palacio episcopal que se ha ubicado en ese lugar desde el siglo V, aunque el edificio actual es del s. XVII. Se le llama así por su forma de "T" ("Tau" en griego), y se utilizó como residencia de los reyes que iban a ser coronados o que acababan de hacerlo los días previos y/o posteriores a la ceremonia. Hoy el edificio se puede visitar por dentro y expone el tesoro del conjunto catedralicio.

El tercer edificio es la basílica de Saint Rémy, que como contrapunto a la catedral es de estilo románico, y se ubica en el lugar en el que ha existido una iglesia desde el s. VI, aunque el templo actual es del s. XI. Llama la atención su tamaño para una iglesia de estilo románico y con esa antigüedad. Como los edificios anteriores, sufrió mucho en la primera guerra mundial y tuvo que ser parcialmente reconstruido. La basílica está dedicada a San Remigio, santo francés que bautizó a Clovis, primer rey franco, convirtiéndolo al cristianismo, siendo por ello uno de los grandes precursores de esta religión en Francia. Para llegar a la iglesia habrá que alejarse 1,5 kilómetros de la catedral, yendo hacia el sur, porque la basílica no está ya en lo que podríamos definir como casco antiguo de Reims.

Basílica de Saint Remy, de estilo románico, que también es patrimonio mundial
Otros lugares destacables serían la sinagoga, la moderna basílica de Santa Clotilde o la encantadora plaza de Erlon, presidida por una escultura dorada de la victoria alada.

CIUDAD DE CHAMPÁN


Reims está en la tierra del champán
La visita a Reims puede terminar acercándose a disfrutar de su oro líquido, el mundialmente famoso "champán", que en francés se llama "champagne", como la región. Esta bebida, que aunque conocida por los romanos fue "reinventada" en el s. XVII tal y como la conocemos hoy, es una de las culpables del elevado nivel de vida que hoy puede permitirse la región, uno de los más altos de Francia (excluyendo París).
Las referencias al champán me parecieron menos frecuentes de lo que esperaba en la ciudad, algo que quizá se deba a que no es la capital del champán, privilegio que se suele otorgar a Épernay, unos 30 kilómetros al sur. No obstante, para los interesados, y aunque es algo que yo no hice, me consta que varias bodegas de los alrededores ofrecen visitas a sus instalaciones y catas, y sino siempre se puede acercar uno a la localidad mencionada anteriormente. Como curiosidad, decir que comí en casa de la familia de una muy buena amiga de mi pareja, y que allí mojan una especie de bizcochitos rosas en el champán... jamás me habría imaginado que una bebida con tanto "glamour" como el champán se usara para mojar un bizcocho como hago yo con la leche a la hora de desayunar (parece que se le llama a ese pastelito "biscuit rose de Reims").

CÓMO LLEGAR


Debido a su cercanía a París y a la existencia de trenes TGV (el "AVE" francés) de la vía "Este-europea" que la comunican con la capital francesa, Reims se ha convertido en una habitual excursión de un día desde allí. Con antelación no es difícil conseguir billetes de tren a 17€ (solo ida) o menos desde París o Estrasburgo, estando la primera a apenas 45 minutos y la segunda a hora y media. Existen dos estaciones de tren, una la "tradicional", en el centro de la ciudad, y la otra la que se ha hecho recientemente sobre las mismas vías del TGV, a unos 10 kms. del centro de la ciudad (llamada "Champagne-Ardennes TGV") y que es la última parada de una de las dos líneas de tranvía, por lo que se puede ir de una a la otra en este medio de transporte. Existen conexiones a otras ciudades francesas como Lille, Nantes o Rennes, rodeando París, aparte de la estación de TGV de Lorena, entre Metz y Nancy.

A nivel de carreteras, dos importantes autopistas pasan junto a ella, la autopista de los ingleses (A-26), que une Calais, junto al canal de la mancha, con Troyes, al sur de Champaña, y desde ahí se dirige hasta el mediterráneo a través de otras vías; y la autopista del este (A-4), que une París con Metz y Estrasburgo.

Esculturas de reyes en la azotea de la catedral

miércoles, 23 de enero de 2013

Pasión balcánica, belleza austriaca: NOVI SAD

Cambiamos de tercio para visitar un lugar diferente, en un país que no es precisamente conocido por su atractivo turístico... pero en esta vieja Europa no siempre todo es lo que parece, y también Serbia esconde lugares dignos de visita como éste, una más que grata sorpresa a orillas del Danubio.

Catedral católica de Novi Sad, con sus tejas de colores, frente al monumento a Svetozar Miletic


INFORMACIÓN GENERAL


Novi Sad es la capital de Voivodina, una provincia autónoma situada al norte de Serbia, teniendo frontera con vecinos tan distintos como Hungría, Rumanía o Croacia. Está tan solo a 80 kilómetros de Belgrado, y frente al bullicio y las multitudes de la desbordante capital serbia, para lo bueno y para lo malo, Novi Sad representa una alternativa más tranquila, con más encanto y con un innegable carácter centroeuropeo. Además ha tenido la suerte de salir algo más indemne de los últimos conflictos bélicos que han asolado a este país de la antigua Yugoslavia.

Con unos 300.000 habitantes, Novi Sad (que significa "nuevo asiento" o "nuevo jardín") es la tercera ciudad más grande de Serbia, segunda si no consideramos Kosovo parte de Serbia, región que, como muchos sabréis, está todavía hoy en disputa, y que algunos países consideran parte de Serbia y otros un país independiente. Aunque lejos de los 2.000.000 millones de Belgrado, culturalmente y económica es una ciudad de suma importancia en el país, y a nivel turístico, es probablemente la población que más potencial tenga en Serbia ahora que se va quitando el estigma de "país en guerra" que arrastra por los conflictos bélicos de los 90.

Edificios de colores presentes en cada calle del centro de Novi Sad

PATRIMONIO


Lo primero que se percibe al llegar a Novi Sad es su pasado dentro del imperio austriaco. La paleta de colores de su caserío y de muchos de sus edificios más destacados es evidente, y me sentí como en otros países centroeuropeos como Hungría, Rumanía o incluso Polonia. El casco antiguo es bastante compacto y peatonal, por lo que pasear por sus calles es una delicia.

Resulta sencillo dirigirse a la plaza de la libertad, donde se encuentra el ayuntamiento a un lado, y la catedral católica al otro. Esta moderna catedral, que data de finales del siglo XIX, sirve a la comunidad católica de la ciudad, la minoría religiosa más importante en esta ciudad mayoritariamente ortodoxa (los católicos no llegan al 10% de la población). Sus vistosos colores amarillo y blanco me cautivaron, y tiene una torre que probablemente sea la más alta de la ciudad (o al menos de su casco antiguo), coronada con unas tejas de colores que le dan un aire original. Entre ella y el ayuntamiento hay una imponente escultura de un político de la ciudad: Svetozar Miletic.

Ayuntamiento de Novi Sad
Paseando por las calles del centro llegaremos a la catedral y al palacio episcopal ortodoxos. La catedral, de mediados del siglo XIX y construida en el mismo lugar en el que existió otra iglesia ortodoxa con anterioridad, tiene un campanario con un reloj en cada una de sus cuatro caras. El interior destaca por su impresionante iconostasio, con numerosos iconos, característicos de la iglesia ortodoxa. El palacio episcopal, muy cercano, preside una pequeña plaza donde se cruzan sendas calles peatonales. Su aspecto, a pesar de ser propio de la zona, tiene una pequeña reminiscencia de estilo hispano-morisco.

Cercana al centro, aunque ya fuera de la zona peatonal, podemos encontrar la sinagoga, de principio del siglo XIX, que es testigo de la importancia que tuvo el colectivo judío en la ciudad durante muchos años. Hoy día, como en la mayor parte de Europa, no quedan apenas judíos en la ciudad, siendo la segunda guerra mundial y la creación del estado de Israel los momentos históricos en que abandonaron Novi Sad.

Impresionante iconostasio de la catedral ortodoxa de la ciudad
Terminamos la visita al centro con un palacio civil, moderno, pero que llama la atención por su estilo y su color verde: el palacio Menrat.

La visita a Novi Sad, sin embargo, no termina aquí, porque un importante pedazo del legado de la ciudad está al otro lado del Danubio. Un Danubio que, por cierto, se volvió infranqueable durante los bombardeos de 1999, ya que la OTAN bombardeó y destruyó, al menos parcialmente, los tres puentes que lo cruzan en la ciudad. Recuerdo que pude ver los pilares incomunicados de lo que quizá fue un puente que no ha sido reconstruido.

Fortaleza de Petrovaradin, vista desde el puente que la une al resto de Novi Sad
Siguiendo con el río, gigantesco ya en este punto (aún más ancho y caudaloso que en Budapest, que ya es decir), decir que separa Novi Sad de la fortaleza de Petrovaradin, ubicada en un promontorio junto al otro lado del río. Originaria del arquitecto francés Vauban, se construyó poco después de la victoria definitiva contra los turcos que devolvió a la ciudad definitivamente a manos cristianas, en 1716. Se la consideraba tan segura que los Habsburgo llevaron las joyas de la corona hasta allí durante la amenaza napoleónica. En ella se pueden visitar las galería subterráneas (no daré más datos porque yo no las visité), una inmensa terraza con vistas sobre el río y Novi Sad, o un reloj con las agujas cambiadas, siendo la más larga la de las horas, para facilitar a los barqueros el ver la hora desde el río.


CÓMO LLEGAR


Las infraestructuras ferroviarias serbias son bastante modestas, por lo que ir en transporte público es muy lento comparado con Europa Occidental. A pesar de no recordar problemas orográficos, ya que el terreno es bastante llano, necesité dos horas para ir en tren de Belgrado a Novi Sad, que distan solamente 80 kilómetros. Novi Sad está en la ruta que une Belgrado y Budapest, por lo que también existe la posibilidad de llegar desde la capital húngara, aunque el trayecto me imagino que llevará al menos 4 horas. No he ido en coche pero los mapas indican que una autovía conecta Novi Sad con Belgrado y con la frontera húngara, por lo que ir en coche sería una alternativa más rápida que coger el tren, si os apetece pasear por esta ciudad que late con fuerza en el corazón de Europa.

Palacio episcopal

domingo, 20 de enero de 2013

HOCES DEL DURATÓN: un "mini cañón del Colorado" en Castilla

Las Hoces del Duratón, impresionantes en un punto cercano a la ermita de San Frutos, a la izquierda

Las Hoces del Duratón son uno de los complejos de cañones que en diversos puntos de la submeseta norte española protagonizan espléndidos paisajes. Ya he hablado en anteriores entradas de los Arribes del Duero o de las Hoces de Vegacervera, y es que siento verdadera debilidad por este tipo de lugares. Lo mejor de todo es que cada uno es diferente, y si bien los Arribes pueden recordarnos a un fiordo noruego, en el Duratón, salvando las distancias, nos sentiremos como en un pequeño cañón del Colorado, por la aridez del paisaje y el color rojizo de su tierra.

SEPÚLVEDA


Calle de Sepúlveda
Las Hoces del Duratón están en la provincia de Segovia, y concretamente su puerta de entrada es Sepúlveda, un hermoso pueblo cuyo interés se debe a su ubicación en el comienzo del cañón y también a sus edificios en sí al margen de la ubicación. Este pueblo, hoy solo con 1300 habitantes, ha sido sin embargo más importante de lo que pudiera parecer, ya que tuvo fueros propios durante buena parte de la edad media y protagonizó la acción de Sepúlveda, la que dice ser la única batalla de la guerra de la independencia en la que intervino la guardia imperial de Napoleón, que además ganó España. Hoy sigue siendo capital de su comarca, y se ubica a 58 kms. de Segovia, a unos 120 kms. de Madrid y a 54 kms. de Aranda de Duero. Burgos y Valladolid también quedan cerca, a 135 y 115 kms. aproximadamente.

En este conjunto histórico-artístico de Sepúlveda es digna de visita su plaza mayor, donde se ven los restos de su castillo, sus numerosas iglesias, en las que predomina el arte románico, así como dos miradores: el mirador de Zuloaga, en la carretera que va a Segovia, que ofrece una espléndida vista de la población, y el que hay junto a la Virgen de la Peña, la parte más alta del pueblo, que permite ver los primeros metros de la escarpada hoz que traza el Duratón sin salir de Sepúlveda.

Sepúlveda, a medio camino entre Segovia y Aranda, es más un templo del lechazo asado, como es la segunda, que del cochinillo como es la primera. Seguro que aquel que quiera parar a comer allí no se arrepiente, y la oferta de establecimientos es inusualmente grande para un pueblo de su tamaño.

Pero estando en un parque natural hay que andar. El paisaje de Sepúlveda, siendo bonito, es un mero aperitivo de lo que nos espera a poco que nos molestemos en buscar más. La iglesia de Santiago, aún en el mismo pueblo, es la casa del parque natural, donde podemos solicitar información del mismo, y pedir autorizaciones si es necesario (hay zonas de reserva a las que solo se puede acceder con autorización durante unos meses al año, mejor preguntar). Las rutas de senderismo son diversas en cuanto a ubicación, distancia y paisaje, y algunas salen desde el mismo pueblo, pero necesitaremos un coche si queremos ir a las dos zonas más espectaculares, ambas coronadas por sendos edificios religiosos en ruinas, que añaden un toque melancólico extra al ya de por sí impresionante paisaje.

Vista de Sepúlveda desde el mirador de Zuloaga

ERMITA DE SAN FRUTOS


Si cogemos el coche y nos desplazamos hasta Villaseca (se puede ir por Castrillo de Sepúlveda o por Villa de Sobrepeña, pero yo me quedaría con la primera opción al ser la carretera algo mejor), y allí cogemos una pista forestal que nos dejará el coche lleno de polvo, nos encontraremos en el corazón del parque natural, donde el caprichoso Duratón traza varios meandros en muy poquito terreno. En este lugar existió un pequeño monasterio, hoy en ruinas, cuya ermita todavía sigue en uso, la ermita de San Frutos, que de hecho sigue recibiendo una populosa romería cada 25 de octubre. Impresiona ver la ubicación de la ermita, en un espolón de la roca que se adentra en el río, como una especie de península del mismo.

Y es que el protagonismo aquí lo tiene el impresionante paisaje, con los visitantes situados varias decenas de metros sobre la altura del río, con abundante agua debido a estar represado en el pantano de Burgomillodo. Seguramente no nos sean ajenas las aves rapaces que nos encontraremos planeando sobre y bajo nuestras cabezas, ya que en el parque tenemos una importante colonia de buitre leonado, águila real, alimoche o halcón peregrino, entre otras muchas especies (hay casi 200 especies distintas de aves). Recomiendo andar con calma por toda la zona, rodear la ermita, disfrutar de las vistas desde todos los ángulos, siempre con cuidado de no asomarse más de la cuenta porque en caso de caerse alguien, lo pagaría, salvo milagro, con su vida.

Otra vista de las hoces del Duratón, desde cerca de la ermita de San Frutos
La aridez del terreno contrasta con todo el agua que tiene el Duratón, en este punto, y lo amarillento del terreno con el tono rojizo de las paredes de los cortados del cañón y con el azul verdoso del agua. Ir en épocas distintas del año o a distintas horas del día permite ver este impresionante lugar con una paleta de colores distinta.

MONASTERIO DE LA HOZ


Este monasterio, en ruinas, se ubica en otra impresionante hoz o meandro del río. Al contrario de la ermita, en este caso el monasterio se encuentra casi a la altura del río y no en lo alto del cañón, y debido al pantano su acceso solo se puede hacer en barca por haberse inundado su acceso natural terrestre (salvo que el embalse tenga poca agua). La desamortización de Mendizábal, en 1835, hizo que se abandonara el edificio.

Vista del monasterio de la Hoz, actualmente en ruinas e incomunicado por tierra debido al pantano
Una pista de tierra sale desde Sebúlcor y nos lleva hasta la parte alta del cañón desde la que se aprecian las ruinas del monasterio.

Aparte del senderismo, una forma de conocer este paraje es en canoa, y son varias empresas de la zona que las alquilan.

martes, 15 de enero de 2013

Viaje a la India, día 12: Udaipur -> Ajmer -> Pushkar (el turbante más grande del mundo)

El turbante más grande del mundo, en Udaipur

UDAIPUR


Tras habernos quejado el día anterior por el desayuno y haber precisado cuándo y qué queríamos desayunar, hoy fue todo sobre ruedas, a los 5 minutos llegó la mayor parte del desayuno y el resto llegó poco después.

Como teníamos ganas de aprovechar un poco más de tiempo en Udaipur, esperamos a que abrieran la "Bagore-ki Haveli", una de las mansiones más interesantes de la ciudad. Sin ser tan bonita como otras que vimos en Mandawa o Jaisalmer mereció la pena por las vistas del lago, por alguna sala concreta como la que alojaba el turbante más grande del mundo y por las curiosas esculturas de forespan de lugares indios y del resto del mundo. La estatua de la libertad tenía una pinta...

Estatua de la libertad de forespán, curiosa cuando menos :)

HACIA AJMER Y PUSHKAR


Los adelantamientos propios y ajenos que vimos en la carretera nos hicieron acabar con la tripa un poco revuelta a ambos, pero comimos en un sitio, rodeados de moscas, que sin embargo estuvo mejor que la media de restaurantes en ruta que habíamos visto hasta la fecha.

AJMER


Llegados a esta ciudad a media tarde, solo 15 kilómetros antes de Pushkar, pensaba que íbamos a visitar el "Dargah", un mausoleo que es quizá el más sagrado lugar de peregrinación para los musulmanes en la India, pero no recuerdo por qué motivo no fuimos... así que solo visitamos un templo jainí rojo, llamado "Nasiyan", en cuyo enorme vestíbulo se encontraba la representación jainí del mundo antiguo, llena de figuritas de templos dorados que hacían todos juntos una de las maquetas más grandes que yo nunca haya visto. No faltaban detalles como barcos o elefantes voladores.

Alegoría del mundo ideal para los jainíes junto al templo rojo de Ajmer

PUSHKAR


La caprichosa geografía india quería que al lado de uno de los rincones más sagrados para los musulmanes estuviera uno de los más sagrados para los hindúes, aunque los 15 kilómetros que separan Ajmer y Pushkar son más largos de lo que parece porque entre ellas todo el recorrido es un puerto de montaña sobre los montes Aravalli, que separan a ambas.

Noor pagó otra vez uno de esos curiosos peajes por entrar a Pushkar, 35 rupias (0,55€). Hicimos check-in en el hotel, elegido por nosotros, que resultó ser el peor de todo el viaje, con una habitación sin ventanas, limpia pero muy austera y con un baño donde el grifo de ducha estaba casi encima del retrete... encima al llegar no había ni sábanas, ni mantas, ni toallas y tuvimos que pedirlas para que nos las dieran. Hay que reconocer que los mejores hoteles del viaje estaban siendo los que no habíamos elegido nosotros...

Pushkar, con solo 15.000 habitantes (Ajmer tiene casi medio millón) es sin embargo más turística que su gran vecina, y de hecho el ratio de turistas por habitante fue posiblemente el más alto de todos los que vimos. Aunque eso, más que negativo fue algo bueno, puesto que el ruido del tráfico era casi inexistente (¡¡ALGO MARAVILLOSO!!), haciendo que las calles fueran prácticamente peatonales, y en el ambiente flotaba un aire cosmopolita que me gustó.

Lago de Pushkar, al atardecer
Pero a nuestra llegada, las primeras impresiones sobre Pushkar fueron malas, con hombres dando guerra con la dirección que teníamos que seguir para ir al lago (aunque la sabía perfectamente) y sobre todo con santones vendiendo flores a la entrada al mismo siento tan persistentes (llegaban a bloquear la entrada) que uno de ellos se llevó una respuesta borde por mi parte mientras le apartaba con el brazo: "NO FLOWERS!!". Dentro del lago, un indio que estaba con su pareja nos reprochó que no nos quitáramos los zapatos, a lo que le contesté que estábamos a más de 40 pies de distancia del agua, como indicaba un letrero repetido hasta la saciedad en los ghats (escalones que bajan hasta el agua pensados para bañarse), distancia que estábamos respetando en ese momento, y que solo violamos unos instantes previos para hacernos cuatro fotos en una zona que estaba desierta.

Pero en el lago (realmente más bien un estanque rodeado de edificios) encontramos la paz. Vimos el final de la puesta de sol, el ruido casi no existía a pesar de lo céntrico que está el lugar, y rodeamos el lago casi en su totalidad sin molestar ni ser molestados. Entre la tranquilidad reinante y alguna ceremonia pudimos sentir ese aire místico que se le supone al lugar. No vimos a casi nadie bañándose pero tampoco hizo falta.

Fiesta con la que nos cruzamos en Pushkar
Salimos del lago por una salida en la que no había ningún santón, y paseamos por sus alrededores. Por primera vez desde nuestra llegada pudimos ver tiendas y puestos sin que los vendedores nos asaltaran desde metros antes de llegar a la entrada. Quizá el elevado ratio de turistas/habitante ayudara a ello. Compramos varias postales, pegatinas e imanes con la tranquilidad de un país occidental. No vimos prácticamente basura y... ¡HASTA OLÍA BIEN! El incienso era el olor más potente, lo cual tras 11 días allí puedo decir que fue un lujo. A nuestro paso nos encontramos con una rara procesión en la que los protagonistas parecían ser un hombre y una niña a lomos de una especie de asno o potro.

Cenamos en el 6th sense, un hotel  (llamado "7th heaven") al lado del nuestro. El hecho de ser una ciudad santa hindú hizo que fuera prácticamente imposible encontrar algo no vegetariano en la ciudad, así que pedimos dos pizzas vegetarianas. Coincidimos con cuatro jóvenes, de nuestra edad, tres catalanes y una polaca que estaban viajando por el país por su cuenta, y nos contaron que se estaban gastando el mismo dinero que nosotros con la agencia; todo un acierto por nuestra parte.

Tras dos apagones y tras despertar a los recepcionistas del hotel durmiendo sobre el suelo de la entrada al mismo (casi los pisamos sin querer... otra vez que se repite esta dura imagen de ver a los trabajadores de un hotel "vivir" en el mismo, durmiendo en el suelo), dormimos en esta ciudad sagrada.

jueves, 10 de enero de 2013

Castillos de leyenda (II): PEÑARANDA DE DUERO, perla secreta de la Ribera del Duero

Poco conocido en cuanto se sale de aquí, Peñaranda de Duero es el pueblecito más encantador de la Ribera del Duero; a pesar de su pequeño tamaño, presume de castillo, murallas, ex-colegiata, un monumental palacio digno de una ciudad mucho mayor y una farmacia que lleva abierta más de 300 años. Todo ello coronado con unas vistosas casas con entramado de madera, como otros pueblos castellanos, que ubicadas en la plaza mayor, proporcionan una vista soberbia con el castillo al fondo en lo alto, que puede recordar a la de Peñafiel, sobre la que ya escribí anteriormente. ¡Comencemos!

Castillo de Peñaranda de Duero, visto desde el lado que no da al pueblo
Peñaranda de Duero está ubicada en el este de la Ribera del Duero, a 18 kilómetros de su capital, Aranda, y a menos aún de la provincia de Soria. Resulta curioso que, a pesar de su nombre, no se ubique junto al río Duero, sino junto al río Arandilla, estando el Duero a unos 7 kilómetros. Etimológicamente, el parecido del nombre al de Aranda no es casual. Se sitúa en la misma vega amplia ("Aranda" viene a significar eso: vega amplia), con la diferencia de tener una "peña", una colina o montaña que es en la que se asienta su castillo.

A pesar de sus pocos habitantes actuales, Peñaranda ha sido durante años la tercera población en importancia de la Ribera del Duero burgalesa (la única que existía antes de que el vino extendiera esa denominación a otras provincias), tras Aranda y Roa, que sí siguen siendo las mayores poblaciones de la comarca hoy. Por desgracia, la despoblación se ha cebado con ella, porque ha pasado de los más de 1700 habitantes de la década de los 50 a los poco más de 600 en los 90, en torno a los que sigue estando hoy.

Detalle de uno de los artesonados del palacio de Avellaneda

PATRIMONIO


Y empezaremos a recorrer el pueblo por el castillo. El castillo de Peñaranda es otro ejemplo más de castillo "roquero", ubicado cerca del Duero, que como ya dije escribiendo sobre Peñafiel, fue la frontera entre los reinos cristianos al norte y los musulmanes al sur durante muchos años. Original del s. X, fue reformado totalmente en el s. XV, y se halla parcialmente en ruinas, aunque eso a mi juicio no lo hace menos interesante. El motivo es que por un lado sus "heridas" son suficientes para demostrar que fue una herramienta de guerra y no solo una pieza de museo, y por otro lado las paredes que le quedan sobran para dar ese aire imponente de muchos castillos. Se puede subir por el centro del pueblo, pero para si se desea subir en coche recomiendo salir en dirección a Huerta del Rey, coger el desvío que a mano izquierda sale del pueblo hacia Hontoria de Valdearados, y poco después seguir el desvío que indica hacia el castillo.

En el interior de la torre del homenaje de la fortaleza se ha ubicado un centro de interpretación de los castillos, que explica generalidades de este tipo de construcciones, centrándose en los muchos que hay en las cercanías del río Duero. No recuerdo el precio por entrar pero era barato. Decir también que el lugar en el que está asentado sirve de magnífico mirador del pueblo, viéndose desde él todo su caserío.

Vista de la ex-colegiata y del rollo, presentes en la plaza mayor del pueblo
De vuelta a la parte baja de Peñaranda llama la atención la plaza mayor, llegando hasta ella a través de una puerta en el tramo que conserva Peñaranda de sus recias murallas, del s. XV. Esta plaza, probablemente una de las más interesantes de toda la provincia de Burgos, reúne los principales edificios del pueblo: el palacio de Avellaneda queda a mano izquierda, la ex-colegiata de Santa Ana a mano derecha, y de frente, el ayuntamiento y la vista imponente del castillo. No nos dejarán indiferentes las viviendas y establecimientos hosteleros con entramado de madera (empezando por el propio ayuntamiento), que dan un aire pintoresco a Peñaranda que no suele defraudar a sus visitantes.

De todo lo que esa plaza contiene, el palacio de Avellaneda es para mí su objeto de más valor. Con una fachada austera, este palacio renacentista guarda unos artesonados en sus techos que pueden dejar con la boca abierta a más de uno, aparte de un patio central interesante, y una bonita escalera. La visita al recinto era guiada y permitía disfrutar bien del edificio, y hablo en pasado porque, por desgracia, desde el 1 de enero de 2012, la junta de Castilla y León, en una maniobra lamentable pero frecuente en estos tiempos de recortes en los que vivimos, ha cerrado el edificio y a fecha de hoy (enero de 2013) no se puede visitar su interior. Esperamos que cambie esta situación absurda cuanto antes, y pongo mi granito de arena escribiendo estas líneas para que así sea. No se entiende que se cierre por falta de dinero (300.000€ anuales), cuando se invirtió un año antes 1.000.000€ en una restauración que muchos juzgaron como innecesaria.

Al otro lado de la plaza, tras el bello rollo jurisdiccional de s. XV, posiblemente el más interesante de toda la provincia, la ex-colegiata de Santa Ana, del s. XVI, esconde tras sus recios muros un interesante retablo neoclásico.

Y despedimos este bonito pueblo castellano entrando a la botica de los Jimeno, inaugurada en 1677 y regentada desde entonces por la misma familia, generación tras generación.

Avión de combate en Coruña del Conde, junto al castillo, en honor a Diego Marín

ALREDEDORES


El este de la Ribera del Duero guarda más sorpresas. Como por ejemplo, Clunia Sulpicia, la ciudad romana, que se conserva a pocos metros de Peñalba de Castro, siguiendo desde Peñaranda por la carretera que lleva a Huerta del Rey, a unos 15 kilómetros. Hace una barbaridad que no la visito (ha estado en restauración) y no tengo fotos, pero recuerdo su enorme teatro, y parece que debe conservar algún mosaico interesante.

Coruña del Conde es otro pequeño pueblecito, muy próximo a Peñalba de Castro, que conserva las ruinas de un castillo (en este caso solo son ruinas) que hace años buscaba comprador por el módico precio de 1€. Junto al castillo, en un contraste que no a todos gusta (aunque a mí no me molesta), se encuentra un moderno "caza", avión de combate, que se donó al pueblo por tener un vecino al que se considera uno de los precursores de la aviación actual. Diego Marín Aguilera, considerado como un loco en su época, fue capaz de idear un artilugio con el que el ser humano empezó a dar sus primeros pasos en el mundo del vuelo. En 1793, soñó con volar desde su pueblo hasta el Burgo de Osma y se lanzó desde la colina del castillo, y aunque solo puedo alcanzar una distancia de 360 metros de longitud (cayendo al otro lado del río) marcó el camino a seguir para alcanzar mayores progresos en el campo de la aeronáutica.

Bonita espadaña del monasterio de la Vid
Por último, el monasterio de la Vid, en el pueblo homónimo, ocho kilómetros al sur de Peñaranda y a unos 18 kilómetros de Aranda, es uno de los más hermosos edificios monásticos de la Ribera del Duero. Siendo una mezcla de diversos estilos, fruto de sucesivas ampliaciones que ha sufrido a lo largo del tiempo, tiene una vistosa espadaña, y en su interior guarda sorpresas como la biblioteca, muy rica a pesar del expolio que el monasterio sufrió tras la desamortización de Mendizábal, el claustro o el coro.

martes, 8 de enero de 2013

DIEZ planes interesantes para hacer GRATIS en BARCELONA (II)


Iglesia del Sagrado Corazón, de estilo neogótico, en el Tibidabo

6.- CATEDRAL


En una época en la que casi todas las catedrales españolas (incluidas muchas de las más discretas a nivel artístico) piden un dinero para ser visitadas, Barcelona, curiosamente, sigue permitiendo disfrutar de su catedral "por la cara". Es más, puede incluso presumir de permitir visitar su claustro de forma también gratuita, lo cual es aún más extraordinario si cabe. Al menos así ha sido en 2012, que viendo la trayectoria de otros templos por el estilo, quizá en el futuro esto deje de ser así.

La catedral de Barcelona, de estilo gótico en su mayor parte, cuenta también con la fachada principal de estilo neogótico (acabada a finales del s. XIX, cuando el resto de la catedral es de los s. XIII-XV). En su claustro viven trece ocas en honor a Santa Eulalia, patrona de la catedral. El motivo es porque fue martirizada cuando contaba solo con trece años y porque ella y su familia se ganaban la vida con el pastoreo de ocas.

Catedral de Barcelona, su neogótica fachada principal
Cuenta con tres naves de la misma altura, algo típico en el gótico catalán, siendo la central el doble de anchas que las dos laterales.

Para entrar el código de vestimenta es especialmente estricto, al menos para lo que he visto en otros sitios de España. En la entrada principal, al menos, suele haber colocado un hombre que niega la entrada a las personas que no vistan de acuerdo con sus normas. Hay que tapar las piernas al menos hasta las rodillas y no enseñar los hombros ni el pecho en absoluto, y esto aplica igualmente a hombres y a mujeres.

ACTUALIZACIÓN EN NOVIEMBRE DE 2014: alguno de los amigos que ha visitado en los últimos meses Barcelona nos ha comentado que han empezado a cobrar por ver la catedral :(

7.- BASÍLICA DE SANTA MARÍA DEL MAR


La que seguramente sea la iglesia más querida de los barceloneses también es gratuita. El motivo es porque, frente a la catedral, sufragada por el alto clero y la monarquía, esta iglesia fue pagada y construida por iniciativa popular de los habitantes del barrio de la Ribera, en el que se ubica. Realizada por completo en un tiempo excepcionalmente corto para la época (1329-1383, poco menos de 55 años) y para la envergadura del templo, es también de estilo gótico catalán. Se manifiesta esto en la anchura de las naves y la austeridad de su interior, donde se ha deseado que la principal "decoración" del templo sea la luz que entra a través de sus vidrieras. Y desde luego que sus creadores hoy estarían orgullosos del resultado obtenido.

ACTUALIZACIÓN EN NOVIEMBRE DE 2014: hemos visto un letrero en la puerta de la basílica por el cual parece que han empezado a cobrar en los últimos meses :( No obstante, yo he vuelto a entrar gratis de nuevo un sábado por la tarde, por lo que no acabo de entender cuándo las visitas son gratuitas y cuándo no. El sábado por la tarde, por haber habido misa poco antes quizá las visitas eran libres y gratuitas...

Fachada de Santa María del Mar

8.- FUENTES MÁGICAS DE MONTJUIC


Estas fuentes, herencia de la exposición universal de 1929 y de los juegos olímpicos de 1992, dan un espectáculo de luz y sonido que hace las delicias de los turistas. La música utilizada suele ser variada, de diversos géneros y épocas. Se encuentran en la colina de Montjuïc, a medio camino entre la Plaza de España y el palau de Montjuïc.

Se ofrecen espectáculos de jueves a domingo los meses de mayo a septiembre (21-23:30 horas, habiendo un espectáculo cada media hora, el último empieza a las 23), navidad y semana santa (19-21 horas, cada media hora, el último empieza a las 20:30). El resto del año (octubre-abril, excepto navidad y semana santa) solamente viernes y sábados, con idénticos horarios a los de navidad y semana santa.

Fuentes mágicas de Montjuic, en pleno espectáculo
La música, los efectos de agua y el color que toma la fuente principal no decepcionan. En fechas señaladas o en cualquier día veraniego la cantidad de gente reunida alrededor de ellas puede ser más que considerable.

9.- SUBIDA AL TIBIDABO


Existen dos formas distintas de subir al Tibidabo en transporte público: una para "turistas" y otra para "residentes". La primera tiene un precio aproximado de 7€ y la segunda depende del tipo de billete, pero sería de solo 1€ con el billete "T-10", el más extendido, como cualquier otro viaje en metro o bus por la ciudad.

Vistas desde el Tibidabo
La forma de subir para turistas, conlleva llegar hasta la parada "Avenida Tibidabo", la última de la línea 7 de metro; desde ahí, subirse en el encantador "tramvia blau" ("tranvía azul"), y luego coger el funicular que sube hasta el Tibidabo, que nos deja junto al parque de atracciones. Y la llamo de turistas, porque aparte de ser la más evidente y romántica, es con diferencia la más cara. Ni el tranvía azul ni ese funicular están incluidos en la red integrada de la TMB, la empresa encargada del transporte metropolitano de Barcelona, y se pagan aparte. Si se desea disfrutar del parque de atracciones, se puede conseguir un descuento de hasta el 100% en el funicular, pero no es el objetivo de muchos de los que subimos hasta allí.

Como alternativa, menos evidente pero casi igual de rápida y totalmente integrada en la red de la TMB (lo que significa que no es estrictamente gratis, pero que el subir cuesta solo un billete de metro de la zona 1), se puede subir con el siguiente recorrido: llegamos hasta la parada "Feu del Funicular", en la línea de la FGC que va de la plaza de Cataluña a Sant Cugat; desde ahí, cogemos el funicular de Vallvidrera, que nos dejará en el barrio del mismo nombre (hemos de bajarnos en la segunda y última parada del mismo), y junto a la salida del funicular encontraremos una parada del bus de barrio que atiende esa zona. Subiéndonos en él, llegaremos al Tibidabo, donde el minibus nos dejará junto a la iglesia del Sagrado Corazón y al parque de atracciones. Como hecho anecdótico, decir que el concepto de "bus del barrio", tan extendido en Barcelona a día de hoy, nació en Vallvidrera siendo esa línea (que hoy es la "111") la primera que existió en la ciudad.

Interior de la iglesia del Sagrado Corazón, en el Tibidabo
Posteriormente, disfrutar de las vistas es gratuito, se puede acceder al recinto del parque de atracciones aunque no se desee montar en nada. También es gratuito acceder a pie al interior de la neogótica iglesia del Sagrado Corazón, tanto a la cripta (la planta más bonita a mi gusto) como a la iglesia en sí. Desde la explanada de la iglesia, las vistas son muy buenas también. Es posible subir más arriba aún, a través de un ascensor que hay en el interior de la iglesia y que nos deja cerca de la parte más alta de la misma, donde podemos pasear junto a las esculturas que la presiden, aunque para ello tendremos que abonar 2€.

Las vistas de Barcelona son soberbias, algo a lo que ayuda la altura de 512 metros que tiene el monte. La vista abarca todo el "Barcelonès", la comarca del área metropolitana más próxima a la ciudad, que incluye Hospitalet, Santa Coloma, Sant Adrià, Badalona y la propia Barcelona, más otros municipios próximos como Cornellà o incluso del Maresme. Mirando hacia el otro lado no es difícil ver zonas del Vallès Occidental. El trazado rectilíneo del ensanche de Barcelona también es fácilmente identificable, así como buena parte de la sierra de la Collserola, a la que pertenece el Tibidabo.

10.- COLINA DE LA ROVIRA (TURÓ DE LA ROVIRA)


Un mirador alternativo al del Tibidabo, así como a otros que tiene la ciudad como Montjuïc o el parque Güell, es esta colina, protagonista del parque del Guinardó, ubicado en el distrito Horta-Guinardó. Se trata de un pequeño secreto, poco conocido entre turistas e incluso relativamente desconocido para algunos barceloneses. La colina de la Rovira forma parte del pequeño conjunto de colinas que existen en el centro-oeste de Barcelona, que son sendos parques como el del Carmel o el famosísimo parque Güell. Sin embargo, probablemente las mejores vistas las ofrece la Rovira, por la pendiente que tiene, por no tener árboles en su cumbre y porque al no ser apenas conocida por el turismo, se puede disfrutar bien, solo acompañados por jóvenes tomando algo, tocando música o simplemente charlando.

Vistas subiendo a la colina o "turó" de la Rovira, al atardecer
Se puede subir a la Rovira a pie desde varios rincones, o bien siguiendo senderos o bien por calles urbanizadas que nos pueden llevar hasta casi la misma cumbre, porque las viviendas rodean la colina y llegan a casi tocar la cima de la misma. La forma más directa que conozco para subir desde zona turística (alrededores del hospital de Sant Pau y la Sagrada Familia) es a través de unas escaleras que suben junto a la calle Tenerife, que se convierten en sendero más tarde. Otra buena manera es a través de la carretera del Carmel, que pasa por una especie de puerto entre las colinas del Carmel y la Rovira. Para los más perezosos, el hecho de que la colina esté urbanizada tiene como ventaja que otro bus de barrio llega hasta allí, el 119, que no he usado nunca pero que encima debe enlazar con las paradas de metro del Carmel y del Coll | Teixonera, ambas en la línea 5.

Este mirador ofrece una mirada con menos altura de la ciudad que el Tibidabo o Montjuic (pero más que el parque Güell, o esa sensación da), pero a cambio nos encontramos geográficamente mucho más metidos en Barcelona, con lo que los edificios destacables y los más corrientes se ven mucho más cerca. A un lado tenemos la Barcelona monumental, con la Sagrada Familia como protagonista y el mar de fondo, y al otro lado la Barcelona más popular, con barrios como el Carmel y la vista de la Collserola. Recomiendo subir a allí durante un atardecer despejado porque son mágicos, viendo como el sol se esconde por el Tibidabo y tiñe de naranja los barrios barceloneses.

El inconfundible perfil del Tibidabo y la torre de la Collserola, vistos al atardecer desde la colina o "turó" de la Rovira
El valor de la Rovira no acaba aquí, ya que tiene cierta importancia histórica y etnográfica. En ella se ubicó una batería antiaérea que durante la guerra civil luchó contra la aviación fascista. Más tarde, en la misma cima se ubicó un barrio de barracas que sobrevivió hasta principio de los 90, poblado por inmigrantes de otros puntos de España, principalmente andaluces. Ambas cosas son aún visibles (se pueden ver hasta los azulejos de la cocina de una de esas barracas) en el lugar, donde también hay sitio para un depósito de aguas. Varios paneles del MUHBA (museo de historia de Barcelona) nos cuentan estos y otros detalles de esta colina de 261 metros de altura.