sábado, 30 de abril de 2016

OCHO PUEBLECITOS CATALANES (concretamente gerundenses)

Al calor de la conocida película "ocho apellidos catalanes", secuela de la aun más famosa película "ocho apellidos vascos", hoy os traigo una selección de mis ocho pueblos favoritos de tierras gerundenses de entre todos los que he visto hasta la fecha.

La película citada anteriormente se grabó en el pueblecito de Monells, entre Girona y la Costa Brava. Este pueblo, cuya visita tengo todavía pendiente, es un excelente ejemplo de población poco conocida pero con el encanto de lo auténtico, y así hay un montón de pueblecitos anclados en el medievo en tierras catalanas, siendo la provincia gerundense la que tiene el mayor número.

El puente medieval de Besalú
Dicho esto, aquí os traigo mi selección:


1.- BESALÚ



Empiezo por uno de los más famosos; Besalú tiene el suficiente caché como para salir en las guías turísticas a nivel español, y es que su puente románico, reconstruido tras el deterioro sufrido en épocas diversas (como la guerra civil española), es uno de los monumentos más imponentes de la Cataluña rural. Cruzado el puente, conviene dar un paseo por su centro medieval, típico de esta provincia, en el que se esconde una antigua sinagoga y un museo de miniaturas.

Besalú se encuentra en el cruce de caminos que unen Figueras y Olot por un lado, y la autovía que lo une con Gerona y Banyoles por el otro, en el centro de la provincia.


2.- CADAQUÉS



Otro pueblo imprescindible es el célebre Cadaqués. Probablemente una de las poblaciones costeras catalanas que mejor ha sabido mantener su encanto rural, alejado de los altos hoteles de otros enclaves. Cadaqués, inmaculado conjunto de casas blancas que mira hacia el mar, está para siempre ligado a la figura de Salvador Dalí, que tenía su residencia habitual en Port Lligat, población perteneciente al ayuntamiento de Cadaqués que queda a escasos kilómetros.

Vista de Cadaqués
En Cadaqués recomiendo pasear por su litoral, ver el pueblo desde el mar y el mar desde el pueblo, para luego pasear por sus calles estrechas de casas encaladas.

Cadaqués está en la zona más septentrional de la Costa Brava, en el "cuerno" que le sale al litoral gerundense, el cabo ("cap" en catalán) de Creus.


3.- TOSSA DE MAR



Si Cadaqués es el representante pintoresco del norte de la Costa Brava, Tossa es el del sur. Algo más "urbanizada", guarda gran encanto por el conjunto amurallado de la villa vieja, situado en un promontorio junto al mar en la parte sur de los límites del pueblo actualmente. En esta muralla con olor a sal hay sitio incluso para unos pinos característicos de la zona (confieso que una de las cosas que más me gusta de la Costa Brava son sus pinos, colgados de los acantilados, junto al mar).

Tanto al norte como al sur de ese conjunto amurallado se extienden sendas playas que nos permiten bañarnos frente a siglos de historia. La playa al norte es más grande aunque más bien con piedras, mientras que la pequeña playa al sur es de arena dorada.

Torre defensiva de Tossa de Mar
Tossa está en el sur de la costa Brava, en la comarca de la Selva.


4.- CALELLA DE PALAFRUGELL



Calella supone para mí el tercer miembro del tridente de pueblos preciosos de la Costa Brava junto a Tossa y Cadaqués. Se sitúa en el centro de la misma, y como leí en una guía: "parece un pedazo de mar Egeo en el Mediterráneo Occidental". Su encanto marinero, reflejado en sus casas de pescadores que casi tocan el agua, debió inspirar a Joan Manuel Serrat a escribir su famosa canción "Mediterráneo". Su fachada marítima es con diferencia lo más vistoso en Calella, y sus playas en el mismo pueblo dan para un agradable paseo o para tostarse al sol.


Calella de Palafrugell

Calella se encuentra junto a Palafrugell, en el centro del litoral gerundense.


5.- CASTELLFOLLIT DE LA ROCA


Nos vamos al interior, para disfrutar de una de las visiones rurales más extrañas no ya de Cataluña, sino de toda España. Castellfollit de la Roca está emplazado sobre una enorme mole de basalto, de varias decenas de metros de altura, fruto de algún tipo de erupción volcánica en la zona. La Garrotxa, la comarca en la que se ubica, acoge la única región volcánica de la península Ibérica. Y la visión de Castellfollit desde la carretera que se acerca al pueblo, es de una belleza sobrecogedora, extraña. Las casas, de color gris oscuro, ayudan a darle ese aura de misterio.

Por dentro el pueblo quizá resulte menos espectacular, pero es interesante. Se puede subir a la torre de la iglesia y ver Castellfollit desde otra óptica alternativa.

Vista del fantasmal pueblo de Castellfollit de la Roca, erigido sobre una enorme columna de basalto
Castellfollit está a pocos kilómetros de Olot, la capital de esta comarca prepirenaica, en la carretera que une esta población con Figueras/Figueres.


6.- BEGET



Beget ha sido una de las mayores sorpresas que la Cataluña rural ha brindado a un servidor. Que Tossa o Cadaqués te gusten es de esperar, pero este delicioso pueblo apenas sale como anexo de otros en las guías de turismo, y sin embargo es de los más bonitos de Cataluña.

Beget es uno de los pueblos del Pirineo que mejor ha sabido conservar su esencia; también aquí tenemos las casas más o menos modernas, de piedra, típicas de todo el lado español del Pirineo; pero digamos que en este caso esto se ha hecho con un urbanismo antiguo, en cuyas calles estrechas no se meten los coches; además, apenas hay gente, ya que al contrario de otros pueblos del estilo, éste no ha crecido desmesuradamente. Además, la iglesia de Beget, dedicada a Sant Cristòfol (San Cristóbal) es una joya del románico lombardo, estilo común en el Pirineo catalán. Por dentro, que yo no la pude ver, también debe ser interesante por el retablo y la policromía que conserva.

Beget, protagonizado por la iglesia románica de Sant Cristòfol
Beget está pegando a Francia, y pertenece al municipio de Camprodón, en la comarca del Ripollés. El acceso se debe hacer por Francia (a través de un puerto de montaña) o por el citado Camprodón.


7.- CAMPRODÓN



Sin salirnos del Ripollés, sin duda una de las comarcas gerundenses más interesantes, nos vamos a Camprodón, cuyo emblema es el asimétrico puente que cruza el río Ter. Este puente de estilo gótico tiene un arco que da acceso al centro del pueblo, y que en su momento lo protegía. Ayudan a darle ese aire pintoresco las casas de colores que se ubican junto al río, que están también presentes en otras zonas de Camprodón, lo que me hizo pensar en una especie de Gerona en miniatura, por su parecido con la estampa del río Onyar en la capital provincial. Otro aliciente de Camprodón es la iglesia del Carme.

Puente de Camprodón

Para llegar a Camprodón, debemos acceder desde Ripoll u Olot por la C-38.


8.- PERATALLADA



Termino esta complicada selección con un representante de los pueblos del interior de la Costa Brava. Distintos de los costeros pero a poca distancia de ellos, estos pueblos suelen estar hechos en piedra de color dorado, y tienen un trazado medieval. Representantes de estas características son por ejemplo Pals, Palau Sator o el citado anteriormente Monells, aunque posiblemente mi favorito sea Peratallada. Con estrechas calles, un pequeño castillo, y una iglesia de una peculiar espadaña rectangular, vive hoy del turismo, y es delicioso.

Peratallada está a la altura de Begur o Palafrugell, pero apenas una veintena de kilómetros tierra adentro. Desde Girona se puede acceder por la C-66, aunque desde Barcelona es mejor salirse de la AP-7 en Vidreres e ir pasando por Platja d'Aro, Palamós o el propio Palafrugell.

Rincón de Peratallada, con sus características casas en piedra dorada
Y por si esta selección os parece, poco, aparte de los recién citados pueblos de piedra del interior de la Costa Brava, todavía me dejo:
- Ripoll con su fabuloso monasterio.
- Las callejuelas de Santa Pau.
- Otro bonito monasterio en San Juan de las Abadesas (Sant Joan de les Abadesses en catalán)
- Peralada, con su castillo y el claustro de Sant Domènec.
- Hostalric y su muralla.
- El lago de Banyoles (o Bañolas).
- Otros pueblos pirenaicos como Setcases o Queralbs.
...

Y como siga no paro; probablemente sea la provincia más completa y diversa de Cataluña. ¡A disfrutarla!

martes, 19 de abril de 2016

Encrucijada mediterránea: SICILIA

La mayor isla del Mediterráneo es un lugar fascinante. Casi permanentemente invadida, y además por civilizaciones tan dispares que van de los griegos a los aragoneses pasando por romanos, bizantinos, árabes y normandos, en ella se da una de las mayores concentraciones de patrimonio monumental del sur de Italia, solo con permiso de Nápoles y sus alrededores.

Templo de la Concordia, en Agrigento, que se conserva entero a pesar de sus 2700 años de historia. En primer plano una escultura moderna.
A caballo entre Europa y África sin pertenecer estrictamente a ninguna de las dos, y a medio camino entre el Mediterráneo oriental y el occidental, Sicilia puede romper los esquemas de los que ya se hayan paseado a lo largo y ancho de la Italia peninsular, si es que no eran ya suficientemente complejos.


ARQUITECTURA DE SICILIA, A TRAVÉS DE SU HISTORIA



Con contadas excepciones, como Paestum, que está en el sur de Campania (cerca de Nápoles), los mejores edificios de origen griego en Italia, y posiblemente del mundo fuera de la Grecia actual, están en Sicilia. Teatros como el de Siracusa o el de Taormina y templos como los de Agrigento nos han llegado en muy buen estado, casi intactos, y en ocasiones se mezclan con modificaciones posteriores hechas por los romanos. Porque como es natural, hasta aquí llegó también el imperio romano, y si no que se lo digan a la villa del Casale, en Piazza Armerina, con su nutrido repertorio de mosaicos.

Cae el imperio romano y le siguió el bizantino, cuya influencia se ve especialmente en el interior de edificios tales como las catedrales de Monreale y Cefalù, la sublime iglesia de la Martorana y la capilla Palatina, estas dos últimas en Palermo.

La Capilla Palatina, en Palermo, es uno de los mejores exponentes del arte bizantino existente en Sicilia
La historia siguió su curso, y los sarracenos invadieron Sicilia. Todavía hoy, tanto la gastronomía como la arquitectura presumen de cierto carácter árabe sin comparación en Italia; no en vano durante más de dos siglos fue parte de su territorio. En la primera disciplina se hace notar en el abundante uso de las berenjenas o las uvas pasas, amén de otros platos más descaradamente magrebíes como el cuscús, cuya variante de pescado es la más apetitosa. En el apartado arquitectónico queda reflejado en el carácter "mestizo" de algunos de sus edificios, en un estilo singular que, salvando las distancias, me recordó al mudéjar español: iglesias como San Giovanni degli Eremiti o San Cataldo presumen de unas cúpulas moras, y una obra cumbre como la catedral de Monreale también hace claros guiños al arte árabe, especialmente en el claustro. Un estilo árabe que en muchos de los casos se mezcla con el estilo normando, llamado así porque es el de los edifios creados durante la dominación normanda de Sicilia, que siguió a la árabe. Sí, yo también me preguntó cómo llegaron hasta aquí los normandos, un pueblo de lo que hoy es el noroeste de Francia, sin haber conquistado las tierras que median entre Normandía y el sur de la Italia actual.

Pero Sicilia es una isla compleja; cuanto más al este, más se diluye esa influencia árabe-normanda-bizantina en la arquitectura. Posiblemente porque el terremoto de 1693 destrozó la mayoría de ciudades de la zona, como Catania, Noto o parte de Siracusa, en esa tierra el barroco es el rey, ya que ese estilo era el que estaba de moda en la época en la que se reconstruyeron. El esplendor barroco es probablemente el legado patrimonial más visible de la época de dominación española, que abarcó cinco siglos si se incluye la de la corona de Aragón anterior a la creación de España como la conocemos hoy. Fachadas curvas, cóncavas y convexas, e interiores recargados en los que la decoración lo abarca todo son frecuentes especialmente en el sureste de Sicilia.

Claustro de Monreale, de estilo normando con claros guiños al mundo musulmán
Y para terminar esta rápida introducción a Sicilia, no podía faltar el Etna, su volcán por excelencia, venerado y temido, que lo mismo emana la lava con la que se hacen edificios que ha destruido ciudades enteras a capricho. Sus erupciones a corto plazo son demoledoras, pero a largo plazo dejan tierras sumamente fértiles en las que crecen árboles frutales o viñas, entre otros. Catania, Aci Castello o Randazzo son tres ejemplos de poblaciones que han usado la piedra volcánica en sus edificios.

De todas formas, el Etna es la montaña más famosa de una isla que sorprende por las numerosas montañas que tiene. Nada más llegar al aeropuerto de Palermo nosotros divisamos las primeras, junto al mar, y desde el tren se ve que la orografía del interior de Sicilia ha dejado pocos sitios planos para que se asiente la población, que tradicionalmente siempre se ha localizado, principalmente, en la costa.

La catedral de Catania, segunda ciudad siciliana, es uno de los ejemplos del arte barroco nacido tras el devastador terremoto de 1693

CÓMO LLEGAR



Con este resumen, no sería de extrañar que a uno le entraran las ganas de ir a Sicilia. ¿Y cómo llegar? La mejor forma es el avión; en la época de las compañías de bajo coste se pueden encontrar vuelos directos desde España, como los que ofrece Vueling a Catania y Palermo (desde Barcelona) o Ryanair (desde Girona). Aunque desde otros aeropuertos es probable que nos veamos obligados a hacer escala en alguna ciudad de la Italia peninsular.

El tren creo que no resulta lo más apropiado, ya que aunque se ofrecen trenes entre Sicilia y la península itálica, nadie nos libra de tener que cambiarnos a un barco para pasar el estrecho de Messina. Además, la gran distancia entre el sur de Calabria y las zonas más pobladas del centro o norte de Italia hacen que el viaje sea bastante largo, incluso aunque los trenes sean cada vez más rápidos.

Catedral de Palermo, con ese estilo normando tan personal
Existen rutas en barco; aparte de entre Messina y Reggio di Calabria u otras poblaciones calabresas, también entre Palermo y ciudades portuarias del centro-sur, centro y centro-norte de Italia, como Nápoles, Civitavecchia y Livorno respectivamente. Estas opciones pueden ser interesantes si uno quiere llevarse su propio coche para explorar la isla, pero poco prácticas en caso contrario.


CÓMO RECORRER SICILIA



La idea de alquilar coche en Sicilia no me hacía excesiva ilusión: por un lado incrementaba el precio del viaje y por otro los sicilianos no tienen fama de ser especialmente disciplinados conduciendo. Una vez estás allí ves que esta segunda afirmación es muy cierta; en Sicilia los coches solo paran en un paso de cebra cuando no hacerlo significa atropellar al peatón, y no tienen problemas en pasarte a escasos centímetros mientras cruzas, ni tampoco en aparcar sobre el paso de cebra o en cualquier intersección. No es un pueblo que trate demasiado bien a los peatones, y los semáforos son ignorados en cierta medida.
Otro inconveniente de moverse en coche es la carencia sistemática de sitio para aparcar de la que adolecen las ciudades sicilianas. Y no solo las grandes, en Agrigento, con solo 60.000 habitantes, vimos ya no doble fila sino incluso "triple fila".
Sin embargo, a muchas zonas rurales, especialmente del interior, solo se podrá ir en coche.

Teatro greco-romano de Taormina, con el Etna, parcialmente escondido entre nubes, al fondo
Nosotros nos movimos casi exclusivamente en tren y las sensaciones fueron positivas. Es cierto que no hay infinidad de trenes y que llegan solo a las poblaciones más grandes, pero para un viaje de 9 días nos apañamos bastante bien con ellos. Las principales líneas van de Palermo hacia el oeste (Trapani), sur (Agrigento), este (Messina) y sureste (Catania), con precios populares. La línea que recorre la costa jónica, de Messina a Siracusa pasando por Catania, también ofrece muchas frecuencias, y sirve para ver Taormina. Ojo ya que muchas estaciones, entre ellas precisamente la de Taormina, están mal ubicadas para ver la ciudad; esto se debe a que están o bien lejos, a varios kms., o bien con un elevado desnivel entre la estación y la ciudad. Aparte de Taormina, esto pasa en ciudades un tanto más secundarias en la demografía siciliana como Enna o Caltagirone, que yo me planteé visitar.

Las guías que nos llevamos al viaje insistían en que en la batalla entre el bus y el tren ganaba casi siempre el bus, teniendo precios similares y siendo más rápido que el tren. Nuestra experiencia, sin embargo, no me permite ver con tan buenos ojos al bus; no es más barato (es parecido o más caro) y en la mayoría de rutas no es más rápido. La ventaja que ofrece es que siempre está cerca del centro de las poblaciones y que llega a más lugares que el tren. Nosotros, que siempre hemos preferido viajar en tren frente a hacerlo en bus, dimos preferencia al primero salvo que no fuera recomendable.


CUÁNDO IR



Los propios sicilianos nos recomendaron no acercanos por allí en pleno verano. Es posible que en esta norma se puedan poner dos excepciones: la primera sería la costa, especialmente si vamos interesados en un turismo de sol y playa, como el que cada año, por ejemplo, llena Taormina y sus alrededores. La segunda excepción sería subir al Etna, ya que con sus más de 3.000 metros, el verano es sin duda la mejor época para subir hasta los cráteres a mayor altura sin quedarse "pajarito".

El interior es extremadamente caluroso y seco en verano. Estamos a la misma latitud que zonas españolas como Murcia o Almería, también famosas por esa rigurosidad en el clima en esa época.

Las laderas del Etna nos hablan de las múltiples erupciones del único gran volcán activo de Europa. En marzo todavía suele haber nieve
Sin ser tan frío como otros sitios de Europa, sí que quizá lo sea suficientemente como para no recomendar tampoco la visita en pleno invierno, que además suele ser la época de más lluvias.

Nos quedan entonces primavera y otoño, por norma general, como mejores momentos para abordar Sicilia. Por el tipo de bosque que tiene la isla, me atrevería a decir que el otoño no da el colorido que se ve en otras regiones más al norte, así que me inclino a creer que es mejor la primavera, con los naranjos y los limoneros con frutos, el campo con flores y el Etna con nieve. Nosotros fuimos a finales de marzo y aunque llevamos algo el abrigo y nos llovió ligeramente, en general las temperaturas fueron templadas y la lluvia, lo poco que hizo acto de presencia, fue en forma de chirimiri.