sábado, 14 de febrero de 2015

El puerto amurallado: DUBROVNIK

Un servidor frente a las murallas de Dubrovnik, disfrutando de la vista del fuerte de Revelin
Llevo tiempo queriendo escribir sobre esta ciudad, la más famosa y sin lugar a dudas singular ciudad costera de la antigua Yugoslavia, hoy en la región croata de Dalmacia. Un lugar de cuento de hadas, una especie de "Ávila con sabor a sal", con arquitectura de aires venecianos pero que durante siglos fue "a su bola", sin depender de la hoy ciudad italiana. Dubrovnik lo tiene todo, un patrimonio muy interesante, unas murallas imponentes y una privilegiada situación junto al mar pero a escasa distancia de las montañas que la separan de Bosnia y Herzegovina, antaño otra república del mismo país, hoy otro país distinto, cada vez más distante culturalmente.

Pero tras el innegable aire pintoresco de la antigua Ragusa, Dubrovnik también es una ciudad que ha sufrido. Dos fechas han quedado marcadas en el calendario de su vida. La primera, el terremoto que la destrozó el 1 de abril de 1667, matando a casi la mitad de sus habitantes (5.000 muertos). La segunda, el bombardeo y asedio al que fue sometida durante la guerra de los Balcanes. Los ocho meses de asedio (entre 1991 y 1992) provocaron la muerte de casi un centenar de personas, y que 2/3 de las viviendas recibieran impactos que obligaron a cambiar las tejas de los tejados. Esto puede comprobarse ya que aunque se procuró utilizar materiales similares el color más "nuevo" y oscuro de las tejas deja ver su modernidad.

No obstante, la ciudad hoy luce de tal modo que no se notan las huellas de esa todavía cercana y horrible guerra. Tras haber visto Sarajevo y Mostar, donde sí se notan esas huellas, ver Dubrovnik (y Croacia en general) deja claro que sufrió menos y que ha tenido mayores recursos para recuperarse antes de aquel infierno.

Detalle de la muralla interior de Dubrovnik, contundente como pocas


HISTORIA



Ragusa, el nombre que recibía la histórica Dubrovnik (y por el que todavía se la puede denominar) ha sido una pujante ciudad desde tiempos remotos. Al contrario que Split, no conserva restos romanos ya que fue fundada con posterioridad, y la información escrita más antigua sobre ella data del siglo VII. Tras un primer periodo bizantino, Ragusa estuvo bajo control veneciano varios siglos. Hasta que en 1358 Venecia se retiró de la ciudad.

La llegada de los turcos motivó a Ragusa a llegar un acuerdo con el imperio otomano por el cual éste no invadiría la ciudad a cambio de que Ragusa pagara un tributo. Y así fue, Dubrovnik fue una pujante república independiente durante siglos, nunca fue invadida por los otomanos, a pesar de que se quedaron muy cerca. La frontera entre los otomanos y Ragusa coincide, y no por casualidad, con la línea que hoy separa Bosnia y Herzegovina con Croacia, a apenas 7 kms. en línea recta y 12 si se va en coche.

Ragusa, cuya capital tenía apenas 1 kilómetro cuadrado, se enriqueció y embelleció durante esta época, gracias al comercio marítimo, hasta el punto de ser una dura rival de Venecia en el Adriático y el resto del Mediterráneo Central. Hasta que el ya citado terremoto de 1667 acabara con buena parte de ella. Fue el fin de una era en la que en Dubrovnik se hablaba un dialecto similar al veneciano para pasar a ser territorio de habla eslava, como sigue siendo hoy.

Vista de Dubrovnik desde un mirador de la carretera
En 1808 Napoleón conquistó la república, que pasó a manos austriacas solo siete años después. Como el resto de la zona, Dubrovnik pasó a formar parte de Yugoslavia tras el final de la primera guerra mundial, y así seguiría siendo hasta principios de los 90.

En 1979, cuando España y muchos otros países aun no tenían ningún lugar en la exclusiva lista, el centro de la ciudad Dubrovnik entró a formar parte del patrimonio de la humanidad. Aunque esta privilegiada denominación no la salvó de los daños que sufrió en la guerra de los Balcanes.

Dubrovnik, como la mayor parte de Croacia, votó masivamente a favor de independizarse de Yugoslavia en el referendo del 19 de mayo de 1991. Pero su historia y su emplazamiento geográfico, a 7 kms. de Bosnia y Herzegovina y apenas a 40 de Montenegro, hicieron que el ejército yugoslavo iniciara las hostilidades poco después, llegando incluso a asediar la ciudad entre octubre de 1991 y mayo de 1992. Aunque el número de víctimas y el destrozo general causados por la guerra fueron muy inferiores a lo ocurrido en Bosnia y Herzegovina (ya he hablado de Mostar y de Sarajevo en el blog, dos de las protagonistas de esa horrible guerra), murieron más de un centenar de personas. El resto de la guerra, la amenaza serbomontenegrina permaneció, aunque no se produjeron daños comparables a los del sitio. En esos años se habló incluso de que Dubrovnik se constituyera como "ciudad-estado", al estilo de Mónaco, aunque esa aspiración se ha ido diluyendo con el tiempo. La reconstrucción, bajo la guía de la UNESCO, se llevó a cabo durante la segunda mitad de la década de los 90.

Dubrovnik desde las murallas que la envuelven
Una vez acabada la guerra, y más aún cuando acabó la reconstrucción, Dubrovnik volvió "por sus fueros", recibiendo el turismo cultural y de sol y playa que ya empezó a recibir en la época yugoslava y que temporalmente perdió debido a la guerra. La reciente incorporación de Croacia a la Unión Europea probablemente provoque un aumento de la popularidad del país con un potencial turístico excelente, no solo por su más de un millar de islas o el resto del litoral, sino por una naturaleza preciosa (tiene 8 parques nacionales, entre ellos el famoso parque de los lagos de Plitvice, en un área similar a la de Aragón y Navarra juntas) y un patrimonio muy rico, con otras ciudades patrimonio mundial declarado por la UNESCO, tales como Split, Sibenik o Trogir (todas en Dalmacia, no muy lejos de Dubrovnik).


QUÉ VER EN DUBROVNIK



Como pasa con otras ciudades, el conjunto parece imponerse sobre un monumento o edificio de esta ciudad dálmata. Pero si tuviera que empezar la lista con uno, diría que debo hacerlo por la muralla. Con una longitud de 2 kms. aproximadamente, y una altura de entre 4 y 6 metros, no son puro atrezzo sino que han servido como defensa de la ciudad. Datan de los s. XII a XVII, y son notablemente mayores en los lados que dan a tierra que en los que dan al mar; la parte marítima está protagonizada por un acantilado de grandes dimensiones que ya otorga cierta protección por sí solo. Contiene fundamentalmente dos puertas históricas, una a cada extremo (Pila y Ploca), en la parte que da a tierra, más una tercera más reciente (Buza); hoy resulta fácil pasar por ella pero antaño, con dos arcos y un foso, no debió resultar en absoluto sencillo a los posibles conquistadores... en la parte marítima menos escarpada se encuentra el puerto histórico, protegido por fuertes y/o la propia muralla. En la práctica, el puerto de la ciudad en la actualidad se ubica fuera del recinto histórico, en la parte moderna, pero la zona del puerto histórico nos proporcionará una foto clásica y típica de Dubrovnik.



En Dubrovnik todo se adapta a su pasado, a sus murallas, como este campo de juego. Pero ojo, que Ante Tomic, estrella del Barça de baloncesto, es natural de la ciudad :P
Las murallas son visitables, se puede recorrer su perímetro completo, y proporcionarán preciosas vistas de la ciudad y del mar que la envuelve, aparte de otras curiosidades, como este singular campo de baloncesto :)

Una vez pasadas las murallas por cualquiera de las dos puertas históricas, sorprende la monumental calle principal. Se llama "Stradun", y se ubica en el lugar que ocupaba antiguamente un canal que separaba Ragusa de tierra firme. Sí, el casco antiguo de Dubrovnik fue en su día una isla. Esta ancha y equilibrada calle tiene edificios similares a ambos lados, algo inusual en un conjunto medieval; el motivo es que esa zona sufrió destrozos durante el terremoto de 1667, y al ser reconstruida, se decidió hacerlo de esa forma algo más moderna y estética.

A los extremos de Stradun, se erigen algunos de los edificios más interesantes que tiene la ciudad intramuros. Según entramos desde la puerta norte, tenemos la fuente de Onofrío, que sigue surtiendo de agua a la ciudad, junto a la iglesia del Salvador, una iglesia renacentista que presume de haber sobrevivido al terremoto de 1667. Junto a ella, el monasterio de San Francisco, que sí sufrió más las consecuencias del terremoto, y que guarda en su interior un vistoso claustro.

Bastiones defensivos junto al puerto
Al otro lado, nos encontraremos con la plaza de la Logia (Luza en croata). Esta plaza, una de las principales de la ciudad, tiene a un lado el palacio "Sponza", sede del archivo municipal donde una muestra permanente honra a los caídos en Dubrovnik durante la guerra de los Balcanes. Junto a él, la torre del reloj, bajo cuyo arco se puede pasar para salir por la muralla sur de la ciudad. Y frente al palacio Sponza la iglesia de San Blas, una de las más destacables de Dubrovnik, de estilo barroco y que está dedicada al patrón de la ciudad. Presidiendo la plaza veremos una estatua de Rolando, que me recordó (en pequeño) a la que existe en Bremen (Alemania). En ambos casos simbolizan la independencia de estas ciudades-estado, aunque en el caso de Dubrovnik también parecen honrar a un soldado que les salvó de la invasión árabe.

Apenas salimos de la plaza dejando San Blas a mano derecha llegamos al palacio de los rectores, precioso edificio gótico del s. XV, que hoy es el museo de la ciudad.  Detrás de ella, llegamos a la catedral. Es barroca, estilo en el que se reconstruyó buena parte de la ciudad tras el fatídico terremoto, y está dedicada a la asunción de la virgen María.

Vista nocturna de Stradun, con sus casas homogéneas posteriores al terremoto. Ésta es hoy la arteria principal del casco antiguo de la antigua Ragusa, hoy Dubrovnik
El fuerte de Revelin, situado extramuros al norte de la ciudad, os dará una visita espectacular del conjunto amurallado. Esta construcción militar, un tanto tosca, ofrece una de las mejores vistas sin contar las propias murallas.

¡Y sin contar el teleférico! Aquí no subímos, lo confieso, pero a juzgar por las fotos debe estar bastante bien. Nosotros estuvimos dos días nublados en los que no se veía apenas la estación superior del teleférico, así que no merecía la pena subir. ¡Tendremos que volver!

Por lo demás, Dubrovnik es pasear, pasear y pasear, viendo las murallas junto al mar, el puerto o simplemente las calles de baldosas y edificios blancos, tan típicamente dálmatas. De noche la ciudad ofrece un halo de misterio con su iluminación, así que recomiendo pasear también en ese momento y dejarse enamorar por esta ciudad llena de encanto.

Vista del fuerte de Ravelin desde las murallas de Dubrovnik