jueves, 28 de noviembre de 2013

2 kilómetros cuadrados que dan para mucho: MÓNACO

Mónaco es un lugar sorprendente... el que es el segundo país soberano más pequeño del Mundo, solo tras el Vaticano, es una asentada monarquía rodeada de una de las repúblicas por excelencia, como es Francia, y muy cercana a otra república asentada como la italiana. La que parece una población más de la Costa Azul francesa, sin embargo no es parte de Francia; la historia y la orografía explican este hecho.

Casino de Montecarlo, uno de los más famosos del mundo. El lujo hecho edificio
La orografía de Mónaco la ha mantenido medianamente distante de los territorios vecinos. Es un lugar al que solo se puede llegar por mar con relativa facilidad, ya que las últimas estribaciones de los Alpes provocan que los desniveles sean protagonistas, y que para entrar por tierra y "por las buenas" al principado haya que superar penosas rutas... en los tiempos actuales esto es historia por la mejora de las infraestructuras, pero he de decir que es el lugar que más túneles tiene de todos los que he visitado en mi vida, y los ascensores urbanos, siempre gratuitos, se antojan como necesarios para llegar a muchas de las viviendas de la ciudad sin agujetas ni con la lengua fuera. La propia vía (y estación) de tren está totalmente soterrada bajo los edificios del principado.

En cuanto a la historia de Mónaco, se puede decir que empezó cuando Francesco Grimaldi capturó la fortaleza del principado, ubicada en el mismo lugar donde hoy nos encontramos el palacio principesco, un día de enero de 1297. ¿Os suena ese apellido? Pues sí, este señor es pariente directo del actual príncipe de Mónaco, Alberto, lo que hace que la familia Grimaldi sea la que más tiempo hace que reina en un territorio europeo, aunque lo ha hecho no sin interrupciones.

Aunque hoy rodeada de territorio francés, Mónaco ha estado más ligado a territorios italianos, especialmente a Génova, capital de Liguria y una de las principales ciudades de la costa noroeste de Italia. La historia de Mónaco está marcada por épocas de independencia junto a otras en las que dependió de diversos países, manteniendo alianzas y enfrentamientos con lugares como Francia o la propia Génova. Entre los territorios que tuvieron soberanía sobre Mónaco, sorprendentemente para mí, estuvo España, un breve periodo de tiempo en la primera mitad del s.XVI.

Cuando Francia se anexionó Saboya y el condado de Niza, en 1860, Mónaco, más cercano culturalmente a la Italia que se estaba reunificando, mantuvo su propia soberanía. La jugada les salió muy bien, ya que la prosperidad llegó pronto; el casino de Montecarlo, inaugurado en 1865, supuso un revulsivo para la economía monegasca, que desde entonces no ha parado de crecer. De hecho, solo cuatro años después de la creación del casino, el príncipe de la época (Carlos III) pudo permitirse el lujo de dejar de cobrar impuestos a los afortunados monegascos por los beneficios del casino, condición que se mantiene hoy. Ese casino, junto a un benévolo clima mediterráneo, ha ido atrayendo a personas adineradas al principado junto a todo lo que eso conlleva (boom inmobiliario, multitud de servicios, etc. pero también subida de precios, prostitución...), condición que se vio más impulsada aun con la mediática unión de Rainiero, príncipe anterior y padre del actual príncipe soberano, con la actriz de Hollywood Grace Kelly. Sobre los escándalos de la familia, reflejados en las noticias del corazón, no hablaré, pero esa capacidad para estar en boca de todos también explica la riqueza de este minúsculo país.

Cueva del observatorio, una pequeña y desconocida maravilla de Mónaco
Refiriéndonos al deporte, sorprende la capacidad para la organización de eventos deportivos a pesar de las reducidas dimensiones del país. Al famosísimo gran premio de Fórmula 1, hay que sumar un torneo de Masters 1000 de tenis (la segunda máxima categoría en este deporte, tras los "Grand Slams"), o al hecho de tener uno de los mejores equipos de la liga francesa, la cual ha ganado varias veces sin ser francés :) Algo menos relacionados con el deporte, otros grandes eventos de talla internacional son el festival internacional de circo o diversos eventos relacionados con el cine y la televisión.

Por terminar con las curiosidades de esta ciudad-estado tan peculiar, decir que es uno de los pocos países del mundo que tiene más habitantes con una nacionalidad ajena que con la nacionalidad del país. Son menos de 8.000 los "oficialmente monegascos" que tiene Mónaco, una pequeña proporción de los más de 35.000 habitantes que tiene el país. De hecho, hay más habitantes en Mónaco con nacionalidad francesa que con nacionalidad monegasca... ¿por qué? Por las severas normas que rigen el conseguir la nacionalidad monegasca... es necesario llevar viviendo 10 años en el país, renunciar a la nacionalidad anterior del solicitante y, lo más difícil, que el príncipe acepte personalmente la solicitud... el porcentaje de solicitudes aceptadas es mínimo, inferior al 5%.
Además de eso, habría que sumar las miles de personas que no viven en Mónaco pero que trabajan allí. Y es que es una de las ciudades más caras del mundo para vivir, con un precio que según la zona puede llegar a los 35.000€ por metro cuadrado y que tiene una media de unos 15.000€. En una de las numerosas agencias inmobiliarias vi un piso (muy grande, eso sí, de unos 200 metros cuadrados) por 13 millones de €. Sin embargo, los sueldos son similares a los de otras ciudades de la Costa Azul, lo que provoca que muchas personas no se puedan permitir vivir allí y se tengan que conformar con acudir en tren o en coche a diario a trabajar.

QUÉ VER EN MÓNACO: MÓNACO - VILLE


La primera imagen que uno puede tener de Mónaco puede resultar desoladora. Edificios altísimos y aparentemente ubicados casi unos encima de otros en lo que podría calificarse como una versión más pija y pequeña de Benidorm... pero el hecho de ser la capital de un país y de su larga y peculiar historia hacen que esa visión se limite a algunos de los barrios de la ciudad, y que el patrimonio histórico también tenga su espacio en estos dos kilómetros cuadrados que parecen ser más cuando se está allí.

Palacio principesco de Mónaco. Da igual que sea un principado de 35.000 habitantes, no tiene nada que envidiar a los palacios reales de países mucho mayores
Toda visita a Mónaco bien podría empezar en "Mónaco Ville", el barrio histórico de la ciudad, ubicado a varias decenas de metros sobre el mar aunque junto a él, en un saliente que no sorprende que tenga una fortaleza desde hace varios siglos... ese barrio tiene el regustillo de la costa azul francesa, con casas pintadas de color pastel y muchas calles estrechas y peatonales. Allí se ubica el palacio principesco, que tiene una parte noble que acepta visitas (entrada: 8€) y que muestra todo el lujo que se puede esperar de un palacio real, y da igual si el reinado tiene 35.000 habitantes en lugar de varios millones... este palacio, también vistoso por fuera, preside una gran plaza que parece pedir a gritos que se la fotografíe. Francesco Grimaldi, disfrazado de monje, preside la entrada a la plaza desde la subida de las murallas.

En Mónaco Ville, donde todo queda cerca, tenemos aparte de servicios para turistas (que aquí son más pobres que los residentes, al contrario de lo que suele ser normal) como multitud de tiendas de recuerdos, bares y restaurantes, otros lugares de interés como la catedral, de estilo neorrománico (s. XIX), y cuya principal curiosidad es tener la tumba de la citada Grace Kelly, muerta de forma trágica en 1982 en un accidente de tráfico.

El tercer lugar de interés del barrio y de la colina es el oceanográfico de Mónaco, edificio imponente que se sitúa junto al borde del mar, pero 85 metros sobre él, y que alberga una colección que se explica por la gran afición al mar de su fundador, el príncipe Alberto I de Mónaco, que lo creó en 1889 (al edificio actual llegó la colección en 1910). Su elevado precio puede verse justificado por ser digno de una ciudad muy superior en tamaño (la entrada costaba unos 15€) pero yo decidí no entrar; así que no hablaré de sus colecciones interiores, bastante extensas según lo que se comenta en la red.

Vista del saliente rocoso o peñón de Mónaco, donde se ubica el barrio histórico: Monaco Ville

MONTECARLO: CASINO Y COCHES CAROS


Bajamos del "peñón" para ir a ver el otro Mónaco, el presidido por coches caros, casi inexistentes en Mónaco Ville. Y hablar de ese Mónaco es hablar de Montecarlo. Los interesados en la Fórmula 1, cuyo circuito monegasco pasa en exclusiva por este barrio, pueden encontrarse decepcionados por las pocas indicaciones relativas al circuito que se encuentran en su recorrido, siendo en ocasiones difícil ubicar su recorrido exacto. Al menos así me sentí yo por momentos... la bajada del peñón nos lleva rápidamente a una de las curvas míticas, la "Rascasse", fácilmente identificable por el restaurante con ese nombre que uno se encuentra allí. Rápidamente, volviendo hacia atrás y girando a la derecha nos encontramos con la parrilla de salida, donde las líneas de los Fórmula 1 se confunden con las rayas pintadas del tráfico viario normal. Seguimos por Santa Devota, la primera curva del circuito y subimos hacia el casino...

Ubicados en el casino, el mítico Mónaco se ve representado mejor que nunca; sí, aquí sí hay cochazos, hoteles y restaurantes no pijos, pijísimos, y la fortuna casi hasta se huele. El casino de Montecarlo, al margen del dinero que mueva, es realmente un edificio espléndido, construido de la mano del arquitecto Charles Garnier, que dejó otra obra de arte en París con el edificio de la ópera que lleva su nombre. Se encuentra ubicado en una plaza con otros edificios notables, como el hotel de París, cuyo precio por habitación prefiero desconocer. Unos bonitos jardines cierran la plaza por el lado más alejado del mar. Frente al casino yo encontré los coches más caros que vi en toda mi estancia en Mónaco, un surtido de Ferrari, Bentley o Rolls Royce que sorprenderá hasta al más ignorante del mundillo de las cuatro ruedas (algunos de estos modelos superarán seguramente los 300.000€). Me llamó la atención el letrero en la luna de uno de ellos, en el que se pedía expresamente que no se tocara el coche... ¡en 16 idiomas!

Letrero políglota ubicado en la luna de uno de los coches de lujo aparcados frente al casino de Mónaco. ¡Es difícil no entenderlo!
Por cierto, que a pesar de lo que se comenta por internet, un servidor pudo entrar al casino con la ropa de "mochilero" que llevaba ese día: una sudadera, una camiseta de manga corta (recuerdo de Estambul) y un vaquero de lo más corriente. Solo me pidieron que dejara una bolsa con un par de revistas en el guardarropa del casino, que además era totalmente gratuito. Lo fastuoso del recinto por dentro me pareció impresionante, todo un ejemplo de un lugar donde sobra el dinero y donde no hay que disimular el lujo, más bien al contrario. Pasé 15 minutos paseando entre máquinas, viendo las salas y a la gente que jugaba, tan campante. Intentadlo si pasáis por allí, merece la pena. Yo dudé, pero al final entré y me alegro de haberlo hecho. Eso sí, está prohibido hacer fotos :(

La visita a Montecarlo se puede complementar recorriendo la parte que queda de circuito (que pasa junto al casino, naturalmente), algo interesante para los más aficionados a la Fórmula 1: la curva de Loews, con el piano rojo y blanco junto a la acera, o el túnel, bien limitado a 50 y pegando al mar, son otros de los puntos más fácilmente reconocibles del circuito.

La curva de Loews, con sus 180º, es quizá la más famosa del circuito y de todo el mundial. Los Fórmula 1 usan un reglaje especial para trazar esta curva tan cerrada. Los "pianos" rojos y blancos son permanentes


JARDÍN EXÓTICO


Y aunque la visita a este minúsculo país puede dar mucho más de sí con la cantidad de museos que ofrece, yo me conformé con ir al llamado "jardín exótico", en una zona bastante alta del Principado, al oeste (recomiendo buscar los ascensores o coger un bus urbano). Este jardín botánico, abierto en 1933, contiene una magnífica colección de plantas de lugares lejanos, destacando la grandísima cantidad y variedad de cactus, que gracias al benigno clima monegasco soportan perfectamente el estar a la intemperie.
Como otros alicientes, las vistas sobre la mayor parte de la ciudad son muy buenas (y eso que aun se podía subir más) y en el recinto del jardín, cuando éste ya estaba abierto al público, fue descubierta una cueva con una buena variedad de formaciones de estalactítas y estalagmitas. No es la mejor cueva que he visto, pero es lo suficientemente interesante como para citarla y recomendarla (la entrada al jardín exótico incluye la visita a la cueva, guiada, cada hora). Como curiosidad, estuve a punto de echar la bronca a una adolescente que iba tocando las formaciones... me alegro de no haberlo hecho, porque lo hicieron delante del guía, varias veces, y éste no les dijo nada, casi hasta les animaba... en Mónaco en una cueva se pueden tocar las formaciones, que lo sepáis.

Con esto doy el cierre a esta ciudad-país. No voy a recomendar alojamiento porque, como muchos otros, dormí en Niza y aproveché la cercanía para visitar Mónaco. Apenas hay 25 minutos en tren entre ambas y la diferencia de precio y de variedad de tipo de alojamiento es enorme.

Jardín exótico de Mónaco, presidido por centenares de cactus