sábado, 28 de diciembre de 2013

El Rin más romántico (II): Bacharach

No sé si fue por dormir ahí, por estar (más o menos) en el centro del Rin romántico o porque realmente es precioso, pero Bacharach fue el pueblo más destacado de toda la ruta. Es de auténtico cuento de hadas, tiene de todo.

La Altes Haus, en el medio de la foto, es la casa con entramado más antigua de Bacharach, del s.XIV
Aunque apenas tiene 2000 habitantes, Bacharach es uno de los pueblos más turísticos del Rin romántico, y de los que cuentan con más servicios para el viajero: los hoteles, restaurantes y tiendas de recuerdos son abundantes, pero aunque fui en pleno mes de agosto, tampoco me sentí rodeado de hordas de turistas que siguen los paraguas de los guías. No me resultó un destino de turismo masivo "incómodo", por así decirlo.

¿Y por qué me parece tan bonito Bacharach? Para empezar, su colección de casas con entramado es probablemente la mejor de la zona. Las hay con varios siglos a sus espaldas, como la "Altes Haus" ("casa vieja" en alemán), que data de nada menos que el s.XIV, y que hoy es uno de los muchos restaurantes del pueblo. Aunque hay muchas más, colocadas sin ánimo de ostentación sino como ejemplo de la casa tradicional de la Alemania rural en este estado. Invito a pasear por ellas, sin plano o haciéndolo poco caso, es una delicia.

Vista de Bacharach desde lo alto, con la iglesia de San Pedro destacando en altura
Al margen de eso, Bacharach conserva buena parte de su muralla medieval, con una parte llana, agrupada junto a la vía del tren y al río, y en donde las casas se ocupan de esa labor defensiva; y otra parte mirando a la montaña, con torres defensivas que se sitúan a niveles distintos entre los viñedos típicos de la zona.

En cuanto a edificios religiosos, Bacharach cuenta con la iglesia de San Pedro, que no pudimos visitar por dentro, y que recuerda mucho a la basílica de Bingen sobre la que hablé en el post anterior. Aunque llama más la atención la "Wernerkapelle", ya que no es frecuente conservar las ruinas de una iglesia gótica de esa manera... sea por lo que sea, la ubicación de estas ruinas a cierta altura sobre el resto del pueblo (aunque sin llegar a presidirlo, porque eso es tarea del castillo) da a Bacharach un aire enigmático que me gustó.

Vista de Bacharach desde el río. En lo alto, el castillo "Stahleck"
Y, ¡cómo no! Un pueblo que se etiquete como "pintoresco" en esta zona tenía que tener un castillo. Y ése es el Stahleck, un castillo que preside el pueblo y que es accesible en coche o a pie, en una de las numerosas rutas de senderismo que pueden hacerse en la zona, y que aunque no hice, seguramente tengan mucho interés.
El Stahleck no me pareció tan espectacular como el Rheinstein o el Reichenstein, pero recomiendo encarecidamente su visita. Para empezar, llama la atención su uso actual... ¡es un albergue juvenil! Sí, como ya pasa en España (el castillo de San Servando de Toledo es un ejemplo), algunos edificios históricos han sido recuperados y han recibido un nuevo uso que consiste en dar alojamiento a los viajeros. La mayoría de las veces esto significa pagar un alto precio por dormir en él (como pasa con los paradores españoles), pero a veces se habilitan como albergues a precios módicos, sin ser más caros por estar donde están. Yo busqué plaza en el albergue con una semana de antelación y ya estaba completo, pero me imagino que dormir ahí tiene que ser algo fantástico, y barato. El hecho de ser un albergue hace que se pueda visitar por dentro gratuitamente, aunque como es natural haya que conformarse con el patio interior y no se pueda entrar en las estancias, reservadas a los huéspedes... ahí vimos que la obsesión por el entramado de madera de los alemanes llega hasta los castillos.
Además, si se va en coche (es accesible a pie también, pero cuesta un poco más de esfuerzo), la carretera pasa por encima del castillo, por lo que la vista del mismo se puede completar con la vista del Rin por detrás. Si vais al atardecer y hace sol, podréis sacar una foto como la nuestra.

Vista del castillo "Stahleck" con Bacharach y el río Rin justo detrás

ALREDEDORES

El impronunciable castillo de Pfalzgrafenstein queda cerca de Bacharach, y es uno de los más interesantes de toda la ruta por su peculiar emplazamiento en una isla del Rin. Como muchos otros castillos, su creación y uso fue aduanero, hacer pagar un peaje a todo el que quisiera pasar por allí. Aunque en este caso, al ubicarse en medio del río, ese uso se hace más evidente si cabe. Es más, su forma de forzar a los barcos a pagar el peaje era muy similar a la de las autopistas actuales: una cadena gigantesca atravesaba todo el río y solo se retiraba previo pago. Se valía del cercano castillo de Gutenfels, en la orilla derecha, para reforzar su posición.
Este recoleto castillo isleño es de los pocos que no han sido nunca ni conquistados ni destruidos en la zona.

CÓMO LLEGAR

Decir que la mejor opción es disponer de coche propio, aunque Bacharach dispone de estación de tren en la línea que une Mainz con Coblenza por el lado izquierdo del río, y también un pequeño puerto que usan los ferries que surcan la zona, con fines turísticos normalmente.

Para los amantes de la bicicleta esta zona es fantástica puesto que (al menos el lado izquierdo del río) dispone de carril bici junto a la carretera.


Vista del castillo Pfalzgrafenstein, en una isla del Rin. Al fondo, el castillo de Gutenfels, que le apoyaba en el cobro del peaje a los barcos

domingo, 22 de diciembre de 2013

El Rin más romántico (I): De Bingen a Bacharach

Quizá sea el único, pero antes de visitar esta zona me imaginaba el Rin como otra cosa... como una vía de comunicación, plagada de barcos, con industria pesada a sus lados y constantemente rodeada por grandes ciudades alemanas, sin encantos naturales cercanos.

Esto es el Rin romántico.. un escarpado cañón formado por un río inmenso y jalonado de castillos, como el de Rheinstein
Si bien buena parte de esta imagen es cierta durante la mayoría del recorrido de este río por Alemania (que por cierto, no solo es alemán... su agua riega otros 5 países: Austria, Liechtenstein, Francia, Suiza y Países Bajos, aunque en los tres primeros solo marca la frontera), en su curso medio-bajo tiene un tramo, el ubicado entre Bingen y Coblenza (Koblenz en alemán) distinto. Envuelto en un cañón natural y con un romanticismo que le viene dado por la belleza de sus pueblos y el aura misterioso que le otorgan sus castillos, blancos a veces, de roca grisácea oscura el resto, uno se siente mucho más lejos de Frankfurt, Colonia o Düsseldorf de lo que dicta el cuentakilómetros. Y es que por suerte en Alemania todavía existen zonas rurales... ¡y que duren mucho tiempo!
La abundante cantidad de castillos de la zona se explica en el afán recaudatorio y avaricia sin escrúpulos de los señores feudales, ya que cobraban un peaje a los barcos que querían surcar las aguas de la que hoy es la arteria fluvial con más tráfico de Europa.

Vista del Rin desde Bingen. Se aprecia a la izquierda la "torre de los ratones", en una isla del Rin. Frente a ella uno de los castillos de la orilla derecha
Como un servidor solo ha recorrido la orilla izquierda de esta ruta (la derecha es igualmente visitable), empezamos la ruta en Bingen; esta población está ubicada al oeste de la conurbación urbana que forman Frankfurt, Wiesbaden y Mainz (Maguncia en castellano, aunque a mí me suena mal dicho así) a apenas 20 kms. de esta última, y aquí se considera que empieza la ruta. Esto es porque aquí empieza a escarparse el terreno, aunque teniendo en cuenta que en Mainz está el último puente sobre el río hasta Coblenza, algunos ubican en la capital del estado de Renania-Palatinado el inicio de la ruta. Con unos 25.000 habitantes, Bingen es la población mayor entre Mainz y Coblenza, y se ubica donde se juntan el Rin y el Nahe, otro río que al ser cruzado, por su tamaño, puede confundirse con el propio Rin (a mí me pasó). Fue la novatada de la ruta, ya que la anchura era bastante menor y como ya he dicho, Bingen no tiene puente sobre el Rin.
En Bingen nos encontramos el primer castillo, rodeado de viñedos. Sí, viñedos en Alemania, los hay... son casi exclusivos de este estado en Alemania, donde parece que la pasión francesa por el vino se extiende más allá de los límites políticos del país galo.

Castillo de Klopp, en Bingen, rodeado de viñedos
El citado castillo, llamado de Klopp, es un primer aperitivo de los castillos que abundan en la zona. Como muchos otros, su pasado es medieval, pero el aspecto actual data de la segunda mitad del s.XIX. Es en esa época cuando el interés por ese pasado medieval adquirió un tinte romántico que motivó en muchas partes de Alemania a levantar castillos colosales o a reformar los ya existentes, siendo "Neuschwanstein", en Baviera el ejemplo más destacable.
Aparte del castillo, Bingen exhibe otros dos puntos destacables: la gótica basílica de San Martín, una vistosa basílica blanca y naranja, y la llamada "Torre de los Ratones" (Mäuseturm en alemán), estrecha torre de idénticos colores ubicada en una isla del Rin cuyo nombre viene por una leyenda; cuenta la historia que un obispo cruel fue devorado vivo por un grupo de ratones. En ese mismo lugar se ha ubicado una torre desde la época romana, aunque la actual también es de la segunda mitad del s.XIX, cuando la zona cayó bajo dominio prusiano. Aparte de esto, el casco antiguo de Bingen no encierra tampoco mucho interés, ya que contiene muchos edificios modernos, pero es un buen lugar como centro de servicios.

Patio interior del castillo de Rheinstein

Vamos hacia el norte, siguiendo al Rin en su camino hacia el mar, y de camino a Bacharach nos encontramos tres inconmensurables castillos, que casi nos hacen olvidar el pequeño (a su lado) castillo visto en Bingen. Son los castillo de Rheinstein, Reichenstein y Sooneck. Visitamos los dos primeros por dentro, y el tercero diría que también es visitable pero no lo puedo asegurar... eso sí incluso aunque vayáis en coche las indicaciones para llegar a ellos no son todo lo evidentes que nos esperábamos, y hay que estar muy al loro para no pasarlos por alto...

Rheinstein es el primer castillo que uno se encuentra, y ofrece una de las fotos más espectaculares de todo el valle (la foto que protagoniza esta entrada, al principio). Varios caminos de senderismo pasan por él, y para sacar la citada foto hay que caminar un centenar de metros por uno en dirección contraria a las aguas del río.
Con un jardín lleno de flores, una pequeña iglesia neogótica en su interior, y unas estancias que nos muestran cómo era un castillo de la segunda mitad del s.XIX, la visita merece la pena (unos 8€ costaba en verano de 2013).

Castillo de Reichenstein, cuyo exterior me pareció un tanto tétrico

Un tanto distinta es la visita al castillo de Reichenstein. Su aspecto exterior me pareció un tanto tétrico, con la roca oscura y unas plantas enredaderas resecas que parecían querer comerse las paredes... pero el interior no se queda atrás, presidido por centenares de cornamentas de cérvidos que dejan claro que su dueño era un amante de la caza. El precio es similar, y aparte de cuernos también se ven estancias del castillo, como un gran salón, y se disfruta de bonitas vistas del Rin. Eso sí, ver ambos puede resultar un tanto repetitivo... a nosotros nos dio esa sensación.

Y tras unos pocos kilómetros llegamos a Bacharach... pero como estamos ante el pueblo más pintoresco de toda la zona (o al menos de la orilla izquierda del río), le dedicaré una entrada para él solo.

Interior del castillo de Reichenstein, presidido por los cuernos de ciervos o similares

DATOS PRÁCTICOS

Para visitar esta zona de Alemania se hace muy recomendable el contar con tu propio coche. Dos líneas ferroviarias comunican la zona de Mainz-Wiesbaden-Frankfurt con Coblenza, una por cada lado del río, pero para visitar los castillos no resulta práctico ir en tren puesto que no tienen estación, y las paradas de Bingen o Bacharach distan varios kilómetros de los castillos.

jueves, 28 de noviembre de 2013

2 kilómetros cuadrados que dan para mucho: MÓNACO

Mónaco es un lugar sorprendente... el que es el segundo país soberano más pequeño del Mundo, solo tras el Vaticano, es una asentada monarquía rodeada de una de las repúblicas por excelencia, como es Francia, y muy cercana a otra república asentada como la italiana. La que parece una población más de la Costa Azul francesa, sin embargo no es parte de Francia; la historia y la orografía explican este hecho.

Casino de Montecarlo, uno de los más famosos del mundo. El lujo hecho edificio
La orografía de Mónaco la ha mantenido medianamente distante de los territorios vecinos. Es un lugar al que solo se puede llegar por mar con relativa facilidad, ya que las últimas estribaciones de los Alpes provocan que los desniveles sean protagonistas, y que para entrar por tierra y "por las buenas" al principado haya que superar penosas rutas... en los tiempos actuales esto es historia por la mejora de las infraestructuras, pero he de decir que es el lugar que más túneles tiene de todos los que he visitado en mi vida, y los ascensores urbanos, siempre gratuitos, se antojan como necesarios para llegar a muchas de las viviendas de la ciudad sin agujetas ni con la lengua fuera. La propia vía (y estación) de tren está totalmente soterrada bajo los edificios del principado.

En cuanto a la historia de Mónaco, se puede decir que empezó cuando Francesco Grimaldi capturó la fortaleza del principado, ubicada en el mismo lugar donde hoy nos encontramos el palacio principesco, un día de enero de 1297. ¿Os suena ese apellido? Pues sí, este señor es pariente directo del actual príncipe de Mónaco, Alberto, lo que hace que la familia Grimaldi sea la que más tiempo hace que reina en un territorio europeo, aunque lo ha hecho no sin interrupciones.

Aunque hoy rodeada de territorio francés, Mónaco ha estado más ligado a territorios italianos, especialmente a Génova, capital de Liguria y una de las principales ciudades de la costa noroeste de Italia. La historia de Mónaco está marcada por épocas de independencia junto a otras en las que dependió de diversos países, manteniendo alianzas y enfrentamientos con lugares como Francia o la propia Génova. Entre los territorios que tuvieron soberanía sobre Mónaco, sorprendentemente para mí, estuvo España, un breve periodo de tiempo en la primera mitad del s.XVI.

Cuando Francia se anexionó Saboya y el condado de Niza, en 1860, Mónaco, más cercano culturalmente a la Italia que se estaba reunificando, mantuvo su propia soberanía. La jugada les salió muy bien, ya que la prosperidad llegó pronto; el casino de Montecarlo, inaugurado en 1865, supuso un revulsivo para la economía monegasca, que desde entonces no ha parado de crecer. De hecho, solo cuatro años después de la creación del casino, el príncipe de la época (Carlos III) pudo permitirse el lujo de dejar de cobrar impuestos a los afortunados monegascos por los beneficios del casino, condición que se mantiene hoy. Ese casino, junto a un benévolo clima mediterráneo, ha ido atrayendo a personas adineradas al principado junto a todo lo que eso conlleva (boom inmobiliario, multitud de servicios, etc. pero también subida de precios, prostitución...), condición que se vio más impulsada aun con la mediática unión de Rainiero, príncipe anterior y padre del actual príncipe soberano, con la actriz de Hollywood Grace Kelly. Sobre los escándalos de la familia, reflejados en las noticias del corazón, no hablaré, pero esa capacidad para estar en boca de todos también explica la riqueza de este minúsculo país.

Cueva del observatorio, una pequeña y desconocida maravilla de Mónaco
Refiriéndonos al deporte, sorprende la capacidad para la organización de eventos deportivos a pesar de las reducidas dimensiones del país. Al famosísimo gran premio de Fórmula 1, hay que sumar un torneo de Masters 1000 de tenis (la segunda máxima categoría en este deporte, tras los "Grand Slams"), o al hecho de tener uno de los mejores equipos de la liga francesa, la cual ha ganado varias veces sin ser francés :) Algo menos relacionados con el deporte, otros grandes eventos de talla internacional son el festival internacional de circo o diversos eventos relacionados con el cine y la televisión.

Por terminar con las curiosidades de esta ciudad-estado tan peculiar, decir que es uno de los pocos países del mundo que tiene más habitantes con una nacionalidad ajena que con la nacionalidad del país. Son menos de 8.000 los "oficialmente monegascos" que tiene Mónaco, una pequeña proporción de los más de 35.000 habitantes que tiene el país. De hecho, hay más habitantes en Mónaco con nacionalidad francesa que con nacionalidad monegasca... ¿por qué? Por las severas normas que rigen el conseguir la nacionalidad monegasca... es necesario llevar viviendo 10 años en el país, renunciar a la nacionalidad anterior del solicitante y, lo más difícil, que el príncipe acepte personalmente la solicitud... el porcentaje de solicitudes aceptadas es mínimo, inferior al 5%.
Además de eso, habría que sumar las miles de personas que no viven en Mónaco pero que trabajan allí. Y es que es una de las ciudades más caras del mundo para vivir, con un precio que según la zona puede llegar a los 35.000€ por metro cuadrado y que tiene una media de unos 15.000€. En una de las numerosas agencias inmobiliarias vi un piso (muy grande, eso sí, de unos 200 metros cuadrados) por 13 millones de €. Sin embargo, los sueldos son similares a los de otras ciudades de la Costa Azul, lo que provoca que muchas personas no se puedan permitir vivir allí y se tengan que conformar con acudir en tren o en coche a diario a trabajar.

QUÉ VER EN MÓNACO: MÓNACO - VILLE


La primera imagen que uno puede tener de Mónaco puede resultar desoladora. Edificios altísimos y aparentemente ubicados casi unos encima de otros en lo que podría calificarse como una versión más pija y pequeña de Benidorm... pero el hecho de ser la capital de un país y de su larga y peculiar historia hacen que esa visión se limite a algunos de los barrios de la ciudad, y que el patrimonio histórico también tenga su espacio en estos dos kilómetros cuadrados que parecen ser más cuando se está allí.

Palacio principesco de Mónaco. Da igual que sea un principado de 35.000 habitantes, no tiene nada que envidiar a los palacios reales de países mucho mayores
Toda visita a Mónaco bien podría empezar en "Mónaco Ville", el barrio histórico de la ciudad, ubicado a varias decenas de metros sobre el mar aunque junto a él, en un saliente que no sorprende que tenga una fortaleza desde hace varios siglos... ese barrio tiene el regustillo de la costa azul francesa, con casas pintadas de color pastel y muchas calles estrechas y peatonales. Allí se ubica el palacio principesco, que tiene una parte noble que acepta visitas (entrada: 8€) y que muestra todo el lujo que se puede esperar de un palacio real, y da igual si el reinado tiene 35.000 habitantes en lugar de varios millones... este palacio, también vistoso por fuera, preside una gran plaza que parece pedir a gritos que se la fotografíe. Francesco Grimaldi, disfrazado de monje, preside la entrada a la plaza desde la subida de las murallas.

En Mónaco Ville, donde todo queda cerca, tenemos aparte de servicios para turistas (que aquí son más pobres que los residentes, al contrario de lo que suele ser normal) como multitud de tiendas de recuerdos, bares y restaurantes, otros lugares de interés como la catedral, de estilo neorrománico (s. XIX), y cuya principal curiosidad es tener la tumba de la citada Grace Kelly, muerta de forma trágica en 1982 en un accidente de tráfico.

El tercer lugar de interés del barrio y de la colina es el oceanográfico de Mónaco, edificio imponente que se sitúa junto al borde del mar, pero 85 metros sobre él, y que alberga una colección que se explica por la gran afición al mar de su fundador, el príncipe Alberto I de Mónaco, que lo creó en 1889 (al edificio actual llegó la colección en 1910). Su elevado precio puede verse justificado por ser digno de una ciudad muy superior en tamaño (la entrada costaba unos 15€) pero yo decidí no entrar; así que no hablaré de sus colecciones interiores, bastante extensas según lo que se comenta en la red.

Vista del saliente rocoso o peñón de Mónaco, donde se ubica el barrio histórico: Monaco Ville

MONTECARLO: CASINO Y COCHES CAROS


Bajamos del "peñón" para ir a ver el otro Mónaco, el presidido por coches caros, casi inexistentes en Mónaco Ville. Y hablar de ese Mónaco es hablar de Montecarlo. Los interesados en la Fórmula 1, cuyo circuito monegasco pasa en exclusiva por este barrio, pueden encontrarse decepcionados por las pocas indicaciones relativas al circuito que se encuentran en su recorrido, siendo en ocasiones difícil ubicar su recorrido exacto. Al menos así me sentí yo por momentos... la bajada del peñón nos lleva rápidamente a una de las curvas míticas, la "Rascasse", fácilmente identificable por el restaurante con ese nombre que uno se encuentra allí. Rápidamente, volviendo hacia atrás y girando a la derecha nos encontramos con la parrilla de salida, donde las líneas de los Fórmula 1 se confunden con las rayas pintadas del tráfico viario normal. Seguimos por Santa Devota, la primera curva del circuito y subimos hacia el casino...

Ubicados en el casino, el mítico Mónaco se ve representado mejor que nunca; sí, aquí sí hay cochazos, hoteles y restaurantes no pijos, pijísimos, y la fortuna casi hasta se huele. El casino de Montecarlo, al margen del dinero que mueva, es realmente un edificio espléndido, construido de la mano del arquitecto Charles Garnier, que dejó otra obra de arte en París con el edificio de la ópera que lleva su nombre. Se encuentra ubicado en una plaza con otros edificios notables, como el hotel de París, cuyo precio por habitación prefiero desconocer. Unos bonitos jardines cierran la plaza por el lado más alejado del mar. Frente al casino yo encontré los coches más caros que vi en toda mi estancia en Mónaco, un surtido de Ferrari, Bentley o Rolls Royce que sorprenderá hasta al más ignorante del mundillo de las cuatro ruedas (algunos de estos modelos superarán seguramente los 300.000€). Me llamó la atención el letrero en la luna de uno de ellos, en el que se pedía expresamente que no se tocara el coche... ¡en 16 idiomas!

Letrero políglota ubicado en la luna de uno de los coches de lujo aparcados frente al casino de Mónaco. ¡Es difícil no entenderlo!
Por cierto, que a pesar de lo que se comenta por internet, un servidor pudo entrar al casino con la ropa de "mochilero" que llevaba ese día: una sudadera, una camiseta de manga corta (recuerdo de Estambul) y un vaquero de lo más corriente. Solo me pidieron que dejara una bolsa con un par de revistas en el guardarropa del casino, que además era totalmente gratuito. Lo fastuoso del recinto por dentro me pareció impresionante, todo un ejemplo de un lugar donde sobra el dinero y donde no hay que disimular el lujo, más bien al contrario. Pasé 15 minutos paseando entre máquinas, viendo las salas y a la gente que jugaba, tan campante. Intentadlo si pasáis por allí, merece la pena. Yo dudé, pero al final entré y me alegro de haberlo hecho. Eso sí, está prohibido hacer fotos :(

La visita a Montecarlo se puede complementar recorriendo la parte que queda de circuito (que pasa junto al casino, naturalmente), algo interesante para los más aficionados a la Fórmula 1: la curva de Loews, con el piano rojo y blanco junto a la acera, o el túnel, bien limitado a 50 y pegando al mar, son otros de los puntos más fácilmente reconocibles del circuito.

La curva de Loews, con sus 180º, es quizá la más famosa del circuito y de todo el mundial. Los Fórmula 1 usan un reglaje especial para trazar esta curva tan cerrada. Los "pianos" rojos y blancos son permanentes


JARDÍN EXÓTICO


Y aunque la visita a este minúsculo país puede dar mucho más de sí con la cantidad de museos que ofrece, yo me conformé con ir al llamado "jardín exótico", en una zona bastante alta del Principado, al oeste (recomiendo buscar los ascensores o coger un bus urbano). Este jardín botánico, abierto en 1933, contiene una magnífica colección de plantas de lugares lejanos, destacando la grandísima cantidad y variedad de cactus, que gracias al benigno clima monegasco soportan perfectamente el estar a la intemperie.
Como otros alicientes, las vistas sobre la mayor parte de la ciudad son muy buenas (y eso que aun se podía subir más) y en el recinto del jardín, cuando éste ya estaba abierto al público, fue descubierta una cueva con una buena variedad de formaciones de estalactítas y estalagmitas. No es la mejor cueva que he visto, pero es lo suficientemente interesante como para citarla y recomendarla (la entrada al jardín exótico incluye la visita a la cueva, guiada, cada hora). Como curiosidad, estuve a punto de echar la bronca a una adolescente que iba tocando las formaciones... me alegro de no haberlo hecho, porque lo hicieron delante del guía, varias veces, y éste no les dijo nada, casi hasta les animaba... en Mónaco en una cueva se pueden tocar las formaciones, que lo sepáis.

Con esto doy el cierre a esta ciudad-país. No voy a recomendar alojamiento porque, como muchos otros, dormí en Niza y aproveché la cercanía para visitar Mónaco. Apenas hay 25 minutos en tren entre ambas y la diferencia de precio y de variedad de tipo de alojamiento es enorme.

Jardín exótico de Mónaco, presidido por centenares de cactus

sábado, 12 de octubre de 2013

Viaje a la India, día 20: Delhi, perdidos entre sijs, edificios musulmanes y un barrio con sabor europeo

El hecho de estar ante nuestro último día completo en la India nos motivó para madrugar más incluso de lo normal (nos levantábamos, de media, tan pronto como para ir a trabajar, en torno a las 8 de la mañana) y aprovechar las horas de sol y ver todo lo que queríamos.

Mezquita de Jama Masjid, que dice ser la más grande de toda la India
Cogimos el siempre atestado metro para ir a la Jama Masjid, una mezquita que es una de las principales atracciones de la ciudad. Callejeamos 20-30 minutos por el enjambre de callejuelas de vieja Delhi, sin éxito... admití el fracaso de mi orientación, y recurrimos a un señor mayor con su bici tuk-tuk para que nos llevara hasta ella. Una vez más un anciano nos dio una demostración de fuerza y conocimiento de la ciudad. Pedaleaba como podía, y cuando había una cuesta arriba no me dejaba ayudarle a empujar la bici. La fuerza y vitalidad de esos cuerpos huesudos indios no dejaba de sorprenderme.

Llegados a la mezquita, ese templo incomensurable nos encantó. Como otras mezquitas que habíamos visto antes en la India, ésta también era "todo exterior", lo cual no dejaba de sorprenderme debido al clima tan duro que tienen allí (sea por calor de hasta 45ºC o por lluvias monzónicas). En absoluto me pareció más grande que la de Fatehpur Sikri, pero no hay libro que no le coloque el apelativo de "mayor mezquita de la India". La ubicación, en un extremo de vieja Delhi, en un pequeño alto, con esas cúpulas bulbosas blancas y la piedra rojiza, todo en su conjunto, hace que sea de los edificios más bonitos de la ciudad. Se puede subir a uno de sus minaretes, desde donde la Lonely Planet dice que "parece abarcarse toda la India"... algo fantasioso ya que la altura no es mucha, y por desgracia la neblilla de la contaminación tampoco permite ver gran cosa. Por supuesto hay que quitarse los zapatos para visitarla, aunque parezca que estamos más en un patio que en una mezquita.

Entrada al Fuerte Rojo, otro legado mogol en la ciudad. Desde ese lugar se proclamó la independencia de la India el 15 de agosto de 1947
Lo que sí abarcaba la vista de la mezquita era el fuerte rojo, ubicado justo enfrente, pero que requiere una caminata a través de un mercadillo sin extranjeros para llegar hasta él. Aunque el fuerte se ve en todo momento mientras caminamos de un sitio al otro, los conductores de tuk-tuk son insistentes y se ofrecen a llevarte a pesar de todo. Les ignoramos, para una vez que tenemos una verdadera acera y un paseo agradable por el que caminar, no voy a coger un tuk-tuk...

El fuerte rojo prometía mucho y fue una gran decepción, la única que nos llevamos en Delhi y de las pocas de las casi 3 semanas de viaje. Es un fuerte mogol, como el de Agra, pero bastante más vacío por dentro. Los ingleses debieron arrasarlo, y de hecho se ven unos pabellones, nada indios, que son testigo de su paso por allí. Entre dependencias en restauración y otras zonas que no eran visitables por dentro la verdad es que hay poco de lo que disfrutar. Y eso que es patrimonio de la humanidad...

Aunque nos resultó decepcionante, el Fuerte Rojo de Delhi tenía rincones llenos de encanto, como éste
Otro bici tuk-tuk (o bike tuk-tuk) de un simpático joven de Calcuta nos llevó de vuelta al metro, para esta vez conocer el barrio de Nueva Delhi, donde fuimos a visitar el "Gurdwara Bangla Sahib", el templo sij, o sikh, de Delhi. El contacto con Nueva Delhi nos hizo ver otra ciudad, la construida por los británicos a principios del s. XX, sin tuk-tuks, ni vendedores por las calles, con anchas avenidas donde el tráfico era fluido y con las calles, en general, bastante más limpias. Aunque más occidentalizado (y quizá por ello con algo menos de encanto) un "VIVAN LOS BRITÁNICOS" se nos pasó por la cabeza a ambos mientras caminábamos por allí.

Antes de hablar del templo sij, creo que debería explicar rápidamente qué es el sijismo. El sijismo es una religión fundada en la India, a principios del siglo XVI, por el gurú Granth Sahib, en un contexto de tensión entre las comunidades musulmana e hindúes de los territorios que hoy son India y Pakistán, como respuesta a estas dos comunidades religiosas. No voy a explicar aquí su doctrina, pero a grandes rasgos son monoteístas, y creen en una mayor tolerancia entre religiones y tuvieron varias ideas revolucionarias, como por ejemplo la total igualdad de derechos para todos los seres humanos en general, y para hombres y mujeres en particular (cosa que todavía hoy muchas religiones no apoyan). El mayor porcentaje de seguidores del sijismo está en la región de Punjab, hoy dividida entre India y Pakistán, aunque después de la partición la mayoría optaran por el primer país, más respetuoso con las minorías religiosas que Pakistán. A pesar de ser una religión minoritaria, solo el 2% de los indios son sijs, la enormidad del país hacen que estemos ante, según las fuentes que lo digan, la quinta o la novena religión con más seguidores del mundo, con unos 25 millones. Tras el cristianismo, el islam, el hinduismo y el budismo, el sijismo podría ser la siguiente. Por ejemplo, a pesar de ser una religión mucho más conocida en occidente, hoy día hay menos judíos que sijs.

Acomodarse y admirar la belleza del templo sij de Delhi no son cosas complicadas una vez llegados a allí
A pesar de algunos momentos tensos y muy trágicos de nacionalismo e intolerancia religiosa, como los producidos en 1984 con el ataque al precioso templo dorado de Amritsar (el "Vaticano" del sijismo) que provocaron el asesinato de la entonces presidenta Indira Gandhi, los sijs viven en paz con el resto de habitantes de la India. De hecho, el actual presidente indio, Manmohan Singh, es sij. Una forma de identificarlos es por su turbante de tela de un solo color y sus barbas, que normalmente dejan crecer libremente.

Pues bien, aunque los templos santos de los sijs están en el estado del Punjab, en Delhi tienen un templo y eso nos pareció motivo suficiente para acercarnos. Como en muchos otros casos, un hombre se acercó para hablarnos, y como nos habíamos acostumbrado a hacer, lo ignoramos. El hombre no se dio por vencido, paró a otros turistas que salían para que nos dijeran que aquel hombre no buscaba nuestro dinero, solo quería explicarnos qué era aquello, cómo funcionaba su religión y cómo había que visitarlo. Cedimos y empezamos a escucharle con un inglés bastante aceptable.

Primero tuvimos que entrar a un lugar donde me pidieron que me descalzara y me colocara un pañuelo en la cabeza, ya que los hombres han de llevarla cubierta. Nos lavamos las manos y los pies y entramos. El hombre nos esperó a la entrada del complejo y nos siguió explicando, muy amablemente, que en su religión no hay sacerdotes, sino gurús, y que no se les obliga a hacer celibato, ya que creen que crear una familia es lo mejor para la realización del ser humano. Además nos dijo que todo templo sij tiene como característica común la existencia de un estanque para lavarse, de un albergue de peregrinos y de un comedor social, este último gratuito, en el que voluntarios dan de comer a todo el que lo desee. De hecho, nos ofreció comer allí, a lo que nos negamos pensando que era más noble no aprovecharse y dejar ese servicio a gente que lo necesitara realmente, y nosotros no pertenecíamos a ese grupo, por suerte.

Este letrero permite tranquilizar a hindúes y musulmanes en los McDonald's de la India
Recorrimos el estanque por completo, entramos al templo en sí, donde no se podían sacar fotos, en el que el libro sagrado presidía el centro de la estancia. Un grupo de 3 personas cantaba (muy mal, por cierto) algo que me imagino que eran versos del libro, y los altavoces a todo volumen distribuían la música en el edificio. En general, nos sentimos cómodos en todo el complejo, en el que no nos prestaron mucha atención por ser extranjeros, que estaba limpio y que con la explicación gratuita de aquel hombre se nos hizo más fácil de entender. De hecho, a la salida, una foto del templo dorado de Amritsar, esa especie de "La Meca" o "Vaticano" del sijismo me hizo pensar que algún día me gustaría ir a un lugar tan bonito y tan mágico como parece aquél (por desgracia, también tan cargado de historia... con dos matanzas múltiples solo en el s.XX).

Por una vez, a la salida nadie nos esperaba para ofrecernos ir en tuk-tuk ni nadie se nos ofreció en nuestro paseo hasta la inmensa Connaught Place... Nueva Delhi es una ciudad europea en medio de una megalópolis india y hasta en eso se notaba.

En Connaught Place comimos en un Mc Donald's... me prometí a mí mismo tardar muchos meses en volver a hacerlo, pero allí era una experiencia curiosa que nos apetecía repetir. De nuevo nos abrieron la puerta al entrar y vimos a "la gente guapa" que ya notamos en el que estuvimos de Jaipur. Al sacar una foto al letrero que decía que no vendían carne ni de ternera ni de cerdo, una camarera me dijo que estaba prohibido hacer fotos... sorprendido guardé la cámara y pensé que al menos ya tenía la foto que quería. En este país no hay quien entienda nada.

Templo de Safdarjang
Queríamos ir de compras en nuestra última tarde en la India, y nos acercamos al sórdido barrio de Paharganj. Sórdido según la Lonely Planet, porque a mí me encantó y no me pareció apropiado ese adjetivo. Resumiendo, era una calle sin apenas tráfico, con vendedores que no iban a buscar al comprador, y con una variedad de cosas superior a la de casi cualquier otro sitio en el que habíamos intentado comprar algo. Todo un lujo que tampoco era caro. Cogimos 2 figuras preciosas de Ganesh por poco más de 5€ cada una (para regatear me fui 3 veces de la tienda pero llegado a una cifra el vendedor no bajó el precio ni una rupia) y compré 2 camisetas por 2€ cada una en una tienda... ¡con precios fijos! Disfrutar de las compras, algo que solo había experimentado en Pushkar hasta entonces, era posible en Paharganj.

Como quedaba tiempo aún, decidimos acercarnos a la tumba de Safdarjang, uno de los últimos emperadores mogoles. Cogimos el metro y un solitario tuk-tuk nos esperaba a la salida... y asistimos a la discriminación (esta vez positiva) típica que se hace a los extranjeros allí. A pesar de que había una pareja de indios a punto de entrar al tuk-tuk, que me imagino que ya habían acordado un precio con el conductor, los hizo parar al vernos a nosotros y negoció precio con nosotros... como llegamos a un acuerdo (y sacó más dinero con nosotros, seguro), los indios se quedaron con un palmo de narices sin tuk-tuk.

Templo de Safdarjang
Nos dejó en la puerta el conductor, de una tumba más evolucionada y moderna que la de Humayun (también más modesta), aunque realmente espectacular. Con una tranquilidad envidiable para la ciudad en la que estábamos, disfrutamos del lugar casi solos.

Un paseo de 15 minutos a pie, el metro y luego otro tuk-tuk nos llevaron, ya para acabar el día, a la puerta de la India, el arco de triunfo de Delhi. La puerta, rodeada de un cinturón peatonal, estaba bien iluminada y llena de gente. Vendedores ambulantes proponían cosas para niños, y a pesar de que la noche ya había caído, con el trípode salieron bien nuestras fotos. El hecho de moverse de noche por esa ciudad no me resultó en absoluto inseguro, y las últimas horas en Delhi me hicieron pensar en todas las emociones del viaje más lejano y exótico que habíamos hecho en toda nuestra vida, con una sensación de total satisfacción.

Un té en una pijísima cafetería de Connaught Place fue el preludio a nuestro último viaje en metro antes de sufrir una picantísima cena en nuestro hotel que en algún momento me planteé no pagar (había pedido, como siempre, que fuera lo menos picante posible)... pero era el último día y me aliviaba pensar que eso se acababa, y que el picante de la comida de la India no estaría entre las cosas que echaría de menos del país. Así que cedí pensando que en Dubai, nuestro siguiente destino, la comida ya no sería así.

India, volveremos a encontrarnos.

La puerta de la India, una imponente forma de decir adiós a Delhi y al resto del país

domingo, 29 de septiembre de 2013

SUZDAL, un pueblo ruso mono, y una forma distinta de ser campeones del mundo

Cada vez paso más de fútbol. Me parece el opio del pueblo, no soporto que tengan ventajas fiscales que ni tú ni yo tenemos o los desmesurados sueldos de algunos futbolistas... pero un mundial es diferente... y más ese mundial, el de 2010, en el que España era favorita, por primera vez, por un motivo objetivo: ser la vigente campeona de Europa.

Animado por el concurso de El País, en el que viajeros anónimos relataban el viaje de su vida, me he lanzado a escribir sobre el que, quizá no sea el viaje de mi vida, pero si un par de días en los que sentí en pocas horas muchas de las sensaciones que un viajero puede tener en un país que le es ajeno, bastante alejado culturalmente, como es Rusia: el enfado, la desesperación, las ganas de apañárselas como uno pueda, el orgullo de que al final todo salga bien y el éxtasis de ver un pueblo diferente, alternativo en el que celebrar el gol de Iniesta sin estar precisamente rodeado de españoles.

Interior de la catedral de la Natividad de Suzdal, con unos preciosos frescos

LA ODISEA DE AQUEL DÍA; DEL RETRASO DEL AVIÓN AL GOL DE INIESTA


El día empezó en San Petersburgo, preciosa ciudad sobre la que ya escribí dos entradas en este blog (parte primera y parte segunda). La pantalla del aeropuerto nos mostraba un retraso en nuestro vuelo, un San Petersburgo-Moscú con la compañía "Avianova", una especie de compañía de bajo coste rusa en la que el inglés estaba presente en lo imprescindible: la web, nada más. Durante el vuelo seríamos quizá los únicos no nacionales y creo que no escuché apenas una sola palabra en un idioma que no fuera ruso; no es de extrañar, la compañía en aquella época (y parece que todavía hoy) solo tenía vuelos nacionales... pero ojo, vuelos nacionales en Rusia puede significar pasar 8 husos horarios, dada la enormidad del país más grande del mundo.

El objetivo del día era volar a Moscú para ese mismo día coger un tren a Vladimir, a unos 170 kms. de Moscú al noreste, y visitar aparte de esa ciudad, la pequeña población de Suzdal, con solo 11.000 habitantes, pero una de las más interesantes del "anillo de oro". Así se conoce al círculo de poblaciones cercanas a Moscú que fueron las antiguas capitales de Rusia antes de que Moscú siquiera existiese, ya que se fundó en la relativamente tardía fecha de 1147.

Godzilla's hostel, nuestro albergue en Suzdal, una casa típica rusa de madera
Sin embargo, el retraso del avión de 3 horas frustró nuestros planes, y la nula amabilidad (y casi nulo dominio del inglés) del personal de una de las 11 estaciones de tren moscovitas, unido a nuestro desconocimiento sobre el funcionamiento de las mismas, lo fastidiaron aun más... de nada sirvió que me molestara en escribir en ruso en un papel para pedir los billetes... no, no sé ruso, pero a escribir "Moscú - Vladimir, 2 billetes" llego. El alfabeto cirílico nunca se me ha dado mal. Pero un "niet" ("no", en ruso) le bastó a la taquillera para despacharnos, posiblemente por ser extranjeros.
Una joven rusa que vio la situación y que hablaba inglés, me pidió mi papel, me dijo que lo había escrito bien, y se ofreció a ayudarnos. Con su ayuda otra taquillera nos dio los billetes para el tren ya bastante tarde, porque salía solo 5 minutos después. Pero la casualidad quiso que, por un lado, en las estaciones moscovitas hubiera dos secciones de andenes, con los mismos números (es decir, tienes dos andenes numerados con el 1, dos con el 2, etc.) separadas por cercanías y larga distancia, estando cada sección en los extremos opuestos de la estación; además en el andén 11, el nuestro, salía un tren a las 14:19 tanto de la sección de cercanías como de la de larga distancia. Menos mal que justo antes de montar en el tren equivocado, que lo mismo acababa en Ucrania que en Kazajistán o más allá del círculo polar ártico, preguntamos si ese tren iba a Vladimir... total, que tras otro "niet" perdimos el tren por estar en la sección de larga distancia en lugar de en la de cercanías (sí, en Rusia, 170 kms. son "cercanías" :P).

Muralla exterior del monasterio del Salvador, junto al río Kamenka
Enfado, algún grito en español que nadie más allá de mi pareja debió entender, impotencia... lo reconozco, a la hora de planificar mis viajes soy un poco alemán y me jodía pensar que iba a perderme algo de lo que había planificado visitar en un país que si bien no está a la otra punta del globo, tampoco es el más fácil de visitar (visado, precio del avión, un clima que limita bastante las fechas para ir para allá...). Me jodía haber tirado el precio de los billetes, aunque los precios son populares allí, unos 8 € por persona. El siguiente tren salía 4 horas después, pero nos enteramos de que "solo" hora y media después iba a salir un bus a Vladimir, desde la misma estación de tren. Así que allí nos montamos, y tras ver cómo son las estaciones de servicio rusas (como en España en los 70, cuando no había nacido yo aún) y que el espectro de lo que es una autovía en el país eurasiático desaparece en cuanto te alejas 50 kms. de Moscú, llegamos a Vladimir. Sin tiempo para conocer la ciudad, porque íbamos a llegar tarde para la final del mundial, cogimos un microbus arcaico arcaico, que parecía urbano, porque había gente que viajaba de pie a pesar de que entre Vladimir y Suzdal hay 40 kms para los que se necesitan más de 45 minutos... total, que apenas llegamos 1 hora antes de que empezara el partido, y visto lo visto ya ni nos sorprendió que la calle de nuestro albergue, una moderna "dacha" (casa rural rusa, normalmente usada como residencia de vacaciones por una familia de ciudad) de madera, estuviera sin asfaltar.

Arcaica alternativa al tren, este microbus conecta Vladimir con Suzdal. Y no, no fuimos a Rusia en 1977, fuimos en 2010 :P
Nuestros amigos rusos nos dijeron que estar en un pueblo de 11.000 habitantes a 200 kms. de Moscú no es estar en la Rusia profunda; y seguramente estén en lo cierto cuando hay lugares mucho más pequeños a 8.000 kilómetros de la capital rusa. Pero ese pueblo me pareció a años luz de Moscú, además de mucho más rural que una población española con el mismo número de habitantes. Más espacio para prados que para viviendas, apenas nada de tráfico, casitas de madera de una planta o a lo sumo dos...

La dueña del albergue, que resultó no saber más que palabras sueltas de inglés (frigorífico, bienvenidos, zapatillas, etc.), era otro ejemplo de lo que acabo de decir: la antítesis de la frialdad moscovita que, por extensión, aplicamos, quizá erróneamente, a todos los rusos, aunque nuestros amigos fueran maravillosas excepciones. Aquella mujer era todo amabilidad. Conseguimos que pusiera el fútbol que, como casi todo el mundial, disfrutamos con comentaristas rusos (empezó el 11 de junio y el 23 ya estábamos en Rusia). Nos pusimos en primera fila, con la compañía de otros huéspedes del albergue que, debido a su poco interés por el partido, nos dejaron clara su condición neutral; no eran holandeses, ni españoles, ni unos aficionados enloquecidos del fútbol precisamente.

Todo el partido en tensión, alguna ocasión errada por cada bando... y bueno, ya lo sabéis todos, cuando ya nos temíamos jugárnosla a los siempre injustos penaltis, llegó Iniesta y metió aquel gol. Saltos, gritos, abrazos, lágrimas incluso... acompañados por la cuadrilla neutral que nos miraba como si fuéramos extraterrestres, por semejante muestra de alegría. Me los imaginé pensando: ";¿Por qué coño saltan y gritan de semejante forma? Si lo único que ha pasado es que el equipo de su país ha marcado el gol de la victoria de la final de un mundial de fútbol en el minuto 116...". Fotos, más lágrimas y alegría, y un vacío enorme al acabar la entrega de la copa. Aunque teníamos ganas de fiesta y de celebrar semejante victoria, el partido allí acabó casi a la 1 de la madrugada (en Rusia hay 2 horas más que en la España peninsular), y tenía dudas sobre si había un solo bar en Suzdal. Además, la Rusia rural tampoco es que fuera un dispendio en iluminación nocturna.

Una vez España hubo ganado el Mundial, me dio por besar todo lo rojo que pillaba :)
Al día siguiente desayunando, uno de los espectadores neutrales del partido, que nos dijo que era inglés, nos preguntó de qué país éramos. Puse una cara de: "¿¿NO TE LO DEJAMOS CLARO AYER, CAPULLO??". Pero le contesté un educado "Spain" (España), al que él me contestó: "AAAAHHH, ahora entiendo lo de ayer". Según parece, al inglés, que resultó ser un tío majete, nuestro pelo rubio, tanto el de mi pareja como el mío, le dejó convencido de que éramos cualquier cosa excepto españoles; de ahí que no entendieran el júbilo de dos rubios por el gol de Iniesta. A decir verdad mucha más gente era de su misma opinión en Rusia; jamás he estado en un país extranjero en el que me pregunten tantas veces por cosas en su idioma... la cara de póker que se le quedaba a la gente cuando le decíamos "Ruski niet" ("ruso no", porque no acertamos a aprender la frase completa: "yo no hablo ruso") era todo un poema. Las contamos, y entre Steffi y yo salimos a una diaria en Moscú.

SUZDAL, CASI MÁS IGLESIAS QUE HABITANTES


Pero esto es un blog de viajes, y la anécdota de la cita mundialista era la excusa para hablar de Suzdal, aunque el gol de Iniesta haya eclipsado a este pueblecito... Suzdal se encuentra en la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad por sus monumentos blancos, título que comparte con Vladimir, una ciudad mucho mayor, con 300.000 habitantes, y algo más cercana a Moscú. Suzdal, con al menos más de un siglo de antigüedad antes de que Moscú fuera siquiera fundada, aglutina un pequeño kremlin medieval, varias catedrales de cúpulas encebolladas, destacando una en el kremlin y otra en un recinto monacal.

Antes de seguir, una pequeña explicación; si no estáis habituados a Rusia y sus costumbres, quizá os sorprenda que hable de kremlin tan alegremente, cuando es posible que penséis que kremlin no hay más que uno, que está en Moscú. Pero no es así... kremlin se podría traducir como "ciudadela", y es que en las ciudades rusas antiguas no se amurallaba toda la ciudad, como estamos acostumbrados por los romanos, con ejemplos como Lugo, o por la España medieval, con ejemplos frecuentes en nuestra geografía, como lo es Ávila. En Rusia solo se amurallaban los principales edificios de gobierno, como el palacio del gobernador y/o la catedral más importante de la población. Lejos del tamaño y de la magnificencia que destila el kremlin de Moscú, algunas ciudades más pequeñas o incluso pueblecitos como Suzdal, construyeron y mantienen este singular ejemplo de organización urbana.

Interior del Kremlin de Suzdal, con la iglesia de San Nicolas en primer plano (s. XVIII) y la catedral de la Natividad detrás (s. XIII)

Dicho esto, decir que los frescos de la catedral de la Natividad de Suzdal son un vivo ejemplo de la tradición religiosa ortodoxa rusa, además de ser espectaculares. Por fuera los efectos del paso del tiempo (y un clima difícil) se dejaban notar, con los colores apagados, especialmente el azul de las cúpulas con forma de cebolla, como se aprecia en la foto. Pero me gustó mucho el contraste de paz y ambiente rural que se destilaba allí, tan lejos de la megalópolis moscovita, con las iglesias en medio de unos prados apacibles.

El monasterio del Salvador, como habría ocurrido probablemente en España, estaba cerrado ese día por ser lunes. Tenía previsto verlo antes del partido el domingo pero llegamos tarde. Pudimos intuir parte de su exterior mirando por encima de sus murallas, pero nos quedamos con ganas de más. Sus frescos son igualmente espectaculares, a juzgar por las imágenes de la wikipedia.
No obstante esto fue compensado con la visita a un museo etnográfico, que si bien no estaba ni estará en la exclusiva lista de la UNESCO, nos permitió un primer contacto con algo muy ruso: el arte de las iglesias de madera.

Iglesia de la Transfiguración (en ruso Preobrazhenskaya), la hermana pequeña de la famosa isla de igual nombre del norte de Rusia, en Kizhi (ambas del s. XVIII)

Si bien ya hay una iglesia de madera junto a la catedral de la natividad, la del museo era más bonita. Y es que los rusos se han molestado en modelar algunas de esas iglesias aprovechando un material barato y típico de la zona, la madera. Las cúpulas con forma de cebolla nos recuerdan que seguimos en Rusia. El ejemplo más famoso está al norte de Rusia, en Kizhi, una isla en medio de un lago, siendo también Patrimonio mundial por la UNESCO. Algo más modesta, la iglesia de Suzdal, por la información que manejo, tiene el mismo nombre: Preobrazhenskaya, y es de la segunda mitad del s.XVIII. No estaba originalmente en Suzdal, sino que fue trasladada cuando el museo de arquitectura de madera fue abierto.

Todavía nos deparaba una última sorpresa este pueblecito, y fue la casa cuya foto he puesto bajo estas líneas.
Según parece, debe ser un fenómeno relativamente frecuente, porque si no no me explico que a una de las organizadoras rusas del evento al que asistimos en San Petersburgo, le sorprendiera que una casa así me llamara la atención. Me escribió al publicar la foto en facebook: "qué pasa, ¿nunca habías visto una casa así?". Os prometo de todo corazón que no, ¿vosotros?

Curiosa casa en Suzdal, atravesada por un árbol

El retraso del día anterior nos impidió ver Vladimir, pero me imagino que esto es toda una invitación para volver a Rusia, ¿no? El que no se consuela es porque no quiere :P

domingo, 15 de septiembre de 2013

El túnel de la esperanza, la salvación de SARAJEVO

Una de las cosas más conmovedoras, por no decir la más, de visitar Sarajevo, es ser testigo de las huellas que la reciente guerra de Bosnia ha dejado en la ciudad. Si bien se va recuperando poco a poco, y muchos de los edificios han sido restaurados (o van por muy buen camino, como la famosa biblioteca nacional-ayuntamiento, de la que hablé en la entrada sobre la ciudad), la ciudad no puede olvidar, ni quiere, aquel trágico episodio. Un episodio en donde lo trágico se mezcla con lo heroico, porque si bien el país, y más concretamente Sarajevo, sufrieron mucho, acabaron al final, en cierto modo, ganando la contienda.

Túnel de la esperanza, en la actualidad
En el caso concreto de Sarajevo, la ciudad soportó el asedio más largo de la historia moderna, de casi 4 años, entre abril de 1992 y febrero de 1996. Sin embargo, resistió y venció. ¿Cómo? Pues el ingenio y el coraje de algunas personas tuvieron mucho que ver, ya que construyeron un túnel que fue una fuente de esperanza y de vida para los habitantes de Sarajevo.

HISTORIA: ¿QUÉ ES ESTE TÚNEL? ¿POR QUÉ SE LE LLAMA "DE LA ESPERANZA"?


Os pongo en contexto; comienza la guerra, y fuerzas serbias y serbobosnias rodean la ciudad. Los bosnios se atrincheran en ella, un lugar por cuyas estrechas calles difícilmente pueden entrar los tanques, lo que hace a la ciudad más fácilmente defendible. Se corta el suministro de agua, comida, medicamentos, electricidad y gas, para las más de 300.000 personas encerradas en la ciudad. La ONU declara el aeropuerto, a las afueras de la ciudad, zona desmilitarizada, y como en el resto de la ex-Yugoslavia, el suministro de armas queda embargado. A menos de 1 kilómetro del Sarajevo sitiado, y al otro lado de la pista de aterrizaje del aeropuerto, se ubicaba el llamado "territorio libre", es decir, la Bosnia-Herzegovina no sitiada por las tropas serbias, de la cual formaban parte una buena cantidad de los suburbios al sur de la ciudad. Varios civiles osaron cruzar la pista de aeropuerto, usada solo por la ONU, para escapar del sitio o para buscar víveres. Alguno pagó con su vida tal osadía...

A finales de 1992, a un mando militar bosnio se le ocurre que la mejor solución para la carestía de productos básicos que la ciudad sufría era la construcción de un túnel bajo el aeropuerto. Con los planos del mismo en paradero desconocido, deciden hacerlo sin ellos. El proyecto, de alto riesgo, tenía que garantizar la seguridad de los que lo atravesaran y del aeropuerto, y tenía que hacerse en secreto, y así se comenzó el 12 de enero de 1993, primero desde Dobrinja, un barrio sarajevita, y luego desde Butmir, en la parte libre, un suburbio al otro lado del aeropuerto.

Mapa que muestra el sitio de Sarajevo. El túnel se construyó por debajo a la pista del aeropuerto, perpendicular a ella
La falta de material digno para hacer el túnel junto a la caída de obuses en la zona dificultó las obras, e incluso las paró en el lado libre de Butmir. Pero llegado el mes de abril se organizaron en turnos para trabajar las 24 horas del día, consolidando el túnel con hierro en el lado sitiado (la escasa madera se utilizaba como calefacción, y de hecho los árboles de las calles sufrieron esta necesidad) y con madera en el lado libre, sin acceso a las fábricas metalúrgicas de la capital bosnia. Hasta que el 30 de julio, dos hombres del turno de tarde se encontraron en algún lugar bajo la pista del aeropuerto de Sarajevo, dando por terminado el túnel. Esa misma noche un primer contingente atravesó el túnel. Por esas fechas los serbios supieron de la existencia de esta vía subterránea, y aparte de bombardear más la zona se quejaron a la FORPRONU (fuerza de protección de la ONU) por ello, ignorando ésta esas quejas. 

Al principio todo debía transportarse a mano, con sacos de hasta 50 kgs. sobre los hombros de los usuarios del túnel, aunque el paso del tiempo fue dotando de servicios al mismo, entre ellos una vagoneta con capacidad para hasta 300 kgs. de peso. Una línea eléctrica dotaba de luz al túnel, y también se pasó cable telefónico para facilitar las comunicaciones entre los dos lados. Por sus pequeñas dimensiones, el túnel se atravesaba en un solo sentido a la vez, con hasta 1000 personas en fila india, haciendo que la media de tráfico diario fuera de unas 4000 personas. En pocas ocasiones necesitó ser bloqueado ese tráfico, aunque las abundantes lluvias o nevadas en dos ocasiones obligaran a cerrar un túnel totalmente inundado, y era frecuente pasarlo con agua hasta las rodillas.

"Tunel Spasa", museo del túnel de guerra de Sarajevo
Conforme pasó el tiempo los bosnios se las ingeniaron para pasar de todo por túnel, incluso gasolina. Esta maniobra entrañaba un riesgo especial y se hacía de noche, ya que un obús serbio que impactara sobre un camión lleno de gasolina significaría decenas de muertos y la destrucción de las viviendas y de la parte del túnel más cercana. Por suerte eso nunca ocurrió. Más tarde, incluso se pasaron cables de alta tensión por el túnel que permitieron devolver la electricidad a Sarajevo. Aunque si bien eso mejoró la calidad de vida de los civiles, empeoró la de aquellos que atravesaban el túnel... imaginaos atravesar un túnel con agua hasta las rodillas, y dimensiones de 1,5 metros de alto y 1 metro de ancho, con un cable de alta tensión a un lado y una tubería para transportar combustible al otro.

En 1996 la guerra acabó. No sabemos qué habría pasado en Sarajevo sin este túnel, pero es evidente que esa vía de comunicación que burló el sitio ha sido vital para evitar la caída de la ciudad y la muerte de muchos de sus habitantes. Y hoy ese túnel, testigo de la última gran guerra en Europa, es visitable.

EL TÚNEL HOY


No lo he dicho aún, pero todo esto ocurrió gracias a que los integrantes de una familia, apellidada "Kolar", cedieron su casa, bombardeada al principio de la guerra, a los militares bosnios para que sirviera de entrada al túnel. Hacer la entrada en el jardín de una casa era una buena forma de disimular algo del valor estratégico de este túnel. Ellos mismos se implicaron en la construcción y mantenimiento del túnel; Sida, la abuela, fue conocida por estar colocada a la salida del túnel y ofrecer un vaso de agua o un cacho de pan a cada persona que salía por él. Bajro, su hijo, participó en la organización de las obras.

Sida, la abuela de la familia Kolar, retratada dando de beber a los trabajadores del túnel
Acabada la guerra el túnel cayó en el abandono, el ejército bosnio-herzegovino dejó la casa y el país intentó volver a una normalidad presidida por la necesidad de la reconstrucción. La familia Kolar tuvo que hacer frente al desempleo, todavía hoy muy alto en el país, y pensaron en recuperar todo lo que pudieron sobre el túnel: vagonetas, sacos para transportar víveres, herramientas para hacer el túnel... incluso trabajaron para que, al menos una parte del túnel, no se destruyera víctima del abandono.

Su esfuerzo no ha sido en vano, y hoy esa misma familia es la que ha convertido su casa en un interesante museo, con una habitación dedicada a objetos de guerra, otra a la historia y construcción del túnel, otra con fotos de los ilustres visitantes que ha recibido y quizá lo más interesante: 20 metros de túnel se han conservado y se pueden recorrer por todo el que quiera hacerlo.

Una de las salas del museo muestra un vídeo de la historia del túnel, entre material de guerra
El precio del museo creo recordar que era de 10 KM (al cambio, cuando fui yo, eran 5€), aunque creo que por error nos cobraron la mitad al pensar que éramos integrantes de un grupo que entró justo delante de nosotros. Lo considero totalmente recomendable a pesar de no ser un lugar bonito, como casi todo de lo que escribo aquí, porque es quizá el mejor testimonio de esta guerra que mi generación vio cuando aún no había perdido la inocencia.

CÓMO LLEGAR


Del acceso decir que yo fui en coche, poco esperanzado, ya que me habían avisado en el hotel en el que dormía de que era muy difícil de encontrar. Alguna agencia organizaba visitas guiadas con el transporte desde el centro incluido, pero por tiempo no nos podíamos permitir verlo así. Sin embargo parece que desde hace poco han puesto letreros para indicar cómo llegar y con ellos resultó fácil encontrarlo. Para hacerlo con el coche tenéis que salir de Sarajevo dirección Mostar, y coger la salida a mano izquierda que encontraréis poco después de ver anunciado el aeropuerto. Seguir dirección "Ilidza" os ayudará a acercaros hasta que empecéis a ver letreros que indiquen, en inglés, el museo (Tunnel of hope). Por si acaso, en bosnio es "Tunel Spasa".

Ir en transporte público es complicado. Además de las agencias, otra opción es ir en tranvía hasta Ilidza, donde acaba su recorrido, pero desde ahí hay que andar 4 kms. Para evitar andar por una zona de casas bajas y campos, sin aceras muchas veces, se puede coger el bus nº32, que comunica Ilidza con Butmir, y os debería acercar bastante al museo.

Nada como colocar en el túnel a un tío de 1,90 para que se vean las modestas dimensiones del mismo. Así, durante 800 metros de longitud se le inyectó vida y esperanza a Sarajevo

jueves, 1 de agosto de 2013

Viaje a la India, día 19: Delhi, compartiendo ciudad con 18 millones de personas

Atardecer junto al Qutb Minar, el mayor y más emblemático minarete de toda la India
Delhi tiene mala prensa. Entre otras palabras que le dedica Lonely Planet están las de caótica, abarrotada, contaminada, enorme y agotadora. Sí, también las hay buenas, y cada viajero tendrá una opinión distinta de la misma, pero realmente estas palabras no me parecieron exclusivas de la capital india, sino algo aplicable a cualquier gran ciudad de la India, solo que frente a los 700.000 habitantes de Jodhpur, por ejemplo, Delhi tiene 18 millones. Es más grande pero igualmente agotadora, caótica o contaminada que una ciudad estándar india de mucho menor tamaño.

Con Delhi pasa igual que con Agra, muchos paquetes turísticos pasan demasiado rápido por estas dos ciudades que tienen tanto por ofrecer. En el caso de Delhi tiene aún más delito, porque vimos viajes programados que solo la utilizaban para dormir nada más llegar al país o justo antes de salir de la India, sin dejar tiempo para visitarla, siendo la ciudad más sencilla y barata de visitar por el mero hecho de que uno está obligado a pasar por ella por su aeropuerto. Si aceptáis mi consejo, en un viaje pausado yo dejaría 2 ó incluso 3 días para visitar la capital del país. Porque sin tener una unidad arquitectónica como sí tienen ciudades rajastaníes como Jaisalmer, Jaipur o Jodhpur, tiene tantas perlas dispersas por toda su geografía que recompensa con creces, y además es una forma de ver otra cara de la India, la de sus emergentes megalópolis, una mezcla entre tradición india y una modernidad que quiere abrirse a occidente. Además, y aunque no conozco las otras dos (Bombay y Calculta) viendo fotos y leyendo sobre ellas estoy convencido de que Delhi es la más interesante de las tres.

Templo de Loto

DELHI, NUEVA DELHI, VIEJA DELHI... ¡QUÉ LÍO!


Paso a aclarar un concepto que me traía de cabeza y que entendí una vez estuve allí, que es la diferencia entre Nueva Delhi, Vieja Delhi o Delhi a secas. Lo explico:
Nueva Delhi es la capital de la India. Es una ciudad, construida dentro de Delhi por los británicos, para que fuera su nueva capital tras quitar dicha capitalidad a Calcuta (Kolkata) en 1911... se inauguró en 1931, y los británicos la hicieron pensando en no dejarla nunca a pesar de la tensión independentista que ya había en el país, y que acabó provocando en 1947 que India dejara de pertenecer al imperio británico. En la práctica Nueva Delhi no es más que uno de los muchos barrios de Delhi, con solamente 300.000 habitantes, por lo que los indios y yo mismo solemos referirnos a Delhi, a secas, como la capital. Por poner un ejemplo es como si el Eixample o ensanche barcelonés fuera la capital de Cataluña... como solo es un distrito de Barcelona, por extensión acabaríamos refiriéndonos a Barcelona como su capital.
Vieja Delhi es otro barrio de la ciudad, el de mayor antigüedad que, como en cualquier ciudad europea, era la única Delhi que existía hasta hace poco más de un siglo; un recinto amurallado que se empezó a llamar así cuando se empezó a construir la Nueva Delhi británica, para distinguirlos. Recorrer ambos muestra las dos caras más antagónicas de la ciudad; el caos y encanto de un urbanismo indio antiguo contra el racional y moderno pero más impersonal urbanismo británico de primera mitad del s.XX.

CÓMO VISITAR DELHI


A la hora de visitar Delhi nosotros hicimos una apuesta que nos salió muy bien, y que por tanto recomiendo por aquí a todo el que se decida a conocer la ciudad. Decidimos prescindir de los servicios del coche de alquiler y del conductor, a pesar de su comodidad, para ahorrar el dinero que valdrían y porque teníamos interés en disfrutar de la India sin ayuda en una ciudad que creímos que iba a ser algo más amable para el viajero independiente. Lo que nos terminó de decidir fue ver las 6 líneas que tiene el metro de Delhi, insuficientes para una ciudad de ese tamaño pero que bastaban para visitar los lugares de mayor interés sin perdernos en el tráfico de Delhi ni dentro de sus tuk-tuks. Creímos que visitar en metro la ciudad sería más rápido que hacerlo en coche y acertamos, aunque en nuestro primer día en la India, en Delhi y con coche, aprovechamos para ver dos lugares cercanos al hotel y no pegando al metro como son la tumba de Humayun y el templo de Birla

EL METRO DE DELHI


La realidad es que el metro de Delhi es tan eficiente como casi cualquier metro europeo, siendo muy nuevo y hasta bonito, solo que con una capacidad insuficiente para la cantidad de gente que lo usa. Esto provoca que vayas como "sardinas en lata" en su interior o que en ocasiones solo puedas coger el 3er o incluso 4º metro que te pase delante de las narices, porque para entrar has de hacer cola, los metros anteriores pasan llenos y nadie puede subir o los indios se te cuelen en tu cara en el último momento, incluidas mujeres de 1,50 de estatura con dos niños en brazos. La máxima de "dejar salir antes de entrar" no es en absoluto respetada, lo que provoca enfados, zarandeos, etc. vimos como un turista jubilado fue movido por la multitud que quería entrar al metro y lo pasó realmente mal durante unos segundos... sobra decir que aunque no me sentí más inseguro que en cualquier ciudad europea, con tanta gente en tan poco espacio, hay que tener mucho cuidado para evitar robos, porque un carterista podría hacer su agosto ahí metido.

Columnas del conjunto del Qutb Minar
Además de eso algo que sorprende es que la seguridad es una máxima en el suburbano más grande de la India, ya que al entrar se pasa por un detector de metales, todo usuario ha de hacer cola también para ser cacheado y porque toda parada tiene una especie de trinchera hecha con sacos de arena tras la que se aloja un militar con un arma dispuesto a disparar. Me resultó impresionante, atemorizante e incluso exagerado ese despliegue de seguridad, pero hacer fotos estaba totalmente prohibido y no puedo dar testimonio gráfico de todo aquello. También hay que tener en cuenta que Delhi, como capital india, es el blanco perfecto de todo tipo de integristas, destacando los pakistaníes, país con el que mantienen un conflicto por el dominio de la región de Cachemira.

Por último, decir que al montar en metro me sorprendió no ver ni una sola mujer, aparte de mi pareja, en el vagón y en los vagones adyacentes. Más tarde descubrimos que esto es porque hay unos pocos vagones dedicados en exclusiva a las mujeres, algo que se hace para evitar manoseos masculinos aprovechando la superpoblación que viaja en metro a casi cualquier hora. Es algo que parece extraño en Europa, pero en Asia no es ni mucho menos el único metro con vagones exclusivos para mujeres, Tokyo es otro ejemplo. Por suerte, como en otros países del estilo, la posibilidad de ser sobada en el metro se reduce prácticamente a cero si a las mujeres viajeras les acompaña algún varón. Quizá el que yo les saque cabeza y media de estatura a la mayoría de indios también ayuda a evitar ese tipo de problemas :)

QUÉ VER EN DELHI


La víspera llovió un poco en la ciudad, lo cual fue una excelente noticia ya que la lluvia es el mejor de los remedios contra la polución urbana porque la diluye, y eso lo sabe todo habitante de una gran ciudad. Por lo que Delhi estaba menos contaminada que de costumbre y eso ayudó a que disfrutáramos de la ciudad.

Nuestra primera parada fue una de las experiencias más extrañas y apasionantes a la vez que tuvimos no solo en Delhi, sino en toda la India. Tras más de dos semanas creíamos que este país ya no podía sorprendernos, pero de repente descubrimos Akshardham y reconocimos nuestro error.

Akshardham es un complejo a medio camino entre pequeño parque de atracciones y la capital religiosa de una especie de secta o variante del hinduismo. ¿Os imagináis que en España los testigos de Jehová crearan un parque de atracciones para explicar al profano su doctrina? Pues eso es Akshardham pero a la india. Pero no os asustéis, ellos te cuentan la base de sus creencias de forma amena, tú si quieres no te lo crees, y disfrutas del espectáculo de un recinto mágico que además de a esa agrupación religiosa rinde tributo a la India y a sus habitantes.

Llegar a Akshardham es fácil; cuenta con su propia parada de metro en la línea azul, aunque el complejo no se ve desde la salida y varios conductores de tuk-tuk nos ofrecieron sus servicios... no son necesarios, en apenas 5 minutos a pie estás a la entrada del parque.

A la entrada del parque hay que dejar todo en unas taquillas, porque meter casi cualquier cosa está terminantemente prohibido, incluyendo cámara de fotos, chicles, papeles... los guardias lo resumían diciendo: "meted solamente agua, el pasaporte y dinero". Por eso tampoco puedo mostrar fotos de este lugar, aunque internet está plagado de ellas si tenéis curiosidad. A cambio el lugar presumía de una limpieza digna del más limpio país de occidente.

Templo de Akshardham. Foto cogida de la wikipedia
El motivo central del complejo es un gigantesco templo, que no disimula su modernidad, pero que es una auténtica pasada. Presume de tener esculpidas 20.000 figuras y había varias deidades en su interior. Lo rodeaba más de un centenar de elefantes de piedra, todos distintos entre ellos, en lo que era un homenaje a este animal, tan importante en el país, y estos a su vez estaban rodeados por un estanque con fuentes, con un agua limpísima.

Aparte del acceso al templo, el parque tenía 3 "atracciones", de las cuales una de ellas era para un público claramente infantil. Aunque no había opción de pagar solo por las otras dos, cuando el guardia de la primera atracción que queríamos visitar se enteró de nuestra falta de entusiasmo por la infantil, nos la quitó y tiró a la basura sin pedir permiso. Se nos quedó una cara...

La primera "atracción" era entrar en un moderno cine con una gigantesca pantalla para ver un documental sobre el niño que inspiró la creación de esta corriente del hinduismo. Contaba cómo ese crío se fue con 11 años de casa y vivió meditando, con poderes sobrenaturales que le permitían desarmar a sus enemigos con enredaderas o cruzar el Himalaya andando durante los 6 meses de invierno, descalzo y con un taparrabos como única prenda de vestir. Vamos, pura ficción... pero que no se me malinterprete como irrespetuoso de esta religión, detrás de los orígenes de cada creencia religiosa, incluida la nuestra, hay historias que no suelen parecer muy reales que digamos :)

La otra atracción fue un chovinista paseo en barca por un canal cubierto a través de la historia de la India, hablando de civilizaciones perdidas o de personajes indios que hicieron cosas importantes, con sus figuras representadas. Estaba muy bien montado, los altavoces iban contando en inglés qué cosas veíamos y quiénes eran los personajes que aparecían. Pero el chovinismo era de risa, ya que parecía que lo habían inventado todo los indios... como ejemplo, contaban que un indio descubrió la ley de la gravedad 1000 años antes que Newton, y así hubo muchos ejemplos más, por lo que entended mi incredulidad.

Otra vista del templo de Loto
Comimos en el parque unas micropizzas vegetarianas y unos bocadillos picantes, y tras ver un jardín con esculturas de glorias indias como Gandhi o Nehru, entramos a la tienda de recuerdos. Por primera y última vez vimos precios fijos en la India, donde además los precios estaban más pensados para los indios que para los extranjeros (aunque se dice que más de la mitad de los visitantes extranjeros de Delhi pasan por este complejo). Me moló comprar postales a 0,03€ o un libro que hablaba sobre el parque, en color, por menos de 1€. Tras esto volvimos al petadísimo metro a visitar otro templo, muy singular también, y de otra religión extraña.

La casa de adoración Bahá'í, más conocido como el templo de Loto por su forma, es la casa matriz de esta congregación en el subcontinente indio, y en él se permite el rezo a Dios por parte de fieles de cualquier religión, aunque los sermones o plegarias en voz alta solamente han de ser las de esta religión. Con templos por todo el mundo, la visita a éste es gratuita, está abierto para todo el mundo, y especialmente por fuera es un edificio espectacular, digno del mejor Calatrava o del arquitecto que hizo la famosísima ópera de Sidney. Para visitarlo solo hay que hacer cola, entrar cuando te toque, y salir cuando te lo pidan, tras unos minutos en el interior del edificio, todo dentro de un orden tan estricto que por momentos pensé que había una cámara oculta, porque la India es todo lo contrario al orden que allí se respiraba. Aunque no había una prohibición que lo indicara, el edificio no se podía rodear porque unos guardías lo impedían, pero las fotos que tenemos, aun a contraluz, son lo suficientemente dignas, por suerte.

No nos quedaba mucho tiempo, el sol pronto se iba a esconder, así que volvimos al metro para ir al Qutb Minar. Recorrimos media ciudad, con una vista sobrecogedora de un "slum" (barrio chabolista, muy frecuentes allí) y al bajarnos del metro descubrimos que esta vez, aunque la parada se llame como el lugar, el Qutb Minar queda lejos... recurrimos a un tuk-tuk que por unas 40 rupias nos dejó en la puerta del lugar, que estaba cerrando... ¡a las 4 de la tarde! Preguntamos y nos dijeron "chai time", por lo que entendimos que simplemente hacían una pausa para el té, apenas dos horas antes del cierre del día... ¡han copiado de los británicos solo lo que les interesa! La espera durante la pausa y luego en la cola que se formó, mientras se iba haciendo de noche, se nos hizo eterna. Paciencia...

Qtub Minar
El Qutb Minar es un impresionante minarete, el más alto de la India y de entre los hechos en ladrillo el más alto del mundo, hecho con arenisca roja y mármol. Tiene unos 75 metros de altura y fue construido en los siglos XII-XIV, cuando en la época, Delhi era una ciudad musulmana, y de hecho está en unos de los recintos de las siete ciudades antiguas de Delhi, aunque hoy queda a las afueras de la ciudad actual. El minarete se va estrechando conforme se hace más alto hasta el punto de que su diámetro pasa de los casi 15 metros en la base a no llegar a los 3 en la cima. Tiene versos del Corán escritos en él y se inspiró para su construcción en el minarete Jam, que está en Afganistán, por lo que estábamos ante un cachito de la cultura de ese país, hoy tan peligroso. El complejo que rodea al minarete está en su mayor parte en ruinas, ruinas hermosas, eso sí, que complementan la visita a un rincón que nos transporta a los orígenes de esta gigantesca ciudad, tan distintos de lo que es hoy. El lugar está declarado patrimonio de la humanidad.

Y como la noche ya había caído, nos volvimos al hotel, impresionados con los tres lugares tan distintos con los que nos había deleitado Delhi en el primer día de esta segunda visita.