Las Hoces del Duratón, impresionantes en un punto cercano a la ermita de San Frutos, a la izquierda |
Las Hoces del Duratón son uno de los complejos de cañones que en diversos puntos de la submeseta norte española protagonizan espléndidos paisajes. Ya he hablado en anteriores entradas de los Arribes del Duero o de las Hoces de Vegacervera, y es que siento verdadera debilidad por este tipo de lugares. Lo mejor de todo es que cada uno es diferente, y si bien los Arribes pueden recordarnos a un fiordo noruego, en el Duratón, salvando las distancias, nos sentiremos como en un pequeño cañón del Colorado, por la aridez del paisaje y el color rojizo de su tierra.
SEPÚLVEDA
Calle de Sepúlveda |
En este conjunto histórico-artístico de Sepúlveda es digna de visita su plaza mayor, donde se ven los restos de su castillo, sus numerosas iglesias, en las que predomina el arte románico, así como dos miradores: el mirador de Zuloaga, en la carretera que va a Segovia, que ofrece una espléndida vista de la población, y el que hay junto a la Virgen de la Peña, la parte más alta del pueblo, que permite ver los primeros metros de la escarpada hoz que traza el Duratón sin salir de Sepúlveda.
Sepúlveda, a medio camino entre Segovia y Aranda, es más un templo del lechazo asado, como es la segunda, que del cochinillo como es la primera. Seguro que aquel que quiera parar a comer allí no se arrepiente, y la oferta de establecimientos es inusualmente grande para un pueblo de su tamaño.
Pero estando en un parque natural hay que andar. El paisaje de Sepúlveda, siendo bonito, es un mero aperitivo de lo que nos espera a poco que nos molestemos en buscar más. La iglesia de Santiago, aún en el mismo pueblo, es la casa del parque natural, donde podemos solicitar información del mismo, y pedir autorizaciones si es necesario (hay zonas de reserva a las que solo se puede acceder con autorización durante unos meses al año, mejor preguntar). Las rutas de senderismo son diversas en cuanto a ubicación, distancia y paisaje, y algunas salen desde el mismo pueblo, pero necesitaremos un coche si queremos ir a las dos zonas más espectaculares, ambas coronadas por sendos edificios religiosos en ruinas, que añaden un toque melancólico extra al ya de por sí impresionante paisaje.
ERMITA DE SAN FRUTOS
Si cogemos el coche y nos desplazamos hasta Villaseca (se puede ir por Castrillo de Sepúlveda o por Villa de Sobrepeña, pero yo me quedaría con la primera opción al ser la carretera algo mejor), y allí cogemos una pista forestal que nos dejará el coche lleno de polvo, nos encontraremos en el corazón del parque natural, donde el caprichoso Duratón traza varios meandros en muy poquito terreno. En este lugar existió un pequeño monasterio, hoy en ruinas, cuya ermita todavía sigue en uso, la ermita de San Frutos, que de hecho sigue recibiendo una populosa romería cada 25 de octubre. Impresiona ver la ubicación de la ermita, en un espolón de la roca que se adentra en el río, como una especie de península del mismo.
Y es que el protagonismo aquí lo tiene el impresionante paisaje, con los visitantes situados varias decenas de metros sobre la altura del río, con abundante agua debido a estar represado en el pantano de Burgomillodo. Seguramente no nos sean ajenas las aves rapaces que nos encontraremos planeando sobre y bajo nuestras cabezas, ya que en el parque tenemos una importante colonia de buitre leonado, águila real, alimoche o halcón peregrino, entre otras muchas especies (hay casi 200 especies distintas de aves). Recomiendo andar con calma por toda la zona, rodear la ermita, disfrutar de las vistas desde todos los ángulos, siempre con cuidado de no asomarse más de la cuenta porque en caso de caerse alguien, lo pagaría, salvo milagro, con su vida.
La aridez del terreno contrasta con todo el agua que tiene el Duratón, en este punto, y lo amarillento del terreno con el tono rojizo de las paredes de los cortados del cañón y con el azul verdoso del agua. Ir en épocas distintas del año o a distintas horas del día permite ver este impresionante lugar con una paleta de colores distinta.
MONASTERIO DE LA HOZ
Este monasterio, en ruinas, se ubica en otra impresionante hoz o meandro del río. Al contrario de la ermita, en este caso el monasterio se encuentra casi a la altura del río y no en lo alto del cañón, y debido al pantano su acceso solo se puede hacer en barca por haberse inundado su acceso natural terrestre (salvo que el embalse tenga poca agua). La desamortización de Mendizábal, en 1835, hizo que se abandonara el edificio.
Una pista de tierra sale desde Sebúlcor y nos lleva hasta la parte alta del cañón desde la que se aprecian las ruinas del monasterio.
Aparte del senderismo, una forma de conocer este paraje es en canoa, y son varias empresas de la zona que las alquilan.
Aparte del senderismo, una forma de conocer este paraje es en canoa, y son varias empresas de la zona que las alquilan.
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