miércoles, 28 de noviembre de 2012

Guía turística de Barcelona: ¿qué visitar?

A la petición de un amigo de recomendar qué visitar en Barcelona en 3-4 días, contesté con un enorme e-mail, que más tarde he creído que, con una pequeña adaptación, puede servir como entrada en el blog y que sirva de ayuda a más personas.

Sagrada Familia, vista de verano de 2012


CONSEJOS PARA VISITAR BARCELONA:


1.- Lo primero de todo, Barcelona es cara a nivel turístico. Quiero decir, las entradas para ver los edificios por dentro son bastante caras si lo comparo con otras ciudades españolas o incluso con otras ciudades de países europeos más ricos que España. Si se tiene presupuesto limitado, mejor hacer selección... aquí en casi cualquier sitio te piden 10€ por entrar y después de varios uno puede notar la cartera demasiado vacía.
2.- En Barcelona hay otro idioma oficial, aparte del español, que es el catalán, que sobre todo escrito es más frecuente que el español. Es parecido, se suele entender fácil, y si por un casual se sabe francés (o posiblemente italiano) pues se hace más fácil aún de entender. Normalmente las cosas están escritas también en español o incluso en inglés, pero no siempre ocurre.
3.- El transporte público en BCN está bastante bien, siempre que no haya huelgas como ocurrió con demasiada frecuencia cuando escribía estas líneas. Un billete de metro permite también usar, durante 75 minutos también buses, tranvía, tren de cercanías o incluso algún funicular. El precio de un ticket de 10 billetes de metro es de unos 10€.
4.- Barcelona se puede dividir en dos partes bien diferenciadas: la ciudad antigua, medieval en su mayor parte, y todas las construcciones que se han hecho desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, sea por el auge del modernismo (el estilo arquitectónico de maestros como Gaudí, entre otros) o por los diversos acontecimientos que ha habido en la ciudad (dos Exposición mundiales y unos Juegos Olímpicos, casi nada). Iré por partes:

Casa Milá, conocida también como "la Pedrera", en el Paseo de Gracia


BARCELONA, POR PARTES:


CIUDAD ANTIGUA:

Barcelona fue ciudad romana aunque en aquel momento Tarraco (la actual Tarragona, 100 kilómetros al suroeste) era una población mucho más importante. La primera época histórica en la que Barcelona se vuelve una ciudad de gran prosperidad es en la segunda parte del medievo. Así que esta ciudad antigua es la correspondiente a la ciudad medieval, que fue la única que existía hasta la segunda mitad del siglo XIX. De esto se puede disfrutar de prácticamente todo gratis, así que se puede aprovechar muy bien.
1.- Lo primero sería visitar las Ramblas, la calle peatonal más famosa de la ciudad, con su animación, sus mimos, sus artistas callejeros, su puerto viejo o su monumento a Cristóbal Colón.
2.- Luego se puede disfrutar del Barrio Gótico, ubicado al lado norte de la Rambla, lleno de edificios de ese estilo, y que es chulo para caminar sin plano, disfrutando de sus rincones. En él está la catedral, a la que se puede entrar gratis (todo un lujo), y otros palacios con museos y demás. También recomiendo una plaza, la plaza real ("plaça reial" en catalán), muy cercana a las Ramblas.
Iglesia de Santa María del Mar, en el Born

3.- Junto al Gótico hay otro barrio parecido, tanto que parecen la misma cosa: se llama barrio del "Born" o de "la Ribera", y tiene aparte de bares más baratos y menos turísticos que el gótico, la iglesia más querida de los barceloneses: Santa María del Mar, que es gratuita y recomendable.
Para los amantes de Picasso, en este barrio está su museo, en un palacio medieval bonito por sí mismo. Los domingos por la tarde, a partir de las 15 horas, es gratis. Sino vale unos 7€ creo...

MODERNISMO:

Este estilo arquitectónico, con Gaudí a la cabeza, es el culpable de que Barcelona sea una ciudad tan especial, y sin él creo que perdería una parte importante de su encanto. Al contrario de lo anterior, sus edificios están desperdigados por toda Barcelona y muchas veces no se puede llegar fácilmente andando hasta ellos. Son tantos que no puedo incluirlos todos aquí, así que citaré los más especiales:
1.- La Sagrada Familia: esta iglesia, todavía sin terminar, es el edificio más famoso de la ciudad. Por dentro merece la pena entrar ahora que está casi acabada, aunque vale unos 10€ y puede haber colas (especialmente en verano). Yo no me la perdería en ningún caso por fuera, y verla de noche también me parece muy recomendable.
2.- Paseo de Gracia: esta ancha avenida, la más glamurosa de la ciudad y también la más cara y pija, tiene varios de los edificios modernistas más bonitos. No perderse, aunque solo sea por fuera, la "manzana de la Discordia", llamada así porque en un solo bloque de edificios compiten en protagonismo tres viviendas modernistas, la más famosa de Gaudí: la casa Batlló, que vale una barbaridad, unos 20€. También es muy bonita la casa Milá (también de Gaudí), que por 10€ se puede ver y merece la pena aunque solo sea por las fantasmales chimeneas de la azotea. Para ver por fuera, me gusta especialmente la casa Rocamora, junto a la plaza Cataluña.
3.- El Palau Nacional de la Música de Cataluña, en el barrio del Born, es algo menos conocido, y por fuera, siendo bonito, se disfruta menos al estar encajonado en dos calles estrechas. Por dentro (por otros 15€, con visita guiada) es uno de mis edificios favoritos en la ciudad. Es una sala de ópera modernista, que se alimenta de luz natural y que parece sacada de un cuento de hadas. Es de Domenech i Montaner, el arquitecto más destacable de la época por detrás de Gaudí.
4.- El parque Güell: obra de Gaudí, este parque todavía es gratuito aunque quieren ponerlo de pago ya mismo (querían hacerlo en octubre de 2012 y se están retrasando por algún motivo). Iba a ser una urbanización de lujo, con su casa para el guarda, su mercado, etc... y no vendieron apenas 2 casas de las más de 20 al menos que querían vender. Hoy es un parque público, que aparte de ser un pulmón de la ciudad ofrece buenas vistas y tiene algunos edificios fabulosos, como los bancos retorcidos o las "casitas de chocolate" de la entrada. No perdérselo.
5.- Hay más lugares interesantes, pero para 3-4 días está bien así. Os recomendaría el hospital de Sant Pau, aunque ahora mismo solo se puede ver por fuera y no del todo, porque está en obras. Está a 10 minutos a pie de la Sagrada Familia y es un hospital funcional y precioso de hace 120 años.

Arco de triunfo, monumental muestra neomudéjar


EDIFICIOS DE EXPOS Y JUEGOS OLÍMPICOS:

1.- La Expo de 1888 confirmaría el esplendor y renacimiento que comenzó Barcelona a finales del s. XIX, y que no ha parado hasta nuestros días. Se desarrolló en la zona cercana al barrio del Born, y ha dejado algunos pabellones (que hoy son museos), un arco de triunfo muy bonito con un toque español por su estilo neomudéjar (con su propia parada de metro: "arc de triomf"), y un parque que sería el más bonito de la ciudad de no ser por el parque Güell: la Ciudadela. En este parque lo más destacable es la enorme fuente con leones y una cuádriga dorada.
2.- La Expo de 1929 y los juegos olímpicos de 1992 se desarrollaron en una colina cercana al centro de la ciudad, llamada "Montjuïc" (que significa "monte de los judíos"). Aquí tenéis la plaza de España, bastante bonita. Entrando al centro comercial que hay junto a ella, que era una antigua plaza de toros, tendréis gratis una vista maravillosa. Para ello no hay que coger el ascensor que hay junto a la plaza, que es de pago, sino entrar al centro comercial como si se fuera a comprar. Desde la plaza de España, luego hay una subida hasta un palacio que impresiona, por la avenida María Cristina, con fuentes y escaleras mecánicas. Este palacio por dentro tiene el MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña), interesante si te gusta ese tipo de arte. Cerca de ese palacio está el "Pueblo Español" ("Poble Espanyol" en catalán), que recrea 100 viviendas típicas de pueblos de toda España (también valdrá otros 8-10€ entrar). En la subida al MNAC nos encontraremos con una fuente llamada la "Fuente Mágica", porque las noches de los viernes y sábados (en verano también jueves y domingos) se organizan espectáculos de luz y sonido, gratuitos, cada media hora, de 19 a 20:30 horas comienzan las sesiones de 30 minutos cada una. Lo recomiendo, aunque suele estar siempre lleno de gente.

Subida a Montjuïc por la avenida María Cristina, con el palacio al fondo. Vista desde la cúpula de la antigua plaza de toros

3.- La zona de los juegos olímpicos está justo detrás. Se puede entrar gratuitamente, hasta las 20 horas si no ha cambiado, en el estadio olímpico de Montjuïc, y ver otras instalaciones como el Palau Sant Jordi en una enorme plaza. No es de lo más bonito de la ciudad para mi gusto, pero ilustra un pedacito de nuestra historia más reciente que resulta agradable de ver...

OTROS:

1.- Sé que el Barça atrae a muchos seguidores, y su estadio (y museo), aunque algo alejado de casi todo lo demás, puede merecer la pena para algunos, aunque ahora sea carísimo (creo que anda ya cerca de los 20€), así que aquí lo dejo. Si se es aficionado al equipo seguro que triunfa.
2.- El Tibidabo es una colina alejada de la ciudad, con una iglesia muy original y un pequeño parque de atracciones, más pensado para niños. Las vistas son impresionantes, pero se tarda mucho en llegar, así que sería más recomendable para una visita de más de 3-4 días.

Vista de Barcelona desde la montaña del Tibidabo

Ésta es una ciudad grande y con mucha riqueza de sitios para visitar, con playa (aunque en invierno no atraiga tanto) y se me escapan otras pequeñas cosas, pero con esta guía de iniciación ya se indica más de lo que probablemente se pueda visitar en 3-4 días.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Regreso al medievo: ¡CARCASONA!

Carcasona (Carcassonne en francés) es una pintoresca ciudad del sur de Francia, cercana al Pirineo y a la frontera española, que guarda uno de los conjuntos medievales más espectaculares de Europa.

Vista nocturna de la ciudadela de Carcasona ("cité de Carcassone" en francés)
Esta ciudad, con unos 50.000 habitantes, un tamaño similar al de Ávila, es hoy la capital del departamento de "Aude". En su compacto tamaño aloja dos lugares "Patrimonio de la Humanidad", la ciudadela medieval que preside la ciudad y el "Canal du Midi", obra hidráulica que cruza el centro geográfico de la Carcasona actual.

Convertida hoy en una plácida capital de provincias, la historia de esta ciudad ha sido, sin embargo, convulsa y violenta en otras épocas. Como durante el siglo XIII, época en la que fue uno de los principales bastiones de los cátaros, una corriente dentro del catolicismo que abogaba por vivir la religión al extremo, alejados del mundo material y de los placeres carnales. Considerados herejes por el Vaticano, varias cruzadas lograron acabar con los seguidores del catarismo, muy extendidos por todo el Languedoc francés (actual sur de Francia), que perecieron sufriendo horribles torturas y muchas veces quemados en la hoguera. Algo de todo aquello se puede intuir en uno de los museos más interesantes (aunque caro) de la ciudad, el museo de la tortura, dentro de la ciudadela.

Otra vista parcial de la "cité de Carcassonne"
Durante siglos fue una ciudad fronteriza, cuando el Rosellón era parte de la Corona de Aragón primero, y del Reino de España después, y Carcasona quedaba muy cercano a la línea en la que acababa Francia. La conquista francesa del Rosellón en 1659 provocaría el fin de la era fronteriza de la ciudad y marcaría el comienzo de su declive, que llegaría a un punto de inflexión cuando, en 1855, el conocido arquitecto Viollet-le-Duc se encargó de las obras de recuperación de la ciudadela, en un estado de conservación bastante malo en aquel momento. La restauración, polémica por no ajustarse al diseño original de la misma, aparte de por usar materiales (como la pizarra) que en absoluto estaban presentes anteriormente, no ha impedido para nada que el conjunto rebose de belleza y que la UNESCO se haya fijado en él para otorgarle el título de patrimonio mundial. La pizarra, que le da un toque genuinamente francés, se alterna con la teja roja, más típica de la zona, en algunas de las torres.

Rincón del interior de la ciudadela de Carcasona
Esta ciudadela es como una suerte de "Ávila a la francesa", aunque realmente está ubicada en una orilla de la ciudad actual y no en su centro como pasa en la ciudad castellana. Todo su conjunto es impresionante, una doble muralla de poco menos de 3 kilómetros de longitud, con 52 torres coronadas con remates cónicos de teja o pizarra, que lo hicieron inexpugnable durante siglos. Dos puertas principales, la de Narbona (Narbonne en francés) y la del Aude (río que atraviesa la ciudad) permiten acceder a su interior, presidido por el castillo, que es visitable por dentro. Otro edificio destacable del interior de la ciudadela es la basílica de Saint Nazaire, que también fue restaurada por le-Duc en estilos gótico y románico, aunque parece que ha existido una iglesia en ese mismo lugar desde época galo-romana. El resto de edificios, algunos realmente bonitos, están enfocados hacia el turismo, siendo en su mayoría restaurantes, hoteles o tiendas de recuerdos.

La vista de la ciudadela es impresionante desde cualquier punto que se la observe, sea desde los viñedos ubicados en dirección a Narbona, o desde el moderno puente sobre el Aude, el principal de la ciudad, ubicado entre la ciudadela y la bastida, y que permite ver el río, el puente antiguo, y la ciudadela en toda su extensión. Como añadido a todo esto, hay que decir que la ciudadela está genialmente iluminada de noche, lo que permite disfrutarla con mayor tranquilidad y de forma distinta cuando se ha ocultado el sol.

Vista de la ciudadela desde el puente que absorbe el tráfico principal de la ciudad, con el río Aude y el puente antiguo en primer plano
Ya en la bastida, en la ciudad baja, impresionan sus murallas, que no evitaron que fuera conquistada y saqueada en alguna ocasión, siendo más accesible que la ciudadela. Merece la pena entrar a la catedral de San Miguel (Saint Michel), modesto templo gótico en su exterior, pero que mantiene buena parte de la policromía de su interior debido a una restauración.

Interior de la catedral de "Saint Michel", que muestra aún la policromía típica de este tipo de templos
Para terminar la visita a esta compacta ciudad del sur de Francia, qué mejor que dar un paseo en barco por el canal du Midi, obra maestra de la ingeniería hidráulica del siglo XVII, que comunica el río Garona en Toulouse con el mar Mediterráneo, y que permite por tanto formar una vía navegable entre el Atlántico y el Mediterráneo en el sur de Francia, evitando por tanto rodear la península Ibérica en barco. Este canal pasa junto a la estación de tren, y varias empresas ofrecen pequeños cruceros por el mismo. Desde unos 8-9€ se nos permite recorrer durante hora y media una pequeña parte de este canal de 240 kilómetros de longitud, deleitándonos con la paz de esta obra fluvial, acompañados por los árboles que en todo momento existen en sus orillas. Recorrerlo en bicicleta es otra opción, ya que la mayor parte del tiempo tiene una pista de tierra a cada lado para pasear junto al canal. El otoño puede ser una de las mejores épocas para dejarse seducir por el colorido que los árboles dan a este curso de agua, que se acentúa con el atardecer.

Canal du Midi a principios del otoño

No quiero cerrar esta entrada sin antes hablar de una delicia gastronómica de la zona, el "cassoulet". Esta especie de "fabada francesa" es tan contundente como la asturiana, está protagonizada por alubias blancas, y suele ser acompañada de carnes de pato y cerdo. Es típica de todo el antiguo Languedoc, siendo el emblema gastronómico de ciudades como Toulouse, Carcassonne o la parte oriental del Pirineo francés. ¡Bon appétit!

Cassoulet, plato típico del Languedoc, sur de Francia

domingo, 18 de noviembre de 2012

Viaje a la India, día 10: Jodhpur -> Ranakpur -> Kumbhalgarh -> Udaipur

Interior del templo de Ranakpur, presidido por un elefante, y protagonizado por 1444 columnas, todas distintas


HACIA RANAKPUR


El décimo día en la India estaba bien marcado en el calendario, especialmente porque era el más duro a nivel viajero. Nos esperaba el mayor desplazamiento de nuestra estancia allí, 333 kilómetros entre Jodhpur y Udaipur, en los que además nos encontraríamos con algunas de las peores carreteras que vimos en la India. Esto se debía a que teníamos que cruzar los montes "Aravalli", una cordillera de elevaciones erosionadas que no tiene nada que ver con el Himalaya (su mayor altitud es de solo 1722 metros), pero que son en gran medida los culpables de que el desierto del Thar exista, ya que retienen la poca humedad que entra hacia el noroeste de la India y no permiten que llegue al oeste de Rajastán. Si una carretera rural y de montaña puede ser virada en España, podéis imaginar cómo nos la imaginábamos en la India... total, íbamos a pasar entre 7 y 8 horas en el coche, tiempo en el que en España te puedes, por ejemplo, meter un viaje Zaragoza-Sevilla, pero que allí no daba ni para la mitad de distancia.

Salimos a primera hora de la mañana para poder llegar a Udaipur aún de día. La primera mitad del viaje nos llevaría hasta Ranakpur, por carreteras llanas y dignas al principio, pero que en las cercanías de Ranakpur, ya pegado a la montaña, irían perdiendo calidad y llenándose de baches y de molestos "speed-brakers". Éstos eran una especie de badenes o resaltos en la carretera, pero hechos con el propio asfalto, sin un color que los identificase, y colocándose muchos a la vez, lo que obligaba a pasar muy despacio por esta especie de mini-toboganes que tocaban mucho los huevos si te dolía la espalda.

Templo principal de Ranakpur, obra cumbre del arte jainí. Cuando uno entra entiende por qué se dice que su exterior es austero...

RANAKPUR


Llegados a Ranakpur, fui a un baño público. Al entrar vi cómo un par de indios salían del baño sin que nadie les pidiera ni dijera nada, pero al salir yo ya tenía un indio bloqueándome el paso con la mano extendida. Qué curioso...

Ranakpur fue espectacular. Se trata de una pequeña población, en la que apenas vimos viviendas, que tiene un conjunto de templos jainíes de mucho interés. Como muchos otros edificios de la zona, está hecho de mármol. El templo principal es famoso por tener 1444 columnas de mármol, todas ellas distintas entre sí, a cada cual más trabajada. Junto al templo del monte Abu, que no visitamos por quedar a desmano, es posiblemente el templo jainista más espectacular de todo el mundo. Pasamos un largo rato fotografiando cada rincón, incluyendo el elefante de mármol que hay en el interior, con cuidado de no sacar fotos a la deidad central, algo muy controlado por vigilantes que me llamaron la atención en una ocasión que mi cámara estaba mirando hacia allí. Un monje nos colocó el típico punto indio de pintura que, especialmente las mujeres, llevan en la frente en muchas ocasiones (si es de color rojo, llevarlo deja entender que estamos ante una mujer casada). En este caso, siendo de un color más bien marrón es una forma de dar la bienvenida al visitante, a cambio de una pequeña ofrenda económica, claro :)

Interior del templo principal de Ranakpur

Visitamos otros 3 templos cercanos, más terrenales al lado de la obra cumple del jainismo que fue el templo principal de Ranakpur. En el último nos llamó la atención que estuvieran haciendo la comida a la puerta del templo... cosas de indios :)

HACIA KUMBHALGARH


Tras tomar unas pastillas contra el mareo, que llevamos a la India especialmente por el viaje de ese día, nos encaminamos hacia el viaje por las montañas. Intentamos sacar alguna foto del paisaje, algo más húmedo de lo que llevábamos una semana viendo en el desierto del Thar, aunque muchas salieron movidas. Pero no todas, esta foto del restaurante "Casa Manolo" salió bien (llama mucho la atención ver un nombre tan español perdido en una sierra a 8000 kilómetros de España), aunque no debe tener mucho de español ni de recomendable según lo que dicen aquí.

Las primeras y quizá únicas palabras escritas en español que vimos en 19 días en la India
Paramos en un buffet libre bastante correcto, más o menos en lo alto del puerto, en el que comimos por unos 4-5€ cada uno. Volvimos al coche esperando ver Kumbhalgarh poco después, pero acabamos necesitando otra hora, por carreteras locales bastante estrechas y con muy poco tráfico (aunque me las esperaba peores) para llegar a este otro lugar rural, perdido de la mano de Dios, pero totalmente recomendable.

Kumbhalgarh dice ser la segunda muralla ininterrumpida más grande del mundo, solo por detrás de la muralla china, con unos 36 kilómetros de extensión, aunque parece que ya en Europa hay una mayor, el muro de Adriano cercano a la frontera entre Inglaterra y Escocia. Lógicamente solo se ve una parte del conjunto, ya que buena parte del mismo no quedaba a la vista, y quizá no fuera ni alcanzable en coche, aunque en todo caso no teníamos tiempo para más.

Tosca e imponente muralla de Kumbhalgarh
Se notaba que la parte cercana a la entrada principal había sido restaurada, con un estado de conservación y un color claro que unos centenares de metros para allá cambiaba claramente. El interior de este vasto conjunto de murallas toscas e imponentes no estaba del todo vacío; varias viviendas y algunos templos poblaban su interior, y en lo alto de una colina cercana a la que ascendimos, había una especie de edificio que debió hacer las veces de fortaleza y morada de su dueño feudal. El conjunto, construido en el s. XV y restaurado en el s. XIX, me pareció espectacular y muy distinto de las fuertes urbanos que habíamos visto hasta ahora en Jaisalmer, Jodhpur o Bikaner. Tanto Ranakpur como Kumbhalgarh me parecieron dos visitas más que recomendables para hacer en este maratoniano viaje entre Jodhpur y Udaipur.

HACIA UDAIPUR


Tras solo una escasa hora en Kumbhalgarh que nos supo a poco, montamos en el coche y tras hora y media en la que pasamos de carreteras rurales horribles a una moderna autovía, llegamos a Udaipur, cuando caía la noche sobre los lagos de la ciudad. Tras hacer check-in en el hotel y dar un pequeño paseo por sus alrededores, cenamos viendo una telenovela de Bollywood con exageradísimo dramatismo (la típica telenovela venezolana no es nada morbosa al lado de una india, así que imaginaos), y una película estadounidense en lo que quizá fue el primer momento en el que pillamos algo occidental en un canal de tv indio.

Muralla de Kumbhalgarh. Se aprecia la parte restaurada, en primer plano con color claro, y la no restaurada, al fondo
Nos fuimos a dormir tras ver que en nuestra habitación no había agua caliente... esto es algo que se les da mal, la verdad...

jueves, 8 de noviembre de 2012

La isla secreta de las Canarias: ¡LA GRACIOSA!

La playa de la Cocina, junto a la Montaña Amarilla, muestra toda la paleta de colores de la Graciosa
¿Sabíais que no son siete las islas habitadas del archipiélago canario? Sí, hay numerosos islotes deshabitados, del tamaño de Perejil o incluso más pequeños, pero además... ¡eso es! Hay una octava isla habitada, la "benjamina" de las islas afortunadas, muy desconocida pero más que recomendable para pasar un día distinto en un rincón de gran belleza, casi virgen, pero sin renunciar al placer de comer caliente un buen menú del día. Estoy hablando de LA GRACIOSA.

QUÉ ES Y CÓMO LLEGAR


La Graciosa es la isla de mayor tamaño del llamado "archipiélago chinijo" (otra forma de decir "pequeño" para los canarios), un conjunto de islas e islotes ubicado al norte de la isla de Lanzarote. Es la única isla habitada de dicho archipiélago, la más grande y también la más cercana a la isla conejera. Su superficie es de unos 29 kilómetros cuadrados y su altura máxima es de unos 266 msnm.

Caleta del Sebo, capital de la Graciosa. Vista de su bahía
En esta diminuta isla viven algo menos de 700 habitantes, que viven de la pesca y del turismo. Al margen de un pequeño helipuerto, la única forma de llegar a la isla es por barco. Para hacerlo, tendremos que encontrar el modo de alcanzar la población de Órzola, en el extremo norte de Lanzarote, y coger alguno de los numerosos barcos (aproximadamente uno cada hora, en ocasiones aún más) que unen Órzola con Caleta del Sebo, la capital graciosera. Ojo porque la mayor parte del viaje es por el "río" (la estrecha franja de mar que separa las dos islas) pero una parte es por mar abierto, y el oleaje puede ser intenso, por lo que si alguien es propenso a marearse, que tome las medidas oportunas para evitarlo. Yo no valoré esta posibilidad y pasé un pequeño mal rato por ello.

CÓMO MOVERSE


Cuando llegas a la Graciosa, te das cuenta de la serenidad y calma de la isla. En parte, contribuye a ello el que sea de una de las pocas islas habitadas en Europa sin asfalto. La composición de la isla, a pesar de su pasado volcánico y la cercanía a Lanzarote, es más bien arenosa, por lo que andar por ella no es ningún problema. No obstante, las distancias pueden hacerse largas y perderíamos mucho tiempo si intentáramos ir andando a todos los sitios, por lo que se impone escoger una de estas dos alternativas:

Playa de la Francesa, con la montaña amarilla al fondo
- Taxi: varios todoterrenos ofrecen un servicio de taxi por la isla, por un módico precio debido a las cortas distancias de la misma.
- Alquiler de bicicletas: fue la opción que escogimos nosotros, y quedamos muy satisfechos. Hay varios caminos que comunican Caleta del Sebo con las diversas playas, que pueden ser fácilmente recorridos en bicicleta. Es una experiencia inolvidable el pedalear por un lugar tan especial. En el mismo pueblo, junto al puerto, al menos un local alquila bicicletas individuales y tandems para una hora, dos, medio día o el día completo, con precios (como casi todo en Canarias) muy interesantes, aunque no recuerdo lo que pagamos nosotros.

QUÉ VISITAR


La Graciosa es un destino fabuloso para desconectar, para descansar y para relajarse en playas vírgenes, paradisiacas, y excepto en algunos momentos, más bien desiertas. En nuestro caso, la visita era una mera excursión de un día, así que nos decidimos por visitar los puntos más interesantes de la isla sin estresarnos, cosa que sería un delito en un lugar como éste:
- Caleta del Sebo: la capital de la isla es inevitable puesto que el barco nos dejará allí y es posiblemente el único lugar para coger un taxi, alquilar una bicicleta o comer en un restaurante. Existe otro pueblo, que yo no visité, pero debe ser más una urbanización que un centro de servicios. Su tranquila bahía me gustó porque me pareció muy tradicional, con la playa y el puerto fundiéndose en una sola cosa, y las ortoédricas casitas blancas, de una sola altura, colocadas alrededor del agua, pero sin estar demasiado cerca. Perderse por sus calles es como volver al pasado, por tener absolutamente todas la arena natural de la propia isla como sustituta del asfalto.
- Playa de las Conchas: la playa más famosa de la isla está ubicada al lado opuesto al pueblo, dando la espalda a Lanzarote y mirando directamente al islote de Montaña Clara. Su arena es blanca y fina como pocas habré visto en toda mi vida, aunque las rocas negras que aparecen en ocasiones sobre la arena, o el volcán rojizo que tiene junto a ella nos recuerdan que estamos en una isla volcánica. Se puede subir a sus alrededores para contemplar una vista desde arriba, y tiene cierto oleaje.

Playa de las Conchas, la más famosa de la isla, con cierto oleaje
- Playas del sur de la isla (playa de la Francesa y de la Cocina): estas dos playas, fácilmente accesibles en bicicleta o incluso a pie desde Caleta en media hora o una hora respectivamente, son distintas pero igualmente espectaculares, y distan apenas 10 minutos a pie la una de la otra. La Francesa es una playa extensa, de aguas mucho más tranquilas que las Conchas, con aguas turquesa transparentes y un perfil suave. Mucho más pequeña es la playa de la Cocina, pero con el marco de la "montaña amarilla" tras ella, la vista de la playa es realmente preciosa, y las aguas son igualmente turquesas.
- Vistas de Lanzarote desde la Graciosa y viceversa: Todo el lado este de la Graciosa nos permite admirar la isla de Lanzarote, quizá desde su lado más agreste, ya que la "isla de los volcanes" muestra una pared de varios centenares de metros de altura, al oeste de Órzola. Desde Lanzarote, tenemos una vista espectacular de la Graciosa en el "mirador del río", obra de César Manrique, de la que ya hablé en el artículo sobre Lanzarote y este genial artista.

Playa de la Francesa, de aguas turquesas y tranquilas, con la "pared" que es el lado oeste de Lanzarote
Así que si tenéis tiempo para hacer una visita sosegada a Lanzarote, yo apuntaría esta pequeña isla vecina en vuestro programa. Para ir a la playa varios días a un lugar paradisiaco, alternativo y muy tranquilo, ésta también es vuestra isla.

martes, 6 de noviembre de 2012

Encanto serrano: CAZORLA y la ruta del BOROSA

"Cerrada de Elías", desfiladero de la ruta del río Borosa
Jaén, que seguramente sea la provincia andaluza menos explorada, por el hecho de no poseer mar ni tener una capital de tanta resonancia como Sevilla o Córdoba (las otras dos únicas provincias andaluzas sin salida al mar), guarda puntos de interés más que dignos de ser visitados, que no tienen nada que envidiar al resto del sur de España. Un buen ejemplo es Cazorla y las sierras de los alrededores que, con permiso de Sierra Nevada, forman el conjunto montañoso más atractivo de toda Andalucía. En él recorreremos su ruta de referencia: la ruta del río Borosa.

CAZORLA


Cazorla marca la frontera entre las extensas tierras de olivares que alfombran la parte más llana del territorio jienense, y la montaña que se extiende justo detrás del pueblo. Con unos 8000 habitantes, es la población más grande del este de la provincia, y la capital de la zona. Principal acceso al parque natural de las sierras de Cazorla, Segura y las Villas, Cazorla supone también el punto de mayor infraestructura turística, tanto de restaurantes como de alojamiento o de empresas de turismo activo, aunque sin haber perdido un ápice de su personalidad. No obstante, el pueblo en sí, es más que interesante para hacer una visita.

Vista de Cazorla al atardecer, desde la carretera que la une con Úbeda, pocos kilómetros antes de llegar
Cazorla es un ejemplo, de tantos, de típico pueblo andaluz. Su caserío, inmaculadamente blanco y con macetas llenas de flores, se deja querer por las cámaras de fotos de sus visitantes. El hecho de encontrarse ya en las primeras estribaciones de la sierra, hace que en su trazado sean protagonistas las numerosas cuestas de sus estrechas calles, cosa que se ve antes de llegar al pueblo, ya que llegando desde el oeste muestra todo su caserío, orgulloso, altivo y presidido por su castillo, varios kilómetros antes de llegar.

Una vez dentro del pueblo, invito a pasear sin plano, a perderse por sus calles, especialmente por aquellas peatonales, muchas de ellas gobernadas por escaleras, a uno y otro lado de su cercano río. El principal monumento de la población es el castillo de la Yedra, de origen musulmán pero modificado por cristianos en el s. XV, ubicado en un extremo y visible desde cualquier punto de Cazorla, siempre que la anchura de sus calles lo permita. La entrada, por muy poco dinero (3€ si no recuerdo mal cuando fui yo, la semana santa de 2011), incluye una visita guiada por sus dependencias, utilizadas como museo de artes y costumbres del alto Guadalquivir.

Vista parcial de Cazorla, con el castillo de la Yebra reinando sobre el blanco caserío 
Otros edificios representativos del pueblo serían las ruinas de la iglesia de Santa María, ubicadas en la plaza homónima, que son un raro ejemplo de iglesia en ruinas que se ha decidido dejar medio derruida en lugar de hacerla desaparecer. Hoy se utiliza como teatro al aire libre en los meses con mejor climatología. También merece la pena destacar el palacio de las cadenas, austero aunque hermoso palacio del s. XIX.

Saliendo de Cazorla en dirección a la sierra, la carretera se retuerce hasta el cercano puerto de las Palomas. Un mirador en la misma cima del puerto permite a los que lo deseen pararse a disfrutar de la vista, que nos muestra una parte del imponente parque natural de las sierras de Cazorla, Segura y las Villas, que con sus 2100 kilómetros cuadrados, es el espacio protegido de mayor extensión en todo el país, con mayor tamaño que la provincia de Guipúzcoa.


RUTA DEL BOROSA


Todavía habrá que hacer otros 30 kilómetros para que lleguemos a la piscifactoría que nos marca el inicio de la ruta de senderismo más conocida del parque, la ruta del Borosa.


Pequeña cascada del Borosa
El Borosa es un pequeño río que poco después del comienzo de la ruta desemboca en el Guadalquivir, su famoso vecino que también nace en esta sierra. La ruta que lo sigue va desde una piscifactoría hasta la laguna de Valdeazores, tiene unos 11 kilómetros de longitud (solo ida) y unos 700 metros de desnivel. Para recorrerla entera se necesitará todo el día, y aunque su longitud y desnivel son notables, la facilidad del camino, y la poca pendiente en casi todo el recorrido (se sube poco a poco, salvo en la parte de las cascadas) hacen que no me pareciera una ruta complicada. Su recorrido es muy interesante ya no solo por la belleza de los lugares por los que pasa, sino porque abarca una diversidad de paisajes enorme: veremos un desfiladero, llamado “cerrada” en esos lares, varias cascadas, alguna de un tamaño considerable, y finalizaremos con dos sugerentes lagunas de montaña.

La ruta comienza por una pista de tierra, sin dificultad, y por la que los más perezosos podrían circular si contratan los servicios de algún 4x4 en el parque. El primer gran punto de interés es la cerrada de Elías, un punto en el que el río se encajona caprichosamente y no deja espacio más que para sus cristalinas aguas, hasta el punto de que se ha instalado una pasarela siendo la única forma de seguir al río en este pintoresco punto. Los que vayan en todoterreno pueden continuar más para allá puesto que la pista sube para evitar el desfiladero, aunque para verlo no tendrán más remedio que caminar.

Laguna de Valdeazores, final de la ruta del Borosa
Se sigue por la pista, sin mayores complicaciones ni grandes desniveles, hasta que llega la zona de las cascadas; el río muestra diversos saltos de agua, entre los que el más alto es el llamado "salto de los órganos". En esta preciosa zona salvaremos el tramo con más desnivel, en la que incluso se han habilitado varios túneles en la roca (que se pueden recorrer, con cuidado, a oscuras, aunque yo si volviera llevaría una linterna) para poder seguir caminando. No mucho más allá nos toparemos con la laguna de Aguas Negras, parcialmente represada y que hace honor a su nombre, en un entorno de gran belleza.

Solo unos 20-30 minutos más a pie nos bastarán para llegar a la bonita laguna de Valdeazores. Con aguas no tan oscuras y con peces hambrientos (pudimos comprobarlo al compartir con ellos la empanada que llevamos para comer), la laguna nos saluda en un entorno todavía muy arbolado, a pesar de que la altura a la que nos encontramos es moderada ya (unos 1400 metros). Aquí la ruta acaba, con lo que nos despedimos de este pequeño rincón de sierra. La vuelta se haría por el mismo sitio que la ida.

CONSEJOS


Calle típica de Cazorla, con la montaña al fondo
Callejear con el coche por Cazorla es algo que puede volverse agobiante, debido a lo estrecho de muchas de sus calles. De hecho, existen varias que tienen semáforos para que los vehículos se turnen a la hora de ir en uno u otro sentido por ellas. Si te gusta conducir, no te asustan los retos y no vas a soltar juramentos si arañas tu coche, adelante, en caso contrario, recomiendo aparcar en alguno de los parkings que hay a la entrada del pueblo, y recorrerlo a pie. El más cercano y recomendable a la plaza de Santa María, centro histórico de Cazorla, es un aparcamiento al otro lado del río, poco frecuentado excepto las noches de fin de semana, que puede ser tomado por gente haciendo botellón.

Hablaré también del alojamiento, ya que el lugar donde dormí me dejó tan buen sabor de boca que me veo en la obligación de compartirlo en la red. Se trata de la casa rural “Plaza de Santa María”, se encuentra en la esquina de la plaza homónima y es una auténtica delicia. Hablamos de una casa blanca que parece querer recordar el pasado islámico de Andalucía, equipada con una terraza con vistas soberbias del castillo y de todo el pueblo, con una jaima (tienda de campaña típica bereber, usada en el desierto marroquí) en la que tomar alguno de los tés, cafés o infusiones que se ofrecían de forma gratuita en la cocina. No se ofrecen comidas aparte del desayuno, pero la cocina-comedor puede ser usada para comer lo que te lleves de casa o compres allí. Las habitaciones, espaciosas y encantadoras, siguen envolviéndote en ese toque “moruno” que tiene Andalucía, y yo les sacaría como único defecto el que tuviera que agacharme en algunas puertas. La amabilidad de los dueños es otro punto positivo más, y es que aunque suele ser típico en las casas rurales, allí me pareció realmente digna de mención. El precio, cuando yo fui, era de 50€ en temporada baja y de 60€ durante la alta, y merece totalmente la pena. Para más detalles, consultar su web (http://www.plazadesantamaria.com/). Y que conste que no me llevo comisión, lo hago porque realmente me encantó el lugar :)

Vista del caserío de Cazorla, marcando la frontera entre la montaña y el olivar

domingo, 4 de noviembre de 2012

Viaje a la India, día 9: Osiyan, Mandore & Jodhpur (aquí no hay turistas)

Mandore: stupa y templo del parque más limpio que vimos quizá en todo el viaje
Aquel día decidimos salirnos de la planificación típica de un viaje a la India, y pasar un día más en Jodhpur. No salió mal, aunque sobre todo Osian (u Osiyan) me pareció totalmente prescindible, no repetiría en caso de poder volver a atrás, y es prácticamente el único sitio del que puedo decir eso.

Comenzó el día con el viaje en coche a Osian, unos 65 kilómetros al norte de Jodhpur, con un todoterreno, que teníamos justo delante de nuestro coche, que tuvo que dar dos volantazos para evitar a dos autobuses distintos que adelantaron sin tener espacio para hacerlo... después de una semana en la India no me acostumbraba a la falta total de prudencia de los indios al volante. A la mitad del camino pasamos por un paso a nivel con barreras (subidas y/o bajadas por un par de señores, allí eso no se hace de forma automática) que estaba cerrado, y asistimos a otro ejemplo de la "ley de la selva" que impera allí en estos casos: los coches se nos colaban para pasar antes, y el tren, que no iría ni a 30 km/h, no tuvo ni gota de prisa para pasar...

Llegados a Osiyan, el templo por el que fuimos nos decepcionó. Las escaleras de acceso al mismo eran bonitas, pero con una lona azul que las cubría no se podían disfrutar igual. Los edificios en sí no tenían la carga decorativa de otros templos similares que habíamos visto con anterioridad. En el lugar éramos los únicos extranjeros, y es que Osiyan está en el centro de Rajastán, pero no pilla de paso entre las ciudades más turísticas del estado. Algunos devotos nos ofrecieron una especie de pasta de arroz en el templo, que rechazamos, por posibles cuestiones de higiene y porque no teníamos hambre.

Escalera del templo de Osian, a la que le sobraba el toldo azul
De regreso a Jodhpur, el pueblo del paso a nivel tenía las barreras abiertas, pero eso no evitó que volviéramos a quedarnos atascados allí. En esta ocasión se debió a que varios camiones y autobuses tenían dificultades para pasar en ambos sentidos por las estrechas calles cercanas al paso a nivel. Nadie quería echar marcha atrás, y tuvimos que ser nosotros los que lo hicieran, aunque a pesar de eso un bus no nos golpeó por muy poco.

Ya en el área metropolitana de Jodhpur, paramos en una localidad llamada "Mandore", a sugerencia de Noor, que apenas nos sonaba. Resultó ser un gran descubrimiento, porque tenía un parque al que no tenían acceso los vehículos a motor, mucho más limpio de lo normal en la India, sin prácticamente turistas extranjeros, con delicados templos y stupas de colores marrones y rojizos. Allí tuvimos nuestro primer contacto con primates salvajes y fuimos una auténtica sensación para los locales. En apenas una hora, hasta 5 grupos distintos de indios nos pidieron que nos hiciéramos fotos con ellos, 3 de ellos casi al mismo tiempo, en un momento en el que nos vimos desbordados y tuvimos que decirle a la gente que "se pusiera a la cola", por favor... jaja. Vimos a un grupo numeroso de gente vestida para lo que parecía ser una gran celebración.

Mandore. Mujeres ataviadas con coloridos saris. Como buenas indias, no les costaba nada sonreír
Ya en Jodhpur, repetimos en el restaurante con vistas en el que habíamos comido el día anterior. Allí sufrimos el mal de los restaurantes de este país, que te tienen esperando media hora después de haber pedido sin nada de comida, y de repente te lo traen todo de golpe y tienes que darte prisa para que no se quede frío... aunque el sitio volvió a gustarnos tanto como el día anterior.

Volvimos al hotel para pasar rápidamente por la habitación. Un conductor de tuk-tuk nos esperaba en la puerta, y al ofrecerme sus servicios le señalé la entrada del hotel. Le sonreí y él hizo lo mismo, consciente de que no podía ofrecerme nada en ese momento. Pero allí seguía cuando salimos, e incluso con más ganas que antes, nos volvió a ofrecer sus servicios. Me negué amablemente, y él, indignado, nos dijo: "YOU EVERYTHING NO TUK-TUK" (literalmente: "Tú, todo, no tuk-tuk"). Nos sonreímos por la muestra del inglés "de supervivencia" del que hacía gala el buen hombre, y por la capacidad de los indios para intentar hacerte sentir culpable por no usar su servicio aunque no lo necesites.

Jardines de Mandore
Fuimos al hotel Umaid Bhawan, el más lujoso de la ciudad, en el que todavía viven los descendientes del marajá que lo mandó construir en 1929. La visita tampoco me maravilló, debido a sus restricciones.Solo se podía ver una parte de una fachada del edificio, que además era la fachada a la que no pegaba el sol en ese momento, y el museo no tenía gran cosa aparte de una ostentosa colección de coches. El edificio, muy moderno y casi más británico que indio, impresiona por sus dimensiones pero no fue de lo más bonito que vimos por allí.

Como aun quedaba tiempo y Steffi tenía antojo de comprarse una falda, con la ayuda de Noor fuimos a alguna tienda a ver qué conseguíamos. Nos llevó a un almacén, más que una tienda, a las afueras, pero ir a allí supuso tener que soportar como los dependientes nos enseñaban toda su mercancía, aunque no tuviéramos interés más que en una falda y así se lo dijéramos. Sábanas, manteles... la verdad es que se aburren y si te tienen dentro de la tienda intentan venderte los productos más caros que tienen. Como no nos gustaron las faldas, volvimos al centro.

Palacio y hotel "Umaid Bhawan"
En la concurrida zona del reloj, Steffi compró un pantalón a 100 rupias (1,5€), y cuando buscábamos faldas de nuevo, un hombre se ofreció a enseñarnos su tienda, que tenía faldas. Le hicimos caso, pensando que era de una tienda tres puestos más allá, pero tras 5 minutos siguiendo su paso acelerado, nos dimos cuenta de que era un "cazaclientes", que nos quería llevar a una tienda más alejada, que ni siquiera era suya, para cobrar una buena comisión si comprábamos algo. En esa tienda, nos ofrecieron faldas a 3000 rupias (unos 45€), que lógicamente no nos interesaban, y por las que ni quisimos regatear (¡ese dinero es casi el sueldo medio mensual de un indio!). El cazaclientes nos dijo que conocía otra tienda con "faldas para estudiantes" (asumió que no querer pagar 45€ por una falda era "ser estudiante", ¡qué jeta!), y siguió caminando a paso ágil, siempre 30 metros por delante de nosotros, porque ni nos daba oportunidad de seguirle... cansados de esa tontería, en un cruce de calles, viendo que el hombre no se giraba para ver si le seguíamos, decidimos darle esquinazo, riéndonos a carcajadas de aquella situación surrealista.

Fuimos a descansar al hotel, donde bebiendo algo vimos la puesta de sol. Allí descubrí un plato que me encantó: "malai kofta", una especie de albóndigas para vegetarianos, con verduras por dentro y una salsa láctea acompañando. Y nos fuimos a descansar pensando en el larguísimo viaje que nos esperaba al día siguiente para ir hasta Udaipur.

Atardecer en Jodhpur, desde nuestro hotel, el "Pal Haveli", con el fuerte de Mehrangarh a mano derecha