sábado, 9 de febrero de 2013

Casas con entramado de madera; 4 estilos, 4 países y un mismo encanto: COLMAR, COSTA NOVA, GOSLAR Y HONDARRIBIA

Lo reconozco. Soy admirador de la arquitectura popular. Y aunque me gusta prácticamente toda ella, sea del tipo que sea, ya sean casonas de piedra típicas de lugares de montaña, casitas blancas de un pueblo andaluz o pallozas de los Ancares, siento especial debilidad por las casas con entramado de madera. Y curiosamente, este tipo de arquitectura, con sus diferentes interpretaciones y estilos, está entre las más comunes en Europa, estando presente en varios países. Así que con la entrada de hoy pretendo presentar 4 poblaciones, cada una en un país distinto (España, Portugal, Francia y Alemania), a veces junto al mar, a veces lejos, en el centro de Europa o en donde parece llegar a su fin, cuyo mayor legado es ése, tener un conjunto, más o menos antiguo, de casas con entramado de madera. Todas ellas pueden tener otros reclamos de interés, pero para mí su punto fuerte es ése, las visité por ese motivo, y siempre quedé encantado.

Quai de la Poissonnerie (muelle de los pescadores), quizá el rincón con más encanto de Colmar


COLMAR (Alsacia, FRANCIA)


Colmar es una pequeña ciudad alsaciana, ubicada en la zona nororiental del país, muy cercana a las fronteras con Suiza y Alemania, 75 kilómetros al sur de Estrasburgo. Como muchos otros sitios de Francia, y particularmente Alsacia, es una población con un conjunto de casitas con entramado espectacular. Al contrario de lo que pasa en Estrasburgo, donde muchos edificios así son blancos, como por ejemplo los de los curtidores, en Colmar todas las casas tienen vivos colores, lo que les confiere un encanto especial. Aunque todo el casco antiguo tiene muchas casas así, y prácticamente no hay calle que no tenga alguna, el punto más hermoso quizá sea el "quai de poissonnerie" (muelle de la pescadería), una calle que aparte del encanto de sus casas es atravesada por un pequeño canal que concretamente en ese punto tiene un embarcadero para que los turistas cojan una de las barquitas que surcan el mismo, que también cruza la "petite Venise" (pequeña Venecia), otro rincón con especial encanto, donde el canal divide dos manzanas de casas con entramado que acogen agradables restaurantes. Estos nombres tan evocadores del agua se juntan con muchas otras plazas encantadoras sin el "líquido elemento".

La ciudad también es conocida por su interesante mercado navideño.

"Petite Venise" (pequeña Venecia), recoleto rincón de Colmar, como toda la ciudad, lleno de flores
Yo dediqué a Colmar un día entero, perdiéndome sin plano por sus calles, y no me arrepiento. Es fácil llegar en tren a esta ciudad, ya que se encuentra en la vía que comunica Estrasburgo con Basilea, ya en Suiza.

COSTA NOVA (Región central, PORTUGAL)


Pasamos de una ciudad a centenares de kilómetros del mar a un pueblecito costero. Costa Nova, muy cerquita de Aveiro, es una población turística que tiene junto a la playa casas de pescadores (llamadas "palheiros") con listones de madera rectos con vivos colores. Las casas se sitúan en un estrecho saliente con mar a uno y a otro lado de esta porción caprichosa de la geografía portuguesa que es la ría de Aveiro, y hay varios centenares de metros de la primera a la última. Hay edificios que son viviendas particulares, y otros han sido aprovechados para ubicar en su bajo un restaurante, que al menos en el caso del que yo visité, tenía unos precios bastante populares (algo maravillosamente frecuente en Portugal).

Casitas alineadas junto al mar en Costa Nova, en la ría de Aveiro
La visita a esta zona se puede completar con un baño en la playa de la misma población y con una visita a Aveiro, la llamada "Venecia portuguesa", a la que este apelativo le queda grande, a mi juicio, pero que bien merece una visita por sus casas azulejadas y sus curiosos "moliceiros", los barcos originalmente rematados con una proa curva que surcan sus canales.

Que sepa un servidor, solo se puede llegar en coche particular a Costa Nova.

GOSLAR (Baja Sajonia, ALEMANIA)


Goslar, otra pequeña ciudad de provincias con 43.000 habitantes, se encuentra en el poco poblado centro geográfico de Alemania, junto a la sierra de Harz. Con tres lugares patrimonio de la humanidad (su casco histórico, sus minas de Rammelsberg y la gestión hidráulica en la sierra de Harz), esta pequeña ciudad parece sacada de un cuento de hadas. Con el pequeño río Gose que cruza su casco antiguo y que nace en las proximidades, cuenta con edificios históricos, como el palacio imperial o el edificio que preside la plaza mayor, que podría pasar por su ayuntamiento pero es el hotel Kaiserworth, además de una sección entera de su casco antiguo llena de casitas blancas con entramado junto al riachuelo. La iglesia de los santos Cosme y Damián permite subir a su torre para contemplar una hermosa vista de todo Goslar y de las montañas de los alrededores.

Vista de Goslar, con sus casas con entramado junto al diminuto río Gose
Se puede llegar a Goslar en tren, y yo lo hice desde la capital del estado, Hannover.

HONDARRIBIA / FUENTERRABÍA (País Vasco, ESPAÑA)


Dentro de la gigantesca y maravillosa variedad de arquitectura popular que hay en España, aún queda un pequeño espacio para las casas con entramado de madera, que aunque poco frecuentes, encuentran su sitio en zonas como País Vasco, Navarra o Castilla y León. Aunque se me ocurren otros representantes como la Alberca o Covarrubias he elegido Hondarribia (también llamada Fuenterrabía en castellano, utilizándose ambos indistintamente, siendo oficial solo el nombre vasco), por su encantador barrio de la Marina. Casitas con entramado, o al menos con los balcones de madera, alegremente pintados en múltiples tonalidades de colores alegran esta población situada a 25 kilómetros de San Sebastián, pegando a la desembocadura del río Bidasoa que es el punto fronterizo entre Irún y Hendaya, entre España y Francia.

Plaza mayor de Hondarribia
Al aliciente del barrio marinero de Hondarribía hay que añadir los de su casco antiguo propiamente dicho, que cuenta con el castillo de Carlos V, habilitado actualmente como parador de turismo, o el palacio de Zuloaga, quizá el mejor ejemplo de palacio civil de la ciudad, hoy usado como registro civil y biblioteca.

La visita a esta ciudad se puede complementar disfrutando de la playa si el tiempo lo permite o visitando la cercana y hermosísima San Sebastián, que bien se merece una entrada que espero escribir algún día. Si queremos seguir disfrutando de entramado de madera, podemos entrar en Francia donde la capital del País Vasco francés, Bayona, bien podría haber sido la representante francesa en este post.

Para llegar a Fuenterrabía bien podemos acercarnos a Irún en bus o en tren, muy bien comunicada como puerta de entrada a España, y desde ahí acercanos en bus a Hondarribia. En el término municipal está el aeropuerto de San Sebastián, que aunque no sea el de mayor tráfico del País Vasco, puede ser una buena puerta de entrada.

Otra instantánea del encantador barrio de la Marina, en Fuenterrabía

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