lunes, 31 de octubre de 2011

La magia del Danubio está en BUDAPEST (II)

Vista de Budapest desde la ciudadela
Tras el primer post, que recomiendo leer con anterioridad, había que hablar de los principales puntos de interés de la capital húngara... pues a eso vamos.

¿Qué ver en Budapest? La lista es casi interminable. Una prueba es que la UNESCO haya dividido en tres zonas los lugares de la ciudad a premiar y a proteger como "Patrimonio de la Humanidad": el barrio del castillo de Buda, la avenida Andrassy y las riberas del Danubio. Aunque fuera de estas zonas la ciudad todavía nos guarda sorpresas. Iremos por orden, de Buda a Pest:

- BUDA:

El barrio del castillo de Buda se denomina así porque durante mucho tiempo alojó un castillo. Tras muchas guerras y posteriores reconstrucciones, el edificio que llega hasta nuestros días más parece un palacio que una fortaleza, pero sigue manteniendo su encanto. Como la mayor parte de Buda, está a una cierta altura sobre Pest y sobre el nivel del Danubio, lo que le confiere un aire dominante visto desde abajo, y unas buenas vistas del resto de la ciudad si estamos arriba. Hoy aloja varios museos. Junto a él, a escasa distancia, se sitúan otros lugares de gran interés como la ecléctica "iglesia de Matías", restaurada en estilo neogótico, que está situada junto al pintoresco mirador llamado el "bastión de los pescadores". Este mirador, también de estilo neogótico, recibe ese nombre porque la vigilancia de esa zona en época medieval fue ordenada a este gremio de trabajadores. Sus siete torrecitas representan a las siete tribus magiares que se asentaron en la zona hace ya más de 1000 años. Hoy es uno de los mejores miradores de la ciudad, con una panorámica excelente sobre el Danubio y algunos de los mejores monumentos de Pest, como el parlamento. El resto del barrio está protagonizado por elegantes casitas, unas cuevas, y una gruta en la que como curiosidad, se ha instalado una fuente que en lugar de dar agua, da vino.

La colina de Gellert, está algo más alejada de los rincones con mayor encanto de la ciudad, pero a cambio es más tranquila y más alta que la presidida por el castillo. Tiene los restos de la antigua ciudadela (cañones incluidos) y varias esculturas de gran tamaño como la de la "libertad". En su base se encuentra el hotel del mismo nombre, conocido por ser uno de los más lujosos de la ciudad y por albergar unos de los mejores baños termales de la capital húngara. Junto a él, el puente de la libertad es posiblemente el segundo más elegante tras el de las cadenas.

- PEST:

Maqueta del parlamento húngaro en el interior del mismo
Pest conoció un gran desarrollo durante la época en la que el imperio austriaco pasó a denominarse "austro-húngaro", porque la gran capital, Viena, pasó a compartir su capitalidad con la cercana Budapest (a solo 270 kilómetros de distancia). Otros muchos pueblos aglutinados en ese imperio no conocieron ese reconocimiento y esperaron a que éste cayera en la I Guerra Mundial para lograr su independencia. Esa época dorada para la ciudad supuso la construcción de muchos de sus monumentos a este lado del Danubio, de la primera línea de metro de la Europa continental (solo funcionaba el metro de Londres en aquel momento) y de una elegancia que puede recordar a Europa Occidental, especialmente a Viena, en la que se inspiró para algunos edificios como el de la Opera.

El Parlamento de Budapest, se comenzó a construir para conmemorar los 1000 años de historia de Hungría en 1896 y se acabó solo ocho años después. Está ubicado junto al río a imagen del parlamento londinense y, como éste, tiene estilo neogótico, y quizá sea el edificio de mayor fama de la ciudad. Está dividido en dos partes idénticas y simétricas y en él se muestran objetos de gran valor como la corona que aparece en el escudo del país, con su cruz inclinada. Es el mayor edificio del país y el tercer mayor parlamento de todo el mundo. En el centro, una cúpula con una altura de 96 metros corona el conjunto, cúpula que mostró una estrella roja durante las décadas en las que el comunismo imperó en el país.

Museo de la plaza de los Héroes

La avenida Andrassy, va del parque de la ciudad (presidido por la "plaza de los héroes") en dirección al Danubio, y tiene bajo sus pies la línea de metro de la que hablé anteriormente, de estilo art déco. La elegancia de la avenida, con hermosas fachadas, nos puede recordar a París, y tiene a la ópera a media altura como principal exponente de esa elegancia. El edificio de la ópera de Budapest se construyó tras la hecha y ya en la época célebre ópera de Viena, con un tamaño inferior pero con una elegancia y decoración que nada tenían que envidiar a las de la primera capital del imperio. Hay visitas (como otros edificios de la ciudad) con guías en varios idiomas, incluído el castellano.
Otro edificio de la avenida es la "casa del terror", llamada así porque es el edificio que fue el cuartel general de las tropas nazis húngaras primero, y de las comunistas después. En él se habla sobre esos dos periodos negros en la historia de Hungría, casi consecutivos, que provocaron grandes derramamientos de sangre.

Al fondo de la avenida encontramos la plaza de los héroes, con una columnata que corona una gran plaza "medio peatonal", flanqueada por museos a ambos lados, y que es la bienvenida al llamado "parque de la ciudad". Este parque, un pulmón en el centro de Pest, alberga el castillo de "Vajdahunyad", también de la misma época (finales del s.XIX y principio del s.XX) y el famoso balneario de Szechenyi. Y es que Budapest es probablemente la ciudad con más fuentes termales de toda Europa, y estos baños son los baños medicinales más grandes del continente. Por un precio asequible para lo que suele ser un spa, se puede disfrutar de un precioso edificio de principios del s.XX y de múltiples piscinas de agua fría, templada y caliente, tanto externas como internas, en lo que parece una versión elegante, lujosa y termal de las piscinas municipales de una ciudad española.

La "Casa del Terror", en la avenida Andrassy
Otros monumentos de Pest son su imponente basílica de San Esteban, de estilo neoclásico y de planta de cruz griega, y la sinagoga, que con capacidad para 3000 personas es la segunda más grande del mundo, tras una ubicada en Nueva York. Junto a ella se ha colocado un museo judío, que recuerda la época del holocausto nazi. Los límites del "gueto de Budapest" se ubicaron muy cerca de ella.

Por último, ni en Buda ni en Pest, la isla Margarita acoge un gran parque totalmente rodeado por el Danubio. Existe dos puentes, uno en cada extremo, que la unen tanto con Buda como con Pest.

Hungría pertenece a la Unión Europea desde 2004 y por tanto para visitarla por parte de un ciudadano del espacio Schengen solo se necesita el DNI. La moneda en la actualidad es el florín húngaro aunque en un futuro probablemente acaben adoptando el euro. No hay diferencias horarias con respecto a la España peninsular, y se puede llegar con aviones directos de Iberia, Malev Airlines o compañías de bajo coste como Wizzair.

sábado, 22 de octubre de 2011

La magia del Danubio está en BUDAPEST (I)

Bastión de los Pescadores
Cuando yo nací (para los que no lo sepan, en 1984), Europa estaba dividida. Hoy día podemos pensar que seguimos divididos de muchas maneras, por ejemplo entre la Europa de la UE y la que no pertenece a ella, o entre la del euro y la de otras monedas, o entre la próspera (o ya no tanto) Europa Occidental y la más pobre de otros países también europeos como los del sureste... pero lo de hace más de 20 años era una división mucho más evidente: La Europa comunista y la capitalista.

En aquella época viajar por Europa era posible, pero mucho más limitado (aparte de caro). El telón de acero suponía una barrera difícil de superar tanto para unos como para otros. Berlín incluso tenía un muro para evitar esos movimientos.

Por suerte, todo esto fue cayendo a finales de los 80 y sobre todo a principio de los 90, y hoy esa división no existe. Las consecuencias de aquella transformación las estamos viendo hoy: alrededor de una decena de países del antiguo bloque comunista está ya en la UE, y alguno incluso ya tiene el euro. Algunos más luchan por ingresar. Sus economías están a la cola de la UE, pero suben a buen ritmo y las diferencias con Europa Occidental ya no son las de antes... aunque yo aquí me quiero fijar en otra consecuencia que a mí me interesa mucho, y es que esto ha posibilitado el libre movimiento de gente entre Europa Occidental y Oriental.

No sé si el motivo es el exotismo de aquellas tierras, europeas pero muy diferentes a España, si es porque son más asequibles para el bolsillo, o simplemente porque desde el principio esos lugares me gustaron (mi primer viaje al extranjero fue a Rumanía, en 2001, y fue toda una experiencia), pero soy un apasionado de esa vieja Europa Oriental que estuvo bajo el comunismo, de esa Europa muchas veces desconocida por los que estamos más al occidente, y que está empezando a despertar, a desarrollarse, y a recibir el turismo que se merece, porque allí hay mucho que conocer.

Y aunque no es la ciudad que mejor cumple los "clichés" de Europa Oriental que quería presentar... hecha esta reflexión, voy a hablar de Budapest, una de las ciudades más interesantes de toda la zona.

Puente de las Cadenas y palacio del castillo de Buda
Budapest es la capital de Hungría. Este pequeño país, de parecido tamaño a Portugal y más pequeño que la región española de Castilla y León, es más "centroeuropeo" que de Europa Oriental, y no solo en el sentido geográfico. Teniendo como vecinos a países tan dispares como Austria, Serbia o Ucrania, Hungría representa en muchos aspectos un tránsito entre países como los que acabo de citar, aunque con una marcada personalidad propia.
Y digo esto porque en otros aspectos, Hungría bien parece una isla... por ejemplo, porque es uno de los pocos países de la zona que no habla una lengua eslava, ni tampoco germana. El idioma húngaro tiene un origen incierto (se le suele comparar con el vasco), que le asemeja, aunque solo ligeramente, a los idiomas finés y estonio, hablados en países que no son precisamente vecinos de Hungría... los que hayáis estado por allí sabréis de lo que hablo, los que no, os diré que es un idioma que si lo llamas "el idioma del demonio" delante de húngaros, no se van a enfadar... más bien van a reírse o incluso admitir que de algún modo es verdad. Aunque esto no quita (más bien al revés) para que los húngaros sean muy buenos hablando idiomas... la gente de mi edad que conocí por allí sabía al menos inglés (y muy bien) y un tercer idioma, que para nuestra fortuna, en bastantes ocasiones era el español (junto a francés, italiano, o alemán...).

Budapest es una de las ciudades más interesantes de Europa, y una de las capitales del nuevo turismo de la Europa post-comunista. Praga quizá goce de más fama, pero Budapest va despertando y cada año que pasa es más popular que el anterior (lo cual por desgracia se nota en los precios), empezando ya a alcanzar las cotas de celebridad que merece. Presume de estar en "el corazón de Europa", algo en lo que no les falta razón, y para comprobarlo solo hay que coger un mapa europeo y ver la ubicación de la ciudad. Tiene alrededor de 1.800.000 habitantes (muy similar a Barcelona), y es la ciudad más importante a todos los niveles de Hungría. Para que os hagáis una idea del significado de esta ciudad para el país, solo citaré el dato de que Debrecen, la segunda mayor ciudad de Hungría, supera por poco los 200.000 habitantes...

Vista de la ciudad desde el bastión de los pescaderos, con el parlamento presidiendo
Una de las primeras cosas que llaman la atención en Budapest es su río. El Danubio, no tan azul como dicen los tópicos, es parte indispensable en la ciudad, hasta el punto de que no es posible imaginarla sin él. Ha tenido una importancia capital en la configuración de la ciudad, a la que divide en dos. ¿Divide o une? Por las dimensiones del río, ha llegado hace relativamente poco tiempo la construcción del primer puente que unió las dos orillas (1849), y antaño realmente el río dividía a la ciudad en dos poblaciones distintas: Buda y Pest. Ese puente, llamado el "Puente de las Cadenas", también es el más bonito de la ciudad y hoy es uno de los monumentos más fotografiados de la misma. Su importancia fue capital a la hora de "fusionar" las dos ciudades que estaban a cada lado del río, Buda y Pest, en una sola (más Óbuda, pequeña población con ruinas romanas en la orilla de Buda pero más al norte), lo cual explica el nombre actual.

Buda y Pest, después de más de un siglo unidas, no han perdido en absoluto su personalidad, y siguen siendo muy distintas todavía hoy. Buda está llena de colinas, mientras que Pest, mucho más llana, ha sido la que se ha sacrificado para acoger el crecimiento que ha vivido la ciudad. Es por esto que Buda se ha humanizado menos, está más arbolada y es sensiblemente más cara para vivir. Pest, a cambio, está mejor comunicada por transporte público, y acoge a la inmensa mayoría de la población.

Baños termales Szechenyi
CLIMA EN BUDAPEST:

Inauguro con este post una sección que puede resultar interesante, sobre el clima que tiene la ciudad y cuándo puede ser más interesante visitarla.

El clima de Budapest es bastante continental, dado que es la capital de un país sin salida al mar, y que de hecho la ciudad está ubicada a unos 500 kilómetros de la costa más cercana, que sería la del noroeste de Croacia. Esto provoca que se aprecie un clima templado, como en la mayor parte del continente europeo, pero algo más extremo que en otros lugares más cercanos al mar: el invierno puede ser bastante frío, con nevadas en algunos casos bastante importantes, mientras que el verano suele ser seco y muy caluroso. Por poner una comparación cercana, podríamos compararlo con Madrid, también lejos del mar, y el hecho de estar más al norte se ve compensado con el hecho de estar a menos altura que la capital de España. La primavera y el otoño, con temperaturas más agradables, son las épocas que suelen concentrar las precipitaciones.

Y para no hacer interminable el post, hablaré de las mayores atracciones de la ciudad en una segunda parte que publicaré muy pronto.

sábado, 23 de abril de 2011

Una isla marcada a fuego: Lanzarote (II) - Cuando la desolación es belleza

Viñedos de la Geria, sur de la isla
Después del primer escrito sobre Lanzarote dedicado al artista César Manrique, y que recomiendo leer con anterioridad, va una segunda parte dedicada al mayor legado de la isla, el de su propia naturaleza volcánica, evidente en toda la isla, y que convierte a Lanzarote en un lugar único.

Porque hay vida más allá de Manrique. La isla cuenta con numerosos puntos de interés, especialmente de carácter natural, que son anteriores al artista, y aunque toda la isla es hermosa, yo destacaría:
Montaña de Fuego, parque nacional de Timanfaya
- Parque Nacional de Timanfaya: El que probablemente sea el rincón más valioso de la isla de Lanzarote fue un lugar de destrucción durante años. La tierra se abrió en 1730 en el Volcán del Cuervo, y prácticamente sin interrupción, la lava corrió por el oeste de la isla durante seis largos años, destruyendo varios pueblos y convirtiendo la parte más fértil de la isla en un lugar desolador, sin espacio para la vida. Mucha gente emigró, sus casas se fundieron, literalmente, con la lava que, a más de 1000ºC, lo arrasó todo a su paso. La isla incluso creció en superficie con las nuevas tierras emergidas. Y gracias a la baja pluviosidad de la isla, la recuperación hoy es lenta, aunque visible, en arbustos y sobre todo líquenes que crecen sobre los mares de rocas magmáticas que dominan el parque. Debido a su conservación, la mayor parte del parque tiene el acceso restringido y no se puede acceder a ella ni andando, aunque existen tres rutas que se pueden hacer:
La ruta de las montañas de fuego, que con un viaje en autobús nos muestra zonas de desoladora belleza en una zona en la que el vulcanismo está latente hasta llegar al restaurante de Manrique. La ruta de Tremesana, que se hace andando y que hay que reservar con meses de antelación (yo me quedé sin hacerla) y la ruta litoral, una travesía larga y difícil junto a la parte marítima del parque nacional, que muestra los acantilados que han resultado y las playas negras vírgenes que se han creado desde entonces. La ruta en bus posiblemente sea la más espectacular (también la más masificada), y las explicaciones son dadas en inglés y alemán aparte del castellano.

- Parque Natural de los volcanes: Esta extensión de terreno, que rodea al parque nacional, guarda otros lugares igualmente arrasados por las erupciones de Timanfaya pero que no exigen tanta protección. El paisaje es muy similar y tenemos la ventaja de que las restricciones de paso son menores. Aquí sí se puede subir a las crestas de algunos volcanes o entrar en su interior, y además desde algunos lugares tendremos buenas vistas de la parte correspondiente al parque nacional. Yo recomendaría la visita al volcán del Cuervo, porque es un paseo corto y sencillo, fácil de encontrar y realmente espectacular. Su color negro asusta y muestra su vulcanismo reciente, aunque incluso dentro de su cráter algunas flores se van abriendo paso. Otra ruta algo más larga pero también recomendable es la que visita los volcanes de Caldera Blanca y la Caldereta. En este caso la belleza se debe al contraste entre los mares de lavas y los volcanes. Estos dos volcanes no entraron en erupción entre 1730 y 1736, por lo que sus colores son mucho más claros (blanquecino el primero y más bien verde el segundo) pero sus alrededores vieron correr ríos de lava de otros volcanes cercanos, por lo que representan dos gotas "terrenales" en medio de un mar de "infierno lávico". Caldera Blanca, además, tiene unas dimensiones espectaculares, que le hacen ser el volcán más grande de la isla, con algo más de 1 kilómetro de diámetro.

Volcán de el Cuervo, parque natural de los volcanes, junto a Timanfaya
- Cueva de los Verdes: Esta original cueva tiene poco en común con las cuevas a las que estamos acostumbrados. Se trata de una sección del tubo volcánico que surgió de la erupción del cercano Volcán de la Corona, tubo al que también pertenecen los cercanos "Jameos del Agua" de los que escribí anteriormente. Este tubo volcánico es el más largo que se conoce en todo el Mundo.
La Cueva de los Verdes no tiene, por tanto, ni estalactitas ni estalacmitas, sino más bien los restos de la lava que se solidificaron tras aquella erupción fechada en torno a hace 5000 años, que corrieron en forma de río por el tubo durante aproximadamente un año. La visita es muy peculiar y guarda una sorpresa al final de su recorrido :) Y además tiene algo de valor etnográfico e histórico, puesto que ha sido utilizada como escondrijo "anti-piratas" por los lanzaroteños en alguna ocasión.

- La Geria: En la zona centro-sur de la isla, la Geria es el mejor ejemplo del esfuerzo y tesón de los "conejeros" (gentilicio popular para los habitantes de Lanzarote) por sacar provecho agrícola a una tierra difícil, muy difícil. En las cercanías del Parque Nacional de Timanfaya, las pequeñas escorias lávicas formadas tras las erupciones obligaron a los agricultores a excavar a varios metros de profundidad en busca de la tierra fértil anterior a la erupción. En ese lugar, siendo en ocasiones de más de un metro de profundidad, pudieron plantar sus explotaciones, entre otras, de viñedos. Para evitar que la fuerza del alisio (el viento típico canario) dañara las plantas, se hicieron unos muros en la dirección de la que viene el viento, pero permitiendo que capte su humedad. El resultado son unas plantas difíciles de trabajar, pero un vino muy digno y un paisaje de gran belleza y valor etnográfico.

- El Golfo: Este pequeño pueblo al sur del Parque Nacional de Timanfaya guarda una de las estampas más fotogénicas de la isla. En sus inmediaciones, Lanzarote echó mano de su paleta de colores y puso en muy poquito terreno toda la gama imaginable: el acantilado tiene el típico color negro de la isla con tonalidades amarillas/beige muy particulares de aquí. La tierra añade al negro un particular color rojizo. Evidentemente, tenemos el agua del mar de color azul, y por último, el quizá más sorprendente de todos, el verde. Y es que ahí se encuentra la Laguna de los Ciclos, que luce un enigmático color verde gracias a la presencia de unas algas en su interior. Además, este lugar es morada de una piedra semipreciosa llamada "olivina" que se vende (curiosamente sin vendedor, hay mesas con piezas de olivina y una hucha para que pagues si quieres una) allí mismo y que es muy usada en la isla. Se recomienda ver el conjunto desde el mirador junto al pueblo, y bajar a la playa en la que se encuentra la laguna, dando una vuelta en coche de varios kilómetros.

Laguna de los Ciclos, el Golfo
- Salinas de Janubio: Estas salinas, en su tiempo las mayores de Canarias, son otra visita destacada al sur de la isla. La gama de colores que ofrecen las balsas para desecar el agua marina y obtener la sal dan la belleza al lugar. No cometáis el error que hice yo de visitarlas a última hora de la tarde, puesto que el hecho de tener el sol de frente hace que no ofrezcan el mismo colorido. A pesar de ciertos problemas que les han hecho reducir la producción siguen estando en funcionamiento, y la sal que producen se considera de gran calidad.

- Los Hervideros: Junto a los dos anteriores, completa el triángulo de interés justo al sur de Timanfaya. Los Hervideros es una zona (una más) en la que admirar los recortados y originales acantilados de lava solidificada, en un espectáculo continuo resistiendo las batidas de las olas del mar. En este caso se ha habilitado un pequeño camino que se introduce en las formaciones (pero ojo, porque las olas, si son fuertes, pueden llegar a mojar a los visitantes). Por su ubicación mirando al oeste, puede ser un buen lugar para ver una puesta de sol.

A pesar de todo esto, Lanzarote se queda en sol y playa para muchos de sus visitantes. Y es que esta isla, por si fuera poco, a pesar de su carácter volcánico, posee playas que bien pueden ser de las mejores del archipiélago, con permiso de Gran Canaria y sobre todo de la despoblada Fuerteventura. Al sur de la isla, playa de Papagayo y playa Flamingo ofrecen aguas de color azul turquesa y arena blanca o dorada. No las visité puesto que me comentaron que el acceso en coche era de pago, pero las fotos del lugar parecen espectaculares. Otras playas que no tienen mucho que envidiar a estas son las de Costa Teguise, y de arena algo más oscura las de Puerto del Carmen. Para los amantes del surf, la playa de Famara casi "garantiza" vientos constantes.

Y para los amantes de las playas paradisiacas y al mismo tiempo vacías de gente, las de la isla de la Graciosa. Pero de la Graciosa ya escribiré en otro post, que es un lugar tan peculiar que lo merece y además aunque dependa administrativamente de Lanzarote, es otra isla con características muy distintas.

Finalizando, no subestiméis a Lanzarote por su pequeño tamaño ni la ignoréis frente a otras islas mayores o más pobladas; es muy recomendable y ofrece varios de los lugares más bonitos de Canarias.

Playa de Costa Teguise

jueves, 14 de abril de 2011

Una isla marcada a fuego: Lanzarote (I) - El legado de Manrique

Lago de los Jameos del Agua
Si ya de por si la España peninsular es un territorio de gran diversidad cultural, paisajística, artística, etc... España todavía guarda sorpresas con la existencia de dos archipiélagos en el país que, sobre todo en el caso de Canarias, poco tienen que ver con la Península.

Las islas Canarias son otro mundo. No salimos de España, pero nos vamos más lejos de la capital de España de lo que lo está cualquier población marroquí o portuguesa continental, y casi cualquier francesa. El viaje en avión desde Madrid va de las dos y media a las tres horas, y cambiamos hasta de huso horario. Una vez nos bajamos del avión, el paisaje no tiene nada que ver, el color oscuro de muchas porciones de tierra recuerda más a África que a la España continental, y la arquitectura, de casitas blancas de proporciones ortoédricas también parece más propia de más allá del estrecho de Gibraltar. No es extraño, puesto que Canarias, a pesar de pertenecer a España y a la UE, está mucho más cerca de África que del continente europeo. Y por el carácter colonial que las Canarias tuvieron para los españoles, también se puede apreciar un aire americano en su arquitectura, especialmente en islas como Gran Canaria.

Casa de César Manrique y sede de su fundación
Estas islas se han hecho famosas, especialmente en Europa, por poseer uno de los climas más privilegiados del Mundo a día de hoy. Su temperatura en la costa oscila de forma permanente entre los 15ºC y los 30ºC, y sus lluvias, aunque distintas entre unas islas y otras (siendo más frecuentes en las islas de mayor relieve y más occidentales, como La Palma o Tenerife, y más escasas en las más llanas y orientales, como Lanzarote y Fuerteventura), suelen ser muy escasas. Un clima que permite a los canarios ahorrar en abrigos y potencialmente poder disfrutar de la playa en cualquier época del año. Y a pesar de eso, tienen temperaturas más suaves que las de media Europa en pleno verano.
Este clima, hoy paradisiaco, les ha causado gravísimos problemas en el pasado, cuando las frecuentes sequías hacían difícil la supervivencia. Hoy, existen desaladoras para poder beber el agua del mar y en caso de necesidad, se llevan barcos con agua potable desde la península. No extraña que sea fácil ver letreros pidiendo un uso responsable del agua.

Las islas Canarias, en su diversidad, tienen un gran punto en común: todas son de origen volcánico. Hace millones de años, las erupciones volcánicas frecuentes de la zona hicieron que emergieran estas porciones de tierra sobre el océano, que en esa zona tiene una profundidad de miles de kilómetros por debajo del nivel de las aguas. El vulcanismo se expresa en ellas de forma distinta, y si bien algunas están en la fase de creación y expansión, como Lanzarote y la Palma, con varias erupciones en los últimos siglos, otras como Fuerteventura están ya en una fase de erosión y se parecen más al vecino desierto del Sáhara que a sus islas hermanas.

Vista de la isla de la Graciosa desde el mirador del río
Y en este contexto, Lanzarote es quizá la más volcánica de las 7 islas, la que más muestra su condición y es en la que la vida gira más en torno a los volcanes, presentes en toda la isla. Y es que no hay prácticamente lugar turístico de la isla cuya esencia no sea el vulcanismo lanzaroteño.

Hace siglos, esta isla de unos 800 kilómetros cuadrados, un tamaño medio en el archipiélago (es la 4ª isla por tamaño), con su tono de tierras rojizas, marrones y negruzcas aunque con una cantidad digna de playas de arena (negras y no tanto), era un lugar inhóspito que en ocasiones no gustaba ni a sus propios habitantes, y que había sido víctima de ataques de piratas a lo largo de numerosas ocasiones. Pero el siglo XX nos trajo a César Manrique primero, y casi al mismo tiempo al turismo.

César Manrique fue un artista oriundo de Arrecife, la actual capital de Lanzarote, que nació en 1919. Estudió Bellas Artes en Madrid, y tras vivir en el extranjero, volvió a Lanzarote cuando ya era un artista de renombre internacional. En Lanzarote, centró sus esfuerzos en evitar que el creciente turismo en la isla la despojara de su identidad original y ha convertido a Lanzarote en un magnífico ejemplo de desarrollo sostenible. A día de hoy, Lanzarote escapa a los altos edificios (excepto un feo hotel en Arrecife), a los tendidos eléctricos a la vista o a las grandes vallas publicitarias. Gracias a que se escucharon los consejos del artista, hoy hay estrictas normas de urbanismo que no permiten construir nuevos edificios mientras los actuales puedan absorber el turismo que recibe la isla, por ejemplo.
Con capacidad no solo para la pintura o la escultura, Manrique demostró en su tierra un innegable talento como decorador o incluso "ideólogo" de nuevos espacios con los que disfrutar de la isla, y yo después de visitar Lanzarote me atrevería a hablar de él como un genio, casi como un "Dios" para la isla. Y es que su obra está por todas partes, y es original, única y transmite una belleza y una serenidad sin parangón. Estas son las obras a las que me refiero:

Jardín de cactus

- Jardín de Cactus: En una antigua cantera en la población de Guatiza, Manrique diseñó un jardín con cactus traídos de medio mundo, que dispuestos a modo de anfiteatro y presididos por un típico molino blanco de la isla hacen del lugar un sitio pintoresco. Son una de las últimas obras del artista, inaugurada poco antes de su muerte a principios de los 90, pero por su cercanía a Arrecife fueron mi primer acercamiento a su obra.
- Fundación César Manrique (El Taro de Tahíche): La que fuera su casa se convirtió en espacio para la Fundación que lleva su nombre poco antes de su muerte. Construida en el espacio que dejaron cinco burbujas volcánicas, representa un ejemplo del gusto del artista por el contraste entre la pintura blanca y las rocas negras omnipresentes en la isla, las piscinas de aguas transparentes y los espacios humanos totalmente integrados en la naturaleza.
Horno del restaurante de Timanfaya, que aprovecha el calor natural del subsuelo
- Horno-asador de Timanfaya: En medio de las montañas de fuego del Parque Nacional de Timanfaya, del que hablaré en la próxima publicación, Manrique colocó un restaurante con hermosas vistas del entorno y que aprovecha el calor que se desprende del interior de la tierra para cocinar. Existe un horno que usa la temperatura de 300ºC a solo 5-10 metros de profundidad y es el que se utiliza para cocinar muchas de las especialidades que se sirven posteriormente. Junto a él, los responsables del parque nacional hacen demostraciones lanzando agua a tubos con 10 metros de profundidad por el que sale expulsado el vapor en forma de geyser o metiendo ramas secas en un agujero donde empiezan a arder al instante.
- Jameos del Agua: Un "jameo" es un tubo volcánico subterráneo, por el que hace siglos corrió la lava, que ha acabado perdiendo su techo. Y el genio de Manrique supo ver de un lugar tan inhóspito un encanto que ahora podemos apreciar todos gracias a él. En el jameo "chico" instaló un bar-restaurante, y en el jameo grande una piscina blanca de aguas transparentes rodeada de palmeras, con miradores desde los que apreciar su belleza. Entre medias existía un lago de aguas de un extraño color azul, que se ha mantenido y que alberga una colonia de pequeños cangrejos albinos y ciegos que es única en el mundo de ese lago. Junto a él se ha instalado un pequeño museo que muestra el vulcanismo canario. El precio, aunque caro, merece la pena (se recomienda coger el bono para los 4 ó 6 lugares de pago creados por el autor porque sale más barato) y se puede ver tanto de día como de noche.

Jameos del Agua
- Mirador del río: La cercana isla de la Graciosa, llamada la "octava isla" por ser la más grande del Archipiélago Chinijo y por ser la octava y última isla con población permanente en Canarias, está separada de Lanzarote en su extremo septentrional por un estrecho de mar comúnmente llamado "río" por la gente de Lanzarote. Frente a la Graciosa se elevan, a gran altura, algunas de la mayores montañas de la isla. En medio de ellas, a 470 metros sobre el nivel del mar, el artista tuvo la idea de colocar un bar-mirador desde el que se pudiera ver toda la isla graciosera e incluso los islotes más alejados, no poblados, del archipiélago anteriormente citado.La vista es incomensurable, tanto desde dentro como desde fuera del bar.

viernes, 28 de enero de 2011

La capital del Califa: ¡Córdoba!

Alcázar de los Reyes Cristianos
Aunque muchos ya lo sabréis, Andalucía es la región que ocupa prácticamente en exclusiva el extremo sur de España. Y como tal, representa las típicas características del sur en muchos otros países europeos, como por ejemplo Francia o sobre todo Italia: clima más agradable la mayor parte del año (quizá en verano no tanto), carácter más abierto de sus habitantes, mayor poder turístico, etc...  a cambio de tener mayores problemas económicos o una tasa de paro más elevada. En el caso de España, Andalucía representa mucho más. Y es que aunque los musulmanes ocuparon durante siglos la mayor parte de la Península Ibérica, fue en Andalucía donde establecieron sus principales capitales a lo largo de su estancia y donde estuvieron mayor cantidad de tiempo. Por ello, la huella islámica permanece marcada a fuego en esa tierra. Otros aspectos culturales diferenciadores de Andalucía son más recientes, como son los de su música, representados en las sevillanas y especialmente en el mundialmente famoso flamenco, o en su comida, con varios platos típicos como el gazpacho, o en su más que característico (aunque más variado de lo que creemos los del norte) acento andaluz. Podríamos seguir hablando de la fuerte personalidad andaluza con el fervor religioso de sus habitantes, representado en la Semana Santa de muchas poblaciones o la Romería de el Rocío, con su amor a la fiesta en todas sus expresiones o la internacionalización de todas estas cosas, cosa que provoca el error de muchos extranjeros de creer que son típicas de todo el territorio español y no solo de Andalucía. Personalidad más grande e importante incluso que su tamaño en el conjunto español, país en el que es la región más poblada y la segunda de mayor tamaño.

Cuando hablamos de Andalucía, casi todos eligen entre la magia de la Alhambra de Granada o la majestuosidad de la Catedral de Sevilla y su Giralda, entre las casas blancas del Albayzín o las retorcidas calles del barrio de Santa Cruz... pues no sé si es por sentirme diferente o por el agrado de llevar la contraria a la mayoría, mi ciudad andaluza favorita es Córdoba, ligeramente más olvidada al hablar de las maravillas de la región del sur de España (o al menos eso me parece a mí...) que Sevilla o Granada.
Córdoba se encuentra en el centro-norte de Andalucía, en la parte "más alta" de la depresión del Guadalquivir, junto a este río, a 120 metros sobre el nivel del mar. Su clima es templado en invierno y muy caluroso los meses de verano, aunque posiblemente un pelín menos que otras poblaciones andaluzas como Sevilla. Córdoba es hoy una ciudad de mediano tamaño, de 330.000 habitantes, un número con el que sería la ciudad más grande de muchas regiones españolas, pero que en Andalucía no le permite más que ser la tercera ciudad más poblada, por detrás de Sevilla y Málaga. Un número que, aunque elevado, se cree que no es el mayor que ha alcanzado la ciudad, ya que en su riquísima historia ha tenido épocas en las que se cree que ha llegado a superar los 400.000 habitantes.

Córdoba ha sido capital de Bética, una de las provincias en las que el Imperio Romano dividió la Península Ibérica, proporcionando al Imperio personajes tan célebres como Séneca. El pasado romano en la ciudad se puede notar todavía en algunos edificios, como un templo romano o el puente más conocido de la ciudad.

Puente romano, al fondo la mezquita
 Aunque sería con la creación de Al-Andalus tras la invasión musulmana cuando la ciudad llegaría a su apogeo. Primero el Emirato de Córdoba, ya en el año 756, estableció en esta ciudad andaluza la capital de todo el territorio de Al-Andalus, que por aquel entonces se correspondía con aproximadamente el 80% del territorio ibérico. El Califato de Córdoba (o de Omeya) fue la evolución posterior, por la cual Al-Andalus pasaba de ser un territorio autónomo a ser totalmente independiente. Si bien la ciudad ya era muy importante durante el Emirato, en el siglo X, época del Califato, se calcula que pudo tener en torno a 400.000-500.000 habitantes, convirtiéndose en la ciudad más poblada de Europa, y seguramente de todo el Mundo. Pero la gloria del Califato (929-1031) fue efímera, al dividirse en Reinos de Taifas 100 años después de ser constituido. Desde entonces, Córdoba entró en cierta decadencia, cosa que no mejoró con la reconquista cristiana, que llegaría a esta ciudad en 1236. Solo recientemente ha recuperado parte de su poder y pujanza, convirtiéndose en una de las poblaciones mejor conservadas de España a pesar de su crecimiento. Su Mezquita fue uno de los primeros monumentos españoles en ser declarado "Patrimonio de la Humanidad", por la UNESCO en 1984, galardón que se extendió unos años después al centro histórico de la ciudad, abarcando los principales monumentos cordobeses.

Cuando uno habla de Córdoba, el primer edificio de interés que a uno le viene a la cabeza, capaz de eclipsar todo lo demás, es la Gran Mezquita de Córdoba. Comenzada a finales del siglo VIII en el lugar donde se ubicaba anteriormente el principal templo visigótico de la ciudad, sufrió numerosas ampliaciones motivadas por el tamaño creciente que iba teniendo Córdoba. Fue terminada ya en el siglo X, siendo la mezquita con mayor superficie del Mundo solo por detrás de la Gran Mezquita de la Meca. Y todavía a día de hoy sigue siendo uno de los templos musulmanes más grandes del Mundo. Tal era su belleza, que los cristianos, cuando reconquistaron Córdoba, no hicieron como en el resto de poblaciones andaluzas, no convirtieron totalmente la mezquita en una iglesia o catedral, sino que tiraron solo una pequeña parte del Templo para hacer la Catedral católica que deseaban (y además tardaron más de 300 años en atreverse a hacerlo). La Mezquita conserva, aparte de una bonita red de arcos sustentados en columnas de mármol, un mihrab muy decorado que, curiosamente, no está orientado hacia la Meca, sino 51º (que no es poco) más al sur. Desconozco el motivo, pero por la importancia de la mezquita y por la diferencia con la orientación "buena", no parece un error casual.

Interior de la mezquita de Córdoba
La parte de la Catedral, aunque menos valiosa artísticamente y menos exótica, a mí personalmente también me gusta. Es de estilo plateresco (renacentista español), un estilo no muy común en las catedrales españolas y se creó durante el siglo XVI. A día de hoy, está prohibido el rezo no católico en el templo. Ha habido alteraciones de otros lugares de la mezquita, aunque son menores comparado a lo ya citado.

Pero hay vida en Córdoba más allá de la mezquita. Muy cerca de ella, bien merece una visita el "Alcázar de los Reyes Cristianos" (mostrado en la primera foto), que es un edificio ordenado construir por Alfonso XI de Castilla en el siglo XIV, sobre el viejo Alcázar musulmán en el mismo lugar en el que se ubicaran edificios anteriores como la Residencia del Gobernador Romano. En él se alojaron los Reyes Católicos los últimos años de la ofensiva por recuperar el Reino de Granada y finalizar la Reconquista de la Península Ibérica, entre 1486 y 1492.
Se trata de un recinto delimitado por murallas almenadas que encierra un pequeño edificio, en el que entre otras cosas, hay varios mosaicos romanos interesantes, y unos jardines que ocupan un área mucho mayor que la que está bajo techo. De marcada inspiración árabe aunque construcción cristiana, en los jardines existen varias fuentes en las que disfrutar del placer de ver el agua correr, además de numerosas especies distintas de árboles. También se puede dar un paseo junto a las almenas de las murallas.

Sin salir del barrio, uno de sus puntos más pintorescos es la "Calleja de las Flores", llamada así por su minúsculo tamaño y por estar siempre llena de tiestos con flores, colgados de las paredes. Desde aquí se saca una de las fotos más típicas de Córdoba, ya que además de la calle y las flores se puede contemplar la torre de la mezquita-catedral.

La calleja de las Flores. Al fondo, la torre de la mezquita-catedral
Pero estas flores no son exclusivas de la calle anteriormente citada, sino que son un "clásico" andaluz, y más aún cordobés. La típica imagen de patio andaluz, de paredes blancas que reflejan el sol durante las muchas horas que se deja ver en la región, llenos de tiestos con flores encuentran su "capital" en Córdoba. Anualmente, en torno a la primera quincena de mayo, se celebra el "Concurso Popular de Patios cordobeses", y los ya de por sí muy bonitos patios de la ciudad se maquillan y visten sus mejores galas. También existe un certamen en torno a la Navidad, que saca a los cordobeses a sus patios a cantar villancicos a pesar del frío. Aunque por suerte para los que no hemos estado en Córdoba por esas fechas, se puede disfrutar del encanto de sus patios prácticamente en cualquier época del año.
Siguiendo con los patios, otro punto de interés es el Palacio de Viana. Por desgracia aún no he podido visitarlo en mis escapadas a Córdoba, por la extraña costumbre de este edificio de cerrar los días festivos. Pero todo indica a que es uno de los lugares más interesantes de la ciudad. Esta casa señorial del siglo XIV cuenta con nada más y nada menos que 12 patios y lujosas estancias, dignas de la fortuna de la familia que debió habitar la casa.

Plaza de la Corredera
Otro lugar de gran encanto es la Plaza de la Corredera. Aunque no goce de la popularidad de otras plazas mayores españolas como las de Salamanca o Madrid, a mí me parece de las más originales y pintorescas de España. Su colorido, donde se funden el blanco, el verde y el naranja, guarda restaurantes y bares de tapas.
Y siguiendo con plazas, otra que llama la atención es la Plaza de Capuchinos. De una austeridad brutal, algo que parece que era lo que mandaba en el siglo XVII que es cuando se trazó, resulta un tanto enigmática y casi hasta mística. Rodeada de modestos edificios blancos y un empedrado más propio de un pequeño pueblo que de una gran ciudad como es Córdoba, tiene en su centro el llamado "Cristo de los Faroles", una figura que parece la alegoría de un paso típico de Semana Santa eternamente parado en el corazón de la plaza.

Plaza de Capuchinos
Recomendable es también dar un paseo por la zona de la muralla árabe del oeste del casco antiguo, o subir hasta el imponente monumento dedicado al torero cordobés "Manolete", frente a una de las muchas iglesias que se erigieron en Córdoba tras la reconquista cristiana. Y si se dispone de tiempo, no es nada descabellado dedicar unas horas para visitar "Medina Azahara", las ruinas de un colosal palacio que un califa, literalmente, "ordenó construir por amor" a su favorita. Por desgracia, el lugar fue saqueado, desmantelado y abandonado, parte de sus piedras reutilizadas en otros edificios posteriores y hoy sólo nos quedan ruinas que nos hablan de la pasada grandeza del lugar.

Y no me quería despedir de Córdoba sin hacer otro guiño a su gastronomía. Como buen ejemplo andaluz, el gazpacho no podía faltar, pero aquí ha adquirido personalidad propia y con unos cambios en la receta que lo hacen un tanto diferente, por ser, por ejemplo, más espeso, recibe el nombre de "salmorejo". Una buena idea para probarlo puede ser uno de los muchos restaurantes que hay en la Judería, que a pesar de ser una de las zonas turísticas por excelencia de la ciudad, pueden tener menús del día a precios bastante populares (10€ por persona), con el encanto del barrio en el que se ubican y con una decoración en ocasiones con clara reminiscencia árabe.

Mihrab de la mezquita
Y es que por algo Córdoba es la ciudad del Califa...