jueves, 31 de mayo de 2012

Viaje a la India, día 7: Jaisalmer -> Jodhpur (el día que me amenazó la mafia india :P)

JAISALMER


Volvimos a desayunar en la habitación del hotel.

Vista parcial del fuerte de Jaisalmer desde el palacio del marajá
Jaisalmer nos pareció suficientemente maravillosa como para no dejarla nada más levantarnos, y con Steffi ya recuperada, fuimos a descubrir la "Pawas haveli", la mansión más impresionante de la ciudad. Tuvimos que esperar 30 minutos a que la abrieran, y preguntando cuándo iban a abrirla tuve otro de esos diálogos surrealistas tan típicos allí:
Yo: - ¿Cuándo abrís? (eran las 8:55)
Indio: - En 10 minutos
(Llegan las 9:10, y vuelvo)
Y: - ¿Está todavía cerrado?
I: - Sí.
Y: - ¿Cuándo abrís?
I: - 9:15
Y: - ¿9:15?
I: - 9:30
Y: - ¿9:15 o 9:30?
I: - Medium. (Medio, queriendo decir "punto medio entre las dos")
Acto seguido, me empecé a reír, y conmigo el hombre de la "taquilla", que no era más que un pequeño pupitre con una silla instalado en plena calle. Pero esa vez tenía razón, poco antes de las 9:25 finalmente entramos.

Interior de la Pawas haveli
La haveli fue una pasada, con varias salas muy decoradas, ricas en colores y espejos. Desde la azotea, además, se contemplaba una vista soberbia del fuerte, quizá la mejor que vimos, ya que esta haveli se sitúa fuera de las murallas pero cerca de ellas.

Posteriormente nos trasladamos al palacio del marajá, en la entrada del fuerte, ya protegido por sus regias murallas. Era algo más modesto que el de Bikaner, pero las vistas de las murallas y su historia hicieron que mereciera sobradamente la pena conocerlo.

Vista del fuerte desde la azotea de la Pawas haveli

HACIA JODHPUR


Nos ponemos en camino hacia Jodhpur; 285 kms., uno de los viajes más largos (unas 5-6 horas). Había echado cuentas y saliendo a esa hora llegaríamos poco antes del anochecer a la "ciudad azul". Lo quisimos hacer así porque en Jodhpur íbamos a pasar tres noches (mucha gente pasa solo una y casi no ve la ciudad), y por eso era más prioritario acabar de disfrutar de Jaisalmer que para Jodhpur había tiempo de sobra.

Paramos a comer en un hotel "heritage" (les encanta usar esa palabra), y después de haber pedido en la terraza la comida, y a pesar de estar en un patio, se levantó un fuerte viento que empezó a tirarlo todo... el camarero, todo asustado, nos pidió que por favor pasáramos dentro y así hicimos. Este país no deja de sorprenderme.

La comida resultó mediocre, algo picante a pesar de pedir que no lo fuera. Esto me mantiene en mi teoría de que se come mejor y más barato en las poblaciones que en ruta. El camarero, aparentemente más joven que nosotros, nos preguntó hasta 3 veces durante la comida si queríamos pan indio... la última vez pensé en decirle "¡¡QUE NO, PESADO!!", jeje.

Por el camino volví a mear en una cuneta, cosa que otros días ya había hecho dos veces. A este "retrete" lo llamé "Thar toilet", "retrete del Thar", el nombre del desierto del oeste de Rajastán. Cachondeándome, le decía a Noor, nuestro chófer, que era el retrete más grande de la India (y probablemente también el más limpio :D).

JODHPUR


Nuestra habitación de la Pal haveli

Llegamos a Jodhpur. Por la distancia desde las primeras calles al hotel se notaba que era una ciudad más grande. Los bulevares exteriores parecen más limpios que en ciudades precedentes, pero en el centro pasa más bien al contrario, más contaminado y caótico si cabe que los de Bikaner o Jaisalmer.

Después del check-in en nuestro hotel, el "Pal Haveli", vamos a la plaza de la torre del reloj, apenas a 100 metros del hotel, y epicentro absoluto de la ciudad de Jodhpur. Ya caía la noche sobre la ciudad, y quisimos comprar un mapa de la misma, porque Noor nos había pedido que le dejáramos libre el día siguiente para poder disfrutar con sus padres en casa, que vivían allí (algo a lo que accedimos encantados). Tras pagar, examiné el mapa y vi que no me daba ninguna información nueva... ¡mi gozo en un pozo! Aprovechamos para sacar unas fotos de esa contaminada y masificada plaza antes de que cayera del todo el sol.

De repente apareció "Nando", el indio al que vimos durante el atropello de perro de Jaisalmer el día anterior y que se "autoinvitó con nuestro dinero" a una cerveza si le veíamos aquí. Casi nada más vernos me pidió "amablemente" que le invitáramos a la birra hoy (casi 1,5€) que era su último día en Jodhpur, y yo me negué. Él insistió, culpando a Steffi (que es abstemia) de invitarle, cosa que era una burda mentira: "Tú me lo dijiste, ¡¡una promesa es una promesa!!" Le dije que nos olvidara, que no le habíamos dicho nada, y antes de irse me amenazó con llamar a la mafia de Jodhpur. Sin pensarlo apenas le reté a hacerlo, y me entraron ganas de darle una hostia. Se fue finalmente, visiblemente contrariado, y viendo que era un pobre harapiento de 1,60 de estatura y que lo que pedía no tenía ni pies ni cabeza, pensé en que no había nada que temer...

Torre del reloj de Jodhpur
Volvimos al hotel, solos, cenamos en el restaurante, con una magnífica vista del fuerte de Mehrangarh, y nos fuimos a dormir.

miércoles, 23 de mayo de 2012

El sueño de un zar chiflado: SAN PETERSBURGO! (II)

(Segunda parte de la crónica de esta apasionante ciudad)

Iglesia de Chesma
Pedro el grande vivió en Amsterdam, y se cree que de ahí viene su admiración hacia Europa. En su nueva capital quiso que existieran canales, como ocurre en la ciudad holandesa, y esto ayudó también a drenar la pantanosa zona en la que hoy todavía está San Petersburgo. Y es obvio que esos canales dan un encanto innegable a esta "Venecia del Norte", apelativo que también se le da a la propia Ámsterdam, entre otras ciudades europeas. Pasear por los canales no es caro, y es otra forma de conocer la ciudad y de tener diferentes perspectivas de sus hermosos edificios. Los embarcaderos son frecuentes en diferentes puntos de la ciudad.


Puente sobre el Neva abriéndose durante la madrugada
Como ciudad con canales y un gran río, los puentes están por todas partes, y pueden ser por sí mismos un lugar más de interés, ya que en ocasiones están decorados. Recuerdo un puente con leones alados y otro con esculturas egipcias como los más peculiares. Los puentes sobre el Neva quedan abiertos en las horas centrales de la noche para dejar pasar grandes barcos, y la ceremonia de su apertura suele ser seguida por turistas y sus propios habitantes, aunque estos últimos pueden tener problemas para llegar a sus casas por este motivo.

La avenida del Neva, "Nevski Prospekt", es la calle más elegante de la ciudad. Junto a ella se alzan la catedral de Kazán o el almirantazgo, edificio amarillo de estilizada aguja que se ubica en uno de sus extremos. Esta calle, la típica para ir de compras, vertebra la ciudad, y otros edificios como el palacio de invierno y la catedral de la sangre derramada quedan cercanos a ella.

Canal de San Petersburgo
El ballet forma parte de la actualidad rusa, y su prestigio es de sobra conocido. El lugar más elegante en la ciudad para disfrutar de una sesión del mismo es el teatro Marinski, un edificio de alegre colorido verde en su exterior. Las sesiones de ballet tienen precios relativamente asequibles, comenzando en torno a los 20€ aproximadamente.

Y ya como curiosidades finales, tres lugares diferentes recomendables en la ciudad:
- la iglesia de Chesma: San Petersburgo es una de las ciudades más coloridas que conozco, y este edificio puede servir como broche final a ese "mundo de color" que es la ciudad. Pequeña y ubicada en un barrio ya a las afueras, esta iglesia llama la atención por sus originales formas y especialmente por su desenfadado color rosa, algo que hizo que yo la llamara coloquialmente "the Barbie's church" (la iglesia de Barbie). Me imagino una iglesia así en España... cursi u hortera sería de lo poco que muchos dirían de este simpático edificio :)
- la mezquita de San Petersburgo: este singular edificio es un ejemplo algo más moderno de las mezquitas típicas de Asia central, de países bajo la influencia rusa o no tanto, como Uzbekistán o Irán. Con unos característicos mosaicos azul turquesa en la fachada, los minaretes y la cúpula, da mayor diversidad si cabe a la arquitectura de la capital cultural rusa.

Detalle de la mezquita de San Petersburgo
- el crucero Aurora: en este barco comenzó la revolución bolchevique que cambiaría la historia. Hoy, atracado en un muelle, acoge a los turistas y muestra cómo era un barco ruso de principios del siglo XX.

Visitad San Petersburgo sin prisas, merece la pena. Y no solo por lo que aquí he escrito, sino por lo que aun se me pueda escapar, como ese arco del triunfo verde o esas estaciones de metro monumentales (no tantas como en Moscú, pero las hay) como la de Avtovo. Y si vais en torno al 21 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano, encima podréis disfrutar de un fenómeno único, ¡las noches blancas! Y es que San Petersburgo está tan al norte, que durante aproximadamente un mes (se nota más cuánto más cerca del 21 de junio vayáis por allí), el sol no se pone del todo y un cierto resplandor del astro rey hace que no llegue a ser nunca de noche por completo. Esta época coincide con uno de los momentos del año con mejor climatología allí, y con diversos actos culturales para conmemorar dicho acontecimiento. Yo, que estuve del 2 al 11 de julio, puedo decir que es realmente curioso y llamativo  ver las noches blancas aunque me pillaran ya en su fase final.

Arco de triunfo

lunes, 21 de mayo de 2012

El sueño de un zar chiflado: SAN PETERSBURGO! (I)

Corría el final del s. XVII y el zar Pedro el grande soñaba con agrandar su ya inmenso imperio. Una de sus metas era conseguir que Rusia tuviera salida al mar Báltico, por lo que centró sus esfuerzos en ganar ese territorio a Suecia, que por aquel entonces poseía el control en esa zona. En 1703 les arrebató una porción de costa báltica y se apresuró a fundar una nueva ciudad en ella: San Petersburgo. El nombre no es casual, ya que por un lado iba dedicado al santo de igual nombre que el zar, y por otro lado, el sufijo "burgo", típico de ciudades germánicas (los países eslavos suelen utilizar el sufijo "grado"), era un guiño evidente a Europa occidental, por la que sentía admiración el zar, y esa mirada hacia el occidente europeo marcaría a esta ciudad para siempre.

Catedral de la resurrección de Cristo o de la sangre derramada
El zar soñaba con hacer de esa ciudad su nueva gran capital. Se dice que nunca le gustó Moscú, su ciudad natal y capital rusa en aquel momento; de hecho, poco después de ser fundada la ciudad, creó una ley por la que se prohibía hacer edificios de piedra en cualquier lugar ruso que no fuera San Petersburgo, para promover, a la fuerza incluso, que muchos trabajadores y arquitectos fueran a trabajar a la nueva ciudad. Todo fue muy rápido, ya que en 1712, solo nueve años después de la creación de la ciudad, fue designada como nueva capital rusa. Y todo ello a pesar de que se ubicaba en un sitio que a muchos no agradaba y que provocó una alta mortalidad entre los obreros que participaron en su construcción; su situación, tan al norte y junto al mar, la hace muy fría y húmeda en invierno, cuando su puerto se congela (varios meses al año sigue estando congelado) además de contar con muy pocas horas de sol. El hecho de estar junto a la desembocadura del corto pero caudaloso río Neva hacía que el lugar fuera muy pantanoso y tuviera numerosos mosquitos en verano.

San Petersburgo es seguramente la metrópolis europea más moderna, y sin embargo su corta historia es apasionante, intensa como pocas. En 1917 sufrió la revolución bolchevique, que acabó con el zarismo y con la capitalidad de la ciudad, que por estar demasiado ligada a los zares, fue devuelta a Moscú. Incluso con su nombre, ya que como homenaje a Lenin pasaría a ser llamada "Leningrado" en 1924 (de 1914  a 1924 tuvo otro nombre más: "Petrogrado", menos alemán y más ruso, motivado posiblemente por el enfrentamiento de ambas potencias durante la I guerra mundial).
Y durante la segunda guerra mundial sufrió el que probablemente haya sido el mayor asedio conocido de la historia moderna. Durante casi dos años y medio Hitler sitió la ciudad, la bombardeó sistemáticamente y la privó de los bienes más básicos. Sin embargo resistió, y en enero de 1944, y tras varios cientos de miles de muertos, la mayoría civiles, el ejército nazi se retiró.
En 1991, caído el régimen soviético, sus ciudadanos decidieron volver al nombre inicial, aunque coloquialmente muchos acorten el nombre para llamarla simplemente "Píter" (españolización de "Peter", Pedro en inglés).


Catedral de San Nicolás

Hoy San Petersburgo es sin género de dudas la segunda mayor ciudad rusa, se le denomina su "capital cultural", y sigue siendo esa ventana a occidente que soñó su fundador. No quedan destrozos de su corto aunque turbulento pasado, y su ubicación ya no es tan lamentable como antes, e incluso le da parte de su encanto. Su densidad de edificios barrocos de un estilo único, a medio camino entre Europa occidental y el resto de Rusia, la hacen única en el mundo, y la UNESCO le ha otorgado merecidamente el título de "patrimonio de la humanidad". Ese toque europeo parece notarse en sus habitantes, y es que tras haber visitado Moscú, en San Petersburgo noté como la gente sabía bastante más inglés, y tenía sus ojos más puestos en la Europa que les rodea. Se nota que, por ejemplo, capitales como Helsinki, Tallin o incluso Riga están más cerca de San Petersburgo que la propia Moscú, y no solo geográficamente, sino en cierta medida también psicológicamente.

QUÉ VER EN SAN PETERSBURGO


El edificio más famoso de la ciudad probablemente sea el llamado "Palacio de Invierno", conocido hoy por alojar el "Hermitage", uno de los museos más grandes del mundo, y sin lugar a dudas el más famoso y carismático museo ruso. Este edificio barroco de corte italiano, de pintoresco color verde y blanco, fue el palacio real de los zares casi dos siglos, y es un símbolo de la opulencia de la familia real rusa, algo que acabaría provocando que su propio pueblo les ejecutara. Su ubicación magnifica más si cabe sus gigantescas dimensiones; con el Neva a un lado, y una enorme plaza al otro, uno se siente en uno de esos lugares desde los que se ha gobernado la historia de parte de la humanidad. Entrar al museo se antoja imprescindible, ya no solo por ver una de las mejores colecciones mundiales de arte, sino por disfrutar del interior de este suntuoso palacio real.

Palacio de invierno, hoy el principal edificio, que no único, del museo del Hermitage
Lo que más llamó mi atención al preparar la visita a la ciudad es su gran número de catedrales; de Moscú llevaba aprendido que a los rusos les gustaba mucho llamar "catedrales" a iglesias más bien pequeñas, no comparables a las españolas. Pero en San Petersburgo las catedrales sí responden al tamaño que por ejemplo un español pueda esperar de ellas, y la variedad de sus estilos es sorprendente. He aquí las mejores de la ciudad:
- San Pedro y San Pablo: esta catedral está ubicada en la isla en la que nació la ciudad, y al abrigo de la fortaleza que fue el embrión de la misma. De color amarillo, la ausencia de tráfico rodado hace que sus alrededores sean tranquilos, ideales para pasear. Lo más destacable, aparte de su bello interior, es la aguja dorada que corona el edificio, que hace que el conjunto supere el centenar de metros de altitud y  que sea, todavía hoy, el más alto en la ciudad.
- San Isaac: pasamos a una catedral neoclásica, que recuerda más a la catedral londinense de San Pablo que a cualquier edificio religioso ruso fuera de "Piter". Sus dimensiones la hacen una de las más impresionantes de la ciudad, y por dentro la suntuosidad abunda y nos deja con la boca abierta.
- Nuestra señora de Kazán: algo más modesta en tamaño, está situada en la avenida del Neva (de la que hablaré más tarde) y tiene una columnata que parece querer recordar a San Pedro en el Vaticano.
- San Nicolás: con unos simpáticos colores celeste y blanco, esta catedral, algo más desconocida, es una muestra del típico barroco de San Petersburgo.
- de la resurrección de Cristo: quizá la catedral más famosa en la ciudad y la favorita de los turistas, por ser la de apariencia más rusa de todas, con sus cúpulas con "forma de cebolla" de colores, que pueden recordar a la catedral moscovita de San Basilio. Su ubicación junto a un canal le da un atractivo extra. Se la llama también "de la sangre derramada" por estar ubicada en el lugar en el que fue asesinado el zar Alejandro II. Su interior, con modernos mosaicos en las paredes, es sublime.

Catedral de San Isaac
Y todavía hay otras catedrales más, de cierto interés, que en otras ciudades serían el monumento estrella, pero que en San Petersburgo tienen que quedar en un segundo plano. En mi visita, en muchas de las catedrales se exigía pagar para entrar, y los extranjeros pagábamos hasta el triple que los rusos, aunque normalmente vale la pena hacerlo. Recomiendo especialmente San Isaac y la catedral de la sangre derramada.

Continuará...

domingo, 13 de mayo de 2012

Tierra de cascadas: ¡NORTE DE BURGOS! (I)

Aunque sea mi provincia, el norte de la provincia de Burgos ha sido para mí bastante desconocido hasta hace relativamente poco. Me queda algo lejos, a más de 150 kms. en algunos casos, y muchas guías de viaje pasan totalmente por alto esta zona de la geografía española; craso error, sus encantos son diferentes a los típicos, pero no por ello son menos interesantes. Además de alguna población de gran interés, como Oña o Frías, el lugar de nacimiento de Castilla posee un gran tesoro que hay que saber buscar: ¡sus cascadas!

Puede sorprender pero sí, Castilla nació aquí, como condado del Reino de León hace ya más de mil años, y con el tiempo su poder fue creciendo hasta convertirse en reino después, para pasar a enfrentarse, unirse e incluso acabar eclipsando al reino del que nació. La Corona de Castilla, que aglutinaba muchos de los reinos precedentes de lo que era la península Ibérica cristiana, como el de León o el de Galicia aparte del homónimo, tendría un papel protagonista en la reconquista a los árabes y en la cultura española, tanto que el idioma que más se habla en España, que no el único, se suele denominar "castellano", aunque fuera de las fronteras en las que se habla se le suela llamar "español".

Cascada de Orbaneja del Castillo

Este lugar, al contrario de lo que dicen los tópicos del paisaje castellano, es verde, en ocasiones muy verde, tanto como Cantabria o Vizcaya, dos provincias vecinas en las que no llueve mucho más de lo que lo hace en la comarca de las Merindades, la más septentrional de la provincia, y que es más grande que toda la provincia vizcaína. Pero este recorrido no se limita a las Merindades porque abarca lugares de otras comarcas que, eso sí, tienen como denominador común el estar al norte de la capital provincial.

No hay grandísimas montañas en esta zona, de hecho ni siquiera están las más altas de la provincia (ubicadas al sureste, en la sierra de la Demanda), pero sin embargo el azar ha querido ubicar aquí una generosa cantidad de cascadas, en las que a veces se ha integrado magníficamente la actividad humana, y que a todo amante de las mismas seguro que le hacen disfrutar. Esto no es el Niágara ni Iguazú, ni siquiera Ouzoud, pero merece la pena visitarlo :)

EL POZO AZUL


No empezamos con una cascada, pero como curiosidad, en Covanera tenemos el primer punto de interés de la zona. Estamos a solo 50 kms. de Burgos (yendo hacia Santander, por la N-623) y parece que hemos dejado hace mucho más la ciudad. Aquí podemos aparcar el coche y tras un breve paseo acercarnos al "pozo azul", una pequeña poza que es la parte visible de una cueva inundada de agua que, dependiendo del ángulo desde el que la veamos, muestra un bonito color azul celeste. 

CASCADA DE ORBANEJA DEL CASTILLO

Poza junto a la cascada de Orbaneja del Castillo. El agua baja muy limpia
A solo 65 kms. de Burgos y 15 kms. más allá de Covanera por la misma carretera, nos metemos en un entorno natural de gran valor paisajístico, el llamado "cañón del Ebro". Este río, bastante pequeño aún en este punto, se encajona durante varios kilómetros y ofrece buenas posibilidades para su disfrute con rutas de senderismo. En un desvío de la carretera a mano izquierda podemos llegar al pueblo de Orbaneja del Castillo, donde tenemos un magnífico ejemplo de integración de una población con la naturaleza que le rodea.

Un pequeño río nace en una cueva en el mismo pueblo, y se precipita por una gran cascada nada más nacer, para pocos metros después aportar sus aguas al encajonado Ebro. El agua sale limpísima, el pueblo está en un hermoso recodo del cañón, frente a rocas del mismo que recuerdan a las ruinas de un castillo (de ahí su nombre) y a la cascada no parece faltarle agua en ningún momento del año (aspecto muy importante al visitarlas, ya que muchas solo muestran el salto de agua en época de lluvias y/o deshielo y hay que saber cuando ir). Yo la visité en primavera y fue espectacular el estruendo, la cantidad de agua que traía y las fotos que permitía hacer. Y estar en un lugar así sin necesidad de meterse una buena pateada es un lujo, viendo a niños chapoteando al lado de la cueva en la que nace el río mientras tomas algo en una terraza.

FRÍAS

Tampoco esto es una cascada, pero me parecía un crimen hablar de esta zona y pasar por alto el que seguramente sea su pueblo más bonito. Nos vamos del noroeste de la provincia al noreste.

Frías, con la torre de su castillo, siempre en precario equilibrio
Frías es la ciudad más pequeña de España, ya que posee este título desde hace varios siglos, pero hoy su población no llega a los 300 habitantes. Está ubicada en un espectacular cerro y mantiene un núcleo medieval muy bien conservado. Al margen de un caserío con mucho encanto (parte del cual se denomina "casas colgadas", parecidas a las de Cuenca) y una bonita ubicación, como grandes monumentos tiene un castillo, parcialmente en ruinas, cuya torre permanece en un espectacular ejercicio de equilibrio sujetada en la roca. Alejado del núcleo urbano, un puente medieval sobre el Ebro, con arquería central, complementa el encanto de esta población.

CASCADAS DE TOBERA

No salimos del municipio de Frías para encontrarnos con esta otra cascada "urbana", ubicada en el pueblo de Tobera, a pocos kms. de Frías. Como en Orbaneja del Castillo, es evidente que la cascada lleva ahí mucho más tiempo que las casas, pero éstas se han integrado perfectamente con el paisaje. No son de la espectacularidad de las de Orbaneja, pero tienen también su encanto :) Esta cascada parece estar bien nutrida de agua la mayor parte del año.

Cascadas de Tobera

CASCADA DEL PEÑÓN (PEDROSA DE TOBALINA)

Terminamos este recorrido con la tercera cascada urbana, ubicada en Pedrosa de Tobalina. Este pueblo se ubica en el valle de Tobalina, a solo 18 kms. de Frías y algo menos de Trespaderne. Aquí, en medio del pueblo, el río Jerea, tributario del Ebro, se desploma en una pequeña caída de 9 metros, que llama más la atención por la anchura de la cascada, de varias decenas de metros en época de mayor cantidad de agua. La cascada no se seca nunca del todo pero sí reduce considerablemente su caudal (y por tanto anchura) fuera de la época de lluvias y/o deshielo. En la foto diría que se muestra una fase intermedia; está sacada en marzo de 2011.

Cascada del Peñón o del Jerea, ubicada en Pedrosa de Tobalina

domingo, 6 de mayo de 2012

Viaje a la India, día 6-2: Khuri, y cómo "chocarse" contra un árbol en el desierto


Puesta de sol en Khuri, en medio del desierto del Thar
A las 3 salimos hacia Khuri. Le pregunté a Noor por qué no íbamos a Sam, el sitio más típico para dar un paseo por las dunas del desierto, y me dijo que Khuri estaba menos masificado y no tenía nada que envidiarle. Viendo fotos de internet parece que Sam tiene más y mejores dunas aunque desde luego que Khuri, según nuestro libro, era un lugar mucho más tranquilo.

Por el camino vimos una de las imágenes típicas de este país, un autobús lleno con gente viajando incluso sobre el techo. Nos encontraríamos alguno más, y de hecho prácticamente todo los autobuses estaban preparados para tal efecto, con barras en el techo que sirven para que los viajeros se agarren, y con una escalera en la parte posterior. En esta ocasión hasta la escalera estaba ocupada...

Bus con viajeros sobre el techo, yendo de Jaisalmer a Khuri
Llegamos al pueblo, y había que pagar un peaje por entrar a él. El dueño del "complejo camellero" nos recibió y nos invitó a un té, mientras nos contaba lo que íbamos a hacer. Aproveché la espera para sacar alguna foto a la singular arquitectura rural del pueblo, con unas modestas casas con tejados de pajas secas que me recordaban a las pallozas de los Ancares. Los que quisieran podían dormir en ellas, o incluso en el desierto, con tumbonas y mantas, pero nosotros decidimos dormir de nuevo en Jaisalmer, y creo que fue un acierto (por lo que viene siendo el frío).

Al montar en el camello asusta la violencia con la que el animal se pone de pie. Recomiendan tumbarse sobre él para que el impulso no te asuste, porque puede parecer que vas a salir volando... una vez arriba, yo iba cómodo aunque Steffi se quejaba de que le dolía el culo :P

Mi camello bebe agua junto a las ramas resecas que me harían pasar 5 segundos horribles...
A medio camino entre el pueblo y la duna, los camelleros pararon junto a un pozo para dar agua a los camellos. Era nuestro 3er día en el desierto del Thar y yo no paraba de flipar con él... ya no solo estaba lleno de árboles, ¡¡sino que también tenía pozos!! Mi camellero soltó la rienda con la que guiaba y marcaba el ritmo a mi camello y me hizo un gesto que no entendí, porque apenas hablaba 4 palabras de inglés. Mi camello agachó el cuello para beber y cuando estaba acabando de beber el de Steffi, se echó a andar, solo, sin control. Yo me acojoné porque no sabía cómo reaccionar. Oí una carcajada de Steffi, que rápidamente se silenció cuando me vio pasarlo mal... y es que estaba junto a un árbol de ramas resecas y afiladas y el camello caminó hacia ellas. Por su altura, las ramas no molestaban al animal, pero sí a mí, que tuve que tumbarme y quitármelas como pude de la cara y del tronco, procurando al mismo tiempo no caerme del camello... por la altura a la que iba sentado una mala caída podría ser fatal, y con los medios sanitarios que me imagino que habría en ese país... fueron 5 segundos horribles en los que tuve tiempo de pensar en todo eso, pero por suerte el camello salió de entre las ramas y decidió no seguir andando. El camellero, con más pánico que yo, me preguntó que si estaba bien, y me pidió disculpas. Con el miedo en el cuerpo hice balance: una herida en la palma de la mano derecha y otra bajo la axila izquierda, de una rama que no pude apartar con las manos. La rama de la segunda herida me rompió también la camiseta. Pero no fue más. Todo quedó en un susto.

Mujeres con coloridos saris llevan provisiones sobre la cabeza
Seguimos el paseo, viendo curiosas escenas del Rajastán rural y profundo en el que estábamos, como mujeres con bellos saris llevando vasijas sobre la cabeza. Según íbamos avanzando los árboles dieron paso a los arbustos y finalmente en la duna ya no se distinguía ningún tipo de vegetación. Durante todo el trayecto los camellos no pararon de cagar (Steffi, que iba siempre la segunda, iba viendo las heces de mi camello) y de eructar tal y como lo habíamos visto en Bikaner, echando una extraña bolsa fuera de la boca y haciendo un ruido monstruoso. Steffi no paraba de reír cuando esto ocurría... aunque la vez que más se rió fue cuando oyó un eructo y ella soltó una pequeña carcajada, a lo que yo contesté: "Esta vez no ha sido el camello, ha sido el señor". Las posteriores risas fueron de campeonato.

El pueblo quedaba cerca y se veía, no nos sentimos en medio de la nada más absoluta como debe ocurrir en los paseos por el Sáhara o incluso quizá en el cercano Sam, pero disfrutamos al máximo de la experiencia. Total, al Sáhara pienso ir igualmente... en la duna no estábamos solos, otros grupos de personas comenzaron a llegar, e incluso había gente tocando música y un puesto ambulante que vendía snacks y bebidas, incluida cerveza. Por suerte la temperatura era perfecta, y como quedaba tiempo para que el sol cayera, nos pusimos a hacer fotos y a disfrutar del ambiente. Por el tamaño de la duna se podía elegir entre aislarse de la gente y disfrutar del lugar a solas, o estar con otras personas. Dos grupos de simpáticas adolescentes de la vecina región de Gujarat, que disfrutaban de sus vacaciones de fin de curso, se hicieron fotos con nosotros. También tuve tiempo de ser engañado por un músico con el que bailé, y que al darle la propina por tocar, se llevó más del doble de lo que había acordado darle diciendo que no tenía cambio... me sentó mal el engaño, pensé en ponerme violento con él, pero se me pasó pronto... llevarse mal rato por 40 rupias (0,70€) no merecía la pena. También tuvimos tiempo de dar 50 rupias a un chaval sin brazos que andaba mendigando en ese lugar. Al pobre tuve que meterle el billete en el bolsillo... verle me hizo pensar en lo indefensos que podemos ser los seres humanos sin brazos. Da pena ver gente así :(

Dunas doradas de Khuri, con turistas que suben a ver la puesta de sol
El sol cayó y sus tonos anaranjados nos permitieron hacer fotos preciosas, inolvidables. En la India aprendimos a valorar cada puesta de sol, porque fueron muchas las que vimos desde sitios espectaculares, y ese día teníamos un ejemplo. Cuando el astro rey se ocultó bajamos de la duna al pueblo, sin contratiempos. Al bajar de los camellos dimos 100 rupias (1,5€) de propina a cada camellero, a lo que el mío contestó con una gran mirada de sorpresa. Le pregunté que si era poco y me dijó rápidamente que no. Luego entendí que era todo lo contrario, un montón, porque esos paseos en camello valen unas 150 rps. por persona y encima después del accidente lo que menos se esperaba aquel hombre era encontrarse una propina generosa. Creí que después de 3 horas con nosotros (pasamos hora y media en la duna) 100 rupias no eran muchas, pero ya veis...

Nos habían dado la opción de cenar allí o de volver a Jaisalmer y hacerlo en la ciudad, y elegimos la primera opción. Previamente nos dieron un espectáculo musical, dado por un grupo de músicos que parecían una misma familia, sentados todos en una alfombra sobre el suelo, y dividido en dos partes: la primera era una música cantada por los artistas que me recordó al flamenco español, por el sentimiento que echaba el cantante. La segunda, también cantada, estaba protagonizada por dos hermanas adolescentes, con unos bonitos trajes llenos de lentejuelas, que bailaban de una manera que no se parecía a nada que hubiera visto antes. La mayor de las dos hermanas, que era la que mejor bailaba, hizo unos ejercicios de equilibrio espectaculares, llevando sin caerse hasta 6 vasijas, una encima de otra, sobre la cabeza, subiendo al mismo tiempo a estrechos objetos que le colocaban en el suelo o tumbándose a coger un billete del suelo con la boca... junto con Noor, que por una vez comió con nosotros, y un grupo de canadienses que iban a dormir allí, vimos todo aquello. Al final nos pidieron participar a nosotros también, y bailamos con las chicas, y como es normal hicimos el ridículo. Como era noche cerrada, las fotos que hicimos son más bien malas.

Bostezos simultáneos de nuestros camellos
La comida fue de buffet libre, con 5-6 platos a elegir, de cosas que ni acerté a saber lo que eran, a pesar de llevar ya casi una semana allí. El dueño del complejo se sentó con nosotros, nos preguntó que qué tal (le conté lo del accidente pero le pedí que no echara la bronca a mi camellero, porque no sé hasta qué punto fue culpa suya) y nos explicó el por qué de los "eructos con estómago fuera" de los camellos, lo cual nos hizo reír mucho a los cuatro... parece que es un arma de cortejo que usan los machos y justamente nos habían dado dos machos para hacer el paseo, y cuando uno eructaba el otro se picaba y lo hacía también... ¡INCREDIBLE INDIA!

Pagamos la cena, una propina a los músicos y nos volvimos a Jaisalmer. Fue nuestro único viaje nocturno en coche (no era nada recomendable porque hay gente que viaja sin apenas luces), pero a pesar de algún tuerto o algún coche con poca luz no pasamos miedo debido a que no había casi nadie en esa mini-carretera. Por el camino vi varias luces rojas que supuse que eran torres de control militares, y es que desde antes de llegar a Jaisalmer vimos mayor densidad de militares en la zona, por su cercanía al vecino Pakistán, enemigo de la India. En Khuri estuvimos apenas a 30 kilómetros de la frontera con Pakistán, y pensarlo me causó una sensación a medio camino entre estimulante y de miedo. Tampoco había que temer, en esa zona el desierto era una frontera natural excelente y Pakistán y la India están de acuerdo con las fronteras trazadas, no como sucede en la norteña Cachemira, donde 60 años después, sigue habiendo tensión y no hay acuerdo en absoluto sobre a quién pertenece esa región del Himalaya...

Llegamos al hotel cuando Jaisalmer ya dormía, e hicimos lo propio.

viernes, 4 de mayo de 2012

Viaje a la India, día 6-1: Jaisalmer (y el atropello en directo)


(Este día, especialmente intenso, voy a dividirlo en dos porque Jaisalmer y la visita a las dunas del desierto lo merecen. El corte lo haré justo al acabar de comer)

Interior de un templo jainista de Jaisalmer, dentro de las murallas de su fuerte
Ese día Steffi se levantó algo pachucha. Dicen que un alto porcentaje de los visitantes de la India, alrededor de la mitad, pasan por la incómoda diarrea del viajero al menos una vez en las dos primeras semanas de estancia en el país, y eso era exactamente lo que le pasaba. Como nos lo esperábamos y no era la primera vez que nos ocurría a alguno de los dos, aparte de las precauciones mínimas (siempre beber agua embotellada no rellenada, por ejemplo) llevábamos una "farmacia ambulante" en la que no faltaba el "imodium", que es mano de santo contra la diarrea.

El hotel en el que estábamos ofrecía llevarte el desayuno a la habitación sin recargo y optamos por esta opción sin dudarlo. La alternativa era desayunar en la terraza, y realmente hacía mucho frío ahí fuera. No helaba, pero estimo que andaríamos en torno a los 5ºC, y con la diarrea de Steffi comer algo ahí era lo que menos nos interesaba. Subí a la terraza para pedir que nos llevaran el desayuno a la habitación y me quedé de piedra al ver que los camareros... ¡¡estaban durmiendo en la calle!! Literalmente les desperté, eran las 7:45 y se levantaron rápidamente como para intentar disimular que les había pillado en semejante situación. La precariedad laboral india hace que bastantes camareros literalmente duerman (y por tanto vivan) en su lugar de trabajo, y más aún si son inmigrantes extranjeros, como era el caso de estos nepalíes. Encontraría algo parecido más adelante en al menos otros dos hoteles, pero esa vez fue la que más me impactó porque no dormían ni siquiera en un sitio cerrado.

A sugerencia de Noor, cogimos un guía local para conocer la ciudad. Primero nos llevó al lago "Gadsisar", un pequeño pantano rodeado de edificios dorados, "color Jaisalmer", con pequeños pabellones en medio del agua. Dice la historia que la puerta más famosa que da al lago fue construida por una prostituta, y que iba a ser demolida por este motivo por orden del marajá, pero ella hábilmente puso una figura en ella de una de las principales deidades hindúes: Krishna. El marajá ya no se atrevió a tirarla abajo y la puerta ahí sigue, orgullosa. El lugar, con el sol de la mañana reflejándose sobre el agua daba una imagen onírica. Empezábamos pronto a quedarnos prendados de Jaisalmer...

Lago Gadsisar
Cambiamos dinero a un colega del guía allí mismo, que nos ofreció un cambio correcto, y nos fuimos al centro de la ciudad, al fuerte. El coche nos dejó en la primera puerta, y desde ahí subimos andando el resto. Las murallas más interiores del fuerte quedaban varias decenas de metros más arriba, era imponente e inexpugnable la fortaleza... mientras subíamos, el rosario de vendedores de baratijas, comerciales vendiendo viajes al desierto, etc. era inacabable, pero tampoco incómodo. Bastaba con no acercarse a ellos para que no insistieran demasiado.

Una vez dentro del fuerte accedes a lo más parecido al Rajastán "ideal", sin tráfico de coches (y poco de motos), con preciosas casas por todas partes, vacas, tiendas para turistas... un lugar mágico, donde la peatonalización casi completa de una ciudad española se combinaba con el exotismo de una ciudad india. Yo me quedaba sorprendido casi con cada casa, y es que como ya vimos el día anterior, la piedra de Jaisalmer, aparte de tener un sugerente color dorado, es fácil de tallar y numerosas casas exhibían especies de bordados en piedra. Y no eran necesariamente hoteles de lujo, sino también modestas viviendas o casas de huéspedes con unas pocas habitaciones. Allí no andan sobrados de dinero pero no les falta tiempo, así que lo empleaban en decorar sus viviendas. Visitamos unos templos jainíes históricos, que en nada se parecían al de Phalodi. Aquí la piedra ocupaba el sitio de los colorines y los espejos de Phalodi, y se notaba que eran edificios mucho más antiguos, que luego vimos que databan del siglo XII o XIII. Los turistas se mezclaban con los devotos y los "guardazapatos" apenas tenían sitio para dejar todos los zapatos de los visitantes en la entrada, debido al pequeño tamaño de las calles.

Interior de un templo jainista de Jaisalmer, dentro de las murallas de su fuerte
Lo único que lamentamos del fuerte era confirmar de boca del guía el grave peligro que corre. Al estar construido en medio del desierto, no está preparado para soportar el desgaste del agua, y la presión a la que es sometido por las 10.000 personas que viven aun en su interior (es el único habitado de Rajastán) más los turistas que duermen allí y el deficiente alcantarillado, hacen que el agua esté degradando este maravilloso lugar, hasta el punto de que se han desprendido almenas del mismo en los últimos años. Por ello no se recomienda dormir en su interior, aunque se siga ofreciendo alojamiento y muchos turistas acaben durmiendo en él. Me pregunté a mí mismo si los dueños de las casas de huéspedes del interior eran conscientes de que podían cargarse su fuente de ingresos si lo explotaban tanto y también por qué no la UNESCO declaraba el lugar "patrimonio de la humanidad", que realmente lo merece, y comenzaba un programa decente de recuperación que evite que el fuerte siga degradándose, cosa que la institución ha hecho en otros sitios, como Marruecos :(

Más tarde visitamos una haveli bastante bonita, en la que seguían viviendo sus dueños y que, por supuesto, tenía una tienda en su interior. El truco fue el mismo, un miembro de la familia te enseña la casa con gran amabilidad, y al final te muestran la tienda. No tienes por qué comprar nada, pero te dan ganas de hacerlo en señal de agradecimiento, porque si no compras nada, no se llevan un duro... caímos en la "trampa", cogimos una figurita de Ganesh por la que no regateamos (si decías que querías bajar el precio te enseña figuras iguales más pequeñas... no son tontos!) y por la que pagamos un precio excesivo (unos 9€). Pero bueno, que la peor de las trampas sea así... jeje. A la salida, un hombre de pequeño tamaño se nos acercó a los 3 (Steffi, el guía y yo) y nos empezó a hablar; parecía conocer algo al guía, dijo llamarse "Nando" tras saber que éramos españoles, a lo que le contesté que podría pasar por un nombre español. Ni corto ni perezoso me dijo que si le veía en Jodhpur (la próxima ciudad en la que dormiríamos) le invitara a una cerveza... le hice un gesto de "lo que tú digas" pensando en las pocas posibilidades de que nos cruzáramos en una ciudad de 800.000 habitantes y la cara dura que tenían algunos indios...

Vaca-modelo frente a una casa en el interior del fuerte de Jaisalmer
En ese momento, una moto de las que iban evitando por milímetros a viandantes y animales atravesó la calle más rápido de lo que debía (como casi siempre). Vio como un perro de mediano tamaño que pasaba por allí le bloqueaba y tuvieron la mala suerte de ir hacia el mismo lado ambos cuando intentaron evitarse... el perro acabó atropellado, emitió un gran alarido, y el hombre de la moto perdió el equilibrio y cayó al suelo. El perro huyó despavorido en cuanto pudo a una velocidad de vértigo sin aparentes secuelas, y al hombre lo ayudamos entre todos a levantarse del suelo, junto con su moto. Vi todo en directo, y no fue nada agradable... recordé la cantidad de cadáveres de animales que veía sobre el asfalto cada día que íbamos de ciudad en ciudad. Por suerte, el hombre también estaba bien, y tras unos segundos de aturdimiento, prosiguió su marcha.

El city tour acabó ya fuera del fuerte, frente a la haveli más impresionante de la ciudad: la Patwon ki haveli, una maravilla dorada en piedra, que dejaba la boca abierta. Se podía visitar por dentro, pero debido al estado de Steffi decidimos acabar cuanto antes la visita, iríamos al día siguiente. El guía nos sugirió ir a una tienda pero nos negamos y fue comprensivo y no insistió. Resultó divertido un niño que nos intentaba cambiar una moneda de 50 cts. de € por 50 rupias... aparte de que yo allí no quería para nada 50 cts. de €, ya le dije que el cambio era de unas 32 rupias por esa moneda y bajó el precio pero decidí ignorarle. Allí la picardía es un medio de supervivencia, y se mama desde pequeño.

Plaza de la Patwon ki Haveli; todo un bordado en piedra
Volvimos al hotel y decidimos comer algo allí. Steffi necesitaba arroz y yo repetí con la comida pseudo-occidental (pasta y pizza) que tenían, siempre vegetariana, que volvió a gustarme. Al pedir el postre a uno de los camareros nepalíes, dije bien claro que quería una ensalada de frutas para mí y un plátano para ella. Pues el inglés volvió a causarle una mala jugada, porque a los 5 minutos vino con un plato que no venía en el menú, que eran rodajas de plátano cortadas ocupando casi por completo un plato de postre; había 4 plátanos allí... parece que el chaval fusionó las dos cosas y de una "fruit salad" y una "banana" trajo una especie de "banana salad". Nos empezamos a reír, y otro camarero, que entendía inglés solo un poco mejor, comprendió lo que pasaba... le dijimos que podía dejar los plátanos, ¡pero que me trajera mi ensalada de frutas! Al entrar a la cocina le dio una colleja al camarero del error y se empezaron a reír ellos también. No pasa nada, el restaurante era de los mejores en los que habíamos comido, y el precio no llegó a los 4€ por comida y persona, así que se les podía perdonar :)

martes, 1 de mayo de 2012

Coqueta elegancia francesa: ¡NANCY!

Fuente ornamental (plaza Stanislas) durante la ola de frío de la navidad de 2010

Debo reconocer que el nombre de esta ciudad ni me sonaba, hasta que llegó a mi mundo por ser la población en la que vive la familia de mi pareja, y en la que vivió ella durante 6 años. A partir de ahí se fue forjando una relación entre esta ciudad y yo que vivió sus primeros momentos cuando la fui descubriendo en postales, poco a poco, hasta que la total ignorancia por Nancy se convirtió en un gran interés, que me obligó a aprovechar mis primeras vacaciones laborales para conocer el noreste de Francia.

Nancy, ciudad con nombre de mujer, "la ciudad de las muñecas" (¿porque quién no conoce la http://www.nancyfamosa.es/?), como la llamo cariñosamente, está ubicada en Lorena, región que también tiene nombre de mujer, tanto en español como en francés (Lorraine). Esta doble coincidencia me hizo imaginarla desde el principio como una ciudad muy femenina: limpia, coqueta, quizá un poco presumida pero consciente de que su belleza atrae las miradas de los demás, algo que en absoluto le desagrada. Cuando llegué por allí me di cuenta de que mis prejuicios fueron bastante acertados, y que conocerla es descubrir una de las mejores sorpresas que esconde Francia, que como ya dije cuando hablé de Estrasburgo, cunde mucho más allá de París.

Nancy se sitúa a algo más de 300 kms. al este de París, ciudad con la que está unida, entre otros, con "TGV", el AVE francés. Es la capital histórica de Lorena y se ubica en su centro geográfico, aunque actualmente la capitalidad de la región está en Metz, con la que mantiene una moderada rivalidad. Está a menos de 200 kilómetros de Bélgica y Alemania, y a poco más de 100 de Luxemburgo, pero sin embargo difícilmente podría ser más francesa. Aunque realmente lleva más bien poco tiempo siendo francesa... y es que aunque muchas veces se hable de regiones históricas de Francia que se negaron muchos años a ser francesas o que incluso lucharon contra Francia, como Borgoña y Bretaña, Lorena se integró por completo en Francia varios siglos más tarde que las anteriores, en 1766.

Plaza Stanislas
Lorena volvería un siglo más tarde a ser protagonista de la historia de Europa, ya que tras perder la guerra francoprusiana en 1871, Francia tuvo que resignarse a perder una parte de ella que pasaría a ser alemana, concretamente el actual departamento de Mosela, con capital en la citada Metz. Tres veces más cambiaría de bando esta franja de tierra en los siguientes 75 años, hasta que al final de la II Guerra Mundial pasara, junto a la totalidad de Alsacia, a ser definitivamente francesa. Durante esos años, Nancy permaneció siempre siendo francesa, y aunque parezca mentira, incluso le benefició esa situación. Quedar a 15 kms. de la frontera alemana del momento la convirtió en una ciudad fronteriza, con lo que eso significó en materia de comercio, contrabando, etc. con sus vecinos, los cuales, posiblemente, siguieran sintiéndose más franceses que alemanes. De hecho, muchos habitantes de la parte alemana de Lorena o de Alsacia que no se resignaron a vivir bajo dominio alemán acabaron instalándose en Nancy. Esto explica que, mientras Estrasburgo o Metz mantienen claros ejemplos de arquitectura germánica, en Nancy todo recuerde su condición francesa, y también explica que durante esos años, Nancy viviera una nueva época dorada, comparable a la que había vivido como capital del ducado lorenés.

La visita a la ciudad nos lleva irremediablemente a su icono por excelencia: la plaza Stanislas. Esta plaza es probablemente una de las plazas más bonitas del mundo y que jamás haya visto un servidor. La mandó construir el último duque de Lorena, Stanislas Leszczynski, un polaco que por azares del destino apenas pudo ser rey de su país unos pocos años, pero que encontró en Lorena y en Nancy la patria ajena que todavía hoy le venera y le recuerda. La plaza se construyó en un tiempo récord, entre 1752 y 1756, y es un ejemplo único de planeamiento urbano, aglutinando en un pequeño espacio y con un mismo estilo arquitectónico, los señoriales edificios que una capital requería a mediados del s.XVIII. Además sirvió para unir el casco antiguo y la nueva ciudad renacentista del s. XVII; hoy sigue siendo el eje central de la ciudad, y es que en ella se encuentran el ayuntamiento, la ópera, el museo de bellas artes y el hotel más lujoso de Nancy, cada uno ocupando uno de los edificios que la comparten. En sus esquinas se ubican doradas rejerías que nos pueden hacer sentir en el centro de París y dos fuentes ornamentales con trabajadas esculturas. Para coronar tan magna obra, el extremo norte se estrechó y se ubicó en su entrada un fotogénico arco de triunfo. Años más tarde, cuando la plaza pasó de llamarse "Plaza Real" a "Plaza Stanislas", se colocó en su centro una estatua que recuerda al gobernante. La peatonalización de la plaza, entre 2004 y 2005, ha sido la última gran modificación que ha sufrido, y el acertado color del pavimento y la tranquilidad de poder admirarla sin coches hacen que la experiencia de ver este lugar deje huella. Los pequeños pabellones del lado norte han sido convertidos en cafeterías, por lo que aprovechar en verano a tomar algo en una de sus terrazas es otra forma de saborear a fondo esta plaza, que recuerda más a la de una gran capital que a la de una ciudad de provincias como es hoy Nancy.

Vista nocturna de la plaza Stanislas
Y no solo es esta plaza. Aunque queden un tanto eclipsadas, otras dos plazas han sido nombradas patrimonio de la humanidad por la UNESCO en esta ciudad, la "place de la Carrière", ubicada junto al arco de triunfo de la plaza Stanislas, y la pequeña "place de l'Alliance", más austera en tamaño y arquitectura. La place de la Carrière no se ha librado aún de los coches, pero debido a su ubicación sigue siendo un lugar tranquilo más usado como aparcamiento que como lugar de paso del tráfico. Es de mayor tamaño que la plaza Stanislas, y al contrario que ésta es generosa en vegetación, aunque comparten la gran cantidad de rejerías y faroles con toques dorados. Como la anterior, sirvió y sigue sirviendo como unión entre el casco antiguo al oeste y la ciudad renacentista que crecía al este.

Volvemos a la plaza Stanislas para recomendar su museo de bellas artes, especialmente si se está interesado en la pintura, que recoge obras de pintores loreneses de renombre como Émile Friant, cuyas pinturas nos hacen creer que estamos viendo fotos porque son de un realismo sorprendente. No perderse la colección de vasos Daum, que muchos años antes de la aparición del art nouveau francés, del que hablaremos más tarde, recuerda bastante a ese arte que tiene en Nancy a una de sus grandes capitales.

Salimos de la plaza Stanislas por su esquina noreste, presidida por una fuente, y solo unos metros más allá nos encontramos con la "Pépinière", el mayor parque de la ciudad. Cuando vienes de un país como España, donde el urbanismo es una obsesión y cada metro cuadrado quiere ser usado para edificar, se agradece que en otros sitios se haya preferido usar parte del centro de una ciudad para hacer un parque generoso en tamaño. Pocas ciudades españolas de ese tamaño pueden decir lo mismo. Como buen parque francés es un lugar limpio y poblado de flores de todo tipo de tamaños y colores. Conocida popularmente como la "Pep", no tiene nada que ver con el entrenador catalán :)

Porte de la Craffe, casco antiguo de la ciudad
Retrocedemos hacia atrás en la historia para meternos por las calles del casco antiguo, donde llaman la atención primeramente el palacio ducal, que ha recibido un agradable lavado de cara recientemente, en el que se ubica el museo lorenés, dedicado a la historia del antiguo ducado y de la actual región. Poco más allá sorprende la iglesia de Saint-Epvre, de estilo neogótico, muy común en Francia, y que es probablemente la iglesia más interesante de la ciudad, ya que la catedral, al sur de la plaza Stanislas, pasa bastante más desapercibida. Aunque el mejor testimonio de la Nancy más antigua seguramente sea la "porte de la Craffe", puerta medieval con dos torres cónicas erigida en el s. XV, ubicada en el extremo norte del casco antiguo.

Por último, hay que hacer hincapié en la importancia de la ciudad para el "art nouveau", que tuvo su propio nombre en la ciudad: "l'École de Nancy" (la Escuela de Nancy). Émile Galle fue uno de sus protagonistas, que encontró en objetos cotidianos como vasos o muebles, el medio para expresar su capacidad artística. Otro arte que abundó con este estilo fue la arquitectura, reflejada en algunas mansiones de la ciudad, como la villa Majorelle, en sus formas originales, en ocasiones curvas, y que a España llegaría con algunas variantes bajo el nombre de modernismo. La mejor forma de admirar este legado de la historia del arte, producido durante el cambio del siglo XIX al XX, es visitando el museo de l'École de Nancy, algo alejado del centro pero fácilmente alcanzable en autobús.

Museo de l'École de Nancy
Y todo esto, a excepción del último museo, en un pequeño área que se puede recorrer perfectamente a pie, y que hará las delicias de todos los que os acerquéis a visitar esta pequeña ciudad francesa.