Quizá sea el único, pero antes de visitar esta zona me imaginaba el Rin como otra cosa... como una vía de comunicación, plagada de barcos, con industria pesada a sus lados y constantemente rodeada por grandes ciudades alemanas, sin encantos naturales cercanos.
Esto es el Rin romántico.. un escarpado cañón formado por un río inmenso y jalonado de castillos, como el de Rheinstein |
Si bien buena parte de esta imagen es cierta durante la mayoría del recorrido de este río por Alemania (que por cierto, no solo es alemán... su agua riega otros 5 países: Austria, Liechtenstein, Francia, Suiza y Países Bajos, aunque en los tres primeros solo marca la frontera), en su curso medio-bajo tiene un tramo, el ubicado entre Bingen y Coblenza (Koblenz en alemán) distinto. Envuelto en un cañón natural y con un romanticismo que le viene dado por la belleza de sus pueblos y el aura misterioso que le otorgan sus castillos, blancos a veces, de roca grisácea oscura el resto, uno se siente mucho más lejos de Frankfurt, Colonia o Düsseldorf de lo que dicta el cuentakilómetros. Y es que por suerte en Alemania todavía existen zonas rurales... ¡y que duren mucho tiempo!
La abundante cantidad de castillos de la zona se explica en el afán recaudatorio y avaricia sin escrúpulos de los señores feudales, ya que cobraban un peaje a los barcos que querían surcar las aguas de la que hoy es la arteria fluvial con más tráfico de Europa.
La abundante cantidad de castillos de la zona se explica en el afán recaudatorio y avaricia sin escrúpulos de los señores feudales, ya que cobraban un peaje a los barcos que querían surcar las aguas de la que hoy es la arteria fluvial con más tráfico de Europa.
Vista del Rin desde Bingen. Se aprecia a la izquierda la "torre de los ratones", en una isla del Rin. Frente a ella uno de los castillos de la orilla derecha |
Como un servidor solo ha recorrido la orilla izquierda de esta ruta (la derecha es igualmente visitable), empezamos la ruta en Bingen; esta población está ubicada al oeste de la conurbación urbana que forman Frankfurt, Wiesbaden y Mainz (Maguncia en castellano, aunque a mí me suena mal dicho así) a apenas 20 kms. de esta última, y aquí se considera que empieza la ruta. Esto es porque aquí empieza a escarparse el terreno, aunque teniendo en cuenta que en Mainz está el último puente sobre el río hasta Coblenza, algunos ubican en la capital del estado de Renania-Palatinado el inicio de la ruta. Con unos 25.000 habitantes, Bingen es la población mayor entre Mainz y Coblenza, y se ubica donde se juntan el Rin y el Nahe, otro río que al ser cruzado, por su tamaño, puede confundirse con el propio Rin (a mí me pasó). Fue la novatada de la ruta, ya que la anchura era bastante menor y como ya he dicho, Bingen no tiene puente sobre el Rin.
En Bingen nos encontramos el primer castillo, rodeado de viñedos. Sí, viñedos en Alemania, los hay... son casi exclusivos de este estado en Alemania, donde parece que la pasión francesa por el vino se extiende más allá de los límites políticos del país galo.
El citado castillo, llamado de Klopp, es un primer aperitivo de los castillos que abundan en la zona. Como muchos otros, su pasado es medieval, pero el aspecto actual data de la segunda mitad del s.XIX. Es en esa época cuando el interés por ese pasado medieval adquirió un tinte romántico que motivó en muchas partes de Alemania a levantar castillos colosales o a reformar los ya existentes, siendo "Neuschwanstein", en Baviera el ejemplo más destacable.
Aparte del castillo, Bingen exhibe otros dos puntos destacables: la gótica basílica de San Martín, una vistosa basílica blanca y naranja, y la llamada "Torre de los Ratones" (Mäuseturm en alemán), estrecha torre de idénticos colores ubicada en una isla del Rin cuyo nombre viene por una leyenda; cuenta la historia que un obispo cruel fue devorado vivo por un grupo de ratones. En ese mismo lugar se ha ubicado una torre desde la época romana, aunque la actual también es de la segunda mitad del s.XIX, cuando la zona cayó bajo dominio prusiano. Aparte de esto, el casco antiguo de Bingen no encierra tampoco mucho interés, ya que contiene muchos edificios modernos, pero es un buen lugar como centro de servicios.
Vamos hacia el norte, siguiendo al Rin en su camino hacia el mar, y de camino a Bacharach nos encontramos tres inconmensurables castillos, que casi nos hacen olvidar el pequeño (a su lado) castillo visto en Bingen. Son los castillo de Rheinstein, Reichenstein y Sooneck. Visitamos los dos primeros por dentro, y el tercero diría que también es visitable pero no lo puedo asegurar... eso sí incluso aunque vayáis en coche las indicaciones para llegar a ellos no son todo lo evidentes que nos esperábamos, y hay que estar muy al loro para no pasarlos por alto...
Rheinstein es el primer castillo que uno se encuentra, y ofrece una de las fotos más espectaculares de todo el valle (la foto que protagoniza esta entrada, al principio). Varios caminos de senderismo pasan por él, y para sacar la citada foto hay que caminar un centenar de metros por uno en dirección contraria a las aguas del río.
Con un jardín lleno de flores, una pequeña iglesia neogótica en su interior, y unas estancias que nos muestran cómo era un castillo de la segunda mitad del s.XIX, la visita merece la pena (unos 8€ costaba en verano de 2013).
Un tanto distinta es la visita al castillo de Reichenstein. Su aspecto exterior me pareció un tanto tétrico, con la roca oscura y unas plantas enredaderas resecas que parecían querer comerse las paredes... pero el interior no se queda atrás, presidido por centenares de cornamentas de cérvidos que dejan claro que su dueño era un amante de la caza. El precio es similar, y aparte de cuernos también se ven estancias del castillo, como un gran salón, y se disfruta de bonitas vistas del Rin. Eso sí, ver ambos puede resultar un tanto repetitivo... a nosotros nos dio esa sensación.
Y tras unos pocos kilómetros llegamos a Bacharach... pero como estamos ante el pueblo más pintoresco de toda la zona (o al menos de la orilla izquierda del río), le dedicaré una entrada para él solo.
Castillo de Klopp, en Bingen, rodeado de viñedos |
Aparte del castillo, Bingen exhibe otros dos puntos destacables: la gótica basílica de San Martín, una vistosa basílica blanca y naranja, y la llamada "Torre de los Ratones" (Mäuseturm en alemán), estrecha torre de idénticos colores ubicada en una isla del Rin cuyo nombre viene por una leyenda; cuenta la historia que un obispo cruel fue devorado vivo por un grupo de ratones. En ese mismo lugar se ha ubicado una torre desde la época romana, aunque la actual también es de la segunda mitad del s.XIX, cuando la zona cayó bajo dominio prusiano. Aparte de esto, el casco antiguo de Bingen no encierra tampoco mucho interés, ya que contiene muchos edificios modernos, pero es un buen lugar como centro de servicios.
Patio interior del castillo de Rheinstein |
Vamos hacia el norte, siguiendo al Rin en su camino hacia el mar, y de camino a Bacharach nos encontramos tres inconmensurables castillos, que casi nos hacen olvidar el pequeño (a su lado) castillo visto en Bingen. Son los castillo de Rheinstein, Reichenstein y Sooneck. Visitamos los dos primeros por dentro, y el tercero diría que también es visitable pero no lo puedo asegurar... eso sí incluso aunque vayáis en coche las indicaciones para llegar a ellos no son todo lo evidentes que nos esperábamos, y hay que estar muy al loro para no pasarlos por alto...
Rheinstein es el primer castillo que uno se encuentra, y ofrece una de las fotos más espectaculares de todo el valle (la foto que protagoniza esta entrada, al principio). Varios caminos de senderismo pasan por él, y para sacar la citada foto hay que caminar un centenar de metros por uno en dirección contraria a las aguas del río.
Con un jardín lleno de flores, una pequeña iglesia neogótica en su interior, y unas estancias que nos muestran cómo era un castillo de la segunda mitad del s.XIX, la visita merece la pena (unos 8€ costaba en verano de 2013).
Castillo de Reichenstein, cuyo exterior me pareció un tanto tétrico |
Un tanto distinta es la visita al castillo de Reichenstein. Su aspecto exterior me pareció un tanto tétrico, con la roca oscura y unas plantas enredaderas resecas que parecían querer comerse las paredes... pero el interior no se queda atrás, presidido por centenares de cornamentas de cérvidos que dejan claro que su dueño era un amante de la caza. El precio es similar, y aparte de cuernos también se ven estancias del castillo, como un gran salón, y se disfruta de bonitas vistas del Rin. Eso sí, ver ambos puede resultar un tanto repetitivo... a nosotros nos dio esa sensación.
Y tras unos pocos kilómetros llegamos a Bacharach... pero como estamos ante el pueblo más pintoresco de toda la zona (o al menos de la orilla izquierda del río), le dedicaré una entrada para él solo.
Interior del castillo de Reichenstein, presidido por los cuernos de ciervos o similares |
DATOS PRÁCTICOS
Para visitar esta zona de Alemania se hace muy recomendable el contar con tu propio coche. Dos líneas ferroviarias comunican la zona de Mainz-Wiesbaden-Frankfurt con Coblenza, una por cada lado del río, pero para visitar los castillos no resulta práctico ir en tren puesto que no tienen estación, y las paradas de Bingen o Bacharach distan varios kilómetros de los castillos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario