domingo, 15 de septiembre de 2013

El túnel de la esperanza, la salvación de SARAJEVO

Una de las cosas más conmovedoras, por no decir la más, de visitar Sarajevo, es ser testigo de las huellas que la reciente guerra de Bosnia ha dejado en la ciudad. Si bien se va recuperando poco a poco, y muchos de los edificios han sido restaurados (o van por muy buen camino, como la famosa biblioteca nacional-ayuntamiento, de la que hablé en la entrada sobre la ciudad), la ciudad no puede olvidar, ni quiere, aquel trágico episodio. Un episodio en donde lo trágico se mezcla con lo heroico, porque si bien el país, y más concretamente Sarajevo, sufrieron mucho, acabaron al final, en cierto modo, ganando la contienda.

Túnel de la esperanza, en la actualidad
En el caso concreto de Sarajevo, la ciudad soportó el asedio más largo de la historia moderna, de casi 4 años, entre abril de 1992 y febrero de 1996. Sin embargo, resistió y venció. ¿Cómo? Pues el ingenio y el coraje de algunas personas tuvieron mucho que ver, ya que construyeron un túnel que fue una fuente de esperanza y de vida para los habitantes de Sarajevo.

HISTORIA: ¿QUÉ ES ESTE TÚNEL? ¿POR QUÉ SE LE LLAMA "DE LA ESPERANZA"?


Os pongo en contexto; comienza la guerra, y fuerzas serbias y serbobosnias rodean la ciudad. Los bosnios se atrincheran en ella, un lugar por cuyas estrechas calles difícilmente pueden entrar los tanques, lo que hace a la ciudad más fácilmente defendible. Se corta el suministro de agua, comida, medicamentos, electricidad y gas, para las más de 300.000 personas encerradas en la ciudad. La ONU declara el aeropuerto, a las afueras de la ciudad, zona desmilitarizada, y como en el resto de la ex-Yugoslavia, el suministro de armas queda embargado. A menos de 1 kilómetro del Sarajevo sitiado, y al otro lado de la pista de aterrizaje del aeropuerto, se ubicaba el llamado "territorio libre", es decir, la Bosnia-Herzegovina no sitiada por las tropas serbias, de la cual formaban parte una buena cantidad de los suburbios al sur de la ciudad. Varios civiles osaron cruzar la pista de aeropuerto, usada solo por la ONU, para escapar del sitio o para buscar víveres. Alguno pagó con su vida tal osadía...

A finales de 1992, a un mando militar bosnio se le ocurre que la mejor solución para la carestía de productos básicos que la ciudad sufría era la construcción de un túnel bajo el aeropuerto. Con los planos del mismo en paradero desconocido, deciden hacerlo sin ellos. El proyecto, de alto riesgo, tenía que garantizar la seguridad de los que lo atravesaran y del aeropuerto, y tenía que hacerse en secreto, y así se comenzó el 12 de enero de 1993, primero desde Dobrinja, un barrio sarajevita, y luego desde Butmir, en la parte libre, un suburbio al otro lado del aeropuerto.

Mapa que muestra el sitio de Sarajevo. El túnel se construyó por debajo a la pista del aeropuerto, perpendicular a ella
La falta de material digno para hacer el túnel junto a la caída de obuses en la zona dificultó las obras, e incluso las paró en el lado libre de Butmir. Pero llegado el mes de abril se organizaron en turnos para trabajar las 24 horas del día, consolidando el túnel con hierro en el lado sitiado (la escasa madera se utilizaba como calefacción, y de hecho los árboles de las calles sufrieron esta necesidad) y con madera en el lado libre, sin acceso a las fábricas metalúrgicas de la capital bosnia. Hasta que el 30 de julio, dos hombres del turno de tarde se encontraron en algún lugar bajo la pista del aeropuerto de Sarajevo, dando por terminado el túnel. Esa misma noche un primer contingente atravesó el túnel. Por esas fechas los serbios supieron de la existencia de esta vía subterránea, y aparte de bombardear más la zona se quejaron a la FORPRONU (fuerza de protección de la ONU) por ello, ignorando ésta esas quejas. 

Al principio todo debía transportarse a mano, con sacos de hasta 50 kgs. sobre los hombros de los usuarios del túnel, aunque el paso del tiempo fue dotando de servicios al mismo, entre ellos una vagoneta con capacidad para hasta 300 kgs. de peso. Una línea eléctrica dotaba de luz al túnel, y también se pasó cable telefónico para facilitar las comunicaciones entre los dos lados. Por sus pequeñas dimensiones, el túnel se atravesaba en un solo sentido a la vez, con hasta 1000 personas en fila india, haciendo que la media de tráfico diario fuera de unas 4000 personas. En pocas ocasiones necesitó ser bloqueado ese tráfico, aunque las abundantes lluvias o nevadas en dos ocasiones obligaran a cerrar un túnel totalmente inundado, y era frecuente pasarlo con agua hasta las rodillas.

"Tunel Spasa", museo del túnel de guerra de Sarajevo
Conforme pasó el tiempo los bosnios se las ingeniaron para pasar de todo por túnel, incluso gasolina. Esta maniobra entrañaba un riesgo especial y se hacía de noche, ya que un obús serbio que impactara sobre un camión lleno de gasolina significaría decenas de muertos y la destrucción de las viviendas y de la parte del túnel más cercana. Por suerte eso nunca ocurrió. Más tarde, incluso se pasaron cables de alta tensión por el túnel que permitieron devolver la electricidad a Sarajevo. Aunque si bien eso mejoró la calidad de vida de los civiles, empeoró la de aquellos que atravesaban el túnel... imaginaos atravesar un túnel con agua hasta las rodillas, y dimensiones de 1,5 metros de alto y 1 metro de ancho, con un cable de alta tensión a un lado y una tubería para transportar combustible al otro.

En 1996 la guerra acabó. No sabemos qué habría pasado en Sarajevo sin este túnel, pero es evidente que esa vía de comunicación que burló el sitio ha sido vital para evitar la caída de la ciudad y la muerte de muchos de sus habitantes. Y hoy ese túnel, testigo de la última gran guerra en Europa, es visitable.

EL TÚNEL HOY


No lo he dicho aún, pero todo esto ocurrió gracias a que los integrantes de una familia, apellidada "Kolar", cedieron su casa, bombardeada al principio de la guerra, a los militares bosnios para que sirviera de entrada al túnel. Hacer la entrada en el jardín de una casa era una buena forma de disimular algo del valor estratégico de este túnel. Ellos mismos se implicaron en la construcción y mantenimiento del túnel; Sida, la abuela, fue conocida por estar colocada a la salida del túnel y ofrecer un vaso de agua o un cacho de pan a cada persona que salía por él. Bajro, su hijo, participó en la organización de las obras.

Sida, la abuela de la familia Kolar, retratada dando de beber a los trabajadores del túnel
Acabada la guerra el túnel cayó en el abandono, el ejército bosnio-herzegovino dejó la casa y el país intentó volver a una normalidad presidida por la necesidad de la reconstrucción. La familia Kolar tuvo que hacer frente al desempleo, todavía hoy muy alto en el país, y pensaron en recuperar todo lo que pudieron sobre el túnel: vagonetas, sacos para transportar víveres, herramientas para hacer el túnel... incluso trabajaron para que, al menos una parte del túnel, no se destruyera víctima del abandono.

Su esfuerzo no ha sido en vano, y hoy esa misma familia es la que ha convertido su casa en un interesante museo, con una habitación dedicada a objetos de guerra, otra a la historia y construcción del túnel, otra con fotos de los ilustres visitantes que ha recibido y quizá lo más interesante: 20 metros de túnel se han conservado y se pueden recorrer por todo el que quiera hacerlo.

Una de las salas del museo muestra un vídeo de la historia del túnel, entre material de guerra
El precio del museo creo recordar que era de 10 KM (al cambio, cuando fui yo, eran 5€), aunque creo que por error nos cobraron la mitad al pensar que éramos integrantes de un grupo que entró justo delante de nosotros. Lo considero totalmente recomendable a pesar de no ser un lugar bonito, como casi todo de lo que escribo aquí, porque es quizá el mejor testimonio de esta guerra que mi generación vio cuando aún no había perdido la inocencia.

CÓMO LLEGAR


Del acceso decir que yo fui en coche, poco esperanzado, ya que me habían avisado en el hotel en el que dormía de que era muy difícil de encontrar. Alguna agencia organizaba visitas guiadas con el transporte desde el centro incluido, pero por tiempo no nos podíamos permitir verlo así. Sin embargo parece que desde hace poco han puesto letreros para indicar cómo llegar y con ellos resultó fácil encontrarlo. Para hacerlo con el coche tenéis que salir de Sarajevo dirección Mostar, y coger la salida a mano izquierda que encontraréis poco después de ver anunciado el aeropuerto. Seguir dirección "Ilidza" os ayudará a acercaros hasta que empecéis a ver letreros que indiquen, en inglés, el museo (Tunnel of hope). Por si acaso, en bosnio es "Tunel Spasa".

Ir en transporte público es complicado. Además de las agencias, otra opción es ir en tranvía hasta Ilidza, donde acaba su recorrido, pero desde ahí hay que andar 4 kms. Para evitar andar por una zona de casas bajas y campos, sin aceras muchas veces, se puede coger el bus nº32, que comunica Ilidza con Butmir, y os debería acercar bastante al museo.

Nada como colocar en el túnel a un tío de 1,90 para que se vean las modestas dimensiones del mismo. Así, durante 800 metros de longitud se le inyectó vida y esperanza a Sarajevo

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