martes, 1 de mayo de 2012

Coqueta elegancia francesa: ¡NANCY!

Fuente ornamental (plaza Stanislas) durante la ola de frío de la navidad de 2010

Debo reconocer que el nombre de esta ciudad ni me sonaba, hasta que llegó a mi mundo por ser la población en la que vive la familia de mi pareja, y en la que vivió ella durante 6 años. A partir de ahí se fue forjando una relación entre esta ciudad y yo que vivió sus primeros momentos cuando la fui descubriendo en postales, poco a poco, hasta que la total ignorancia por Nancy se convirtió en un gran interés, que me obligó a aprovechar mis primeras vacaciones laborales para conocer el noreste de Francia.

Nancy, ciudad con nombre de mujer, "la ciudad de las muñecas" (¿porque quién no conoce la http://www.nancyfamosa.es/?), como la llamo cariñosamente, está ubicada en Lorena, región que también tiene nombre de mujer, tanto en español como en francés (Lorraine). Esta doble coincidencia me hizo imaginarla desde el principio como una ciudad muy femenina: limpia, coqueta, quizá un poco presumida pero consciente de que su belleza atrae las miradas de los demás, algo que en absoluto le desagrada. Cuando llegué por allí me di cuenta de que mis prejuicios fueron bastante acertados, y que conocerla es descubrir una de las mejores sorpresas que esconde Francia, que como ya dije cuando hablé de Estrasburgo, cunde mucho más allá de París.

Nancy se sitúa a algo más de 300 kms. al este de París, ciudad con la que está unida, entre otros, con "TGV", el AVE francés. Es la capital histórica de Lorena y se ubica en su centro geográfico, aunque actualmente la capitalidad de la región está en Metz, con la que mantiene una moderada rivalidad. Está a menos de 200 kilómetros de Bélgica y Alemania, y a poco más de 100 de Luxemburgo, pero sin embargo difícilmente podría ser más francesa. Aunque realmente lleva más bien poco tiempo siendo francesa... y es que aunque muchas veces se hable de regiones históricas de Francia que se negaron muchos años a ser francesas o que incluso lucharon contra Francia, como Borgoña y Bretaña, Lorena se integró por completo en Francia varios siglos más tarde que las anteriores, en 1766.

Plaza Stanislas
Lorena volvería un siglo más tarde a ser protagonista de la historia de Europa, ya que tras perder la guerra francoprusiana en 1871, Francia tuvo que resignarse a perder una parte de ella que pasaría a ser alemana, concretamente el actual departamento de Mosela, con capital en la citada Metz. Tres veces más cambiaría de bando esta franja de tierra en los siguientes 75 años, hasta que al final de la II Guerra Mundial pasara, junto a la totalidad de Alsacia, a ser definitivamente francesa. Durante esos años, Nancy permaneció siempre siendo francesa, y aunque parezca mentira, incluso le benefició esa situación. Quedar a 15 kms. de la frontera alemana del momento la convirtió en una ciudad fronteriza, con lo que eso significó en materia de comercio, contrabando, etc. con sus vecinos, los cuales, posiblemente, siguieran sintiéndose más franceses que alemanes. De hecho, muchos habitantes de la parte alemana de Lorena o de Alsacia que no se resignaron a vivir bajo dominio alemán acabaron instalándose en Nancy. Esto explica que, mientras Estrasburgo o Metz mantienen claros ejemplos de arquitectura germánica, en Nancy todo recuerde su condición francesa, y también explica que durante esos años, Nancy viviera una nueva época dorada, comparable a la que había vivido como capital del ducado lorenés.

La visita a la ciudad nos lleva irremediablemente a su icono por excelencia: la plaza Stanislas. Esta plaza es probablemente una de las plazas más bonitas del mundo y que jamás haya visto un servidor. La mandó construir el último duque de Lorena, Stanislas Leszczynski, un polaco que por azares del destino apenas pudo ser rey de su país unos pocos años, pero que encontró en Lorena y en Nancy la patria ajena que todavía hoy le venera y le recuerda. La plaza se construyó en un tiempo récord, entre 1752 y 1756, y es un ejemplo único de planeamiento urbano, aglutinando en un pequeño espacio y con un mismo estilo arquitectónico, los señoriales edificios que una capital requería a mediados del s.XVIII. Además sirvió para unir el casco antiguo y la nueva ciudad renacentista del s. XVII; hoy sigue siendo el eje central de la ciudad, y es que en ella se encuentran el ayuntamiento, la ópera, el museo de bellas artes y el hotel más lujoso de Nancy, cada uno ocupando uno de los edificios que la comparten. En sus esquinas se ubican doradas rejerías que nos pueden hacer sentir en el centro de París y dos fuentes ornamentales con trabajadas esculturas. Para coronar tan magna obra, el extremo norte se estrechó y se ubicó en su entrada un fotogénico arco de triunfo. Años más tarde, cuando la plaza pasó de llamarse "Plaza Real" a "Plaza Stanislas", se colocó en su centro una estatua que recuerda al gobernante. La peatonalización de la plaza, entre 2004 y 2005, ha sido la última gran modificación que ha sufrido, y el acertado color del pavimento y la tranquilidad de poder admirarla sin coches hacen que la experiencia de ver este lugar deje huella. Los pequeños pabellones del lado norte han sido convertidos en cafeterías, por lo que aprovechar en verano a tomar algo en una de sus terrazas es otra forma de saborear a fondo esta plaza, que recuerda más a la de una gran capital que a la de una ciudad de provincias como es hoy Nancy.

Vista nocturna de la plaza Stanislas
Y no solo es esta plaza. Aunque queden un tanto eclipsadas, otras dos plazas han sido nombradas patrimonio de la humanidad por la UNESCO en esta ciudad, la "place de la Carrière", ubicada junto al arco de triunfo de la plaza Stanislas, y la pequeña "place de l'Alliance", más austera en tamaño y arquitectura. La place de la Carrière no se ha librado aún de los coches, pero debido a su ubicación sigue siendo un lugar tranquilo más usado como aparcamiento que como lugar de paso del tráfico. Es de mayor tamaño que la plaza Stanislas, y al contrario que ésta es generosa en vegetación, aunque comparten la gran cantidad de rejerías y faroles con toques dorados. Como la anterior, sirvió y sigue sirviendo como unión entre el casco antiguo al oeste y la ciudad renacentista que crecía al este.

Volvemos a la plaza Stanislas para recomendar su museo de bellas artes, especialmente si se está interesado en la pintura, que recoge obras de pintores loreneses de renombre como Émile Friant, cuyas pinturas nos hacen creer que estamos viendo fotos porque son de un realismo sorprendente. No perderse la colección de vasos Daum, que muchos años antes de la aparición del art nouveau francés, del que hablaremos más tarde, recuerda bastante a ese arte que tiene en Nancy a una de sus grandes capitales.

Salimos de la plaza Stanislas por su esquina noreste, presidida por una fuente, y solo unos metros más allá nos encontramos con la "Pépinière", el mayor parque de la ciudad. Cuando vienes de un país como España, donde el urbanismo es una obsesión y cada metro cuadrado quiere ser usado para edificar, se agradece que en otros sitios se haya preferido usar parte del centro de una ciudad para hacer un parque generoso en tamaño. Pocas ciudades españolas de ese tamaño pueden decir lo mismo. Como buen parque francés es un lugar limpio y poblado de flores de todo tipo de tamaños y colores. Conocida popularmente como la "Pep", no tiene nada que ver con el entrenador catalán :)

Porte de la Craffe, casco antiguo de la ciudad
Retrocedemos hacia atrás en la historia para meternos por las calles del casco antiguo, donde llaman la atención primeramente el palacio ducal, que ha recibido un agradable lavado de cara recientemente, en el que se ubica el museo lorenés, dedicado a la historia del antiguo ducado y de la actual región. Poco más allá sorprende la iglesia de Saint-Epvre, de estilo neogótico, muy común en Francia, y que es probablemente la iglesia más interesante de la ciudad, ya que la catedral, al sur de la plaza Stanislas, pasa bastante más desapercibida. Aunque el mejor testimonio de la Nancy más antigua seguramente sea la "porte de la Craffe", puerta medieval con dos torres cónicas erigida en el s. XV, ubicada en el extremo norte del casco antiguo.

Por último, hay que hacer hincapié en la importancia de la ciudad para el "art nouveau", que tuvo su propio nombre en la ciudad: "l'École de Nancy" (la Escuela de Nancy). Émile Galle fue uno de sus protagonistas, que encontró en objetos cotidianos como vasos o muebles, el medio para expresar su capacidad artística. Otro arte que abundó con este estilo fue la arquitectura, reflejada en algunas mansiones de la ciudad, como la villa Majorelle, en sus formas originales, en ocasiones curvas, y que a España llegaría con algunas variantes bajo el nombre de modernismo. La mejor forma de admirar este legado de la historia del arte, producido durante el cambio del siglo XIX al XX, es visitando el museo de l'École de Nancy, algo alejado del centro pero fácilmente alcanzable en autobús.

Museo de l'École de Nancy
Y todo esto, a excepción del último museo, en un pequeño área que se puede recorrer perfectamente a pie, y que hará las delicias de todos los que os acerquéis a visitar esta pequeña ciudad francesa.

1 comentario:

Steffi dijo...

Una ciudad preciosa, ¿verdad? <3