sábado, 6 de febrero de 2016

Arte románico CON MAYÚSCULAS: EL VALLE DE BOÍ / LA VALL DE BOÍ

Torre de la iglesia de la Natividad, en Durro

Me mojaré al reconocerlo; el mejor lugar de montaña de Cataluña, y posiblemente de España, al hablar de reunir patrimonio cultural y artístico de primer orden junto a una naturaleza deslumbrante es el valle de Boí, en el pirineo ilerdense.

El conjunto de preciosas iglesias románicas en pueblecitos tranquilos, que es patrimonio de la humanidad desde 2000, está curiosamente a las puertas de uno de los tres parques nacionales pirenaicos y el único de toda Cataluña en el momento de escribir estas líneas: el parque nacional de Aigüestortes y lago de San Mauricio (en catalán y oficialmente "Parc nacional d'Aigüestortes i estany de Sant Maurici"), constituyendo así una pareja de atractivos que nos motivaron para pasar cinco intensos días en un puente de junio de 2015.

Montaje de vídeo y sonido realizado en la iglesia de Sant Climent de Taüll. Se retrata el soberbio pantocrátor. El original está hoy en el museo nacional de arte de Cataluña, en Barcelona


LOS PUEBLOS Y SUS IGLESIAS



Constituidos en un único ayuntamiento cuya capital es Barruera, la mayoría de pueblos tiene interés monumental, con núcleos típicamente pirenaicos (con casas de piedra oscura y tejados de pizarra) y una o dos iglesias románicas, de estilo lombardo, que hablan de la época en que la mayor parte de la Cataluña actual era musulmana y tanto aquí como en el resto de España los territorios cristianos se refugiaron en el montañoso norte, de Asturias a Gerona. Por suerte, a pesar del turismo cultural, natural y deportivo (el valle tiene espacio también para una pista de esquí: Boí-Taüll), los pueblos mantienen su personalidad.

La famosa iglesia de Sant Climent (San Clemente) de Taüll, con su fabuloso campanario
Los pueblos más interesantes, cuyo interés parece crecer cuanto más nos adentramos en el valle, tienen sus iglesias abiertas (en esta página se pueden ver los horarios y las tarifas) y se pueden visitar con entradas individuales o con un pack que las incluye a todas. Son los siguientes:
- Coll y Cardet: las iglesias de estos pueblos, con algo menos de vida que los que vienen a continuación, no las pudimos ver por dentro, puesto que estaban cerradas en junio. La de Cardet muestra la única espadaña del conjunto.
- Barruera: la capital del valle presume de tener la iglesia de Sant Feliu, que como casi todas las demás disfruta de buena iluminación para poder disfrutarla de noche. Ha sufrido modificaciones posteriores aunque su esencia sigue siendo románica, y su entrada está presidida por una bonita alameda.

La ermita de Sant Quirc, a las afueras de Durro, se conjunta magníficamente con el paisaje que le rodea
- Durro: en un desvío de la carretera principal, Durro es un delicioso pueblo que aglutina no una, sino dos iglesias patrimonio de la humanidad: la de la Natividad, en el centro del pueblo, y una pequeña ermita alcanzable tras un paseo a 10 minutos de la población (Sant Quirc). La fisionomía del pueblo parece no haber cambiado mucho desde hace siglos, ubicado en una ladera a casi 1400 metros y la iglesia de la Natividad, una de las más impresionantes del valle, es ejemplo del más puro románico catalán. Perderse por sus calles es un placer.

Iglesia de Erill la Vall
- Erill la Vall: en el fondo del valle, y al contrario de Durro, ubicado en un llano, Erill la Vall impresiona con su iglesia, que presume de una torre de seis pisos de altura, la más alta junto a la de Sant Climent de Taüll. La iglesia aloja un curioso descendimiento de Cristo de madera. Junto a ella se ha creado un centro de interpretación del arte románico del valle, para el que la entrada conjunta también da acceso. 
- Boí: el pueblo que da nombre al valle es quizá el que conserva un mayor conjunto de calles y plazas pintorescas, en las que caminar buscando perderse. Está en un desvío de la carretera principal que lleva también a Taüll, y aloja otra de las iglesias románicas del valle, la de Sant Joan.

Una de los pintorescos rincones de Boí
- Taüll: el último pueblo quizá sea el más famoso de todos ellos, por contar, como Durro, con dos iglesias patrimonio de la humanidad, aunque en esta ocasión ambas están en el núcleo urbano actual. La de Sant Climent (o San Clemente) es sin lugar a dudas el símbolo o emblema del valle (y uno de los símbolos de Cataluña), con sus proporciones, su esbelto campanario y sus frescos del interior, que aunque fueron trasladados al museo nacional de arte de Cataluña, en Barcelona, se recrean con un espectáculo de luces y sonido al que tenemos derecho con la entrada. Menos conocida, la iglesia de Santa María no desmerece a su famosa vecina, y preside la plaza mayor del pueblo. Callejear por en Taüll también es un placer.

Vista nocturna de la iglesia de Santa María de Taüll. Todas las iglesias cuentan con una excelente iluminación que permite verlas con otros ojos de noche
Decir que algunas de las iglesias conservan frescos (o reproducciones de los mismos, estando los originales normalmente en el MNAC de Barcelona) y en varias se pueden subir a los campanarios para tener otras vistas de los pueblos y del fabuloso valle en el que se encuentran. Eso sí, cuidado con no subir cuando vayan a dar las campanadas para no llevarse un buen susto :)

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