sábado, 24 de noviembre de 2012

Regreso al medievo: ¡CARCASONA!

Carcasona (Carcassonne en francés) es una pintoresca ciudad del sur de Francia, cercana al Pirineo y a la frontera española, que guarda uno de los conjuntos medievales más espectaculares de Europa.

Vista nocturna de la ciudadela de Carcasona ("cité de Carcassone" en francés)
Esta ciudad, con unos 50.000 habitantes, un tamaño similar al de Ávila, es hoy la capital del departamento de "Aude". En su compacto tamaño aloja dos lugares "Patrimonio de la Humanidad", la ciudadela medieval que preside la ciudad y el "Canal du Midi", obra hidráulica que cruza el centro geográfico de la Carcasona actual.

Convertida hoy en una plácida capital de provincias, la historia de esta ciudad ha sido, sin embargo, convulsa y violenta en otras épocas. Como durante el siglo XIII, época en la que fue uno de los principales bastiones de los cátaros, una corriente dentro del catolicismo que abogaba por vivir la religión al extremo, alejados del mundo material y de los placeres carnales. Considerados herejes por el Vaticano, varias cruzadas lograron acabar con los seguidores del catarismo, muy extendidos por todo el Languedoc francés (actual sur de Francia), que perecieron sufriendo horribles torturas y muchas veces quemados en la hoguera. Algo de todo aquello se puede intuir en uno de los museos más interesantes (aunque caro) de la ciudad, el museo de la tortura, dentro de la ciudadela.

Otra vista parcial de la "cité de Carcassonne"
Durante siglos fue una ciudad fronteriza, cuando el Rosellón era parte de la Corona de Aragón primero, y del Reino de España después, y Carcasona quedaba muy cercano a la línea en la que acababa Francia. La conquista francesa del Rosellón en 1659 provocaría el fin de la era fronteriza de la ciudad y marcaría el comienzo de su declive, que llegaría a un punto de inflexión cuando, en 1855, el conocido arquitecto Viollet-le-Duc se encargó de las obras de recuperación de la ciudadela, en un estado de conservación bastante malo en aquel momento. La restauración, polémica por no ajustarse al diseño original de la misma, aparte de por usar materiales (como la pizarra) que en absoluto estaban presentes anteriormente, no ha impedido para nada que el conjunto rebose de belleza y que la UNESCO se haya fijado en él para otorgarle el título de patrimonio mundial. La pizarra, que le da un toque genuinamente francés, se alterna con la teja roja, más típica de la zona, en algunas de las torres.

Rincón del interior de la ciudadela de Carcasona
Esta ciudadela es como una suerte de "Ávila a la francesa", aunque realmente está ubicada en una orilla de la ciudad actual y no en su centro como pasa en la ciudad castellana. Todo su conjunto es impresionante, una doble muralla de poco menos de 3 kilómetros de longitud, con 52 torres coronadas con remates cónicos de teja o pizarra, que lo hicieron inexpugnable durante siglos. Dos puertas principales, la de Narbona (Narbonne en francés) y la del Aude (río que atraviesa la ciudad) permiten acceder a su interior, presidido por el castillo, que es visitable por dentro. Otro edificio destacable del interior de la ciudadela es la basílica de Saint Nazaire, que también fue restaurada por le-Duc en estilos gótico y románico, aunque parece que ha existido una iglesia en ese mismo lugar desde época galo-romana. El resto de edificios, algunos realmente bonitos, están enfocados hacia el turismo, siendo en su mayoría restaurantes, hoteles o tiendas de recuerdos.

La vista de la ciudadela es impresionante desde cualquier punto que se la observe, sea desde los viñedos ubicados en dirección a Narbona, o desde el moderno puente sobre el Aude, el principal de la ciudad, ubicado entre la ciudadela y la bastida, y que permite ver el río, el puente antiguo, y la ciudadela en toda su extensión. Como añadido a todo esto, hay que decir que la ciudadela está genialmente iluminada de noche, lo que permite disfrutarla con mayor tranquilidad y de forma distinta cuando se ha ocultado el sol.

Vista de la ciudadela desde el puente que absorbe el tráfico principal de la ciudad, con el río Aude y el puente antiguo en primer plano
Ya en la bastida, en la ciudad baja, impresionan sus murallas, que no evitaron que fuera conquistada y saqueada en alguna ocasión, siendo más accesible que la ciudadela. Merece la pena entrar a la catedral de San Miguel (Saint Michel), modesto templo gótico en su exterior, pero que mantiene buena parte de la policromía de su interior debido a una restauración.

Interior de la catedral de "Saint Michel", que muestra aún la policromía típica de este tipo de templos
Para terminar la visita a esta compacta ciudad del sur de Francia, qué mejor que dar un paseo en barco por el canal du Midi, obra maestra de la ingeniería hidráulica del siglo XVII, que comunica el río Garona en Toulouse con el mar Mediterráneo, y que permite por tanto formar una vía navegable entre el Atlántico y el Mediterráneo en el sur de Francia, evitando por tanto rodear la península Ibérica en barco. Este canal pasa junto a la estación de tren, y varias empresas ofrecen pequeños cruceros por el mismo. Desde unos 8-9€ se nos permite recorrer durante hora y media una pequeña parte de este canal de 240 kilómetros de longitud, deleitándonos con la paz de esta obra fluvial, acompañados por los árboles que en todo momento existen en sus orillas. Recorrerlo en bicicleta es otra opción, ya que la mayor parte del tiempo tiene una pista de tierra a cada lado para pasear junto al canal. El otoño puede ser una de las mejores épocas para dejarse seducir por el colorido que los árboles dan a este curso de agua, que se acentúa con el atardecer.

Canal du Midi a principios del otoño

No quiero cerrar esta entrada sin antes hablar de una delicia gastronómica de la zona, el "cassoulet". Esta especie de "fabada francesa" es tan contundente como la asturiana, está protagonizada por alubias blancas, y suele ser acompañada de carnes de pato y cerdo. Es típica de todo el antiguo Languedoc, siendo el emblema gastronómico de ciudades como Toulouse, Carcassonne o la parte oriental del Pirineo francés. ¡Bon appétit!

Cassoulet, plato típico del Languedoc, sur de Francia

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