Patio de nuestro hotel en Mandawa, el Mandawa Heritage hotel |
DELHI
Esa noche notamos el efecto del jetlag... nos metimos relativamente pronto a dormir, y a las 5 de la mañana me desperté, no muy descansado, pero fui incapaz de volverme a dormir. A Steffi le pasó igual, y pasamos lo que quedaba de noche lo mejor posible, leyendo y hablando sobre lo que habíamos visto y lo que nos esperaba.
Ese día conoceríamos lo que es moverse en coche por la India. Tras un desayuno bastante estándar en nuestro hotel (4 tostadas con mermelada y mantequilla, té y zumo), el "Wood Castle" de Delhi, montamos en el coche y pusimos rumbo a Mandawa, una pequeña población en la provincia de Shekhawati. Shekhawati es una remota región de Rajastán, ligeramente alternativa en las rutas por ese estado indio, que nosotros visitamos por pillar de paso entre Delhi y las ciudades bastante más grandes del desierto del Thar, como Bikaner o Jaisalmer. Bueno, lo de "pillar de paso" lo decimos porque en el mapa está en el medio de esa ruta, no porque las principales carreteras que unen Delhi con esas ciudades rajastaníes pasen por allí... ¡más bien al contrario! Ninguna carretera principal atraviesa esta especie de provincia y pronto nos daríamos cuenta.
DE DELHI A MANDAWA
Salir de Delhi en coche es una buena forma de sentir lo que es estar en un país emergente superpoblado. Todo son coches, coches y más coches, muy modestos la mayoría, pero están por todas partes, y las infraestructuras que usan se quedan insuficientes, ni siquiera los 4 carriles de la carretera que une Delhi con su aeropuerto (que luego sigue hasta Jaipur) son suficientes, aunque los conductores ignoren las líneas de la carretera y los 4 carriles pasen a ser 6.
Intenso tráfico a la salida de Delhi |
Pasado el aeropuerto, me llamó la atención ver muchísima gente esperando en las cunetas de la autovía... debían ser personas que esperan a que alguien las recoja para ir a trabajar, y que no tienen medios para ir por sí mismos. Esperan algún autobús que les lleve o el tuk-tuk de algún compañero en el que, apretadísimos, poder cumplir con su deber, aunque sea con otras 10 personas en un vehículo cuyo máximo número legal de ocupantes es 3.
Llegados a Rewari, una ciudad del estado de Haryana sin mayor interés, dejamos la autovía y comenzamos un largo periplo por carreteras que fueron de mal en peor. El paisaje va pasando de ser la India verde tradicional de las llanuras de los ríos Ganges y Yamuna a la India desértica de Rajastán. Llegó un momento en el que la carretera pasó a ser "media carretera", esto es, pasó a tener la anchura justa para un camión o un coche, pero evidentemente seguía siendo de sentido doble... así aprendimos la principal norma del código de circulación indio que es... que no hay normas. Cuando nos cruzábamos un coche de frente se producía un diálogo de besugos en el que uno daba las largas al otro y el otro se las daba al uno, queriendo decir el primero al segundo: "cuidado, que voy para allá, aparta de mi camino"; mientras que el segundo respondía:"tú eres el que estás en mi camino, apártate tú". La situación acababa con los dos coches acercándose peligrosamente el uno al otro sin ceder, apartándose a última hora ambos a la cuneta, en mayor o menor medida, para no chocarse uno contra el otro. Noté que los coches grandes tienden a tener mayor orgullo y a apartarse menos y más tarde, pero casi todos se ven obligados a sacar la mitad izquierda de su coche (en India se conduce por la izquierda) a la cuneta para evitar una colisión. Sobra decir que la cuneta es de tierra, no tiene por qué estar a la misma altura que la calzada y los baches no son la excepción sino la norma.
"Media carretera" en Rajastán, ya cerca de Mandawa |
Siguiendo con el tráfico, resulta curioso ver lo decorados que están todos los camiones indios. En un país con la infraestructura ferroviaria india no esperaba ver tanto tráfico de camiones, pero cruzarse con camiones a velocidades ridículas es una constante. Camiones que, evidentemente, tienen que ser adelantados cuanto antes si no quieres conformarte con una velocidad máxima de 40-50 km/h... de cómo se adelanta en la India hablaré otro día :P
Pues bien, todos los camiones están pintados y personalizados hasta el extremo, con pinturas bonitas y coloridas aunque para un occidental diría que pueden resultar infantiles. En la parte trasera no puede faltar el lema del tráfico indio: "horn please" o "blow horn" (que viene a significar: "toque el claxon, por favor"). El motivo de ese lema, aparte de una extraña "filia" que deben sentir los indios por el ruido del tráfico, es porque los retrovisores se usan más bien poco, si es que se tienen... y el claxon es la forma más útil para ellos de advertir que te estás acercando a otro vehículo por detrás (sí, lo pueden tocar cada vez que se acercan a otro vehículo, algo que ocurre cada pocos segundos en ciudad). De hecho, nuestro primer conductor tenía el retrovisor izquierdo (equivalente a nuestro retrovisor derecho) replegado... cuando le pregunté si es que estaba roto se empezó a reír... más tarde entendí que esa risa significaba que prefería replegarlo a usarlo... algo que además tenía la ventaja de reducir la "anchura" del coche...
De repente Noordin paró a repostar. Los precios, siendo baratos comparado con Europa, no son muy baratos visto el poder adquisitivo de los indios, andando en torno a 1,05€ la gasolina y unos 0,75€ el diesel, más de la mitad que aquí. Me quedé extrañado al ver a Noordin bajar del coche sin parar el motor... 5 hombres se acercaron al coche para repostar (sí, con uno vale, pero esto es la India) ¡¡y ni cortos ni perezosos empiezan a echar combustible sin parar el motor!! Me imagino que sobran los motivos para parar el motor al repostar, y aunque los desconozco no cabía en mí de asombro. Al volver al coche, pregunté a Noordin por el tema y me soltó la frase comodín del viaje: "No problem".
MANDAWA
Nuestro hotel, el Mandawa Heritage, con su amable botones |
Llegamos a Mandawa a la hora de comer, y al llegar flipamos con nuestro hotel, de nombre "Heritage Mandawa". Se trataba de una haveli (mansión) típica de Shekhawati, restaurada y devuelta a su esplendor, con numerosas pinturas llenas de vivos colores. La comida allí fue correcta, con un chulillo camarero que nos tenía como únicos clientes, y que se entretuvo los ratos que no le dimos trabajo haciéndose autofotos con una moto que entiendo que era suya... :)
Noordin nos recomendó visitar la pequeña ciudad con un guía, debido a que guardaba secretos que sin ayuda no podríamos ver... como no teníamos mapa en el libro y el precio era más que correcto aceptamos (nos dijo que un precio justo eran 5€ por 2 horas de paseo); me hizo gracia el detalle con el que Noordin nos quiso dejar claro que el guía era de fiar: "Es un buen tipo, musulmán, como yo". No pude evitar dirigir una sonrisa a Steffi... :)
Haveli típica en Mandawa |
El guía resultó ser muy agradable, lo que nos hizo pensar que podíamos confiar plenamente en Noordin en el futuro. Nos enseñó su pequeña ciudad con un paseo genial... Mandawa floreció como lugar de paso en la ruta de las caravanas que comerciaban con opio, la materia prima de la heroína, pero que en India todavía se consume sin el tratamiento químico que la heroína necesita. Ricos comerciantes construyeron sus havelis con vivos colores en el s. XIX, pero cuando el comercio dejo de dar dinero, emigraron con su dinero a las grandes ciudades indias, especialmente a Bombay, abandonando las havelis de Shekhawati. Estas casas, en ocasiones en estado ruinoso, dan a la ciudad un aspecto decadente y melancólico, como pocas poblaciones me habían transmitido antes. Allí parecíamos estar a años luz de Delhi, en un ambiente rural y apacible en el que solamente el polvo (muchas calles no estaban asfaltadas) y la basura, mucho más abundante que en Delhi, eran lo único que desentonaban. Por suerte, algunas havelis estaban siendo recuperadas por los habitantes de la ciudad, cosa que se hacía con el precio de las entradas que se pagaba por visitarlas. Aquellas recuperadas nos parecieron deslumbrantes... descansamos tomando nuestro primer "masala chai", un té con leche muy común en india, con gengibre y otras especias y hierbas que le dan un característico toque picante. Nuestro guía, con gestos evidentes, me dijo que era una especie de viagra natural :P
Esto lo hicimos en la casa de una mujer viuda que aparentaba tener nuestra edad. La historia de su vida nos entristeció: su marido era electricista y murió trabajando poco antes... la tradición hindú le prohibe volver a casarse y tendrá que sacar adelante sola a sus tres niñas... aparentemente maquilladas, la más pequeña nos transmitió con esta potente mirada la cara menos amable de las tradiciones indias :(
Niñas en Mandawa, una potente mirada |
Acabada la visita recompensamos a nuestro guía con un 60% más de dinero del que nos recomendó Noordin por su simpatía y porque se alargó casi hasta las 3 horas, y tras descansar en el hotel, con nuestra cama más ancha que larga (algo normal por allí) salimos ya de noche a cenar. Cenamos en el restaurante "Monica", recomendado por el guía, y la comida resultó ser una de las mejores de toda nuestra estancia en el país. Noordin nos acompañó y se lo agradecimos un montón porque muchas calles adolecían de escasa iluminación o no tenían en absoluto... y aunque la ciudad estaba prácticamente vacía y no sentimos peligro, no era plan. Tras una ducha en el hotel con un minuto de agua caliente para cada uno, nos fuimos a dormir.
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