Alcázar de los Reyes Cristianos |
Aunque muchos ya lo sabréis, Andalucía es la región que ocupa prácticamente en exclusiva el extremo sur de España. Y como tal, representa las típicas características del sur en muchos otros países europeos, como por ejemplo Francia o sobre todo Italia: clima más agradable la mayor parte del año (quizá en verano no tanto), carácter más abierto de sus habitantes, mayor poder turístico, etc... a cambio de tener mayores problemas económicos o una tasa de paro más elevada. En el caso de España, Andalucía representa mucho más. Y es que aunque los musulmanes ocuparon durante siglos la mayor parte de la Península Ibérica, fue en Andalucía donde establecieron sus principales capitales a lo largo de su estancia y donde estuvieron mayor cantidad de tiempo. Por ello, la huella islámica permanece marcada a fuego en esa tierra. Otros aspectos culturales diferenciadores de Andalucía son más recientes, como son los de su música, representados en las sevillanas y especialmente en el mundialmente famoso flamenco, o en su comida, con varios platos típicos como el gazpacho, o en su más que característico (aunque más variado de lo que creemos los del norte) acento andaluz. Podríamos seguir hablando de la fuerte personalidad andaluza con el fervor religioso de sus habitantes, representado en la Semana Santa de muchas poblaciones o la Romería de el Rocío, con su amor a la fiesta en todas sus expresiones o la internacionalización de todas estas cosas, cosa que provoca el error de muchos extranjeros de creer que son típicas de todo el territorio español y no solo de Andalucía. Personalidad más grande e importante incluso que su tamaño en el conjunto español, país en el que es la región más poblada y la segunda de mayor tamaño.
Cuando hablamos de Andalucía, casi todos eligen entre la magia de la Alhambra de Granada o la majestuosidad de la Catedral de Sevilla y su Giralda, entre las casas blancas del Albayzín o las retorcidas calles del barrio de Santa Cruz... pues no sé si es por sentirme diferente o por el agrado de llevar la contraria a la mayoría, mi ciudad andaluza favorita es Córdoba, ligeramente más olvidada al hablar de las maravillas de la región del sur de España (o al menos eso me parece a mí...) que Sevilla o Granada.
Córdoba se encuentra en el centro-norte de Andalucía, en la parte "más alta" de la depresión del Guadalquivir, junto a este río, a 120 metros sobre el nivel del mar. Su clima es templado en invierno y muy caluroso los meses de verano, aunque posiblemente un pelín menos que otras poblaciones andaluzas como Sevilla. Córdoba es hoy una ciudad de mediano tamaño, de 330.000 habitantes, un número con el que sería la ciudad más grande de muchas regiones españolas, pero que en Andalucía no le permite más que ser la tercera ciudad más poblada, por detrás de Sevilla y Málaga. Un número que, aunque elevado, se cree que no es el mayor que ha alcanzado la ciudad, ya que en su riquísima historia ha tenido épocas en las que se cree que ha llegado a superar los 400.000 habitantes.
Córdoba ha sido capital de Bética, una de las provincias en las que el Imperio Romano dividió la Península Ibérica, proporcionando al Imperio personajes tan célebres como Séneca. El pasado romano en la ciudad se puede notar todavía en algunos edificios, como un templo romano o el puente más conocido de la ciudad.
Puente romano, al fondo la mezquita |
Aunque sería con la creación de Al-Andalus tras la invasión musulmana cuando la ciudad llegaría a su apogeo. Primero el Emirato de Córdoba, ya en el año 756, estableció en esta ciudad andaluza la capital de todo el territorio de Al-Andalus, que por aquel entonces se correspondía con aproximadamente el 80% del territorio ibérico. El Califato de Córdoba (o de Omeya) fue la evolución posterior, por la cual Al-Andalus pasaba de ser un territorio autónomo a ser totalmente independiente. Si bien la ciudad ya era muy importante durante el Emirato, en el siglo X, época del Califato, se calcula que pudo tener en torno a 400.000-500.000 habitantes, convirtiéndose en la ciudad más poblada de Europa, y seguramente de todo el Mundo. Pero la gloria del Califato (929-1031) fue efímera, al dividirse en Reinos de Taifas 100 años después de ser constituido. Desde entonces, Córdoba entró en cierta decadencia, cosa que no mejoró con la reconquista cristiana, que llegaría a esta ciudad en 1236. Solo recientemente ha recuperado parte de su poder y pujanza, convirtiéndose en una de las poblaciones mejor conservadas de España a pesar de su crecimiento. Su Mezquita fue uno de los primeros monumentos españoles en ser declarado "Patrimonio de la Humanidad", por la UNESCO en 1984, galardón que se extendió unos años después al centro histórico de la ciudad, abarcando los principales monumentos cordobeses.
Cuando uno habla de Córdoba, el primer edificio de interés que a uno le viene a la cabeza, capaz de eclipsar todo lo demás, es la Gran Mezquita de Córdoba. Comenzada a finales del siglo VIII en el lugar donde se ubicaba anteriormente el principal templo visigótico de la ciudad, sufrió numerosas ampliaciones motivadas por el tamaño creciente que iba teniendo Córdoba. Fue terminada ya en el siglo X, siendo la mezquita con mayor superficie del Mundo solo por detrás de la Gran Mezquita de la Meca. Y todavía a día de hoy sigue siendo uno de los templos musulmanes más grandes del Mundo. Tal era su belleza, que los cristianos, cuando reconquistaron Córdoba, no hicieron como en el resto de poblaciones andaluzas, no convirtieron totalmente la mezquita en una iglesia o catedral, sino que tiraron solo una pequeña parte del Templo para hacer la Catedral católica que deseaban (y además tardaron más de 300 años en atreverse a hacerlo). La Mezquita conserva, aparte de una bonita red de arcos sustentados en columnas de mármol, un mihrab muy decorado que, curiosamente, no está orientado hacia la Meca, sino 51º (que no es poco) más al sur. Desconozco el motivo, pero por la importancia de la mezquita y por la diferencia con la orientación "buena", no parece un error casual.
Interior de la mezquita de Córdoba |
La parte de la Catedral, aunque menos valiosa artísticamente y menos exótica, a mí personalmente también me gusta. Es de estilo plateresco (renacentista español), un estilo no muy común en las catedrales españolas y se creó durante el siglo XVI. A día de hoy, está prohibido el rezo no católico en el templo. Ha habido alteraciones de otros lugares de la mezquita, aunque son menores comparado a lo ya citado.
Pero hay vida en Córdoba más allá de la mezquita. Muy cerca de ella, bien merece una visita el "Alcázar de los Reyes Cristianos" (mostrado en la primera foto), que es un edificio ordenado construir por Alfonso XI de Castilla en el siglo XIV, sobre el viejo Alcázar musulmán en el mismo lugar en el que se ubicaran edificios anteriores como la Residencia del Gobernador Romano. En él se alojaron los Reyes Católicos los últimos años de la ofensiva por recuperar el Reino de Granada y finalizar la Reconquista de la Península Ibérica, entre 1486 y 1492.
Se trata de un recinto delimitado por murallas almenadas que encierra un pequeño edificio, en el que entre otras cosas, hay varios mosaicos romanos interesantes, y unos jardines que ocupan un área mucho mayor que la que está bajo techo. De marcada inspiración árabe aunque construcción cristiana, en los jardines existen varias fuentes en las que disfrutar del placer de ver el agua correr, además de numerosas especies distintas de árboles. También se puede dar un paseo junto a las almenas de las murallas.
Sin salir del barrio, uno de sus puntos más pintorescos es la "Calleja de las Flores", llamada así por su minúsculo tamaño y por estar siempre llena de tiestos con flores, colgados de las paredes. Desde aquí se saca una de las fotos más típicas de Córdoba, ya que además de la calle y las flores se puede contemplar la torre de la mezquita-catedral.
La calleja de las Flores. Al fondo, la torre de la mezquita-catedral |
Pero estas flores no son exclusivas de la calle anteriormente citada, sino que son un "clásico" andaluz, y más aún cordobés. La típica imagen de patio andaluz, de paredes blancas que reflejan el sol durante las muchas horas que se deja ver en la región, llenos de tiestos con flores encuentran su "capital" en Córdoba. Anualmente, en torno a la primera quincena de mayo, se celebra el "Concurso Popular de Patios cordobeses", y los ya de por sí muy bonitos patios de la ciudad se maquillan y visten sus mejores galas. También existe un certamen en torno a la Navidad, que saca a los cordobeses a sus patios a cantar villancicos a pesar del frío. Aunque por suerte para los que no hemos estado en Córdoba por esas fechas, se puede disfrutar del encanto de sus patios prácticamente en cualquier época del año.
Siguiendo con los patios, otro punto de interés es el Palacio de Viana. Por desgracia aún no he podido visitarlo en mis escapadas a Córdoba, por la extraña costumbre de este edificio de cerrar los días festivos. Pero todo indica a que es uno de los lugares más interesantes de la ciudad. Esta casa señorial del siglo XIV cuenta con nada más y nada menos que 12 patios y lujosas estancias, dignas de la fortuna de la familia que debió habitar la casa.
Plaza de la Corredera |
Otro lugar de gran encanto es la Plaza de la Corredera. Aunque no goce de la popularidad de otras plazas mayores españolas como las de Salamanca o Madrid, a mí me parece de las más originales y pintorescas de España. Su colorido, donde se funden el blanco, el verde y el naranja, guarda restaurantes y bares de tapas.
Y siguiendo con plazas, otra que llama la atención es la Plaza de Capuchinos. De una austeridad brutal, algo que parece que era lo que mandaba en el siglo XVII que es cuando se trazó, resulta un tanto enigmática y casi hasta mística. Rodeada de modestos edificios blancos y un empedrado más propio de un pequeño pueblo que de una gran ciudad como es Córdoba, tiene en su centro el llamado "Cristo de los Faroles", una figura que parece la alegoría de un paso típico de Semana Santa eternamente parado en el corazón de la plaza.
Plaza de Capuchinos |
Recomendable es también dar un paseo por la zona de la muralla árabe del oeste del casco antiguo, o subir hasta el imponente monumento dedicado al torero cordobés "Manolete", frente a una de las muchas iglesias que se erigieron en Córdoba tras la reconquista cristiana. Y si se dispone de tiempo, no es nada descabellado dedicar unas horas para visitar "Medina Azahara", las ruinas de un colosal palacio que un califa, literalmente, "ordenó construir por amor" a su favorita. Por desgracia, el lugar fue saqueado, desmantelado y abandonado, parte de sus piedras reutilizadas en otros edificios posteriores y hoy sólo nos quedan ruinas que nos hablan de la pasada grandeza del lugar.
Y no me quería despedir de Córdoba sin hacer otro guiño a su gastronomía. Como buen ejemplo andaluz, el gazpacho no podía faltar, pero aquí ha adquirido personalidad propia y con unos cambios en la receta que lo hacen un tanto diferente, por ser, por ejemplo, más espeso, recibe el nombre de "salmorejo". Una buena idea para probarlo puede ser uno de los muchos restaurantes que hay en la Judería, que a pesar de ser una de las zonas turísticas por excelencia de la ciudad, pueden tener menús del día a precios bastante populares (10€ por persona), con el encanto del barrio en el que se ubican y con una decoración en ocasiones con clara reminiscencia árabe.
Mihrab de la mezquita |
Y es que por algo Córdoba es la ciudad del Califa...
2 comentarios:
Te confirmo que el Palacio de Viana merece la pena. Entramos en un momento que nos sobraba tiempo y nos sorprendió agradablemente.
Perfecto. Gracias por el consejo. No me iré de Córdoba la próxima vez que vaya sin visitar ese palacio :)
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