sábado, 23 de abril de 2011

Una isla marcada a fuego: Lanzarote (II) - Cuando la desolación es belleza

Viñedos de la Geria, sur de la isla
Después del primer escrito sobre Lanzarote dedicado al artista César Manrique, y que recomiendo leer con anterioridad, va una segunda parte dedicada al mayor legado de la isla, el de su propia naturaleza volcánica, evidente en toda la isla, y que convierte a Lanzarote en un lugar único.

Porque hay vida más allá de Manrique. La isla cuenta con numerosos puntos de interés, especialmente de carácter natural, que son anteriores al artista, y aunque toda la isla es hermosa, yo destacaría:
Montaña de Fuego, parque nacional de Timanfaya
- Parque Nacional de Timanfaya: El que probablemente sea el rincón más valioso de la isla de Lanzarote fue un lugar de destrucción durante años. La tierra se abrió en 1730 en el Volcán del Cuervo, y prácticamente sin interrupción, la lava corrió por el oeste de la isla durante seis largos años, destruyendo varios pueblos y convirtiendo la parte más fértil de la isla en un lugar desolador, sin espacio para la vida. Mucha gente emigró, sus casas se fundieron, literalmente, con la lava que, a más de 1000ºC, lo arrasó todo a su paso. La isla incluso creció en superficie con las nuevas tierras emergidas. Y gracias a la baja pluviosidad de la isla, la recuperación hoy es lenta, aunque visible, en arbustos y sobre todo líquenes que crecen sobre los mares de rocas magmáticas que dominan el parque. Debido a su conservación, la mayor parte del parque tiene el acceso restringido y no se puede acceder a ella ni andando, aunque existen tres rutas que se pueden hacer:
La ruta de las montañas de fuego, que con un viaje en autobús nos muestra zonas de desoladora belleza en una zona en la que el vulcanismo está latente hasta llegar al restaurante de Manrique. La ruta de Tremesana, que se hace andando y que hay que reservar con meses de antelación (yo me quedé sin hacerla) y la ruta litoral, una travesía larga y difícil junto a la parte marítima del parque nacional, que muestra los acantilados que han resultado y las playas negras vírgenes que se han creado desde entonces. La ruta en bus posiblemente sea la más espectacular (también la más masificada), y las explicaciones son dadas en inglés y alemán aparte del castellano.

- Parque Natural de los volcanes: Esta extensión de terreno, que rodea al parque nacional, guarda otros lugares igualmente arrasados por las erupciones de Timanfaya pero que no exigen tanta protección. El paisaje es muy similar y tenemos la ventaja de que las restricciones de paso son menores. Aquí sí se puede subir a las crestas de algunos volcanes o entrar en su interior, y además desde algunos lugares tendremos buenas vistas de la parte correspondiente al parque nacional. Yo recomendaría la visita al volcán del Cuervo, porque es un paseo corto y sencillo, fácil de encontrar y realmente espectacular. Su color negro asusta y muestra su vulcanismo reciente, aunque incluso dentro de su cráter algunas flores se van abriendo paso. Otra ruta algo más larga pero también recomendable es la que visita los volcanes de Caldera Blanca y la Caldereta. En este caso la belleza se debe al contraste entre los mares de lavas y los volcanes. Estos dos volcanes no entraron en erupción entre 1730 y 1736, por lo que sus colores son mucho más claros (blanquecino el primero y más bien verde el segundo) pero sus alrededores vieron correr ríos de lava de otros volcanes cercanos, por lo que representan dos gotas "terrenales" en medio de un mar de "infierno lávico". Caldera Blanca, además, tiene unas dimensiones espectaculares, que le hacen ser el volcán más grande de la isla, con algo más de 1 kilómetro de diámetro.

Volcán de el Cuervo, parque natural de los volcanes, junto a Timanfaya
- Cueva de los Verdes: Esta original cueva tiene poco en común con las cuevas a las que estamos acostumbrados. Se trata de una sección del tubo volcánico que surgió de la erupción del cercano Volcán de la Corona, tubo al que también pertenecen los cercanos "Jameos del Agua" de los que escribí anteriormente. Este tubo volcánico es el más largo que se conoce en todo el Mundo.
La Cueva de los Verdes no tiene, por tanto, ni estalactitas ni estalacmitas, sino más bien los restos de la lava que se solidificaron tras aquella erupción fechada en torno a hace 5000 años, que corrieron en forma de río por el tubo durante aproximadamente un año. La visita es muy peculiar y guarda una sorpresa al final de su recorrido :) Y además tiene algo de valor etnográfico e histórico, puesto que ha sido utilizada como escondrijo "anti-piratas" por los lanzaroteños en alguna ocasión.

- La Geria: En la zona centro-sur de la isla, la Geria es el mejor ejemplo del esfuerzo y tesón de los "conejeros" (gentilicio popular para los habitantes de Lanzarote) por sacar provecho agrícola a una tierra difícil, muy difícil. En las cercanías del Parque Nacional de Timanfaya, las pequeñas escorias lávicas formadas tras las erupciones obligaron a los agricultores a excavar a varios metros de profundidad en busca de la tierra fértil anterior a la erupción. En ese lugar, siendo en ocasiones de más de un metro de profundidad, pudieron plantar sus explotaciones, entre otras, de viñedos. Para evitar que la fuerza del alisio (el viento típico canario) dañara las plantas, se hicieron unos muros en la dirección de la que viene el viento, pero permitiendo que capte su humedad. El resultado son unas plantas difíciles de trabajar, pero un vino muy digno y un paisaje de gran belleza y valor etnográfico.

- El Golfo: Este pequeño pueblo al sur del Parque Nacional de Timanfaya guarda una de las estampas más fotogénicas de la isla. En sus inmediaciones, Lanzarote echó mano de su paleta de colores y puso en muy poquito terreno toda la gama imaginable: el acantilado tiene el típico color negro de la isla con tonalidades amarillas/beige muy particulares de aquí. La tierra añade al negro un particular color rojizo. Evidentemente, tenemos el agua del mar de color azul, y por último, el quizá más sorprendente de todos, el verde. Y es que ahí se encuentra la Laguna de los Ciclos, que luce un enigmático color verde gracias a la presencia de unas algas en su interior. Además, este lugar es morada de una piedra semipreciosa llamada "olivina" que se vende (curiosamente sin vendedor, hay mesas con piezas de olivina y una hucha para que pagues si quieres una) allí mismo y que es muy usada en la isla. Se recomienda ver el conjunto desde el mirador junto al pueblo, y bajar a la playa en la que se encuentra la laguna, dando una vuelta en coche de varios kilómetros.

Laguna de los Ciclos, el Golfo
- Salinas de Janubio: Estas salinas, en su tiempo las mayores de Canarias, son otra visita destacada al sur de la isla. La gama de colores que ofrecen las balsas para desecar el agua marina y obtener la sal dan la belleza al lugar. No cometáis el error que hice yo de visitarlas a última hora de la tarde, puesto que el hecho de tener el sol de frente hace que no ofrezcan el mismo colorido. A pesar de ciertos problemas que les han hecho reducir la producción siguen estando en funcionamiento, y la sal que producen se considera de gran calidad.

- Los Hervideros: Junto a los dos anteriores, completa el triángulo de interés justo al sur de Timanfaya. Los Hervideros es una zona (una más) en la que admirar los recortados y originales acantilados de lava solidificada, en un espectáculo continuo resistiendo las batidas de las olas del mar. En este caso se ha habilitado un pequeño camino que se introduce en las formaciones (pero ojo, porque las olas, si son fuertes, pueden llegar a mojar a los visitantes). Por su ubicación mirando al oeste, puede ser un buen lugar para ver una puesta de sol.

A pesar de todo esto, Lanzarote se queda en sol y playa para muchos de sus visitantes. Y es que esta isla, por si fuera poco, a pesar de su carácter volcánico, posee playas que bien pueden ser de las mejores del archipiélago, con permiso de Gran Canaria y sobre todo de la despoblada Fuerteventura. Al sur de la isla, playa de Papagayo y playa Flamingo ofrecen aguas de color azul turquesa y arena blanca o dorada. No las visité puesto que me comentaron que el acceso en coche era de pago, pero las fotos del lugar parecen espectaculares. Otras playas que no tienen mucho que envidiar a estas son las de Costa Teguise, y de arena algo más oscura las de Puerto del Carmen. Para los amantes del surf, la playa de Famara casi "garantiza" vientos constantes.

Y para los amantes de las playas paradisiacas y al mismo tiempo vacías de gente, las de la isla de la Graciosa. Pero de la Graciosa ya escribiré en otro post, que es un lugar tan peculiar que lo merece y además aunque dependa administrativamente de Lanzarote, es otra isla con características muy distintas.

Finalizando, no subestiméis a Lanzarote por su pequeño tamaño ni la ignoréis frente a otras islas mayores o más pobladas; es muy recomendable y ofrece varios de los lugares más bonitos de Canarias.

Playa de Costa Teguise

2 comentarios:

Iván Saeta dijo...

Para cuando la entrada de las Cuevas de Valporquero?

saetismo dijo...

Pues creo que para no dentro de mucho... has tenido que esperar un año pero lo acabaré haciendo :P