lunes, 16 de agosto de 2010

A LO GRANDE: MOSCÚ

Catedral de San Basilio, uno de los edificios carismáticos de la plaza Roja de Moscú
La capital del país más grande del Mundo es una ciudad que no deja indiferente. La ciudad más grande de Europa (teniendo en cuenta que estrictamente Estambul es sólo "europea a medias") debería ser por derecho propio una de las poblaciones con más turismo del continente, sin embargo su lejanía de los países europeos más ricos (y que más viajan), el tener que pedir visado y su fama de "ciudad más cara del mundo" hacen, entre otras cosas, que su popularidad turística sea inferior. Una vez llegas a allí, te das cuenta de un motivo de mayor importancia aún: ¡A MOSCÚ NO LE IMPORTA EL TURISMO! Recuerdo que el gran Garbajosa, jugador de la selección española de baloncesto que jugó en el CSKA de Moscú, lo dijo en un "Españoles por el Mundo" que no me perdí. Pero jamás pensé que fuera tan verídico...

En cualquier otra ciudad europea (incluida alguna otra rusa que visité), sus puntos turísticos tienen las cosas escritas en inglés, los empleados que trabajan en ellas saben un mínimo de ese idioma y no te gruñen al no entender algo dicho en "perfecto ruso". Pero Moscú es diferente.
A cambio muchos tópicos negativos se desvanecen pronto: ni se ven más borrachos (al menos en verano) ni es más cara que las grandes capitales de Europa Occidental, y en muchos aspectos (como el metro) es hasta más barata. Tiene mucha gente rica, muchísimos cochazos inundan las calles y también hay pobres, pero tampoco te sentirás agobiado por mendigos. No obstante, en pocos sitios he sentido esa desigualdad de clases como aquí, algo más que llamativo teniendo en cuenta que ésta fue la capital del comunismo hasta hace dos décadas.

Si tuviera que poner adjetivos a Moscú empezaría por el de orgullosa, incluso presumida, muy próspera en medio de un mar de relativa pobreza y hermosa, muy hermosa. Porque si mis primeras líneas pueden dar a entender que no me gustó la ciudad, curiosamente fue más bien al contrario. Que a uno se lo pongan difícil le hace envalentonarse y sentir como un reto personal el descubrir una ciudad así a tu aire. Si eres valiente, no te asustan los retos y quieres sentirte en Europa pero a la vez en otro mundo, VEN A MOSCÚ.

Vistas del Kremlin desde un puente sobre el río Moscova
Aunque la mayoría de los turistas digan que es más bonito San Petersburgo, los símbolos de la capital actual son más internacionales que los de la antigua capital de los zares. El Kremlin y la Plaza Roja no creo que decepcionen ni al más exigente u optimista de sus visitantes. Y por ésta última empecé mi visita, como casi todos. Y llegar a ella por primera vez es un deleite para los sentidos.¿Cosas que sentí? Pues...
1.- No es grande, es gigantesca.
2.- Aquí se ha escrito la historia, y casi hasta puedo olerlo.
3.- Aunque no se llame roja por el color de sus edificios ni por el régimen comunista (sino por un cambio de significado de la palabra "krasnaya", que ahora significa roja, pero antiguamente era "bonita"), es una plaza "muy roja", en el sentido estricto del color, y se siente aún el comunismo.
4.- Aunque todos los edificios sean necesarios para configurar la plaza, hay uno que destaca sobre los demás: La Catedral de San Basilio. Todo es opinable, pero este edificio resultó más que mágico para mí, de los más bonitos que haya visto nunca.

Moscú es una ciudad de contrastes, y hasta en la Plaza Roja pueden verse. Resulta curioso que frente a las estrellas rojas de las torres del Kremlin, se erija un antiguo símbolo del Comunismo, el GUM (Principales Tiendas Universales, en sus siglas en ruso) que ahora es todo lo contrario, un gran centro comercial donde los más pijos de Moscú acuden a comprar en marcas internacionales y el resto nos contentamos con hacernos fotos y flipar con los precios, las pocas veces que se exhiben...
El Museo Nacional de Historia Natural, frente a San Basilio, es otro edificio de trabajados ladrillos rojos, tremendamente original para el viajero occidental no acostumbrado a la arquitectura de estas latitudes. Y acabando con el rojo, las altas murallas y torres del Kremlin también son fieles a este color. Delante de ellas, el mausoleo de Lenin recoge el cuerpo del líder de los Soviets, curiosamente contra su voluntad, que era la de descansar en un cementerio con su madre.

El Kremlin de Moscú (que contrariamente a lo que mucha gente cree, no es el único que existe, porque "Kremlin" significa algo así como ciudadela o "zona amurallada del centro de la ciudad" y hay en muchas otras ciudades rusas) es sinónimo del poder en Rusia, aunque cuando uno pasa al interior, no sea esto lo que más llame la atención. Dentro del Kremlin, existen numerosos templos: 4 catedrales a la rusa, que no tienen por qué ser tan grandes como sus "iguales" en España, y alguna iglesia más junto a ellas. La Plaza de las Catedrales, en medio de todos estos templos, te sitúa rodeado de "cebollas" doradas coronando templos blancos. Por dentro, los frescos de algunas de ellas son soberbios, datando del siglo XIV los más antiguos. También se puede acceder a alguno de los palacios, aunque el que esto escribe no lo hizo por el desorbitante precio de esa entrada (unos 18-19€), cosa de la cual ahora se arrepiente. Como curiosidad, el cañón y la campana más grandes del mundo se ubican junto a estas catedrales, y son presos de las fotos de los turistas. Nunca fueron usados para su cometido, pero permiten a los rusos presumir de tenerlos... sí, esta ciudad es así :)

Metro de Moscú, en una de sus monumentales estaciones
El metro es el tercer símbolo de la ciudad. En un país en el que otras cosas funcionan de "aquella manera", el metro de Moscú es un símbolo de algo bien hecho, que funciona muy bien, que tiene estaciones preciosas y con el que es un placer viajar. Las estaciones más bonitas están casi todas en la línea 5, la circular, que en pocos minutos rodea el centro de la ciudad. Lo normal es tener un tren disponible cada 2 ó 3 minutos e incluso no es difícil ver una frecuencia mayor. Con 9 millones de usuarios diarios, sólo el metro de Tokyo le supera en este aspecto en todo el mundo. Aunque nada es perfecto... como pequeños reproches, el que hacerlo tan profundo haya hecho que haya mucha distancia entre dos estaciones comparado con otros metros o que en casi todas partes aparezca todo sólo en ruso (ni siquiera traduciendo al alfabeto latino los nombres de las estaciones, sino en el cirílico original). Pero ya avisé de que Moscú "pasa" del turismo.

Para acabar con los símbolos más conocidos de la ciudad, la Catedral de Cristo Salvador, también muy grande, se erige junto al río no muy lejos del Kremlin. Es un símbolo del nuevo Moscú y de la nueva Rusia post-comunista, puesto que Stalin la derribó cuando gobernaba el país y se ha vuelto a reconstruir hace unos pocos años, dejando claro que la iglesia rusa vuelve a tener el poder que el comunismo le robó "por las malas".

Monasterio de Novodevichi

Para muchos, aquí habría acabado la visita a Moscú, pero yo me documenté porque me negaba a creer que esta ciudad no tuviera más cosas que ofrecer. Realmente las tiene, otra cosa es que por ubicación alejada del centro, o por la fama y belleza de Kremlin y Plaza Roja, la gente ignore su existencia. Por suerte, la UNESCO no opina igual, y el monasterio de Novodévichi fue declarado también Patrimonio de la Humanidad. Es un monasterio de paredes blancas y vivos colores, con otra catedral "encebollada" en su interior, y junto a un lago, un lugar realmente pintoresco que nadie debería perderse en su visita a Moscú. Como tampoco uno debe perderse el famoso Teatro Bolshoi ("Gran Teatro"), aunque sólo sea para ver por fuera, o ver alguna de las hermanas (o "cojones", según la fuente que uno consulte :P) de Stalin, que es como se llama a los rascacielos de estilo gótico-estalinista que el líder comunista mandó erigir en la ciudad. Son 7, y hoy tienen diversos usos: Dos son hoteles, uno es el Ministerio de Asuntos Exteriores, otro es el edificio principal de la Universidad y hasta algunos han sido convertidos en viviendas. Aunque a muchos les puedan horrorizar, yo no los veo tan feos, y aunque son el símbolo de un régimen y sobre todo, de un hombre despreciable, no puedo negar que disfruté viéndolos; uno se siente muy pequeño a su lado, y los prefiero a los modernos y muchas veces aburridos rascacielos que se hacen en la actualidad.


Pequeña iglesia en el barrio de Kitay-Gorod
Como toda ciudad se hace a base de pequeñas cosas, recomiendo también callejear por barrios como el de Kitay-Gorod, junto a la Plaza Roja, con iglesias tan pintorescas como la de la foto. O el VDNKh, una especie de "Expo" permanente, con pabellones de los países de la antigua URSS, cuyo objetivo era mostrar al mundo la gloria del comunismo. Se ha mantenido tal y como era después de la caída del régimen, y me gustó con detalles como el pabellón central y sus esculturas doradas de la fuente que tiene delante, o el avión y cohete típicamente soviéticos.

Parque nostálgico del comunismo (conocido como "VDNKh")
Por último, no podía dejar de hablar de una de las cosas que más me llamó la atención allí: su gente. Como buenos capitalinos, el moscovita estándar siempre tiene prisa, no es tan amable como en ciudades más pequeñas y es más cosmopolita y abierto de mentalidad que otras ciudades del mismo país. En Rusia, además, las mujeres se esfuerzan hasta el extremo por ser femeninas, con tacones imposibles con los que a veces no saben ni andar, y minifaldas que casi nadie llevaría en Europa Occidental. Los hombres, a cambio, me dio la impresión de que estaban predestinados a trabajar para la Seguridad del Estado, ya que es, con diferencia, la ciudad en la que he visto más policías y militares de todas las que he visitado. Debía haber alguna visita oficial durante mi estancia allí porque un día, incluso, vi las entradas a la Plaza Roja cortadas hasta para los peatones, me imagino que por medidas de seguridad. Y ya me despido reconociendo el trabajo de quien parece que más trabaja allí, las "Bábushkas" ("abuelitas" en ruso). Son señoras con "cara de estar ya jubiladas" pero que en Rusia trabajan como las que más en multitud de puestos, sea cobrando en el autobús, limpiando servicios públicos o vendiendo billetes en el metro. Me dio la sensación de que eran ellas las que realmente levantaban el país :)

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