sábado, 8 de noviembre de 2014

Plaza del REGISTÁN: el orgullo de Samarcanda

Madrasa o medersa de Sher-Dor, al atardecer

"Registán" me parece que es una de esas palabras que suenan a solemnes cuando son pronunciadas. Quizá sea porque suena a regio, a rey, o simplemente porque es el nombre de una de las plazas más hermosas de Asia, pero impone respeto. Este rincón de Asia Central y de Uzbekistán es el escaparate hacia el mundo de ese lugar, por lo general desconocido, de nuestro universo; una especie de "Taj Mahal" centroasiático, un monumento que traspasa esa categoría para convertirse en "símbolo" de un territorio.

Detalle decorativo de la mezquita ubicada en la medersa Tilya-Kori, la única de la plaza


¿QUÉ ES EL REGISTÁN?


El Registán es una plaza en la que se agrupan tres madrazas, medersas, madrasas o escuelas coránicas, y se sitúa en Samarcanda, la segunda ciudad más poblada del país, así como sin duda la más famosa. Debe su nombre al idioma tayiko, el mayoritario en la ciudad (por delante del uzbeko), y significa "lugar arenoso", siendo "lugar" el sufijo "-stan" presente en los nombres de todos los países de Asia Central. El tayiko, idioma de la familia persa (cercano al parsi afgano o a lo que se habla en Irán), se habla, aparte de en buena parte de Tayikistán, en el sureste de Uzbekistán, de tal modo que tanto Samarcanda como Bujará hablan más tayiko que uzbeko.

Vista de la plaza cuando está anocheciendo
La arquitectura persa, como se puede apreciar en las fotografías de sus edificios, apreciaba mucho la simetría, y es muy común ver en una misma plaza dos madrazas como "enfrentadas", desafiantes mirándose una a la otra, con las entradas dando a una misma plaza, y unas dimensiones similares. Pero lo que hace especial al Registán es que no son dos, sino tres las madrazas enfrentadas, las dimensiones del conjunto son gigantescas, y la decoración sublime; solo algunas madrazas de la ciudad de Bujará pueden competir con las del Registán en toda Asia Central. Al estilo de estas madrazas se le denomina "timúrida", por ser hechas durante el imperio homónimo, cuyo líder más famoso fue "Timur" o "Tamerlán", hoy convertido en héroe nacional.

Como en muchos otros sitios uzbekos, que no todos, el uso de estos edificios como escuelas coránicas ya es historia, y hoy alojan principalmente tiendas de recuerdos; una de ellas aloja también una mezquita. Las tres, como es norma en Uzbekistán, están vertebradas por un gran patio central, con o sin vegetación en él, y se componen de pequeñas habitaciones o celdas, que es donde dormían los estudiantes, y donde hoy se venden camisetas, pinturas o imanes. Dos de los edificios tienen vistosas cúpulas bulbosas de color azul turquesa.

Detalle decorativo de la entrada de una de las escuelas coránicas de la plaza


¿CÓMO VISITAR EL REGISTÁN?


En otros lugares de Uzbekistán, la entrada a las madrazas es de pago; hablamos normalmente de precios que resultarán anecdóticos para el viajero occidental, entre 1 y 2,5€, más cercanos al primero normalmente. En el Registán, quizá por la mayor atracción turística que tiene, han optado por una solución peor a mi juicio para sacar dinero del turismo, que es la de cobrar por entrar a la plaza. Unas precarias cintas, como de obra, indican a los visitantes cuál es la parte gratuita de la plaza, separándola de la de pago. Nosotros pagamos por el acceso a la plaza 16.000 SUM cada uno (al cambio unos 4,5€), aunque he leído quejas de internautas que dicen que el precio es arbitrario, que no todo el mundo paga lo mismo. El precio que nosotros pagamos no me parece muy caro, aunque debo decir que en las entradas está escrito con bolígrafo, por lo que no podemos estar seguros de que a todo el mundo se le pida lo mismo.

Vista del interior de la mezquita del Registán (I)
El precio de la entrada da derecho a estar en medio de la plaza, a entrar en los tres edificios a todos sus espacios y a acceder más veces dentro de un mismo día sin pagar de nuevo. Así nos lo dijeron, aunque me sorprendió ver al mismo tiempo como no aparecía la fecha en la entrada. Es posible, pagando extra, subir a un ¿minarete? (lo llaman así pero más bien es una esquina de la madraza norte, apenas un poco más alta que el resto del edificio). Nos lo ofreció "por lo bajines" un guardia a cambio de 5000 SUM por persona (1,3€), de una forma que nos dejó claro que era una visita no oficial. Al volver por la tarde para ver la puesta del sol en la plaza, el mismo guardia por un momento parecía no querer dejarnos acceder a la plaza, aunque finalmente se convenció de que habíamos adquirido la entrada ese mismo día; nos reconoció. No subimos al minarete porque por la tarde el sol no nos iba a permitir disfrutar de la plaza, por lo que no puedo opinar, aunque esos "sobornos" nos recordaron la herencia post-soviética que queda aún en el país, ya que en la plaza Roja de Moscú nos pasó algo parecido.

Vista del interior de la mezquita del Registán (II)
Para los que quieran disfrutar de la plaza sin pagar entrada o en un día distinto al día en el que compraron la entrada, decir que hay un excelente mirador junto a la calle "Registán", de acceso gratuito, y que los jardines aledaños a la plaza también son de libre acceso. No es lo mismo que estar en el centro de la plaza, que a mi juicio debería ser gratis, pero debo decir que es suficiente, al menos para los turistas. Muchos de los que dormimos cerca de la plaza no pudimos evitar ir a visitarla todos los días que pasamos en Samarcanda.


HISTORIA


La plaza del Registán se considera el centro medieval de Samarcanda. Sus edificios actuales datan del siglo XV al XVII, siendo la más antigua la ubicada al oeste (Ulugh Beg, s.XV) y la más moderna la del norte (Tilya-Kori, s. XVII). Al este se ubica la madrasa Sher-Dor, también del s. XVII. Esta plaza fue el lugar de las proclamaciones reales así como de las ejecuciones públicas, y hasta los soviéticos (que no dudaron en destruir una catedral de la talla de la del Salvador de Moscú, hoy reconstruida) reconocieron su encanto y han querido dejar su huella en ella. Estos últimos la transformaron bajando el nivel del suelo unos 3 metros, cosa que todavía se puede apreciar viendo que el nivel más bajo de los edificios no está decorado con azulejos; esa parte originalmente estaba bajo tierra.


LA PLAZA, MADRAZA A MADRAZA


Madrasa Ulugh Beg.


Medersa Ulugh Beg. Nótese la amenazante curva que dibuja el minarete de la derecha
Ubicada a la izquierda (oeste) según miramos desde el mirador, fue mandada construir por Ulugh Beg, líder timúrida famoso por su pasión por las ciencias y por ser nieto del legendario Tamerlán. Está decorada con motivos geométricos y flanqueada por dos minaretes que por su forma me recordaron más a los pilares de un edificio clásico que a los minaretes que había visto con anterioridad, fueran estos de Marruecos, Turquía o incluso de Jiva o Bujará, las otras dos reinas del turismo en Uzbekistán.

Madrasa Tilya-Kori


Ubicada al norte, es la gran culpable de que la plaza del Registán sea distinta al resto de plazas uzbekas protagonizadas por escuelas coránicas, por ser la tercera en discordia, mirando de frente al espectador. Fue la última en construirse, terminándose en 1660. Sin embargo, fue modificada recientemente por los soviéticos, quienes le añadieron una cúpula azul turquesa en el lado izquierdo del edificio, rompiendo con ello la simetría que caracteriza a las construcciones persas.

Vista lateral de la madrasa Tilya-Kori, desde una calle que va a dar al Registán
Precisamente bajo esa cúpula se ubica la única mezquita de la plaza, profusamente decorada con motivos azules y dorados, que maravillaron a un servidor. No posee minaretes como las otras dos, sino pequeñas torres en las esquinas que hacen como tales, que con la nueva cúpula se han quedado pequeñas. El minarete ubicado al noreste es al que se puede acceder si se paga a un guardia la cantidad que éste pida.

Madrasa Sher-Dor


Ubicada al este, es en mi subjetiva opinión, la más hermosa del conjunto. Como el resto, está enteramente decorada con azulejos que crean formas geométricas diversas, de colores tales como un gris marronáceo como base y un color turquesa o un azul marino sobre él. Como la Ulugh Beg, posee dos minaretes "estilo columna", también en precario equilibrio, aunque al contrario que ésta, se aprecian dos cúpulas genuinamente timúridas de color azul turquesa y con relieve. Aunque lo que más me llamó la atención de este edificio, fue el transgresor detalle de crear con los azulejos la forma de dos infantiles leones que parecen llevar en lomos dos rostros humanos delante de lo que diríamos que son los rayos del sol. Para los no acostumbrados a la arquitectura islámica, deciros que se prohíbe decorar con formas humanas y de animales tanto el exterior como el interior de sus edificios, aunque esa norma se infringió en este caso y en alguna otra contada madraza de Bujará, en lo que quizá sean las únicas excepciones. Es la fachada que recibe los últimos rayos del sol cada día, y como amantes de los atardeceres que somos, asistimos un día al mismo. El color anaranjado que le da el sol de la tarde la hace incluso más hermosa.

Detalle de la medersa Sher-Dor, con el infantil tigre y el extraño sol con cara humana


ESPECTÁCULO NOCTURNO


Al maravilloso espectáculo que de día ofrece la plaza, hay que añadir lo que se hace de noche. A las 21:30, algunos días (he intentado buscar qué días, sin éxito) se exhibe un espectáculo de luz y sonido. De las tres noches que pasamos en Samarcanda solo se emitió una, y mereció la pena. Sin ser un despliegue de medios comparable a espectáculos similares hechos en Europa, lo recomiendo porque es muy efectista ver de color rojo, dorado, azul o blanco las tres madrazas del Registán al mismo tiempo. Cosa que de día es casi imposible, ya que el sol no suele dar luz a las tres fachadas a la vez.

Momento del espectáculo nocturno en el Registán.
Con una calidad de sonido mejorable, decir que durante el espectáculo una voz en francés hablaba sobre la plaza, en lo que a mí me pareció un guiño al idioma del país que más turistas extranjeros lleva a Uzbekistán: Francia.


DÓNDE COMER O DORMIR


Samarcanda, al contrario que Bujará y sobre todo que Jiva, es una ciudad muy extensa que tiene sus edificios más destacables dispersos en el actual entramado urbano, bastante distantes unos de otros. Aunque hablamos de una distancia que los que más disfruten caminando, podrán permitirse aún.

Madrasa "Sher-Dor" durante el espectáculo nocturno
En Samarcanda nosotros dormimos en el hotel Jahongir Bed and Breakfast, y fue el alojamiento más mediocre de nuestro viaje a Uzbekistán. Tiene buenas notas en los motores de búsqueda, debidas a que su patio interior, su desayuno y la ayuda del dueño son de elogiar. También debo decir a su favor que fue el segundo más barato (42$ la habitación doble cada noche, unos 35€ al cambio en ese momento). Pero la habitación era minúscula (no podíamos abrir la maleta por completo) y los colchones lamentables, porque se notaban todos los muelles. Estar a 7 minutos a pie del Registán es otro importante punto a su favor, ya que está ubicado en un barrio del casco antiguo de la ciudad, en el que las aceras, el asfalto o incluso las farolas escasean... pero así es el Uzbekistán real, no os voy a engañar.

Cuadro de la plaza. Hoy uno similar cuelga de nuestra casa
Para comer, nosotros fuimos a los sitios que nos encontramos o que nos pillaban cerca en cada caso. Junto al mirador del Registán, cambiando de acera en la avenida, hay varios restaurantes que nos sirvieron la comida también probablemente más mediocre de nuestra estancia en Uzbekistán, a lo que hay que sumar la incomprensible falta de variedad de sus menús. A un menú ya de por sí con poco para elegir (algunos restaurantes tienen apenas 8-10 platos distintos en sus cartas) hay que sumar que para cenar apenas tenían 2 o 3 de esos platos. Un día vimos como a unos viajeros les dijeron directamente que no tenían nada que darles de comer... en un país donde el turismo es todavía escaso, muy apreciado y normalmente bien tratado, nos llamó la atención esa continua falta de provisiones de los restaurantes samarcandos, que no notamos en otras ciudades uzbekas.

Interior de uno de los restaurantes de la zona, el Registon. Lástima que la calidad de la comida fuera inferior a la decoración del local
Otros viajeros nos dijeron que la ciudad nueva de Samarcanda, planificada por los soviéticos y posiblemente la más bonita y mejor trazada del país (aunque sin monumentos de interés), sí tiene mejores restaurantes. Cansados por lo que caminábamos durante el día nunca cenamos en la ciudad nueva, por lo que tampoco os puedo confirmar desde la experiencia personal que esto sea cierto.

Samarcanda es inolvidable, y más allá del Registán tiene material para pasar al menos un día entero disfrutando de su arquitectura, pero del resto os hablo en esta otra entrada.

Detalle de una de las dos cúpulas de la madrasa Sher-Dor

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