lunes, 26 de marzo de 2012

Viaje a la India, dia 4: Mandawa --> Bikaner (camellos que echan el estómago por la boca)


Camello indio echando algo fuera de la boca (aparentemente el estómago)

MANDAWA

No eran las 6 de la mañana cuando el ensordecedor canto del moecín de al menos 3 mezquitas distintas se metió en nuestra habitación como si viniera de dentro y nos despertó. Entonces recordé que los musulmanes son solo el 12% de los habitantes del país y que en el estado de Rajastán el porcentaje es incluso menor y no llega al 9%. Pero las mezquitas son abundantes aunque apenas se vean (son edificios muy modestos) y en Mandawa nos atronaron hasta despertarnos. Quizá por estos pequeños detalles la convivencia entre musulmanes e hindúes no ha sido siempre fácil...

Tras el rico desayuno, que fue una buena mezcla entre un desayuno continental estándar y uno indio, nos pusimos en camino.

DE MANDAWA A BIKANER

Por delante teníamos un viaje de tamaño medio; "solo" 190 kilómetros, pero que por esas carreteras nos llevarían unas 4 horas. Al poco de empezar paramos en Fatehpur, otra pequeña ciudad de Shekhawati, donde teníamos como objetivo ver otra preciosa haveli. Un anciano la vigilaba y nos dejó pasar por unas pocas rupias... aparte de por la haveli, Fatehpur me llamó la atención por lo mismo que Mandawa, y es que tenían muchos más habitantes de los que el tamaño de la ciudad daba que pensar... más tarde leería que más de la mitad de las modestas viviendas indias tienen una sola habitación, por lo que quizá una mini-ciudad india de 20.000 habitantes parezca mucho más pequeña que una ciudad española con la misma población. Allí repartí mis primeros dulces entre un grupo de niños que vino a pedir; había tomado nota de las sugerencias que no recomendaban darles dinero (que a menudo acababa siendo para mafias, y no para ellos) sino cosas que ellos fueran a usar, fueran caramelos, juguetes, etc.

Según íbamos avanzando el paisaje se iba volviendo más desértico, aunque no dejamos de ver árboles en ningún momento. Y a pesar de que pueda parecer extraño, el número de animales no descendía, casi más bien al contrario. Por ejemplo, descubrimos que el pavo real es uno de los símbolos de la India. Más triste resultó ver la gran cantidad de animales atropellados que de Fatehpur a Bikaner vimos, algo que se mantendría durante casi todo el viaje... no exagero si digo que se veía a algún gato, perro, etc. muerto cada media hora como máximo. Al estar en el asiento delantero (y no dormirme nunca) yo me enteraba más de estas cosas que Steffi, aunque la palma se la llevó un camello que veríamos al día siguiente, que parecía recién atropellado, que por su tamaño y aspecto, daba verdadero miedo... ése lo vio Steffi sin que le dijera nada.

Estampa visible desde un puesto de té en la carretera, camino del desierto
Paramos en un "puesto callejero" a medio camino a tomar un "masala chai". A Steffi no le gustó en Mandawa, pero a mí sí, así que pedimos dos, uno para Noor y otro para mí. Y me sorprendió que no me dejara pagar... el sitio estaba en medio de la nada, sin poblaciones a la vista, en ese extraño desierto árido con numerosos árboles. Coincidimos con 4 turistas austriacos con los que hablamos un poco entre la tranquilidad del lugar, con poco tráfico, en el que tuvimos tiempo de ver carros tirados por camellos o búfalos o perros vagabundeando que aprovecharon para mearnos en una de las ruedas del coche. Y tras otro ratillo de viaje con una pequeña parada en otro moderno templo hindú lleno de esculturas gigantes y de niños mendigos, llegamos a Bikaner.

BIKANER

Con más de medio millón de habitantes, Bikaner era una de las ciudades rajastaníes más grandes que íbamos a visitar en el desierto del Thar. La entrada a la ciudad nos dejó como anécdota el espectacular trompo que hizo un todoterreno 100 metros por delante de nosotros... cuando pasamos junto a ellos estaban riéndose a carcajadas, a pesar de que estuvieron a punto de volcar: "incredible India".

No era aún la hora de comer y fuimos directamente al hotel, el "Bhairon Vilas", muy bien situado a apenas 50 metros de las murallas del principal punto de interés de la ciudad: su fuerte. Este hotel se trata de una antigua propiedad de los marajás, que regenta uno de sus descendientes, y dormir en él resultó ser una atracción turística de primera... solo el cuarto de baño era más grande que nuestra habitación de Delhi (lo cual no significa que ésta fuera pequeña), y la enorme habitación, con techos altos y decoración original de la familia, era espectacular. Parecía mentira que dormir en esa maravilla costara unos 30€ por noche...

Nuestra habitación en el hotel Bhairon Vilas (Bikaner)
Nos quedamos a comer en el hotel. El día era magnífico, y el hotel tenía unos apacibles jardines en los que había varias mesas, así que elegimos una para comer ahí. La comida fue correcta, pero me dejó con un poco de hambre, así que decidí atreverme con mi primer postre indio. Y tuve este diálogo con el camarero, que tenía un inglés justito para el trabajo que desarrollaba. Lo dejo traducido al español:
- Yo: Tengo algo de hambre aún, así que voy a probar un postre. Esto de aquí (señalando al "gulab jamun": http://es.wikipedia.org/wiki/Gulab_jamun), ¿qué es?
- Camarero: Son unas bolas marrones.
- Yo: ¿Tienen chocolate?
- Camarero: Sí, chocolate...
Ambas frases las dijo con una sonrisa amable pero dubitativa, como si quisiera salir del paso lo mejor posible... el postre resultó estar bastante rico, pero no tenía ni rastro de chocolate, así que cuando volvió a traernos la cuenta se lo dije:
- Yo: El postre estaba muy bueno, pero no tenía chocolate.
- Camarero: No chocolate, solo el color, ¡era "color chocolate"!
La surrealista situación hizo que nos empezáramos a partir de risa allí mismo, con el camarero delante. El pobre, víctima de su poco inglés, respondió con una sonrisa, dándose cuenta de que su error no provocó una bronca, sino un par de sonoras carcajadas.

Y es que algo que hay que aprender si se visita la India es que los reveses que uno pueda sufrir, debidos a una cultura tan diferente, a problemas con el idioma o al descaro y picardía de los indios hay que procurar tomárselos con humor, porque si uno se enfada con cada pequeña cosa, que tenga por seguro que va a pasar amargado todo el viaje. Hay veces que uno tiene que enfadarse para que le tomen en serio y no le estafen, pero estos pequeños detalles es mejor tomárselos con humor.

Interior del fuerte de Bikaner
Pasada la comida, Noor nos llevó en coche a la entrada del fuerte, a pesar de que le dijimos que podíamos ir andando (la entrada estaba a la otra punta de la parte del recinto que teníamos junto al hotel, pero no llegaba a 10 minutos andando según mis cálculos). Nuestro primer fuerte rajput no era un fuerte normal, ya que estaba construido en un llano en lugar de sobre una colina, como el resto de fuertes que veríamos después. A pesar de eso, la historia dice que nunca fue conquistado, más que por sus sólidas murallas, imponentes por necesidad al no carecer de defensas naturales, por las alianzas que los marajás de Bikaner supieron sellar con sus posibles enemigos. El fuerte parecía haber sido restaurado poco antes, porque su interior resultó ser el más bonito entre todas las fortalezas rajastaníes que visitamos. Un sitio que nos dejó la sensación de que todo el esfuerzo de tiempo y dinero realizado para ir a la India había merecido la pena. Dependencias privadas de marajás con mucha decoración, arcos típicamente indios... todo en un estado de conservación envidiable. Desde el principio de la visita no dejamos indiferentes a otros visitantes, en su mayoría indios, que en varias ocasiones nos pidieron que nos hiciéramos fotos con ellos. Esto es algo a lo que nos íbamos acostumbrando.

Un vigilante se ofreció para hacernos fotos. Sabíamos que lo hacía por la propina que le pudiésemos dar, pero accedimos. El tío, de vistoso bigote, resultó ser un artista, y nos sacó varias fotos muy chulas y originales que jamás habríamos podido hacer solos. Le dimos medio euro en rupias que amablemente agradeció y nos sacamos una foto con él. A gente así da gusto darle propina.

A la salida, fuimos a ver los cenotafios de la ciudad, construidos también en torno a la figura de los marajás. Un cenotafio es un monumento funerario en honor a una persona que no tiene por qué estar enterrado en ese lugar. Muchas ciudades que fueron capitales de reinos de marajás como Bikaner, Jaisalmer, Udaipur o Jaipur los tienen, y a mí me pareció algo inequívocamente indio, tanto las cúpulas y arcos característicos de ese país como el concepto de cenotafio en sí. A la entrada nos dieron las peores zapatillas de estar en casa que he visto nunca (había que descalzarse), con una ridícula suela de tela que era como si no existiera y tan estrechas que no me entraba bien el pie :S Pillamos a una especie de actriz de apariencia china en plena sesión de fotos, muy guapa con su sari verde.

Cenotafios de Bikaner
Tras esto y ya fuera de la ciudad visitamos la granja de camellos de Bikaner, donde según parece se crían el 50% de los camellos del país. El sitio no es que ofreciera un interés desmedido salvo por el hecho de ver cientos de camellos juntos en sus quehaceres diarios (siendo ordeñados, comiendo, haciendo sus necesidades, etc.), pero por una serie de detalles fue genial. Nos ofrecieron guía pero no quisimos, y fuimos recorriendo solos las dependencias, la mayoría al aire libre. De repente, vimos a un camello haciendo un ruido espantoso, similar a un eructo pero más fuerte, a la vez que echaba por la boca una especie de bolsa que bien parecía ser su estómago. Nos asustamos, pensando que íbamos a ver a un camello palmándola en directo, pero no... poco después el camello recogía dentro de su boca el "estómago" que le había salido. Perplejos, vimos como medio minuto después otro camello distinto hacía lo mismo, ante lo que por un lado nos quedamos más tranquilos deduciendo que era algo normal, y por otro empezamos a reírnos por lo "bizarro" de ese comportamiento. No lo grabamos en vídeo pero alguien lo hizo por nosotros en otro lugar y lo ha dejado en youtube: http://www.youtube.com/watch?v=FbPn6-_dINg

El otro detalle que me hizo adorar aquella granja fue que se vendía leche de camello y diversos preparados que lo tenían como materia prima. Noor nos recomendó los helados, pero en el mes de enero con 18ºC no me apetecían, así que me tomé un sobre de leche de camello con sabor a piña... ¡¡estaba riquísimo!! Lo compartí con una perra hambrienta que vagabundeaba por allí y que no se nos separó mientras tuvimos la comida cerca. De no haber sido porque necesitaba frío y no teníamos nevera en el hotel, habría comprado bastante más. Los precios, además, eran "indios", el "brick" de 200 ml. me costó 0,15€.

Ya por la noche, nos aventuramos a meternos en el bazar de la ciudad para buscar el típico recuerdo que coleccionamos de los sitios que visitamos: un imán para la nevera. El esfuerzo fue inútil, el bazar estaba más pensado para la gente de allí que para los turistas, y de hecho la gente nos miró sin disimulo los pocos minutos que pasamos por allí.

Exterior del fuerte de Bikaner
Cenamos en un restaurante frente al fuerte en el que, extrañamente, no éramos los únicos clientes, ¡e incluso había hasta indios! Lo digo porque hasta el momento habíamos estado en restaurantes en los que, salvo la primera noche de Delhi, éramos los únicos clientes. ¡Y eso que éste no era barato! Cenamos muy bien, por cierto. Así que tras una cerveza en el original y ecléctico bar del hotel, que pagué a precio europeo (se nota que los indios no la consumen a menudo) y bebí con algo de humo de tabaco a mi alrededor (allí sigue permitido fumar en los bares), nos fuimos a dormir esperando pasar al fin la primera noche tranquila, sin jetlag ni mezquitas atronadoras.

sábado, 24 de marzo de 2012

Viaje a la India, día 3: Delhi --> Mandawa (aquí se echa gasoil sin parar el motor)


Patio de nuestro hotel en Mandawa, el Mandawa Heritage hotel

DELHI

Esa noche notamos el efecto del jetlag... nos metimos relativamente pronto a dormir, y a las 5 de la mañana me desperté, no muy descansado, pero fui incapaz de volverme a dormir. A Steffi le pasó igual, y pasamos lo que quedaba de noche lo mejor posible, leyendo y hablando sobre lo que habíamos visto y lo que nos esperaba.

Ese día conoceríamos lo que es moverse en coche por la India. Tras un desayuno bastante estándar en nuestro hotel (4 tostadas con mermelada y mantequilla, té y zumo), el "Wood Castle" de Delhi, montamos en el coche y pusimos rumbo a Mandawa, una pequeña población en la provincia de Shekhawati. Shekhawati es una remota región de Rajastán, ligeramente alternativa en las rutas por ese estado indio, que nosotros visitamos por pillar de paso entre Delhi y las ciudades bastante más grandes del desierto del Thar, como Bikaner o Jaisalmer. Bueno, lo de "pillar de paso" lo decimos porque en el mapa está en el medio de esa ruta, no porque las principales carreteras que unen Delhi con esas ciudades rajastaníes pasen por allí... ¡más bien al contrario! Ninguna carretera principal atraviesa esta especie de provincia y pronto nos daríamos cuenta.

DE DELHI A MANDAWA

Salir de Delhi en coche es una buena forma de sentir lo que es estar en un país emergente superpoblado. Todo son coches, coches y más coches, muy modestos la mayoría, pero están por todas partes, y las infraestructuras que usan se quedan insuficientes, ni siquiera los 4 carriles de la carretera que une Delhi con su aeropuerto (que luego sigue hasta Jaipur) son suficientes, aunque los conductores ignoren las líneas de la carretera y los 4 carriles pasen a ser 6.

Intenso tráfico a la salida de Delhi
Pasado el aeropuerto, me llamó la atención ver muchísima gente esperando en las cunetas de la autovía... debían ser personas que esperan a que alguien las recoja para ir a trabajar, y que no tienen medios para ir por sí mismos. Esperan algún autobús que les lleve o el tuk-tuk de algún compañero en el que, apretadísimos, poder cumplir con su deber, aunque sea con otras 10 personas en un vehículo cuyo máximo número legal de ocupantes es 3.

Llegados a Rewari, una ciudad del estado de Haryana sin mayor interés, dejamos la autovía y comenzamos un largo periplo por carreteras que fueron de mal en peor. El paisaje va pasando de ser la India verde tradicional de las llanuras de los ríos Ganges y Yamuna a la India desértica de Rajastán. Llegó un momento en el que la carretera pasó a ser "media carretera", esto es, pasó a tener la anchura justa para un camión o un coche, pero evidentemente seguía siendo de sentido doble... así aprendimos la principal norma del código de circulación indio que es... que no hay normas. Cuando nos cruzábamos un coche de frente se producía un diálogo de besugos en el que uno daba las largas al otro y el otro se las daba al uno, queriendo decir el primero al segundo: "cuidado, que voy para allá, aparta de mi camino"; mientras que el segundo respondía:"tú eres el que estás en mi camino, apártate tú". La situación acababa con los dos coches acercándose peligrosamente el uno al otro sin ceder, apartándose a última hora ambos a la cuneta, en mayor o menor medida, para no chocarse uno contra el otro. Noté que los coches grandes tienden a tener mayor orgullo y a apartarse menos y más tarde, pero casi todos se ven obligados a sacar la mitad izquierda de su coche (en India se conduce por la izquierda) a la cuneta para evitar una colisión. Sobra decir que la cuneta es de tierra, no tiene por qué estar a la misma altura que la calzada y los baches no son la excepción sino la norma.

"Media carretera" en Rajastán, ya cerca de Mandawa
Siguiendo con el tráfico, resulta curioso ver lo decorados que están todos los camiones indios. En un país con la infraestructura ferroviaria india no esperaba ver tanto tráfico de camiones, pero cruzarse con camiones a velocidades ridículas es una constante. Camiones que, evidentemente, tienen que ser adelantados cuanto antes si no quieres conformarte con una velocidad máxima de 40-50 km/h... de cómo se adelanta en la India hablaré otro día :P 
Pues bien, todos los camiones están pintados y personalizados hasta el extremo, con pinturas bonitas y coloridas aunque para un occidental diría que pueden resultar infantiles. En la parte trasera no puede faltar el lema del tráfico indio: "horn please" o "blow horn" (que viene a significar: "toque el claxon, por favor"). El motivo de ese lema, aparte de una extraña "filia" que deben sentir los indios por el ruido del tráfico, es porque los retrovisores se usan más bien poco, si es que se tienen... y el claxon es la forma más útil para ellos de advertir que te estás acercando a otro vehículo por detrás (sí, lo pueden tocar cada vez que se acercan a otro vehículo, algo que ocurre cada pocos segundos en ciudad). De hecho, nuestro primer conductor tenía el retrovisor izquierdo (equivalente a nuestro retrovisor derecho) replegado... cuando le pregunté si es que estaba roto se empezó a reír... más tarde entendí que esa risa significaba que prefería replegarlo a usarlo... algo que además tenía la ventaja de reducir la "anchura" del coche...

De repente Noordin paró a repostar. Los precios, siendo baratos comparado con Europa, no son muy baratos visto el poder adquisitivo de los indios, andando en torno a 1,05€ la gasolina y unos 0,75€ el diesel, más de la mitad que aquí. Me quedé extrañado al ver a Noordin bajar del coche sin parar el motor... 5 hombres se acercaron al coche para repostar (sí, con uno vale, pero esto es la India) ¡¡y ni cortos ni perezosos empiezan a echar combustible sin parar el motor!! Me imagino que sobran los motivos para parar el motor al repostar, y aunque los desconozco no cabía en mí de asombro. Al volver al coche, pregunté a Noordin por el tema y me soltó la frase comodín del viaje: "No problem".

MANDAWA


Nuestro hotel, el Mandawa Heritage, con su amable botones
Llegamos a Mandawa a la hora de comer, y al llegar flipamos con nuestro hotel, de nombre "Heritage Mandawa". Se trataba de una haveli (mansión) típica de Shekhawati, restaurada y devuelta a su esplendor, con numerosas pinturas llenas de vivos colores. La comida allí fue correcta, con un chulillo camarero que nos tenía como únicos clientes, y que se entretuvo los ratos que no le dimos trabajo haciéndose autofotos con una moto que entiendo que era suya... :)

Noordin nos recomendó visitar la pequeña ciudad con un guía, debido a que guardaba secretos que sin ayuda no podríamos ver... como no teníamos mapa en el libro y el precio era más que correcto aceptamos (nos dijo que un precio justo eran 5€ por 2 horas de paseo); me hizo gracia el detalle con el que Noordin nos quiso dejar claro que el guía era de fiar: "Es un buen tipo, musulmán, como yo". No pude evitar dirigir una sonrisa a Steffi... :)

Haveli típica en Mandawa
El guía resultó ser muy agradable, lo que nos hizo pensar que podíamos confiar plenamente en Noordin en el futuro. Nos enseñó su pequeña ciudad con un paseo genial... Mandawa floreció como lugar de paso en la ruta de las caravanas que comerciaban con opio, la materia prima de la heroína, pero que en India todavía se consume sin el tratamiento químico que la heroína necesita. Ricos comerciantes construyeron sus havelis con vivos colores en el s. XIX, pero cuando el comercio dejo de dar dinero, emigraron con su dinero a las grandes ciudades indias, especialmente a Bombay, abandonando las havelis de Shekhawati. Estas casas, en ocasiones en estado ruinoso, dan a la ciudad un aspecto decadente y melancólico, como pocas poblaciones me habían transmitido antes. Allí parecíamos estar a años luz de Delhi, en un ambiente rural y apacible en el que solamente el polvo (muchas calles no estaban asfaltadas) y la basura, mucho más abundante que en Delhi, eran lo único que desentonaban. Por suerte, algunas havelis estaban siendo recuperadas por los habitantes de la ciudad, cosa que se hacía con el precio de las entradas que se pagaba por visitarlas. Aquellas recuperadas nos parecieron deslumbrantes... descansamos tomando nuestro primer "masala chai", un té con leche muy común en india, con gengibre y otras especias y hierbas que le dan un característico toque picante. Nuestro guía, con gestos evidentes, me dijo que era una especie de viagra natural :P
Esto lo hicimos en la casa de una mujer viuda que aparentaba tener nuestra edad. La historia de su vida nos entristeció: su marido era electricista y murió trabajando poco antes... la tradición hindú le prohibe volver a casarse y tendrá que sacar adelante sola a sus tres niñas... aparentemente maquilladas, la más pequeña nos transmitió con esta potente mirada la cara menos amable de las tradiciones indias :(

Niñas en Mandawa, una potente mirada
Acabada la visita recompensamos a nuestro guía con un 60% más de dinero del que nos recomendó Noordin por su simpatía y porque se alargó casi hasta las 3 horas, y tras descansar en el hotel, con nuestra cama más ancha que larga (algo normal por allí) salimos ya de noche a cenar. Cenamos en el restaurante "Monica", recomendado por el guía, y la comida resultó ser una de las mejores de toda nuestra estancia en el país. Noordin nos acompañó y se lo agradecimos un montón porque muchas calles adolecían de escasa iluminación o no tenían en absoluto... y aunque la ciudad estaba prácticamente vacía y no sentimos peligro, no era plan. Tras una ducha en el hotel con un minuto de agua caliente para cada uno, nos fuimos a dormir.

viernes, 23 de marzo de 2012

Viaje a la India, día 2: Delhi

Nos montamos en el coche, una especie de Ford Fiesta pero con culo, que no se comercializa en España, y que tiene por nombre "Ford Ikon". Las maletas entran de sobra en el maletero, algo que me sorprendió gratamente, y mientras vamos a la ciudad para hacer el check-in en el hotel, Udai nos explica la documentación que nos va a dar y demás... por el camino nos alejamos de la modernidad del aeropuerto y vamos viendo la realidad india: coches muy modestos cuando no carros en la carretera, personas en las cunetas, algunas barriendo con escobas que no son más que un precario conjunto de pajas secas atadas y un cielo muuuy gris que estaba así no precisamente por nubes de lluvia, sino por la contaminación que sufre la ciudad.

Tumba de Humayun

Llegamos a la calle del hotel, que nos costó un poquito encontrar (éste lo elegimos nosotros y no la agencia), y la verdad es que sentí un poquito de miedo cuando me tuve que bajar del coche e ir andando hasta la puerta. Había suciedad, escombros, cables de la electricidad a una altura a la que casi llegaba a tocar con la cabeza y empecé a sentir algo que se convertiría en normal durante todo el viaje: todo el mundo te observa, y en muchos casos te saluda. Pero no es más que eso...

Una vez en el hotel nos hicieron rellenar nuestros datos en un libro, algo que se volvería una rutina en el viaje. Subimos a la habitación, pagamos a Udai todo lo que debíamos a la agencia por el viaje y nos metimos a dormir. Lo de pagar lo hicimos con cierta desconfianza, ya que teníamos miedo de que al tener el dinero en su poder, la agencia llevara a cabo peor su trabajo o incluso nos dejara tirados a mitad del viaje... por suerte, eso no ocurrió en absoluto, y salvo un cambio de chófer en Jaipur del que ya hablaremos, no tenemos nada que reprochar a la agencia, más bien al contrario. Pagamos en parte porque no me molaba mucho la idea de ir con varios cientos de euros encima por ese país, pero tras volver de allí puedo decir que ese miedo tampoco le hace justicia, ya que una vez que te acostumbras, verás que lo que te rodea es miseria y suciedad, pero en este caso eso no significa inseguridad. Creo que el índice de robos en India no es muy diferente al de un país europeo estándar.

Habitación del hotel "Wood Castle", en Delhi

Dormimos unas 3 horas, y nos despertamos algo más descansados (estábamos muertos) con intención de ver algo de Delhi. Al bajar a la recepción del hotel nos llamó la atención que nuestro chófer estuviera allí sentado esperándonos, y no nos tuviéramos que molestar en buscarle o llamarle por teléfono. Así que montamos en el coche y fuimos a ver el que quizá sea el edificio estrella de Delhi: la tumba de Humayun.

Del hotel a la tumba de Humayun, según google maps, había poco más de 6 kms. pero en el coche se convirtieron en más de 30 minutos. No sufrimos ningún atasco, y aunque cambiamos de dirección con frecuencia, a Noordin se le veía seguro y no dudó para llegar hasta allí. El problema es que hay rotondas cada pocos centenares de metros (hay pocos semáforos) y que en la calzada puedes encontrarte de todo... en las rotondas además la prioridad no existe, pasa el que primero llega o el que menos cede el paso a los demás. Llegados a la puerta, nos bajamos del coche y empezamos a saber cómo las gastan allí. Algún vendedor nos ofreció su mercancia en los carros, y tuvimos que cruzar nuestra primera calle céntrica con 4 carriles, sabiendo que ningún vehículo deja pasar a los peatones salvo si el no frenar conlleva atropellarlos. Prefieren dar un volantazo para evitarte que frenar. En la puerta, vimos otra cosa normal en la India, los precios muy distintos según seas indio o no. Aunque no es un gesto muy amigable para el turismo extranjero están en su derecho de hacerlo, y los precios siguen siendo correctos para un español (el precio no suele pasar de los 4-5€ salvo el Taj Mahal, que llega a los 12. Los monumentos algo más secundarios suelen valer 1,5€). Eso sí, no hacen distinción entre extranjeros, y paga lo mismo un suizo que un nepalí, pero bueno, entiendo que tampoco se pueda poner un precio a cada país...

La tumba de Humayun responde al patrón de mausoleo mogol (imperio musulmán que dominó la India y varios de sus países vecinos desde el s. XVI al XIX), que alcanzaría su apogeo con el famoso Taj: un gran edificio central, donde se alojan las tumbas, rodeado de jardines perfectamente alineados y divididos en cuadrículas. El lugar es espectacular, una buena forma de empezar nuestro periplo en este país y en esta ciudad. Fue maravilloso dejar atrás por un momento el caos y el ruido predominante en Delhi, ya que entre las dimensiones de los jardines y la cantidad de árboles, el ruido del tráfico apenas nos llegaba. Allí empezamos a causar sensación: todo el mundo nos miraba como si fuéramos de otro planeta (¡cuánta razón!) y un par de grupos de chavales nos pidieron, entre risas, que nos hiciéramos fotos con ellos. De nada sirvió que Steffi se tapara su melena rubia con un velo, sus ojos azules la delataban como "ser exótico al que hay que retratar en una foto". Ambos llamamos la atención, pero ella aun más que yo.

Templo de Birla
Tras una visita pausada, con muchas fotos y alguna auto-foto, salimos y nos acercamos al templo de Birla, un colorido templo hindú, moderno pero que me llamó la atención y que estaba cerca del hotel. Se estaba haciendo de noche, pero la visita no decepcionó. Entramos a un parking junto al templo por un camino sin asfaltar por el que nuestro chófer tuvo que pagar unas pocas rupias. El templo, con pocos extranjeros, estaba decorado con esvásticas por fuera, que al parecer son muy típicas del mundo hindú (se dice que son un símbolo de la buena suerte), y con esculturas de varios animales como elefantes o cobras, tenía un cierto aire infantil que volveríamos a notar después en otros templos hindúes modernos. Para entrar, como en las mezquitas, nos exigieron quitarnos el calzado, pero si bien en las mezquitas turcas pisar descalzo es un placer por la moqueta o las alfombras que hay en el suelo, en la India el suelo es muchas veces de mármol, por lo que está muy frío y se está un poco a disgusto incluso con calcetines. El colorido exterior, rojo y amarillo, se prolongaba en el interior, con bonitas figuras de deidades hindúes, que típicamente tienen muchas extremidades (sobre todo brazos) y en ocasiones combinan rasgos humanos y de otros animales en un mismo cuerpo. Contentos y con los pies helados, salimos del templo y volvimos al hotel.

Templo de Birla
Como no conocíamos nada y en Delhi no habíamos echado ni siquiera un vistazo a los restaurantes recomendados por la Lonely Planet, cenamos en un restaurante que nos sugirió Noordin y desde el que podíamos volver andando al hotel. El sitio, muy elegante, con comida china e india en la carta, estuvo bastante bien aunque fue más caro de lo que esperábamos (pagamos unos 7€ por persona cogiendo algo relativamente sencillo). Con el tiempo nos daríamos cuenta de que comer en restaurantes indios no es tan barato como cabría esperar, y el motivo diría que es porque los indios apenas comen fuera de casa, y al ser enfocado a extranjeros, saben que pueden pedir más dinero. Además, en prácticamente todos los restaurantes tenían bastantes más empleados de los necesarios, y aunque sea con sueldos miserables, eso hay que pagarlo... ¡a dormir!

domingo, 18 de marzo de 2012

Viaje a la India, día 1: España - Dubai - Delhi


8:30 de la mañana del 21 de enero de 2012. Bajo la niebla, esperamos el bus de línea que nos lleve de Aranda de Duero a Madrid. Lo pienso, y me parece increíble que en menos de 24 horas vaya a estar en Delhi, a 8000 kms. de distancia de donde estoy ahora y en las antípodas culturales del mundo occidental. El viaje en bus transcurre sin contratiempos, llegamos con un mínimo retraso a la avenida América. 

Me espera el viaje en avión más largo de mi vida hasta la fecha, y con diferencia. El record hasta ahora lo tenía el vuelo que hice a Moscú hace año y medio, de unas 5 horas, y esta vez solo el Madrid - Dubai será de 7 horas a la ida y de 8 a la vuelta. Casi nada, menudo coñazo... no es que me desagrade volar, solamente lo considero "un mal necesario", que a alguien de mareo fácil como yo le ha dado algún pequeño disgusto. Pero al montar al avión todo comienza a mejorar.

Azafata de Emirates
Volamos con Emirates, compañía aérea con base en Dubai, famosa por la publicidad de las camisetas de equipos de fútbol como el AC Milán y sobre todo el Arsenal, y para mí, conocida por los peculiares gorritos de las azafatas, que representan hasta el extremo una visión cosmopolita de los Emiratos Árabes Unidos... lo mismo hay azafatas europeas (del norte, sur, este y oeste) como del extremo oriente, América...
Volar con Emirates es muy diferente de hacerlo con compañías de bajo coste como las que estoy acostumbrado a coger en los vuelos que he hecho sin salir de Europa. No ya por tener aviones mucho más grandes o con mayor espacio para las piernas (un poco más, tampoco para tirar cohetes), sino por el ordenador individual que tiene cada asiento en el respaldo del asiento anterior, que cuenta con música (tanto clásicos como éxitos actuales), películas diversas, videojuegos, información en tiempo real del vuelo con cámaras para mostrar lo que se ve fuera o información turística de Dubai. El viaje se me hizo más corto que muchos de 3 horas en aviones "normales", y no tuve que tirar de la mochila para comer (nos dieron de comer 2 veces). Eso sí, tuve tiempo para enterarme de que mi novia es una mujer casada... al menos según las azafatas del avión... jejeje. Se dejó un anillo que definieron como "anillo de casada" al ir al WC (aunque más bien era una arandela cutrecilla que encontró en un bar de Aranda) y tuvimos bromas varias por ello.

Pantalla multifunción que tenía cada pasajero de ese avión
En el aeropuerto de Dubai teníamos una escala de 4 horas y media, demasiado si los vuelos son puntuales, pero que preferí cuadrar así para reducir las opciones de perder el avión de Dubai a Delhi. Ya en el aeropuerto notas el toque de modernidad y prosperidad de la ciudad emiratounidense. Debido al poco tiempo decidimos no salir del aeropuerto, era noche cerrada (las 00:30) e intentamos dormir. Y aquí empezamos a notar el jet-lag... aunque estábamos cansados no teníamos sueño, y es que en España eran las 21:30 y no son horas de dormir... nos acostamos en el suelo, y tras media hora, nos dijeron que no podíamos dormir allí, que había una zona habilitada para hacerlo y sí, poco después, junto a las puertas de embarque, había una especie de asientos-tumbonas en los que se puede descansar mejor. No conseguí dormir, pero me pareció un detalle que podríamos copiar en España, donde el objetivo últimamente parece ser más el de hacer aeropuertos gigantescos con el mínimo número de asientos posibles, y como ejemplo puedo poner las zonas de facturación de cualquier terminal en Barajas.

El segundo vuelo se me hizo raro, a una hora intempestiva (salió a las 4:40, hora local), con la extraña sensación de que me estaba entrando sueño justo cuando empezaba a hacerse de día. Entretenidos con nuestros videojuegos o películas, vimos como mi compañero de asiento aprovechaba que Emirates ofrece gratuitamente botellitas de bebidas alcohólicas a los pasajeros... al 3º jack daniel's me empecé a asustar, aunque luego el hombre se puso a hablar conmigo y no parecía especialmente ebrio...

Reventados pero ilusionados ante la aventura que ya se acercaba vertiginosamente, llegamos puntuales a Delhi. El aeropuerto, moderno, no hacía pensar que habíamos llegado a un país en vías de desarrollo, el más pobre que habíamos visto antes, mucho más que Serbia, Bulgaria, Turquía o Marruecos, entre otros. El carácter itinerante de nuestro viaje hacía que temiéramos especialmente que nos perdieran alguna maleta, dado que recuperarla habría sido complicado durmiendo cada día en una ciudad distinta, pero todo fue bien. En la puerta 6 nos esperaban Noordin, nuestro chófer, y Udai, el coordinador de la agencia con la que conoceríamos el noroeste de la India, pero eso ya lo contaré en el segundo día.

martes, 17 de enero de 2012

Un esbozo de los preparativos de un viaje a la India

Mi objetivo con este pequeño texto no es escribir una "biblia" sobre el tema. Aún no me he ido al país de las especias y en todo caso eso se lo dejo profesionales o viajeros expertos con una experiencia mucho mayor. Yo me conformaré simplemente con dar algunas indicaciones que sean de utilidad para romper el hielo y para que alguien que aun no haya decidido viajar a India sepa los trámites (obligatorios u optativos) por los que ha de pasar.

Para alguien como yo, acostumbrado a viajar sin salir de Europa, preparar un viaje a la India significa un trabajo interminable. Ya han pasado 3 meses desde que tomé la decisión, y a pesar del tiempo invertido, a 6 días de coger el avión honestamente no me veo preparado. Así que mi primera recomendación es ésa: un viaje tan lejano ha de planearse con tiempo. ¿Cuánto? Con alrededor de 3 meses debería ser suficiente, siendo 2, a mi juicio, el tiempo mínimo con el que yo me plantearía algo así.

Yo diría que es necesaria una cierta preparación psicológica: Aquél que quiera visitar un país así esperando encontrar solamente monumentos exóticos y lujo oriental que cambie de destino. Todo apunta a que estamos ante un país donde la pobreza, la suciedad y el caos son más que frecuentes, y hay que aceptarlo antes de decidir ir. Mi estereotipo personal me dice también que es uno de los países de todo el mundo que mejor muestra el problema de la superpoblación que afecta al planeta. Elegir como entrada una de las 3 megalópolis indias, (Bombay, Calcuta o Delhi) como hacen la mayoría de turistas extranjeros, parece suponer una brusca forma de confirmarlo.



Tras esto, un viaje a Europa incluiría la compra de los billetes de avión... no pasa igual en el caso de India. Todo ciudadano español (como de casi cualquier país del mundo, a excepción de Bután y Nepal), necesita un visado. La gente que vive en grandes capitales como Madrid puede disponer de una embajada cerca de casa, en caso contrario, en España existe una agencia que tramita las peticiones de visado por correo: se llama "Arke BLS Center S.L." y ésta es su  web. A poco lejos que uno resida de Madrid (o de Barcelona, donde parece que India tiene un consulado), merece la pena dejar el trabajo a la agencia porque se ahorra tiempo y dinero.

Desconozco con qué frecuencia se deniegan visados de turista a las personas que lo solicitan, pero al contrario que para el visado ruso, en el que parece ser recomendable comprar el avión con anterioridad por ser una prueba para mostrar que no piensas quedarte indefinidamente en el país, en la web de la agencia hispano-india se recomienda no comprar ningún billete de avión que no permita recuperar el dinero antes de tener el visado. Yo hice caso a esa indicación. Por suerte, al contrario que para volar en Europa, los precios de los aviones suelen ser medianamente estables y esperar las casi dos semanas (aunque anunciaban necesitar un tiempo mayor) de tramitación del visado no me supuso apenas un perjuicio económico a la hora de comprar vuelos. Como referencia, decir que yo compré los aviones con casi 3 meses de antelación.

¿Aviones? Lo primero de todo, decir que a día de hoy ninguna compañía aérea oferta vuelos directos de España a India. Resulta frustrante ver como casi cualquier país de Europa occidental los tiene, teniendo a buen seguro muchos de ellos menos turistas visitando la India que España... pero es así, y de nada sirve que nos enfademos :P

La gente de mi generación está acostumbrada a las compañías de bajo coste... así que en este caso hay que cambiar el chip y hacer un vuelo con escala. Muchas compañías lo ofrecen entre España e India. Son compañías europeas que tienen como escala la capital u otras grandes ciudades de sus países (Alemania, Suiza, Holanda, Francia Reino Unido... junto a Turquía o Rusia) y como curiosa alternativa se han metido en el mercado pujantes compañías de Oriente Medio. Cada uno que compare y elija la que más le guste (en lo que "edreams" ayuda mucho).

¡Qué duda cabe de que se puede aprovechar la oportunidad para conocer la ciudad en la que se va a pasar la escala! De hecho, yo pienso hacerlo con Dubai :) En ese caso, hay que verificar que no se necesita visado para salir del aeropuerto, ya que países como Qatar, Turquía o Rusia, por ejemplo, lo exigen.


¿Tengo que ponerme alguna vacuna para ir a la India?: No hay vacunas obligatorias, aunque el listado de recomendables me pareció sorprendentemente extenso. Yo visité un centro de vacunación internacional donde una mujer visiblemente informada me dijo lo que ella me aconsejaba hacer para visitar el país. Esa misma mañana, y de forma gratuita, me pusieron dos vacunas contra la hepatitis A y la polio. Posteriormente tomé otra vacuna contra la fiebre tifoidea en pastillas. Por último, me recomendaron tomar un tratamiento anti-malárico a base de "paludrine +  resochin", ya que la India es uno de los países de riesgo "medio". A pesar de visitar la zona noroeste del país, de las más secas, y durante el invierno, nos recomendaron medicarnos. El precio de todo esto es perfectamente asumible por cualquiera que vaya a volar a allí.

A las vacunas y tratamiento habría que añadir hacerse con un "arsenal farmacil" digno del más hipocondríaco de nuestros mayores, que incluya, entre muchos otros, aparte de los analgésicos de turno u otras cosas más típicas en todo viaje, como antidiarreicos, algo que nos ayude a combatir las digestiones de la comida tan especiada típica de India y un repelente de mosquitos para evitar pillar alguna enfermedad a través de ellos.

¿Cómo conocer la India? Para alguien como yo, acostumbrado a viajar por mi cuenta por muchos países europeos o Marruecos, reconocer que India no es una "víctima fácil" para viajar sin agencia resultó un poco difícil de aceptar. Puede doler al principio, pero luego casi todo son ventajas.
Según parece, viajar por tu cuenta por India representa una aventura demasiado complicada para la mayoría de los mortales. Los que hay que lo hacen, por supuesto, y de hecho les admiro, pero a las grandes distancias del país, hay que sumar una extensa pero lenta y saturada infraestructura férrea y la extendida sensación de que los locales aprovechan cualquier ocasión para sacar todo el dinero que pueden a los turistas extranjeros, a veces de forma deshonesta. Es la primera vez que oigo que hasta los empleados de las estaciones de tren pueden cobrar más dinero a los extranjeros por un billete que a sus compatriotas, cosa que por supuesto es extensible a otros medios de transporte como los taxis o los famosos "autorickshaws".

La opción de alquilar un coche para conducirlo uno mismo parece poco recomendable vista la forma de conducir de los indios y los imprevistos que se deben dar con frecuencia en las carreteras (desde baches enormes a animales que las invaden, especialmente vacas, que ya se sabe que son sagradas).
Casi por azar, yo caí en la web de una agencia india que ofrecía alquiler de coches con conductor a la carta. Es decir, tú les dices qué lugares quieres visitar, qué coche deseas llevar de entre los que tienen, y ellos te dan el servicio de ponerte un coche con un conductor que está a tu entera disponibilidad. Es el cliente quién decide a qué horas se va de un lugar a otro, dónde parar, etc. Normalmente y por defecto dan el servicio de reserva de hoteles, aunque es posible hacerlo por tu cuenta (aunque estamos hablando de un país en el que hasta a la hora de elegir alojamiento hay que regatear, y el precio de partida a un extranjero puede ser muy superior al ofrecido a un indio). En mi caso, me ofrecieron una serie de hoteles, y tras echar un vistazo a todos por internet cambié aquellos que no me gustaron (casi la mitad) y aceptaron sin problema. La ruta en coche también la elegí yo, aunque tampoco es que haya sido muy original (Delhi + Agra + Rajastán).



¿Y qué visitar en ese país? La India es un país tan extenso y variado en todos sus aspectos que podríamos no acabar nunca de responder a esta pregunta. Yo he elegido ir a lo seguro, visitar las zonas más famosas turísticamente del país, que son las ubicadas en su noroeste. Esta zona tiene la ventaja de concentrar en poco espacio (si podemos llamar poco espacio a un estado con 2/3 del tamaño de España más Agra y Delhi, cercanas a la frontera con Rajastán) bastantes ciudades de interés: Jaipur, Jodhpur, Jaisalmer o Udaipur se cuentan entre las ciudades más cautivadoras de toda India, representando además cada una un color distinto con su arquitectura popular: rosa, azul, dorado y blanco respectivamente.

Del norte del país yo destacaría otros lugares que no podré visitar, como Amritsar y su templo dorado, Varanasi, la ciudad más santa del hinduismo, o los templos eróticos de Khajuraho, aparte de lugares donde la naturaleza es protagonista, como los cercanos a las estribaciones del Himalaya, entre los cuales destacan Darjeeling, famosa por su té o Dharamsala, por ser el hogar en el exilio del Dalai Lama. Del sur me he documentado mucho menos y todavía hoy es muy desconocido para mí.

¿Cuándo ir? Más que en casi ningún otro sitio, es importante saber elegir cuando visitar el país. La variedad de climas es tan grande como el país, pero por lo general se habla de cinco estaciones, que se podrían resumir en tres, puesto que el otoño y la primavera duran apenas 2-3 semanas... las otras 3 estaciones son invierno, verano y el monzón. La primera es la más recomendable (junto a los cortos otoños y primaveras) ya que sus temperaturas son suaves, prácticamente no hiela nunca y casi todos los días las máximas superan los 20ºC. En verano, las temperaturas superan con frecuencia los 40ºC, o incluso los 45ºC (en zonas como el desierto del Thar) y el clima es muy seco. El monzón es la variante húmeda del verano, con temperaturas ligeramente más suaves pero una humedad agobiante que la hace incluso menos recomendable que el verano...

Esto aplica para gran parte de la India, siendo más húmeda cuanto más al este y al sur.
El clima es totalmente distinto si vamos a zonas de alta montaña del Himalaya, donde hay pueblos a varios miles de metros, como el septentrional Leh. En ese caso, el verano es la mejor época para la visita.

Para acabar, yo recomendaría encarecidamente hacerse con una guía del país, en la que aparte de aprender sobre los sitios a visitar (o decidir qué visitar), podamos aprender cosas sobre su historia o tener recomendaciones sobre todo lo que hacer antes y durante la estancia en este apasionante país. A las archiconocidas guías de Lonely Planet se pueden añadir otras menos conocidas pero muy útiles también.

Esperando que a alguien le pueda ser útil esta pequeña preparación, me despido.

miércoles, 11 de enero de 2012

¿Por qué INDIA?

Muchos de los que me conocéis en persona ya sabréis que en apenas 10 días voy a volar más lejos que nunca hasta ahora, hasta la remota India.



La reacción de la gente a la que se lo he dicho hasta ahora podría agruparla entre los que sienten una sana envidia en algunos casos, la cierta incredulidad de otros o las caras de "estás loco" en un tercer grupo, este último intentando disimular que a ellos no se les pasaría jamás por la cabeza hacer algo semejante. Pues este post quiero dedicarlo a mis motivos para visitar India (o "la India"), para justificarme por un lado, y para compartir lo que voy aprendiendo de este apasionante país, por otro:

1.- Todo empezó cuando mi pareja vio que iba a tener 3 semanas libres en medio del invierno y que yo aún conservaba días de vacaciones de 2011 que no deberían esperar eternamente a ser disfrutados. Así que de aquí viene el primer motivo, necesitaba un lugar que fuera más "disfrutable" en esas fechas que en las veraniegas. Descartada Europa por el frío y algunos países del norte de África por la inestabilidad política actual (lista a la que añadiría México), pasaron nombres por mi cabeza como Argentina, Perú, Marruecos o India.

2.- Marruecos, por su proximidad, pensé que se prestaba más a estancias cortas, de en torno a una semana, y ya tiene nuestra "X" marcada en el mapa (aunque me muero de ganas por volver) por lo que lo dejamos a un lado, y aquí llega la segunda gran razón: aunque en el mapa las distancias sean comparables o muy similares, por algún extraño motivo, por lo general, sale sensiblemente más barato volar a Asia que a América. Mirando vuelos, uno ve que volar a India es más barato que volar a prácticamente cualquier rincón de América, incluyendo los destinos más cercanos a España como Nueva York. Viendo el mapa diría que Delhi pilla más lejos de Madrid que N.Y., pero incluso a pesar de estar obligado a hacer escala para volar a India desde España (no hay vuelos directos), cosa prescindible para visitar EE.UU. lo normal es que resulte sensiblemente más barato volar a India que a la capital financiera de Estados Unidos. Daré datos; mi vuelo, ida y vuelta, supera por poco los 500€ y en absoluto cogí los aviones más baratos (llegué a ver vuelos por menos de 450€) por temas de horario, tiempo de escala o lugar de la misma. En cambio, volar por menos de 500€ a Nueva York es complicadillo, y ya no hablemos a Hispanoamérica... caso en el que se produce algo curioso; sale más barato volar haciendo escala en una ciudad europea que con un vuelo directo de una compañía española (por ejemplo, ésa que hoy ha tenido que recolocar pasajeros por su n-sima huelga...), a pesar del precio de la escala y de que haces bastantes más kilómetros...



3.- India, por su condición de antigua colonia británica, tiene un "aceptable" nivel de inglés. Lo pongo entre comillas porque no creo que sea comparable al de muchos países europeos, pero parece bastante por encima de la media en el continente asiático, donde hay muchos países en los que estás obligado a utilizar el lenguaje corporal para hacerte entender. No he visitado nunca Asia (excepto la mitad asiática de Estambul), pero por referencias de amigos y conocidos, países como China, Japón o el sudeste asiático adolecen de falta de conocimiento de idiomas occidentales (yo hablo también francés, pero tampoco me ayuda nada en Asia). Es más que comprensible, pero poder hablar decentemente con gente local es uno de los encantos de viajar, y si puedo elegir, elegiré tener la libertad de hacerlo.
Al margen de eso, el acento indio al hablar en inglés me resulta bastante simpático, aquí tenéis una muestra:

4.- Volviendo al tema de la pasta, uno descubre que India es de los países de todo el mundo en los que mayor baremo de gasto puede tener un turista. Hay muchos hoteles de gran lujo, que pueden parecer caros hasta a un europeo que maneje un salario por encima de la media, y otros lugares en los que puedes dormir por cantidades ridículas, por debajo de los 5€ en muchos casos. Algo parecido pasa con la comida, donde comer en un restaurante por menos de 1€, según parece, es algo no muy difícil de encontrar. Conclusión: el día a día allí es bastante barato. Aquí, entran muchas variantes, porque según parece, hay hoteles en los que puede dar asco hasta verlos en foto, pero a igualdad de calidad, el precio es muy barato.



5.- Digamos que la política no es de los motivos más importantes a la hora de viajar para mí (básicamente porque si soy estricto no visitaría ningún sitio, incluyendo la propia España), pero a igualdad de condiciones procuro no visitar regímenes antidemocráticos en mis viajes, siempre que mi deseo de conocer un lugar no sea más fuerte. Pues bien, para mi sorpresa, India se define como "la mayor democracia del mundo", no por ser "la mejor", sino por ser el país más poblado del mundo que se puede denominar democrático. Aunque me imagino que su democracia será "imperfecta", como de un modo u otro lo son todas, parece que nadie pone en duda que lo es. Y lo es de forma ininterrumpida desde que se independizó de Gran Bretaña, cosa que ocurrió en 1947 (cuando España ni había salido de la postguerra ni todavía imaginaba lo que tenía que recorrer para ser un país democrático). Después ha habido guerras, especialmente con su vecino y archienemigo Pakistán (que se separó de lo que era India poco después de la independencia), presidentes asesinados y el país adolece de una pobreza evidente, pero parece que al menos no está gobernado por la tiranía que preside o ha presidido muchos otros países asiáticos y del resto del mundo (véase casi cualquier país islámico a excepción de Turquía).

6.- Hablar de seguridad en India es un tanto relativo... aparte de las tres guerras con Pakistán más alguna otra que se ha sucedido con otros vecinos, todavía hoy se suceden en ocasiones atentados terroristas, que parecen tener como origen la eterna enemistad con Pakistán. Pero por lo general se suele calificar como un país seguro. El problema latente de Cachemira desaconseja visitar esa zona, así como alguna otra del noreste del país, donde parece que hay cierto sentimiento nacionalista, pero el resto del país, salvo los citados actos esporádicos terroristas, de los que tampoco están libres otros países que he visitado como Marruecos, Rusia o la propia España, se considera, por lo general, tranquilo. Los típicos problemas de carteristas también se dan allí, pero no parece ir más allá. Para el nivel de vida reinante en un país cuya renta per cápita era 30 veces inferior a la española en 2009 (según la wikipedia) uno no se puede quejar.

7.- Ya para acabar, no podía dejar de citar su encanto... el Taj Mahal ha colocado a India en la lista de las nuevas maravillas del mundo. Casi todo el mundo lo ha visto en foto, prácticamente nadie niega que le parece algo muy hermoso y son muchos los que tras verlo lo califican como uno de los edificios más bonitos que hay sobre la faz de la tierra. Pero leyendo y viendo sobre la India, uno empieza a descubrir que es solo la punta del iceberg... multitud de lugares te abruman con su belleza y su relevancia. Por ejemplo, ¿quién no conoce el Kamasutra? Pues viene de India y los templos de Khajuraho tienen esculturas en evidente postura sexual que muestran cómo se veía el sexo en ese país hace años. ¿O Varanasi y las ceremonias de baño o incineración en el místico río Ganges? Algo menos conocidos pero igualmente espectaculares pueden ser el mausoleo de Humayun en Delhi, en el que parece que se inspiraron para hacer el "monumento-símbolo" de la India (el Taj) o la ciudad rosada de Jaipur...



Ya como gusto personal, puedo añadir la comida (aunque ya me han dicho que la comida india que nos llega a aquí es muy distinta a la de allí, que aquí se ha "europeizado" para que nos guste más, con mayores contenidos en carne y menores en especias), la música o el carácter aparentemente afable que a simple vista me parece que comparten los indios...

En definitiva, que me voy. Con este post, abro el que espero sea el primero de una larga serie de relatos sobre India. He pensado escribir para contar los preparativos para el viaje (teniendo presente que aún no me he ido y por tanto mi falta de experiencia) y posteriormente un diario de lo que allí hagamos. A priori no pienso llevarme el ordenador, así que tomaré notas en un cuaderno y lo escribiré en diferido estando allí o más probablemente a mi regreso a España. A los poquitos (que alguno habrá) que encuentren interesante lo que escribo os diré que espero que os guste. De momento os dejo con otro anuncio, que muchos recordarán, que tiene como protagonista a este curioso país:

Hasta (espero) muy pronto.

lunes, 31 de octubre de 2011

La magia del Danubio está en BUDAPEST (II)

Vista de Budapest desde la ciudadela
Tras el primer post, que recomiendo leer con anterioridad, había que hablar de los principales puntos de interés de la capital húngara... pues a eso vamos.

¿Qué ver en Budapest? La lista es casi interminable. Una prueba es que la UNESCO haya dividido en tres zonas los lugares de la ciudad a premiar y a proteger como "Patrimonio de la Humanidad": el barrio del castillo de Buda, la avenida Andrassy y las riberas del Danubio. Aunque fuera de estas zonas la ciudad todavía nos guarda sorpresas. Iremos por orden, de Buda a Pest:

- BUDA:

El barrio del castillo de Buda se denomina así porque durante mucho tiempo alojó un castillo. Tras muchas guerras y posteriores reconstrucciones, el edificio que llega hasta nuestros días más parece un palacio que una fortaleza, pero sigue manteniendo su encanto. Como la mayor parte de Buda, está a una cierta altura sobre Pest y sobre el nivel del Danubio, lo que le confiere un aire dominante visto desde abajo, y unas buenas vistas del resto de la ciudad si estamos arriba. Hoy aloja varios museos. Junto a él, a escasa distancia, se sitúan otros lugares de gran interés como la ecléctica "iglesia de Matías", restaurada en estilo neogótico, que está situada junto al pintoresco mirador llamado el "bastión de los pescadores". Este mirador, también de estilo neogótico, recibe ese nombre porque la vigilancia de esa zona en época medieval fue ordenada a este gremio de trabajadores. Sus siete torrecitas representan a las siete tribus magiares que se asentaron en la zona hace ya más de 1000 años. Hoy es uno de los mejores miradores de la ciudad, con una panorámica excelente sobre el Danubio y algunos de los mejores monumentos de Pest, como el parlamento. El resto del barrio está protagonizado por elegantes casitas, unas cuevas, y una gruta en la que como curiosidad, se ha instalado una fuente que en lugar de dar agua, da vino.

La colina de Gellert, está algo más alejada de los rincones con mayor encanto de la ciudad, pero a cambio es más tranquila y más alta que la presidida por el castillo. Tiene los restos de la antigua ciudadela (cañones incluidos) y varias esculturas de gran tamaño como la de la "libertad". En su base se encuentra el hotel del mismo nombre, conocido por ser uno de los más lujosos de la ciudad y por albergar unos de los mejores baños termales de la capital húngara. Junto a él, el puente de la libertad es posiblemente el segundo más elegante tras el de las cadenas.

- PEST:

Maqueta del parlamento húngaro en el interior del mismo
Pest conoció un gran desarrollo durante la época en la que el imperio austriaco pasó a denominarse "austro-húngaro", porque la gran capital, Viena, pasó a compartir su capitalidad con la cercana Budapest (a solo 270 kilómetros de distancia). Otros muchos pueblos aglutinados en ese imperio no conocieron ese reconocimiento y esperaron a que éste cayera en la I Guerra Mundial para lograr su independencia. Esa época dorada para la ciudad supuso la construcción de muchos de sus monumentos a este lado del Danubio, de la primera línea de metro de la Europa continental (solo funcionaba el metro de Londres en aquel momento) y de una elegancia que puede recordar a Europa Occidental, especialmente a Viena, en la que se inspiró para algunos edificios como el de la Opera.

El Parlamento de Budapest, se comenzó a construir para conmemorar los 1000 años de historia de Hungría en 1896 y se acabó solo ocho años después. Está ubicado junto al río a imagen del parlamento londinense y, como éste, tiene estilo neogótico, y quizá sea el edificio de mayor fama de la ciudad. Está dividido en dos partes idénticas y simétricas y en él se muestran objetos de gran valor como la corona que aparece en el escudo del país, con su cruz inclinada. Es el mayor edificio del país y el tercer mayor parlamento de todo el mundo. En el centro, una cúpula con una altura de 96 metros corona el conjunto, cúpula que mostró una estrella roja durante las décadas en las que el comunismo imperó en el país.

Museo de la plaza de los Héroes

La avenida Andrassy, va del parque de la ciudad (presidido por la "plaza de los héroes") en dirección al Danubio, y tiene bajo sus pies la línea de metro de la que hablé anteriormente, de estilo art déco. La elegancia de la avenida, con hermosas fachadas, nos puede recordar a París, y tiene a la ópera a media altura como principal exponente de esa elegancia. El edificio de la ópera de Budapest se construyó tras la hecha y ya en la época célebre ópera de Viena, con un tamaño inferior pero con una elegancia y decoración que nada tenían que envidiar a las de la primera capital del imperio. Hay visitas (como otros edificios de la ciudad) con guías en varios idiomas, incluído el castellano.
Otro edificio de la avenida es la "casa del terror", llamada así porque es el edificio que fue el cuartel general de las tropas nazis húngaras primero, y de las comunistas después. En él se habla sobre esos dos periodos negros en la historia de Hungría, casi consecutivos, que provocaron grandes derramamientos de sangre.

Al fondo de la avenida encontramos la plaza de los héroes, con una columnata que corona una gran plaza "medio peatonal", flanqueada por museos a ambos lados, y que es la bienvenida al llamado "parque de la ciudad". Este parque, un pulmón en el centro de Pest, alberga el castillo de "Vajdahunyad", también de la misma época (finales del s.XIX y principio del s.XX) y el famoso balneario de Szechenyi. Y es que Budapest es probablemente la ciudad con más fuentes termales de toda Europa, y estos baños son los baños medicinales más grandes del continente. Por un precio asequible para lo que suele ser un spa, se puede disfrutar de un precioso edificio de principios del s.XX y de múltiples piscinas de agua fría, templada y caliente, tanto externas como internas, en lo que parece una versión elegante, lujosa y termal de las piscinas municipales de una ciudad española.

La "Casa del Terror", en la avenida Andrassy
Otros monumentos de Pest son su imponente basílica de San Esteban, de estilo neoclásico y de planta de cruz griega, y la sinagoga, que con capacidad para 3000 personas es la segunda más grande del mundo, tras una ubicada en Nueva York. Junto a ella se ha colocado un museo judío, que recuerda la época del holocausto nazi. Los límites del "gueto de Budapest" se ubicaron muy cerca de ella.

Por último, ni en Buda ni en Pest, la isla Margarita acoge un gran parque totalmente rodeado por el Danubio. Existe dos puentes, uno en cada extremo, que la unen tanto con Buda como con Pest.

Hungría pertenece a la Unión Europea desde 2004 y por tanto para visitarla por parte de un ciudadano del espacio Schengen solo se necesita el DNI. La moneda en la actualidad es el florín húngaro aunque en un futuro probablemente acaben adoptando el euro. No hay diferencias horarias con respecto a la España peninsular, y se puede llegar con aviones directos de Iberia, Malev Airlines o compañías de bajo coste como Wizzair.