sábado, 19 de julio de 2014

De Peleș a Bran: los más famosos castillos rumanos

Palacio de Peles, la joya de la realeza rumana
Como ya dije en el artículo anterior dedicado a Brasov, algunos de los castillos más famosos de Rumanía son fácilmente accesibles, incluso en transporte público, desde esta ciudad transilvana. Si tuviéramos que citar los "castillos" más populares del país, junto al incomensurable castillo de Hunyad, en Hunedoara, al suroeste de Rumanía y ya más alejado de Brasov, el trío de ases lo completarían el "castillo" de Peleș (luego explicaré las comillas) y el castillo de Bran, situado el primero a unos 45 kms. de Brasov, y el segundo a unos 30.

EL FALSO CASTILLO DE DRÁCULA: BRAN


No gano nada engañándoos así que lo dejaré claro desde el principio. Bran no es el castillo de Drácula. Ni entendiendo como Drácula al personaje de ficción que ha protagonizado tantos libros y películas, ni si nos referimos al personaje historico, Vlad Tepes, un príncipe valaco que se ha convertido en leyenda por extender el uso del empalamiento, como herramienta de tortura y muerte, de sus enemigos turcos o incluso de sus propios vasallos.

El castillo de Bran, en esta vista, con un cierto aire siniestro en un día de lluvia :)
Adam Stoker, creador de Drácula, nunca estuvo en Rumanía, y su libro ubicó el castillo de Drácula en otro lugar transilvano, el puerto de Tihuta, ubicado al norte de la región, es decir, a la otra punta de Transilvania.
Y Vlad Tepes fue un príncipe valaco. Nació en Transilvania, concretamente en la ciudad de Sighisoara, pero vivió en Valaquia la mayor parte de su vida, una región ubicada en el sur de la actual Rumanía, (además de pasar su adolescencia cautivo por los otomanos). Su castillo real fue la ciudadela de Poienari; quizá el hecho de que de ese castillo no queden poco más que ruinas ha motivado la labor de marketing para orientar su leyenda a Bran, pero se cree que si Vlad Dracul pisó por Bran, fue de forma testimonial, esto es, cuestión de días.

Dicho esto... ¿qué más da? El castillo de Bran, ubicado en una colina junto a un estrecho paso de un río, en un lugar estratégico cercano a la frontera de los principados de Transilvania y Valaquia, puede resultar tan terrorífico como si fuera de Drácula, más aún si lo pilláis en un día gris de lluvia o incluso nieve como hice yo. Está construido sobre una piedra cuya fusión está tan lograda que no resulta evidente ver la separación entre obra humana y roca natural.


Patio interior del castillo de Bran
La fortaleza actual fue construida por un rey húngaro, en el s. XIV, cuando Transilvania estaba bajo su dominio, con el objetivo de tener a raya al principado de Valaquia.

Una vez dentro, el carácter fiero del castillo da paso a otra cosa... y es que este castillo perteneció a la familia real de los Habsburgo. Estos gobernantes lo reformaron a su estilo, equipando las salas con un mínimo de las comodidades y el lujo que gusta a la realeza, aunque con las dimensiones de una fortaleza medieval. Incautado por el gobierno comunista por la fuerza en 1948, se ha devuelto recientemente a sus legítimos herederos, que aunque lo pusieron a la venta, siguen siendo sus propietarios.
El patio interior del castillo, donde el entramado de madera de parte de las paredes convive con los pináculos cónicos y los muros de piedra gris, tampoco es tan fiero como cabría pensar, y resulta agradable por su forma irregular y por la decoración que tiene, al estar presidido por un pozo y (al menos cuando fui en verano de 2001) numerosas flores en época estival.


Algunos rincones del interior del castillo de Bran, como estas escaleras, sí pueden recordarnos las leyendas que giran en torno a él


CÓMO LLEGAR A BRAN


Para llegar a Bran hay que coger alguno de los numerosos buses que recorren ese valle. Basta con coger un bus desde la estación de Brasov 2 (a las afueras de la ciudad, nosotros tuvimos que ir en taxi) que tenga por estación final a Bran o a Moeiciu de Jos (el siguiente pueblo) por un módico precio (no llegaba a 2€). Hay un bus cada hora como mínimo.

Vista de Rasnov, con la iglesia principal de la población en primer término, y con la ciudadela detrás
Es muy recomendable, para completar una buena excursión de un día, parar en la ida o en la vuelta en Rasnov, otro pueblo que pilla de paso, con otro castillo que tiene otros alicientes. Aparte de las letras tipo Hollywood ya presentes en Brasov, estamos ante una ciudadela en una colina mucho más alta que la del castillo de Bran, reconstruida en parte eso sí, pero con unas vistas inconmensurables. Frente al a veces masificado Bran, en Rasnov se puede disfrutar de la ciudadela y de la naturaleza rumana casi en soledad. Para llegar al castillo hay que subir por un pequeño bosque que puebla la colina de la ciudadela, y se necesitan 20-30 minutos desde la parada de bus más cercana. En 2 horas se puede visitar el pueblo.


PALACIO DE PELES: EL LUJO DE LA EFÍMERA FAMILIA REAL RUMANA


El nacimiento de Rumanía como tal se considera que llegó en 1866, cuando se fusionaron en un solo país los antiguos reinos de Moldavia (noreste de la actual Rumanía) y Valaquia (sur, incluyendo la capital Bucarest), en un momento en el que la moda no era la unificación de territorios, sino la separación...

Otro de los edificios del complejo de Peles
La familia real de la época, con un pasado germánico, vio en el encantador pueblo de Sinaia, cerca del puerto que une Brasov con Bucarest y Ploiesti, un buen lugar para erigir un inmenso y moderno palacio real.

Una primera fase de las obras de este palacio neorrenacentista (que algunos llaman incorrectamente castillo, pero que no tiene atributos de fortaleza defensiva) tuvieron lugar de 1873 a 1883, cuando se inauguró, aunque Peles no se completó hasta 1914. El resultado es un pedacito de Alemania en plena Rumanía. La decoración con entramado de madera puede recordar al centro de numerosas poblaciones alemanas, y los lujosos materiales de su interior así como el entorno plenamente montañoso, puede recordar a algunos de los castillos famosos de Baviera. Algunos ven en él el encanto de una lujosa villa alpina. Unos pequeños jardines decoran su exterior más cercano, aunque el área está protagonizada por el bosque autóctono de los Cárpatos. Otros pequeños palacios complementan el área del palacio real, todos ellos protagonizados por la arquitectura de entramado de madera que no es en absoluto típica de Rumanía... lo cual aumenta aún más la sensación de que Sinaia es un pedacito germánico en el país de los Cárpatos.

Comedor en el lujoso palacio de Peles
Visitar por dentro Peles es entrar a uno de los últimos palacios reales construidos en Europa. El lujo abruma, y la modernidad se hace notar en un palacio que desde su nacimiento contó con "adelantos tecnológicos" tales como ascensor, electricidad o sistema central de calefacción (hablamos de 1883). La visita guiada, aunque algo cara (unos 12€) merece la pena ya que es un palacio en el que el interior es tan interesante como el exterior.

Sin salir del recinto, se puede visitar por dentro el palacio de Pelisor, el segundo edificio más grande del complejo (al menos a ojo), que es una versión algo más austera y pequeña de Peles, y que fue utilizado como vivienda del heredero al trono. Las entradas, algo más baratas, nos muestran a este "hermano pequeño" de Peles que nosotros visitamos casi en soledad.

Probablemente con el impulso que dio la llegada de la familia real, Sinaia se transformó siendo ahora una población próspera, incluso pija, en el conjunto de Rumanía. Cuenta con un casino, varios hoteles lujosos (alguno presume de tener aguas termales), aparte de un vistoso ayuntamiento. Las posibilidades del turismo de la nieve que ofrece en invierno (con un teleférico en el mismo pueblo para acceder a las pistas) son tan interesantes como las pistas senderistas practicables que la nieve deja en verano, cuando el calor es asfixiante en Bucarest.

Iglesia nueva del monasterio de Sinaia
A esto hay que unir el turismo cultural que da no solamente Peles, ya que mucho antes de la construcción de ese edificio, el monasterio de Sinaia, que da nombre a la población, colocó este pueblo en el mapa monumental rumano. Fundado en 1695, debe su nombre al monte bíblico de Sinaí (Egipto), es de estilo bizantino y el rito que sigue es el cristiano ortodoxo, como la mayor parte de la población rumana. Cuenta con una vieja iglesia, que data del origen del monasterio, y una mayor y más moderna, posterior. Hasta mediados del s.XIX, Sinaia era este monasterio y unas pocas viviendas a su alrededor.


CÓMO LLEGAR A SINAIA


Sinaia cuenta con un fácil acceso tanto por carretera como por tren. En ambos casos, está en la ruta que une Brasov, al norte, con Ploiesti y Bucarest, al sur.

Nosotros llegamos en tren, una opción fantástica ya que al menos cuando fuimos (semana santa de 2014) todos los trenes entre Brasov y Bucarest paraban allí. Esto significa que cada hora y media, como mínimo, tenemos un tren en cada sentido. Llegar a Bucarest desde Sinaia nos llevará poco más de hora y media, y a Brasov una hora más o menos.


Patio interior del palacio de Peles
Si se quiere visitar el complejo de Peles, el monasterio y en su conjunto el pueblo, Sinaia puede ser visitado como parada entre Bucarest y Brasov, y así lo hicimos nosotros. La estación de trenes proporciona, por una módica suma, la posibilidad de guardar nuestro equipaje.
Para explorar las posibilidades senderistas o de esquí de Sinaia se necesitará seguramente pernoctar. Las posibilidades son numerosas pero no las conocemos.

El viaje en tren es muy interesante, y a mediados de abril todavía había en 2014 bastante nieve en las montañas. Así que ponerse en el lado de la ventanilla, especialmente en la mitad del viaje más cercana a Brasov, es más que recomendable para tener unas bonitas vistas de este rincón de los Cárpatos.

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