domingo, 18 de marzo de 2012

Viaje a la India, día 1: España - Dubai - Delhi


8:30 de la mañana del 21 de enero de 2012. Bajo la niebla, esperamos el bus de línea que nos lleve de Aranda de Duero a Madrid. Lo pienso, y me parece increíble que en menos de 24 horas vaya a estar en Delhi, a 8000 kms. de distancia de donde estoy ahora y en las antípodas culturales del mundo occidental. El viaje en bus transcurre sin contratiempos, llegamos con un mínimo retraso a la avenida América. 

Me espera el viaje en avión más largo de mi vida hasta la fecha, y con diferencia. El record hasta ahora lo tenía el vuelo que hice a Moscú hace año y medio, de unas 5 horas, y esta vez solo el Madrid - Dubai será de 7 horas a la ida y de 8 a la vuelta. Casi nada, menudo coñazo... no es que me desagrade volar, solamente lo considero "un mal necesario", que a alguien de mareo fácil como yo le ha dado algún pequeño disgusto. Pero al montar al avión todo comienza a mejorar.

Azafata de Emirates
Volamos con Emirates, compañía aérea con base en Dubai, famosa por la publicidad de las camisetas de equipos de fútbol como el AC Milán y sobre todo el Arsenal, y para mí, conocida por los peculiares gorritos de las azafatas, que representan hasta el extremo una visión cosmopolita de los Emiratos Árabes Unidos... lo mismo hay azafatas europeas (del norte, sur, este y oeste) como del extremo oriente, América...
Volar con Emirates es muy diferente de hacerlo con compañías de bajo coste como las que estoy acostumbrado a coger en los vuelos que he hecho sin salir de Europa. No ya por tener aviones mucho más grandes o con mayor espacio para las piernas (un poco más, tampoco para tirar cohetes), sino por el ordenador individual que tiene cada asiento en el respaldo del asiento anterior, que cuenta con música (tanto clásicos como éxitos actuales), películas diversas, videojuegos, información en tiempo real del vuelo con cámaras para mostrar lo que se ve fuera o información turística de Dubai. El viaje se me hizo más corto que muchos de 3 horas en aviones "normales", y no tuve que tirar de la mochila para comer (nos dieron de comer 2 veces). Eso sí, tuve tiempo para enterarme de que mi novia es una mujer casada... al menos según las azafatas del avión... jejeje. Se dejó un anillo que definieron como "anillo de casada" al ir al WC (aunque más bien era una arandela cutrecilla que encontró en un bar de Aranda) y tuvimos bromas varias por ello.

Pantalla multifunción que tenía cada pasajero de ese avión
En el aeropuerto de Dubai teníamos una escala de 4 horas y media, demasiado si los vuelos son puntuales, pero que preferí cuadrar así para reducir las opciones de perder el avión de Dubai a Delhi. Ya en el aeropuerto notas el toque de modernidad y prosperidad de la ciudad emiratounidense. Debido al poco tiempo decidimos no salir del aeropuerto, era noche cerrada (las 00:30) e intentamos dormir. Y aquí empezamos a notar el jet-lag... aunque estábamos cansados no teníamos sueño, y es que en España eran las 21:30 y no son horas de dormir... nos acostamos en el suelo, y tras media hora, nos dijeron que no podíamos dormir allí, que había una zona habilitada para hacerlo y sí, poco después, junto a las puertas de embarque, había una especie de asientos-tumbonas en los que se puede descansar mejor. No conseguí dormir, pero me pareció un detalle que podríamos copiar en España, donde el objetivo últimamente parece ser más el de hacer aeropuertos gigantescos con el mínimo número de asientos posibles, y como ejemplo puedo poner las zonas de facturación de cualquier terminal en Barajas.

El segundo vuelo se me hizo raro, a una hora intempestiva (salió a las 4:40, hora local), con la extraña sensación de que me estaba entrando sueño justo cuando empezaba a hacerse de día. Entretenidos con nuestros videojuegos o películas, vimos como mi compañero de asiento aprovechaba que Emirates ofrece gratuitamente botellitas de bebidas alcohólicas a los pasajeros... al 3º jack daniel's me empecé a asustar, aunque luego el hombre se puso a hablar conmigo y no parecía especialmente ebrio...

Reventados pero ilusionados ante la aventura que ya se acercaba vertiginosamente, llegamos puntuales a Delhi. El aeropuerto, moderno, no hacía pensar que habíamos llegado a un país en vías de desarrollo, el más pobre que habíamos visto antes, mucho más que Serbia, Bulgaria, Turquía o Marruecos, entre otros. El carácter itinerante de nuestro viaje hacía que temiéramos especialmente que nos perdieran alguna maleta, dado que recuperarla habría sido complicado durmiendo cada día en una ciudad distinta, pero todo fue bien. En la puerta 6 nos esperaban Noordin, nuestro chófer, y Udai, el coordinador de la agencia con la que conoceríamos el noroeste de la India, pero eso ya lo contaré en el segundo día.

1 comentario:

Angelica dijo...

Disfruto mucho de conocer varios países en todo el mundo y por eso me encanta viajar a nuevos lugares cuando tengo la oportunidad. Dentro del país suelo viajar varias veces por año por razones laborales. En este momento tengo los Pasajes a Buenos Aires desde Bahía Blanca para ir a hacer unos negocios allí