miércoles, 5 de agosto de 2015

SAMARCANDA: demostrando que hay vida más allá del Registán

Nadie duda de que la plaza del Registán es la culpable de la existencia de Samarcanda, y casi de Uzbekistán, en el mapa del turismo mundial, aunque sea todavía como un punto poco conocido por la mayoría de los viajeros. Pero resumir la visita a la ciudad en esta majestuosa plaza sería ser injusto e ignoraría otros rincones con mucho encanto. La visita completa al Registán puede exigir medio día para verlo todo y sacar todas las fotos que a uno le puede apetecer (más la visita nocturna). Para ver el resto de puntos de la ciudad necesitaremos otro día completo.

La estrecha calle entre los decorados mausoleos de la necrópolis de Shah-I-Zinda nos hizo sentir pequeños
Samarcanda es, tras Tashkent, la ciudad turística uzbeka que más se ha "sovietizado". Son numerosas las calles anchas por las que los coches circulan a gran velocidad, y los monumentos históricos se encuentran medianamente dispersos con grandes espacios intermedios que nos hacen creer que estamos visitando lugares aislados unos de otros. Pero tranquilos, su tráfico se parece más al de una pequeña ciudad rusa que al caos de otros países emergentes del continente asiático.
Aunque nosotros recorrimos todos los lugares de interés a pie, es probable que muchos prefieran ir en autobús, taxi o autostop. Tomando como referencia el Registán, la mayoría de zonas interesantes está al norte, aunque hay un pequeño grupo al sur.


AL NORTE DEL REGISTÁN



Al este del Registán sale una calle peatonal, moderna, flanqueada por edificios de una sola altura, y que no parece uzbeka. Es la calle "Tashkent". Los edificios a los lados son tiendas dirigidas a extranjeros, con recuerdos o productos que potencialmente nos pueden interesar. Aunque el regateo es imprescindible, pasa como en casi cualquier otro sitio del país; los vendedores no agobian, y su comportamiento es más parecido al de una tienda de Europa que al de los pesados vendedores marroquíes, turcos o indios (por citar tres países que conozco).

La gigantesca mezquita Bibi Khanum
Al final de la calle nos encontraremos con otro edificio imponente: se trata de la mezquita Bibi-Khanum. Está en ruinas, pero ¡qué ruinas! Resulta increíble pensar que en algún momento toda la superficie que queda entre los altos muros pudo estar ocupada por un solo edificio.
Esta mezquita lleva el nombre de la esposa del omnipresente Tamerlán, y se cuenta que ella lo mandó construir durante una de sus campañas militares, por lo que estamos hablando de que el edificio original es del s. XIV. Las dimensiones hablan por sí solas: la puerta de entrada tiene casi 40 metros de altura, y el área es de unos 160x110 metros. El edificio, que ya estaba en desuso con anterioridad, sufrió un terremoto en 1897 y no se ha recuperado desde entonces. En 1974, se emprendieron acciones para intentar devolverle su antiguo esplendor, y por ejemplo al menos parte de los azulejos que hoy luce son de esta época, aunque se hayan respetado los colores tradicionales. Como curiosidad, un inmenso corán de piedra preside la parte central del conjunto.

Vista exterior de la mezquita Hazrat, más moderna
Desde aquí el resto de lugares de interés del norte de Samarcanda quedan cercanos. A pocos metros de la mezquita se encuentra el mercado de Samarcanda. Más que como lugar turístico, este mercado sirve para tomarle el pulso a la ciudad, y es un buen lugar para comprar frutas y verduras o cambiar dinero (ilegalmente, como hace todo el mundo). Al contrario del mercado de Tashkent, no recuerdo haber visto restaurantes interesantes para comer.

Cruzando una calle ancha llena de tráfico llegamos enseguida a una mezquita más modesta, la mezquita "Hazrat". Originalmente ha habido ahí una mezquita desde el s. XIII, pero la actual es del s. XIX. Tiene el aspecto clásico de las mezquitas uzbekas hoy en día, con un techo con unos artesonados muy coloridos.

Detalle del artesonado del techo de la mezquita Hazrat
La siguiente parada de este periplo sería a Afrosiyab. Samarcanda presume de ser una de las ciudades pobladas desde más antiguo a nivel mundial (hace poco celebró su 2750 cumpleaños), y Afrosiyab fue el lugar en el que se estructuró la ciudad desde el s. VII-VI a.c. hasta el XI d.c. Realmente hoy es poco más que una colina herbosa y vallada en la que vimos ovejas pastando. En su recinto se ha construido un museo que muestra objetos allí encontrados. Como ya nos pasó en Jiva, y en otros países en vías de desarrollo, los museos dejan un poco que desear, no por falta de calidad de las piezas mostradas, sino por las escasas explicaciones que dan sobre las mismas o el poco tacto a la hora de exponerlas (con poca iluminación, mal colocadas, etc.). La caminata entre las mezquitas y este museo también influyen a la hora de calificarlo como "prescindible" en la visita a Samarcanda.

Lo que no es prescindible es el siguiente lugar que vimos: la necrópolis de Shah-I-Zinda. Para ello tendremos que volver sobre nuestros pasos y en la mezquita Hazrat girar a la izquierda, hacia el este. Esta necrópolis es un conjunto de pequeños mausoleos construidos entre los siglos XI y XIX, estructurados en torno a una estrecha calle central. En tiempos de Tamerlán ésta fue la necrópolis de su imperio, y de hecho en ella descansan varios de sus familiares.

Cúpula interior de uno de los mausoleos del complejo Shah-I-Zinda
Dos decenas de edificios, la mayoría decorados con vistosos azulejos azules y de color turquesa, nos dejaron impresionados. Alguno de los mausoleos está abierto, y por dentro son tan bonitos como por fuera.


AL SUR DEL REGISTÁN



A unas 10-15 minutos a pie del Registán, hacia el suroeste, se encuentran dos mausoleos que centran el interés. El primero es el de Rukhabad, un modesto (al menos comparándolo con lo visto anteriormente) edificio de ladrillo del s. XIV que también carece de decoración por dentro. Pagamos por entrar a verlo y no nos dijo gran cosa.

Interior del mausoleo Gur-Emir
Muy distinta fue la visita al mausoleo de Gur-Emir. Este edificio, también en ruinas y también parcialmente reconstruido durante la época soviética, es junto a la mezquita Babi-Khanum y Shah i Zinda, el tercer plato fuerte de la Samarcanda ajena al Registán. La construcción de este mausoleo fue ordenada por Timur, en 1403, tras la muerte repentina de su nieto favorito, heredero al trono. Cuando en 1405 murió Tamerlán, en pleno invierno, fue enterrado aquí, ante la imposibilidad de trasladar su cuerpo a Shahrisabz por causas climatológicas. Samarcanda y Shahrisabz solo están separadas por 90 kms., pero con unas altas montañas que las separan. El edificio que iba destinado a ser su mausoleo perdió así el uso para el que estaba previsto. Al final, este mausoleo samarcando también acoge los cuerpos de UlughBeg, nieto de Tamerlán y gobernante también de la zona, y de los hijos de Tamerlán Shahruj y Miran Shah.

El interior está decorado en colores azul y dorado, al estilo de la madraza Tilya Kori del Registán. La restauración de este monumento, como pasa con otros muchos edificios uzbekos (especialmente en Samarcanda) ha provocado controversia, porque le ha dado al edificio un aspecto excesivamente moderno. Parece que se quiere ocultar, al menos en parte, que estamos ante un edificio con 600 años de historia.

Vista exterior del mausoleo Gur-Emir, en el que yace el cuerpo de Tarmelán
La práctica totalidad de estos edificios es de pago, y aunque los precios que se piden a los turistas no están escritos en ningún lado y no me extrañaría que variaran a gusto del taquillero de cada uno, en ningún caso nos parecieron caros: entre 1 y 3€ cada uno, si la memoria no me falla.

Y con esto ya se puede dar por completada la visita más básica a esta ciudad de leyenda.

sábado, 20 de junio de 2015

La hermana pequeña de Pompeya: OPLONTIS

Bien sabida es la fama de Pompeya, la mítica ciudad del imperio romano que cayó presa de la ira del Vesubio y quedó petrificada, incluyendo a los habitantes de la misma. Tras ella, en segunda posición, Herculano le sigue en fama; es más pequeña pero quizá mejor conservada, porque en lugar de caerle ceniza y lapilli como a Pompeya, le cayó un flujo piroclástico (una nube de gases volcánicos a muy alta temperatura) durante la erupción, que ha permitido conservar techos con sus estructuras originales de madera. En ambos casos el volcán se cobró miles de vidas con una muerte tan inesperada como terrible.

Detalle pictórico del salón comedor de Villa Poppea, en la ciudad romana de Oplontis, hoy Torre Annunziata
Como este es un blog de lugares alternativos, yo no os traeré (de momento) ni Pompeya ni Herculano, sino Oplontis. Estas ruinas romanas comparten la catástrofe provocada por el Vesubio, y su interés, pero se visitan con mucha menos gente, ya que la fama se la quedan Herculano y sobre todo Pompeya, conocida en todo el mundo.


RUINAS ROMANAS VESUBIANAS. ¿QUÉ TIENEN DE ESPECIAL?



Las ruinas romanas de las ciudades cercanas al Vesubio me parecieron distintas al resto de ruinas romanas vistas hasta la fecha, que no han sido pocas: aparte de en Roma, conozco Tarragona, Mérida, Lugo, la Olmeda (Palencia), Nîmes, Orange o Lyon (Francia), Volúbilis (Marruecos), Split (Croacia)... y esta zona es distinta. ¿Por qué?

Vista general del complejo, desde su entrada
Porque en estas ciudades, grandes ciudades del imperio romano, se han conservado monumentos grandiosos, sí, pero desdentados por el paso del tiempo, por el expolio posterior, etc. Pompeya y sus alrededores no suelen contener grandes edificios públicos, ya que eran poblaciones más pequeñas; no destacan por sus grandes teatros o anfiteatros, pero a cambio conservan casi completos edificios de la Roma coloquial: viviendas, termas, pequeños templos o incluso prostíbulos. El enterramiento que produjo la erupción del Vesubio ha hecho que lleguen casi intactas las estructuras de sus edificios, la policromía de muchas de sus paredes, y es gracias a esta catástrofe que hoy entendemos bastante mejor el funcionamiento y el día a día de las ciudades y villas romanas.

Detalle de una de las alcobas del complejo de villa Poppea


OPLONTIS



Se cree que Oplontis era una pequeña ciudad que actuaba como "suburbio" de Pompeya, aunque no es la única teoría sobre el origen de la ciudad. Como ésta, cayó presa de las cenizas del Vesubio el 24 de agosto del año 79 d.C., y no fue descubierta hasta la segunda mitad del s. XX. Para algunas de las pocas personas que lo visitan, éste es en ocasiones el mejor yacimiento arqueológico del área, por dos motivos: se disfruta casi en soledad frente a las muchedumbres en Pompeya, y la mayoría de sus frescos se han mantenido en su lugar original (frente a sus dos "hermanas mayores", donde muchos de sus tesoros han sido llevados a Nápoles o al extranjero). La UNESCO ha reconocido su importancia otorgándole el título de patrimonio de la humanidad junto a Herculano y Pompeya.

La "Villa Poppea", que es el nombre del único complejo visitable hoy en día de la antigua Oplontis, era un conjunto residencial construido a todo lujo, pensado para ayudar a desconectar del mundanal ruido a sus habitantes, con economías acomodadas. Estaba ubicado junto al mar, que hoy, debido a las erupciones volcánicas vesubianas, queda a varios centenares de metros. Los estudiosos atribuyen el nombre de "Poppea" a la esposa del emperador Nerón, en base a unos restos de mediados del primer siglo de nuestra era que aluden a la emperatriz.

Fabuloso fresco del salón
Aquí encontraremos edificios con su estructura casi intacta, y con unos frescos que como digo, figuran entre los más hermosos y mejor conservados del Vesubio. Entre los más espectaculares están los del enorme salón, pensados para ser una ilusión óptica y aumentar la sensación de amplitud de esta estancia. Aunque también las habitaciones conservan frescos de interés. Como en otras villas acomodadas de la época, dispone de sus propias termas, y los frescos del caldarium (la sala termal de mayor temperatura) también cuenta con un frescos muy bonitos.

Completan la casa otras estancias, como el gran jardín de columnas o peristilo, que tiene otra versión en pequeño que es el peristilo interior, también con columnas pero sin jardín. Este segundo patio interior estaba completamente pintado, y aunque casi no se aprecian dibujos si se conserva la pintura roja del mismo. Paseando por otras zonas, veremos que hasta las paredes de los pasillos cuentan con pinturas.

Pinturas del salón de la galería


CÓMO LLEGAR



La villa de Oplontis se encuentra en la población moderna de Torre Annunziata, que actúa casi como área metropolitana de Nápoles, a unos 22 kilómetros. Está casi pegada a Pompeya, al oeste de ésta, y cuenta con unos 50.000 habitantes. Como Pompeya y Herculano, es fácilmente accesible en el tren de la red "Circumvesuviana", una especie de cercanías que sirve a las poblaciones al este y sur de la capital de Campania. La línea que hemos de buscar es la Nápoles-Sorrento, que tiene un tren cada media hora, de 6 a 21:30 horas, y nuestra parada es Torre Annunziata. Desde la estación el yacimiento arqueológico está bien indicado, a apenas 5 minutos a pie.

Salvo que se sea extremadamente aficionado a la zona, la visita a Oplontis puede combinarse el mismo día con la visita a Pompeya o Herculano. Los muy rápidos incluso podrían ver los 3 lugares en un solo día. Ver estas ruinas de Oplontis con tranquilidad no debería llevaros más de 90 minutos, a lo sumo 2 horas.

Peristilo, el jardín interior rodeado de columnas

domingo, 3 de mayo de 2015

Patrimonio con "mala prensa": NÁPOLES I (Introducción y castillos)

Nápoles tiene mala prensa. Es un hecho. El nombre de esta ciudad, capital indiscutible del sur de la Italia peninsular, está asociado a la camorra, nombre de la mafia local, a sus negocios con la recogida de basuras, que provocan sonoras huelgas, y a un tráfico que es incluso peor que el de Roma. Se advierte sobre los carteristas y el robo de coches parece que es mayor a la media italiana.

Castel Nuovo (castillo nuevo), uno de los símbolos de la ciudad. Se ubica junto al puerto deportivo y al palacio real de la ciudad.
Sin embargo, muchos consideran (empezando por los redactores de la Lonely Planet) que la capital de Campania es una de las ciudades más bonitas de Italia. Y yo os puedo decir que tienen razón. Al contrario que sus bonitas compatriotas del norte, quizá no sea una ciudad que enamore a primera vista, pero acaba conquistándote si le das una oportunidad, cosa que no todo el mundo hace.

¿Cómo dejarse enamorar por Nápoles? Pues para empezar, visitándola por dentro, porque buena parte de su belleza está en el interior. Detras de discretas fachadas de iglesias con la pintura medio caída uno se puede encontrar interiores barrocos que nada tienen que envidiar a los de la cercana Roma. A eso hay que sumar su condición, durante siglos, de capital de la "Italia borbónica": solo en Nápoles hay dos palacios reales inmensos hechos por los Borbones españoles, y en la cercana Caserta un tercero (que no visité). Además la siempre amenazante figura del Vesubio al fondo y la línea costera de la ciudad, con sus castillos junto al mar o en las colinas cercanas, forman el pack perfecto. El patrimonio napolitano, no siempre bien cuidado, impone y mucho, y nosotros necesitamos casi 3 días para explorar la ciudad con la profundidad necesaria. Para rematarlo, la cocina napolitana es excelente y barata; aquí nació la pizza, y es fácil encontrarlas muy sabrosas desde poco más de 5€. El postre local, la "sfogliatella", hará las delicias de los más golosos. Nosotros no pudimos resistirnos a comer una al día :)

Para acabar, los comentarios negativos de Nápoles no son para tanto. Si no nos dejamos llevar por la primera impresión de sus calles un tanto oscuras (estrechas y con edificios altos, donde además la ropa tendida no ayuda a dejar pasar la luz) y tenemos cuidado con el tráfico, no hace falta tomar precauciones mayores en Nápoles de las que tomaríamos en otras ciudades europeas de su tamaño.


HISTORIA



Nápoles fue fundada por los griegos como "Neapolis" (que significa "nueva ciudad") hace más de 2.500 años, y desde entonces siempre ha estado poblada, con todas y cada una de las civilizaciones que han pasado por ella. Los romanos la embellecieron, fue conquistada por normandos, angevinos, el sacro imperio germánico... hasta que llegó a manos aragonesas.

Fachada marítima napolitana, una zona más limpia y ordenada que el casco antiguo de la ciudad. Es una lástima que no haya playa :(
Bajo la Corona de Aragón llegaron los siglos más prósperos, posiblemente, para Nápoles. Primero el siglo XVI y parte del XVII, en el que Nápoles multiplicó su población y expandió sus murallas (con España ya unida bajo un mismo rey de la dinastía de los Austrias), y luego bajo dominio borbónico, en los siglos XVIII y XIX. De estas dos épocas proviene la mayor parte del patrimonio napolitano actual. No fue un reinado continuado, ya que hubo ciertos lapsos de tiempo, que duraron décadas, en los que Nápoles no fue territorio de reyes españoles, como la ocupación napoleónica, o los primeros años de los borbones (principio del s.XVIII), aunque el dominio español fue ampliamente mayoritario en el tiempo durante unos 500 años.

Tras las campañas militares de Garibaldi, el padre de la moderna patria italiana, que unificó, Nápoles pasó a pertenecer a Italia en 1861.


NÁPOLES HOY



Sin embargo, la unificación trajo consigo un empobrecimiento general de la ciudad. El norte ha ganado la batalla al sur de Italia en cuanto a industrialización o economía. En muchas ocasiones he leído que la mayor prosperidad del norte se debe a su pasado como colonia de países como Austria frente al pasado español del sur, pero especialmente en el caso de Nápoles, la Nápoles italiana siempre ha sido mucho menos próspera que cuando gobernaba en ella un rey español. Yo veo que detrás de la mayor prosperidad del norte, más que la historia, está la mejor ubicación geoestratégica y una mayor influencia actual de países más prósperos: el norte se sitúa junto a Francia, Suiza, Austria, Eslovenia y muy cercano a Alemania. El sur tiene como "vecinos", sin fronteras terrestres, a Albania, Montenegro, Grecia, Malta, Túnez o Libia.

Al margen de datos económicos, el crimen organizado de la camorra, la mafia napolitana, es una lacra de la que Nápoles no consigue deshacerse. Aparte de eso, el viajero que llegue a Nápoles se encontrará (aunque depende de zonas) un tráfico caótico, donde los semáforos no siempre son respetados (nosotros no nos sentíamos seguros cruzando ni en verde) y una ciudad sucia y con un alma, en ocasiones, más cercana al de una ciudad magrebí que al de una ciudad del norte italiano o la propia Roma, que está a 225 kms. Aunque este carácter, si se es mínimamente aventurero, puede hacer que la ciudad resulte incluso más apasionante.

Sfogliatella, el pastel napolitano por excelencia. Lleva milhojas relleno de una crema con cáscara de limón y canela. Se le echa azúcar glass por encima
Porque no todo es malo. Nápoles, como todo el sur, es una ciudad barata para el viajero. La gente puede ser pícara pero amable, y se come muy bien y bastante barato; y el comer muy bien no es extraño en Italia, pero comer barato no siempre es fácil cuanto más al norte del país.


CASTILLOS JUNTO AL MAR



Nápoles tiene algo que jamás tendrá Roma: mar. Frente al pequeño río Tíber y 7 colinas hoy a veces disimuladas por los edificios, Nápoles tiene una ubicación más majestuosa: una inmensia bahía mirando al sur, vistas del amenazante Vesubio al sureste y una serie de colinas no precisamente pequeñas hacia el interior de la ciudad. Es una lástima que semejante línea costera no se vea coronada por una playa, como suele ocurrir en muchas ciudades españolas, pero la costa italiana es menos arenosa que la ibérica, ¡qué le vamos a hacer!

La ubicación estratégica de Nápoles posibilitó que florecieran los castillos en ella. El "Castell dell'Ovo" (castillo del huevo) es un buen ejemplo. En un islote unido por un puente al saliente en el que acaba la bahía del oeste de Nápoles, en pleno centro de la ciudad, este castillo de aspecto un tanto siniestro es hoy de acceso gratuito. Se utiliza como pequeña exposición de arte y ofrece unas buenas vistas de la citada bahía napolitana. Está considerado la fortificación más antigua de la ciudad puesto que ya existía ahí un edificio con fines defensivos durante el imperio romano. Es más, el último emperador romano de occidente, Rómulo Augústulo, fue exiliado a allí tras la caída del imperio.
El edificio actual data del s.XII, y ha conocido además varios enfrentamientos bélicos y varios usos, entre los que figura el de prisión. Junto al castillo, un pequeño barrio de casas bajas ofrece sus servicios con varios restaurantes.

Castel dell'Ovo (castillo del huevo), en un islote, unido a la ciudad por un puente
Precisamente la construcción de otro castillo, muy cercano, el "Castel nuovo" (Castillo nuevo), provocó el declive del anterior. De murallas más altas y regias y de unos característicos colores negro, amarillo y blanco, este castillo, cuya primera piedra fue puesta en el s.XIII, ha sido disfrutado principalmente por la Corona de Aragón primero y los reyes de España después. Imponente, también ha conocido la guerra, entre aragoneses y franceses, teniendo tanto antes como después de la misma la función de residencia real. Hoy alberga el museo cívico, al que no entramos. Los 5€ que pedían fueron demasiados para la motivación que nos inspiraba el museo.

Junto al castel nuovo recomiendo no perderse la galería Umberto I, una de las galerías comerciales más elegantes de Italia, digna competidora de su hermana milanesa, la galería Vittorio Emanuele.


Y EN VOMERO... ¡OTRO CASTILLO!



Si pensáis que una ciudad con dos castillos ya es un caso extraño, os encontraréis con que Nápoles tiene un tercero. Cambiamos de tercio, y de la fachada marítima, la zona "menos napolitana" de Nápoles, limpia, casi hasta pija, y sin ropa tendida al sol, nos vamos a Vomero, una de las colinas que presiden la ciudad.

Vistas desde la entrada a la cartuja de San Martino. Las nubes impiden ver el Vesubio
Este barrio resulta de fácil acceso al visitante ya que cuenta con hasta tres funiculares que llegan hasta él, estando dos muy cercanos a las dos grandes atracciones de la colina y barrio: el castillo de Sant Elmo y la cartuja de San Martino.

Ubicados uno junto al otro, el primero corona la colina a la considerable altura de 250 metros sobre el nivel del mar. Es uno de los mejores miradores de la ciudad, aunque ya desde el exterior de sus murallas la vista es impresionante. Construido en el s. XIV, es el castillo de mayor superficie de la ciudad, y hoy es (también) un museo, éste dedicado al arte del "novecento" (siglo XX).

La cartuja de San Martino, a los pies del castillo, es sin lugar a dudas uno de los edificios religiosos más interesantes de Nápoles. Como pasa en muchos otros casos en la ciudad, un exterior medianamente austero, esconde un interior mucho más ricamente decorado, y como no, en estilo barroco. Tanto la iglesia, como la sala capitular o la sacristía están profusamente decoradas, con frescos ocupando todo el techo o un bonito altar en el caso de la iglesia. Otras salas más pequeñas también tienen pinturas. La visita a la cartuja se completa viendo un belén napolitano (tan arraigado en la ciudad que será de los pocos sitios del mundo donde en cualquier época del año se pueden ver belenes), una carroza o varias pequeñas barcas, además de los diferentes patios del complejo. Se recomienda, ante la más mínima oportunidad que se tenga, salir a disfrutar de las vistas de Nápoles, especialmente si no se ha subido al castillo de Sant Elmo (como nos pasó a nosotros).

Iglesia de la cartuja de San Martino, con su interior barroco
Continuaré en otra entrada con las iglesias, palacios y el museo arqueológico de esta rebelde pero apasionante ciudad.


CÓMO LLEGAR



Nápoles tiene su propio aeropuerto internacional, al norte de la ciudad, que ofrece vuelos directos a ciudades españolas como Barcelona, Mallorca, Ibiza o Madrid. No obstante, está lejos de tener la oferta de la cercana capital italiana, por lo que muchos visitantes de Nápoles llegan a la ciudad desde Roma. En este caso el tren es el mejor medio para ir de Roma a Nápoles, ya que la alta velocidad ferroviaria llega a la capital de Campania. Desde Roma los trenes más rápidos tardan poco más de una hora, aunque si no nos importa tener un viaje algo más lento (1h 40m), podremos conseguir mejores precios; nosotros pagamos 10€/persona por un tren Roma-Nápoles de este tipo. Comprando los trenes con antelación se pueden conseguir precios muy competitivos.


CÓMO MOVERSE



Nápoles tiene un sistema de metro todavía en pleno crecimiento que, sin ser suficientemente extenso para la ciudad, es bastante digno, y probablemente mejor que el de Roma. La línea 1 de metro junto a la 2 (operada por TrenItalia, más parecida a un tren de cercanías) son las que probablemente mejor vengan al viajero, además de los funiculares que van a Vomero. El billete simple costaba 1€ en abril de 2015, y con 3,5€ te podías hacer con un billete ilimitado de metro para un día entero.

El eje principal de transportes es la estación de tren de la plaza Garibaldi, por donde también pasan las líneas 1 y 2 de metro más los trenes de la Circumvesuviana (que llevan a Pompeya y otras ruinas junto al volcán).

miércoles, 25 de marzo de 2015

SERGIEV POSAD, el monasterio "rural" del anillo de oro

EL ANILLO DE ORO


Antes incluso de que se fundara Moscú (1147), el corazón de Rusia fue lo que hoy son una cuadrilla de pueblos y pequeñas ciudades ubicadas al noreste de la actual capital rusa, a poca distancia de ella si lo comparamos con la inmensidad del país más grande del mundo a día de hoy. Sergiev Posad, el pueblo que os traigo hoy, es uno de los más cercanos, a unos 80 kms. Suzdal, a unos 200 kms. es otro de los pueblos del anillo de oro, del que ya os hablé por ser el lugar en el que me pilló el famoso gol de Iniesta en Sudáfrica. Aparte de estos dos, otras poblaciones que integran el anillo de oro son Vladimir, Yaroslavl, Ivanovo, Kostroma, Rostov Veliky... seguramente no os suenen en absoluto, pero acumulan entre ellas tres declaraciones de patrimonio de la humanidad (una para Sergiev Posad, otra para Yaroslavl y la tercera compartida entre Vladimir y Suzdal) y representan probablemente la mayor densidad monumental del país más allá de sus "tres capitales": Moscú, San Petersburgo y Kazán.

Fuente sagrada y dos de los edificios del monasterio
La principal seña de identidad de esta zona es la abundancia de "kremlins" (ciudadelas amuralladas dentro de las cuales se ubican los edificios más importantes de una población) y de monumentos religiosos, dentro o fuera de ellos, algunos con cerca de 1.000 años de antigüedad, característicos por sus cúpulas con forma de cebolla. La actual iglesia ortodoxa rusa empezó a hacerse fuerte precisamente en esta zona, hace nueve siglos.


VIAJAR A SERGIEV POSAD DESDE MOSCÚ



Viajar a Sergiev Posad, aunque solo lleve poco más de una hora desde la estación de tren "Yaroslavski" de Moscú, es viajar a la Rusia mayoritaria, la Rusia rural, poco poblada, ajena a las grandes ciudades. No creo que sea comparable a ir a la parte asiática del país, pero si supone un ambiente muy distinto del moscovita. 

Vista del conjunto, con las murallas en primer término
El viaje en tren se hace desde los andenes dedicados al transporte de cercanías. Éstos son los recuerdos que tengo del trayecto en tren hasta Sergiev Posad:
- en las estaciones de tren moscovitas hay dos hileras de andenes. Una para grandes distancias y otra para cercanías (y yo me pregunté, ¿y qué es "cercanías" en un país con 12.000 kms. de punta a punta?). Ambas tienen la misma numeración y es el viajero el que debe saber si le anuncian un tren en el andén 7 si es el andén 7 de grandes distancias o el de cercanías. En este caso era cercanías. Esta ambigüedad provocó que perdiéramos el tren a Vladimir en nuestro regreso a Moscú. 200 kms. en Rusia es cercanías, por cierto.
- En aquel momento (junio de 2010) se permitía fumar en los trenes rusos. No en el vagón en sí, pero sí en los pasillos junto a las puertas de entrada al vagón. Una puerta separaba ambos cubículos pero, como es natural, acababa entrando humo. Fue un viaje al pasado que he vivido en varias ocasiones viajando a Europa Oriental.
- Fue la primera vez que vimos un cigarrillo electrónico. Su uso se permitía por todas partes, incluido dentro del vagón en sí; en esto España creo que era igual en la época.
- Cada 10 minutos pasaba una persona con un carro intentando vender golosinas, snacks o revistas, entre otros. Las mismas personas tuvieron tiempo de pasar varias veces en un trayecto de solo hora y cuarto. No sé si esa venta ambulante dentro del tren tenía algún tipo de regulación, pero lo dudo. Fue un poco "cansino".

Cruce de calles en Sergiev Posad, con cierto aspecto rural. Al fondo una de las torres del monasterio


SERGIEV POSAD, CAMINANDO DE LA ESTACIÓN AL MONASTERIO



El monasterio está a unos 10 minutos a pie de la estación, y ese paseo permite cogerle el pulso a la población. Nos pareció una pequeña ciudad, casi casi un pueblo, aunque la wikipedia dice que supera los 100.000 habitantes. Es posible que durmiendo en Moscú nos pareciera pequeña casi cualquier otra población rusa, pero las casas bajas y los arbustos creciendo salvajemente por todas partes daban esa sensación.

La principal y única atracción de la ciudad es el monasterio, pero una visita en profundidad al mismo, más el viaje de ida y vuelta, más la parada para comer os tendrá entretenidos casi todo el día. Como curiosidad, los coches eran mucho más modestos que en Moscú, y nos hizo mucha gracia este Lada, modelo que se vende igual que en los 70-80, que se vendía nuevo así con el lacito incluido. Según nos explicó después un amigo ruso, Lada no es competitiva ya fuera de Rusia pero allí sigue siendo popular. Ese modelo vale unos 4.000€, no tiene prácticamente ninguno de los adelantos en comodidad y seguridad de la mayoría de coches de siglo XXI (véase ABS, airbag, dirección asistida, etc. ni hablar de cosas todavía más modernas) pero su competitivo precio hace que todavía las economías modestas rusas lo compren nuevo, a pesar de su diseño de otra época.

Un servidor junto al vetusto y a la vez nuevo Lada, con lazo y todo


MONASTERIO DE LA TRINIDAD y SAN SERGIO



Este monasterio, patrimonio de la humanidad por la UNESCO desde 1993, es un conjunto monacal ortodoxo, con murallas incluidas, típico de los siglos en que fue construido (XV-XVIII). Sigue en actividad, y de hecho no es difícil cruzarse con los sacerdotes ortodoxos yendo de un edificio a otro, reconocibles por sus largas y (normalmente) canosas barbas. Se considera uno de los centros de la iglesia ortodoxa rusa, y en sus paredes cuenta con un seminario. Lo integran no una sino varias iglesias, como suele pasar con los monasterios rusos, y una fuente sagrada (uno de los rincones más vistosos del conjunto), todo ello con los típicos colores alegres de la arquitectura rusa, y en el caso de las iglesias, con las características cúpulas encebolladas. El acceso era gratuito en 2010, si la memoria no me falla. El conjunto es realmente pintoresco, en un ambiente muy tranquilo excepto, por lo que leo en internet, en fin de semana, cuando devotos de Moscú visitan de forma algo más masiva el monasterio.

Vista típica del monasterio, desde un lugar a escasos metros de la entrada
En su interior se encuentra la tumba de Boris Godunov, un zar ruso de los s. XVI-XVII.

Para comer no recuerdo que la oferta de la ciudad fuera muy abundante. En la parte moderna de la misma, muy cercano a la estación de trenes, había un McDonald's, si no recuerdo mal con algún otro restaurante cercano. Pensamos que yendo a él conseguiríamos tener más posibilidades de que nos entendieran sin hablar ruso, y no tuvimos problemas (casi menos que en Moscú). No me enorgullece comer en esta cadena pero a veces es la mejor opción.

En resumen, con esta entrada os dejo claro cómo llegar y qué hacer en la que quizá sea la mejor excursión de un día desde Moscú.

Detalle de una de las iglesias del conjunto, delante de la cual se encuentra la fuente sagrada

miércoles, 11 de marzo de 2015

19 horas de escala en DUBAI

La no existencia de vuelos directos a la India, país del que ya he hablado largo y tendido, nos obligó a hacer escala en una ciudad antes de llegar al país de Gandhi. Al final nos decantamos por volar con Emirates, cuyo "hub" está en Dubai. Por lo tanto Dubai fue la ciudad en la que hicimos escala tanto a la ida como a la vuelta de nuestro viaje.
A la ida cogimos una escala de apenas 4 horas y llegamos de noche, por lo que no salimos del aeropuerto. A este respecto debo decir que la terminal 3, en exclusiva de esta compañía aérea, me sorprendió por lo bien montada que está para el descanso del viajero. Se nota que es un aeropuerto concebido para los vuelos en escala, y existen tumbonas para dormir (algo impensable en España) y las más modernas instalaciones.

Vista en la playa del Burj al Arab, considerado el hotel más lujoso del mundo
 A la vuelta, sin embargo, se nos ocurrió coger una escala larga, de 19 horas, para conocer un poco la ciudad. Dubai tiene la ventaja de ser una urbe con edificios de fama mundial, muy distinta de Europa pero también de la India, y que con la reciente inauguración del metro (2009) se ha vuelto más accesible en transporte público. Además, frente a Doha (Qatar) Dubai no exige visado para abandonar el aeropuerto, por lo que económicamente disfrutar de una escala larga en la ciudad emiratí no se os irá de precio. Para aquellos que prefieran pasar más tiempo lo que yo escribo bajo estas líneas se les quedará corto, ya que no exploré a fondo la ciudad.


INTRODUCCIÓN A DUBAI



Dubai, famosa por su hotel "con barriga" de 7 estrellas y por alojar el edificio más alto del mundo, es la ciudad más poblada de un pequeño país llamado "Emiratos Árabes Unidos", ubicado en la península arábiga. Como su propio nombre indica, es la suma de 7 territorios autónomos llamados emiratos por estar gobernados por un emir, una especie de monarquía "a lo árabe". Dubai (que por adaptación a las reglas en castellano de acentuación se escribe "Dubái" en castellano) sin embargo es solo capital de su emirato y no de todo el país, ya que ese papel lo juega otra ciudad también famosa por sus petrodólares: Abu Dhabi (o Abu Dabi si lo castellanizamos).

Atardece sobre Dubai, en la zona del Burj Khalifa
Con una población actual similar a la de Barcelona, unos 1,6 millones de habitantes, y con un área metropolitana de 2,3 millones, reúne los estereotipos que se puedan imaginar de una próspera ciudad árabe. Aunque hace solo 40 años era una pequeña ciudad portuaria, hoy es un paradigma de la modernidad y prosperidad que las ventas de petróleo o gas han reportado a todo el país. Pero Dubai, consciente de que los hidrocarburos no estarán ahí para siempre, ha invertido su dinero de tal forma que su futuro no se base solo en la venta de materias primas, apuntando hacia el turismo o el negocio aéreo (al que ayuda mucho su ubicación en el centro del conjunto formado por Europa, Asia y África), entre otros sectores. Como España, una burbuja inmobiliaria explotó en 2007-2008 y la construcción ha bajado el ritmo desmedido de los primeros años del s.XXI, pero aun así, el lujo es el santo y seña de la ciudad. Testigos son, aparte de los edificios ya citados, la isla artificial con forma de palmera o las islas llamadas "the world", que se han hecho con forma de mapamundi.


QUÉ VIMOS EN DUBAI



Nuestra curiosidad nos llevó a querer ver los dos edificios ultramodernos que han dejado boquiabierto al mundo y han puesto a Dubai en el mapa: el hotel de 7 estrellas "Burj al Arab" y el edificio más alto del mundo, el "Burj Khalifa", con 828 metros, acabado en 2010, apenas dos años antes de que estuviéramos allí. Con nuestro poco manejo del transporte público de la ciudad y las enormes distancias apenas tuvimos tiempo para más. Quizá algún día podamos volver y disfrutar de algún otro lugar.

BURJ AL ARAB


El considerado hotel más lujoso del mundo es un curioso edificio "con barriga", como yo digo, ubicado en una isla artificial ligeramente metido en el mar. Dubai, como otras ciudades costeras lujosas, tiene numerosos tramos de playa considerados privados y no accesibles a personas ajenas a los mismos, y el área más cercana a este hotel es un ejemplo de ello. La vista con el sol de frente nos gustó mucho, y estuvimos sacando fotos del mismo mientras nos bañábamos en el mar Rojo en pleno invierno. Llegamos hasta allí desde el aeropuerto en metro, y no conscientes de lo lejos que pillaba del metro (a pesar de tener contacto visual) tuvimos una larga y cansada caminata hasta el mismo. Consejo: si compráis un billete ilimitado de metro para un día, como hicimos nosotros (poco más de 5€), no cometáis la novatada, y buscad la forma de acercaros al edificio en bus, ya que el uso de los buses también está incluido en el billete.

BURJ KHALIFA


Si ya os parece irreal el Burj al Arab, posiblemente os impresione más aun este gigante, que se va estrechando a medida que se gana altura. Parece increíble, pero su base está a prácticamente la altura del nivel del mar, con su cima a la altura a la que, por ejemplo, está situada la ciudad de León. Es impresionante tanto de día como de noche, y aconsejo la visita por la noche, ya que se monta un espectáculo gratuito de música, luces y juegos de agua en las fuentes que se ubican a sus pies, algo así como lo que se hace en Montjuic.

Burj Khalifa, con 828 metros, la construcción humana más alta de planeta

La torre es visitable, y se puede acceder a un mirador, que aunque no está en su cima, está a una altura considerable (a unos 600 metros). Eso sí, el mirador no es barato: a principios de 2012 pedían 22€ por la reserva anticipada, que se ha de hacer por internet, y el cuádruple por acceder sin reserva anticipada ni hacer cola. Viendo los precios hoy, el precio es todavía mayor, algo a lo que no ayuda la baja cotización del euro en el momento de escribir estas líneas. Yo no subí.


QUÉ NOS LLAMÓ LA ATENCIÓN DE DUBAI



Merece la pena pasar unas horas en Dubai, incluso aunque no te guste ese prototipo de ciudad ultramoderna (como es mi caso), por lo singular del lugar, especialmente para alguien no acostumbrado a viajar a estos países donde los petrodólares están hasta debajo de las piedras. Aquí os dejo algunas de las cosas que me llamaron poderosamente la atención de la ciudad emiratí, por las que no me habría importado pasar algo más de tiempo:
1.- A pesar de la modernidad y el nulo rechazo a las relaciones con Occidente, con el que el comercio es enorme aunque la distancia no ayude, me pareció un país en el que la gente no ha renunciado a muchas de sus costumbres, empezando por la forma de vestir. Sorprende ver muchas mujeres con el velo integral (niqab), dejando ver solo sus ojos; y la inmensa mayoría de hombres, a excepción de turistas y extranjeros residentes, con el velo sobre la cabeza sujetado por una cinta negra, y las largas túnicas que les cubren de cuello a tobillos. En general, todos los países de la península arábiga son bastante conservadores en cuanto a religión se refiere.

Espectáculo nocturno de efectos de agua, luz y sonido, en la zona del Burj Khalifa
2.- El lujo. Si bien en el Islam está mal visto presumir de la prosperidad económica y en la mayoría de países musulmanes eso se aplica a rajatabla, no sucede lo mismo en Dubai. La moderna arquitectura compite presumida con los coches de los dubaitíes. La última muestra de ese gusto por los coches caros es el capricho de la policía de la ciudad, que desde 2013 patrulla las calles en Lamborghini.
3.- Y sin embargo, no se puede decir que Dubai sea caro: el hecho de ser un país libre de impuestos, ya que las ganancias vendiendo materias primas permiten eximir del pago de impuestos a sus ciudadanos, hace que los precios sean similares a los de una ciudad de ese tamaño en España, o incluso más baratos. Cenamos unos bocadillos por unos 6€ por persona en el centro comercial junto al Burj Khalifa, e ir en taxi de nuestro hotel al aeropuerto a las 5 de la madrugada, algo que nos llevó unos 15 minutos, tuvo un precio de menos de 10€. Nuestro hotel nos costó 38€ y tenía dos estrellas.


CLIMA. CUÁNDO IR.



Dubai nos ofreció un tiempo excelente porque fuimos en pleno invierno, un 10 de febrero. En ese momento tuvimos unos 23-25ºC de temperatura máxima, y poco menos de temperatura mínima, con un sol radiante. El agua no estaba fría, y de hecho aun sin tener bañador nos levantamos los pantalones y nos mojamos hasta las rodillas encantados.

En general las lluvias son muy escasas en cualquier época del año, y no en vano el desierto rodea a la ciudad. Se calcula una media anual de poco más de 100 litros de agua por metro cuadrado.

Vista nocturna del Burj Khalifa
El verano allí es la temporada baja ya que se superan casi todos los días los 40ºC estando en ocasiones la temperatura coqueteando con los 50ºC. Durante la noche baja algo la temperatura pero tampoco demasiado: en agosto la temperatura mínima media es de unos 30ºC. En todo caso, el aire acondicionado es el mejor amigo del ser humano durante esas épocas.

sábado, 14 de febrero de 2015

El puerto amurallado: DUBROVNIK

Un servidor frente a las murallas de Dubrovnik, disfrutando de la vista del fuerte de Revelin
Llevo tiempo queriendo escribir sobre esta ciudad, la más famosa y sin lugar a dudas singular ciudad costera de la antigua Yugoslavia, hoy en la región croata de Dalmacia. Un lugar de cuento de hadas, una especie de "Ávila con sabor a sal", con arquitectura de aires venecianos pero que durante siglos fue "a su bola", sin depender de la hoy ciudad italiana. Dubrovnik lo tiene todo, un patrimonio muy interesante, unas murallas imponentes y una privilegiada situación junto al mar pero a escasa distancia de las montañas que la separan de Bosnia y Herzegovina, antaño otra república del mismo país, hoy otro país distinto, cada vez más distante culturalmente.

Pero tras el innegable aire pintoresco de la antigua Ragusa, Dubrovnik también es una ciudad que ha sufrido. Dos fechas han quedado marcadas en el calendario de su vida. La primera, el terremoto que la destrozó el 1 de abril de 1667, matando a casi la mitad de sus habitantes (5.000 muertos). La segunda, el bombardeo y asedio al que fue sometida durante la guerra de los Balcanes. Los ocho meses de asedio (entre 1991 y 1992) provocaron la muerte de casi un centenar de personas, y que 2/3 de las viviendas recibieran impactos que obligaron a cambiar las tejas de los tejados. Esto puede comprobarse ya que aunque se procuró utilizar materiales similares el color más "nuevo" y oscuro de las tejas deja ver su modernidad.

No obstante, la ciudad hoy luce de tal modo que no se notan las huellas de esa todavía cercana y horrible guerra. Tras haber visto Sarajevo y Mostar, donde sí se notan esas huellas, ver Dubrovnik (y Croacia en general) deja claro que sufrió menos y que ha tenido mayores recursos para recuperarse antes de aquel infierno.

Detalle de la muralla interior de Dubrovnik, contundente como pocas


HISTORIA



Ragusa, el nombre que recibía la histórica Dubrovnik (y por el que todavía se la puede denominar) ha sido una pujante ciudad desde tiempos remotos. Al contrario que Split, no conserva restos romanos ya que fue fundada con posterioridad, y la información escrita más antigua sobre ella data del siglo VII. Tras un primer periodo bizantino, Ragusa estuvo bajo control veneciano varios siglos. Hasta que en 1358 Venecia se retiró de la ciudad.

La llegada de los turcos motivó a Ragusa a llegar un acuerdo con el imperio otomano por el cual éste no invadiría la ciudad a cambio de que Ragusa pagara un tributo. Y así fue, Dubrovnik fue una pujante república independiente durante siglos, nunca fue invadida por los otomanos, a pesar de que se quedaron muy cerca. La frontera entre los otomanos y Ragusa coincide, y no por casualidad, con la línea que hoy separa Bosnia y Herzegovina con Croacia, a apenas 7 kms. en línea recta y 12 si se va en coche.

Ragusa, cuya capital tenía apenas 1 kilómetro cuadrado, se enriqueció y embelleció durante esta época, gracias al comercio marítimo, hasta el punto de ser una dura rival de Venecia en el Adriático y el resto del Mediterráneo Central. Hasta que el ya citado terremoto de 1667 acabara con buena parte de ella. Fue el fin de una era en la que en Dubrovnik se hablaba un dialecto similar al veneciano para pasar a ser territorio de habla eslava, como sigue siendo hoy.

Vista de Dubrovnik desde un mirador de la carretera
En 1808 Napoleón conquistó la república, que pasó a manos austriacas solo siete años después. Como el resto de la zona, Dubrovnik pasó a formar parte de Yugoslavia tras el final de la primera guerra mundial, y así seguiría siendo hasta principios de los 90.

En 1979, cuando España y muchos otros países aun no tenían ningún lugar en la exclusiva lista, el centro de la ciudad Dubrovnik entró a formar parte del patrimonio de la humanidad. Aunque esta privilegiada denominación no la salvó de los daños que sufrió en la guerra de los Balcanes.

Dubrovnik, como la mayor parte de Croacia, votó masivamente a favor de independizarse de Yugoslavia en el referendo del 19 de mayo de 1991. Pero su historia y su emplazamiento geográfico, a 7 kms. de Bosnia y Herzegovina y apenas a 40 de Montenegro, hicieron que el ejército yugoslavo iniciara las hostilidades poco después, llegando incluso a asediar la ciudad entre octubre de 1991 y mayo de 1992. Aunque el número de víctimas y el destrozo general causados por la guerra fueron muy inferiores a lo ocurrido en Bosnia y Herzegovina (ya he hablado de Mostar y de Sarajevo en el blog, dos de las protagonistas de esa horrible guerra), murieron más de un centenar de personas. El resto de la guerra, la amenaza serbomontenegrina permaneció, aunque no se produjeron daños comparables a los del sitio. En esos años se habló incluso de que Dubrovnik se constituyera como "ciudad-estado", al estilo de Mónaco, aunque esa aspiración se ha ido diluyendo con el tiempo. La reconstrucción, bajo la guía de la UNESCO, se llevó a cabo durante la segunda mitad de la década de los 90.

Dubrovnik desde las murallas que la envuelven
Una vez acabada la guerra, y más aún cuando acabó la reconstrucción, Dubrovnik volvió "por sus fueros", recibiendo el turismo cultural y de sol y playa que ya empezó a recibir en la época yugoslava y que temporalmente perdió debido a la guerra. La reciente incorporación de Croacia a la Unión Europea probablemente provoque un aumento de la popularidad del país con un potencial turístico excelente, no solo por su más de un millar de islas o el resto del litoral, sino por una naturaleza preciosa (tiene 8 parques nacionales, entre ellos el famoso parque de los lagos de Plitvice, en un área similar a la de Aragón y Navarra juntas) y un patrimonio muy rico, con otras ciudades patrimonio mundial declarado por la UNESCO, tales como Split, Sibenik o Trogir (todas en Dalmacia, no muy lejos de Dubrovnik).


QUÉ VER EN DUBROVNIK



Como pasa con otras ciudades, el conjunto parece imponerse sobre un monumento o edificio de esta ciudad dálmata. Pero si tuviera que empezar la lista con uno, diría que debo hacerlo por la muralla. Con una longitud de 2 kms. aproximadamente, y una altura de entre 4 y 6 metros, no son puro atrezzo sino que han servido como defensa de la ciudad. Datan de los s. XII a XVII, y son notablemente mayores en los lados que dan a tierra que en los que dan al mar; la parte marítima está protagonizada por un acantilado de grandes dimensiones que ya otorga cierta protección por sí solo. Contiene fundamentalmente dos puertas históricas, una a cada extremo (Pila y Ploca), en la parte que da a tierra, más una tercera más reciente (Buza); hoy resulta fácil pasar por ella pero antaño, con dos arcos y un foso, no debió resultar en absoluto sencillo a los posibles conquistadores... en la parte marítima menos escarpada se encuentra el puerto histórico, protegido por fuertes y/o la propia muralla. En la práctica, el puerto de la ciudad en la actualidad se ubica fuera del recinto histórico, en la parte moderna, pero la zona del puerto histórico nos proporcionará una foto clásica y típica de Dubrovnik.



En Dubrovnik todo se adapta a su pasado, a sus murallas, como este campo de juego. Pero ojo, que Ante Tomic, estrella del Barça de baloncesto, es natural de la ciudad :P
Las murallas son visitables, se puede recorrer su perímetro completo, y proporcionarán preciosas vistas de la ciudad y del mar que la envuelve, aparte de otras curiosidades, como este singular campo de baloncesto :)

Una vez pasadas las murallas por cualquiera de las dos puertas históricas, sorprende la monumental calle principal. Se llama "Stradun", y se ubica en el lugar que ocupaba antiguamente un canal que separaba Ragusa de tierra firme. Sí, el casco antiguo de Dubrovnik fue en su día una isla. Esta ancha y equilibrada calle tiene edificios similares a ambos lados, algo inusual en un conjunto medieval; el motivo es que esa zona sufrió destrozos durante el terremoto de 1667, y al ser reconstruida, se decidió hacerlo de esa forma algo más moderna y estética.

A los extremos de Stradun, se erigen algunos de los edificios más interesantes que tiene la ciudad intramuros. Según entramos desde la puerta norte, tenemos la fuente de Onofrío, que sigue surtiendo de agua a la ciudad, junto a la iglesia del Salvador, una iglesia renacentista que presume de haber sobrevivido al terremoto de 1667. Junto a ella, el monasterio de San Francisco, que sí sufrió más las consecuencias del terremoto, y que guarda en su interior un vistoso claustro.

Bastiones defensivos junto al puerto
Al otro lado, nos encontraremos con la plaza de la Logia (Luza en croata). Esta plaza, una de las principales de la ciudad, tiene a un lado el palacio "Sponza", sede del archivo municipal donde una muestra permanente honra a los caídos en Dubrovnik durante la guerra de los Balcanes. Junto a él, la torre del reloj, bajo cuyo arco se puede pasar para salir por la muralla sur de la ciudad. Y frente al palacio Sponza la iglesia de San Blas, una de las más destacables de Dubrovnik, de estilo barroco y que está dedicada al patrón de la ciudad. Presidiendo la plaza veremos una estatua de Rolando, que me recordó (en pequeño) a la que existe en Bremen (Alemania). En ambos casos simbolizan la independencia de estas ciudades-estado, aunque en el caso de Dubrovnik también parecen honrar a un soldado que les salvó de la invasión árabe.

Apenas salimos de la plaza dejando San Blas a mano derecha llegamos al palacio de los rectores, precioso edificio gótico del s. XV, que hoy es el museo de la ciudad.  Detrás de ella, llegamos a la catedral. Es barroca, estilo en el que se reconstruyó buena parte de la ciudad tras el fatídico terremoto, y está dedicada a la asunción de la virgen María.

Vista nocturna de Stradun, con sus casas homogéneas posteriores al terremoto. Ésta es hoy la arteria principal del casco antiguo de la antigua Ragusa, hoy Dubrovnik
El fuerte de Revelin, situado extramuros al norte de la ciudad, os dará una visita espectacular del conjunto amurallado. Esta construcción militar, un tanto tosca, ofrece una de las mejores vistas sin contar las propias murallas.

¡Y sin contar el teleférico! Aquí no subímos, lo confieso, pero a juzgar por las fotos debe estar bastante bien. Nosotros estuvimos dos días nublados en los que no se veía apenas la estación superior del teleférico, así que no merecía la pena subir. ¡Tendremos que volver!

Por lo demás, Dubrovnik es pasear, pasear y pasear, viendo las murallas junto al mar, el puerto o simplemente las calles de baldosas y edificios blancos, tan típicamente dálmatas. De noche la ciudad ofrece un halo de misterio con su iluminación, así que recomiendo pasear también en ese momento y dejarse enamorar por esta ciudad llena de encanto.

Vista del fuerte de Ravelin desde las murallas de Dubrovnik