viernes, 30 de mayo de 2014

Una de las capitales turísticas rumanas: BRASOV

DESTINO RUMANÍA


Rumanía es uno de los países europeos, por no decir el que más, que más mala fama arrastran, y a mi juicio, ésta es injustificada. El mero hecho de decir a tus conocidos que vas a pasar allí unos días de vacaciones puede suponer, todavía hoy, que te consideren un aventurero alternativo e incluso una persona poco consciente de los riesgos que corre en su viaje... y como este blog trata de destinos alternativos y poco conocidos que he visitado, no podía faltar el país de los Cárpatos.

La pintoresca plaza del Consejo (Piaţa Stafalui) preside el centro de Brasov
¿Y por qué tiene mala fama Rumanía? Por la mala fama, en muchos casos igualmente injusta, de sus emigrantes. Se ha extendido el estereotipo de que allí todo el mundo es gitano, incluso hay quien dice que vienen de allí (es falso, son originarios del subcontinente indio), y vienen a quitarnos el trabajo en el mejor de los casos, o peor aún, a ejercer de carteristas o qué sé yo... lo que no se dice es que es un pueblo que no tiene mayores dificultades en aprender nuestro idioma y que no vienen por gusto, sino porque la pobreza (y la reciente libertad de movimientos que lo ha permitido) les ha forzado a ser emigrantes desde que cayera el régimen comunista por la fuerza en 1989. Sobre el número de gitanos, es un dato incierto... las cifras oficiales lo dejan en medio millón de almas, aunque algunos lo cifran en más de 2 millones, lo que haría de la comunidad gitana rumana la más populosa del mundo en un solo país. Pero incluso en ese caso, una mera estimación, seguimos hablando de un porcentaje mínimo de la población rumana, que no llegaría al 10%, así que la generalización de que los rumanos son gitanos es falsa y de hecho no gusta a la población de este país. Es más, étnicamente es un país muy diverso, y lo mismo se pueden ver eslavos como gente muy rubia que pasaría por nórdica junto a otros que parecen latinos... y eso que es un país que no ha recibido oleadas de inmigrantes últimamente.

¿Y QUÉ HAY QUE VER EN RUMANÍA?


Pues aunque no cuente con una capital de renombre turístico comparable a las de Europa Occidental, y ni a las más famosas de la Europa ex-comunista como Praga, Budapest o Moscú, tiene otro tipo de alicientes, y a la propia Bucarest se le puede sacar su jugo. Para empezar, tiene un conjunto de pequeñas ciudades fabuloso, empezando por las "sajonas" Brasov, Sighisoara y Sibiu, siguiendo por otras con herencia austro-húngara como Oradea y Timisoara... cuenta con varios castillos de renombre, como el falso castillo de Drácula en Bran, el siniestro castillo de Corvino en Hunedoara o el castillo (aunque es más puramente un palacio) de Peles, con regusto bávaro, de la efímera monarquía rumana. La caprichosa forma de los Cárpatos, que parece abrazar Transilvania, garantiza bonitos paisajes de montaña para esquiar en invierno y caminar en verano; y al norte se muestran dos de los conjuntos de arte rural más interesante de esta parte de Europa: los monasterios pintados con frescos de Bucovina y las iglesias de madera de Maramures. Por si esto fuera poco, una pequeña franja costera permite a los playeros disfrutar del mar o del mayor puerto del país, Constanza. Por último, Bucarest, tiene los mejores museos del país y permite al visitante viajar del París de sus edificios de principios del s. XX a la especie de Pyongyang que solo una mente enferma de comunismo como Ceausescu podía construir, y todo ello a veces sin cambiar de plaza.

Uno de los edificios más imponentes que se ubican en la especie de ensanche de la ciudad, junto al comienzo de la calle de la República

¿Y QUÉ NOS TRAES HOY?


Brașov; una ciudad que no debes perderte si vas a Rumanía, porque aparte de ser muy bonita y estar en el centro de país (pilla de paso para casi todo), tiene en sus alrededores varias de las mejores visitas que puedes hacer en Rumanía: las pistas de esquí, para los aficionados (yo no lo soy) quedan a un paso, y dejan buenas opciones senderistas cuando se va la nieve; el castillo de Peles está a una hora en tren y el de Bran a media hora en bus. Y si la lentitud de los trenes fuera menos de la que es, no sería mala opción el visitar sin dejar de dormir en Brasov las otras dos ciudades sajonas por excelencia: Sibiu y Sighisoara (ambas a unas dos horas y media en tren y quizá a algo menos en coche).

¿POR QUÉ HABLAS TANTO DE CIUDADES "SAJONAS"? ¿ESTAMOS EN RUMANÍA O EN ALEMANIA?


En la época medieval, cuando la actual Rumanía era un compendio de principados independientes como Moldavia, Valaquia o Transilvania, temerosos de los húngaros por el oeste y sobre todo de los otomanos por el este, un gobernante que regía en la tercera de estas regiones, supo atraer a comerciantes sajones a sus tierras, que ayudaron a dinamizar la economía. Estos se convirtieron en sus ciudadanos más ricos en muchos casos, consiguiendo urbanizar el centro de muchas ciudades y pueblos del sureste de Transilvania con cierta imagen y semejanza de las ciudades de la región de la que procedían (norte de la actual Alemania). En ocasiones acumulando tal poder, que en algunas poblaciones los rumanos étnicamente nativos tenían prohibido el acceso a los recintos amurallados sajones. También tenían sus propios nombres para las ciudades, en alemán, que todavía hoy se utilizan en ese idioma y que, por cierto, no suelen parecerse en nada a los nombres en rumano; de Brasov a Kronstadt hay un trecho...

Una de las bocacalles de la calle de la República, tan bonita como aquella pero con menos paseantes. Los edificios son típicamente sajones
Hoy no quedan casi sajones, debido a la represión sufrida tras la segunda guerra mundial y a que los pocos que quedaban a la muerte de Ceausescu huyeron cuando la caída del comunismo volvió a facilitar el paso de fronteras. Sin embargo, su legado ha quedado, con atractivos cascos antiguos de calles peatonales flanqueados por casas de colores y grandes iglesias católicas o protestantes (la mayoría de los rumanos son ortodoxos actualmente).

QUÉ VER EN BRASOV: SU CASCO ANTIGUO, NATURALMENTE SAJÓN


Para empezar, hay que internarse en su casco antiguo por la calle peatonal más vistosa de la ciudad, la de la República. Justo al llegar a ella podemos pasar por algunos edificios interesantes de lo que se podría calificar de un pequeño ensanche, como el de correos o el del museo de arte de la ciudad. Una vez en la calle de la república (Strada Republicii), podemos disfrutar de sus múltiples bares y restaurantes, hasta llegar al corazón de Brasov, la plaza del Consejo (Piaţa Sfatului).

Esta plaza, sin ser 100% peatonal en el momento de escribir estas líneas, es una de las más bonitas de Rumanía. De planta trapezoidal, con una forma un tanto extraña, está protagonizada por el edificio del consejo, que da nombre a la plaza y que aunque lo parezca no es una iglesia, sino un museo de historia y el antiguo ayuntamiento de la ciudad. Los edificios que lo rodean, son algunas de las más bonitas viviendas de colores de la ciudad, cuya baja altura produce una sensación atípica en una plaza de una ciudad de 300.000 habitantes... y es la de estar en medio del monte. ¿Por qué? Porque una pequeña colina al noroeste y sobre todo el monte Tampa al sureste, hacen que estemos rodeados de zonas verdes en pleno "centro" de Brasov, perfectamente visibles en la bonita plaza. Y pongo comillas a lo de centro porque esta ubicación del casco antiguo ha obligado a la ciudad a crecer fundamentalmente al norte, dejando el casco antiguo en una posición descentrada en la ciudad, algo parecido a lo que pasa, por ejemplo, con Cuenca en España.

Bocacalle que sale de la plaza del consejo. Nótese que el letrero en lo alto del monte Tampa nos recuerda que estamos en Brasov :)
Junto a la plaza del Consejo, se ubica otra plaza (sorprendentemente sin pavimentar cuando yo estuve allí) con uno de los edificios más altos y conocidos de Brasov, la llamada "iglesia negra", cuya gran torre se ve desde la plaza principal de la ciudad. Esta iglesia, por la que hay que pagar si queremos visitarla (un precio "de amigo", poco más de 1€ si no recuerdo mal) mantiene vivo el recuerdo de la población germana que la mandó construir, y debe su nombre a un incendio que la dejó con ese color. Hoy, ya restaurada, no es tan negra, y luce con orgullo su tamaño, entre los mayores en un edificio cristiano en la península balcánica.

Escondida entre casas, cerca ya de las murallas que separan el centro sajón del barrio rumano de Schei, se ubica la sinagoga de la ciudad, que estaban pintando en el momento de nuestra visita. Por 1€ se puede entrar para ver el legado judío que ha quedado en otra de esas ciudades europeas en las que la comunidad judía fue numerosa hasta la segunda guerra mundial. Hecha entre finales del s.XIX y principios del XX, como muchas otras sinagogas de la zona (Budapest, Sofía, Novi Sad, etc.), su interior merece la pena.

Por último, como curiosidad, decir que una de las calles que presumen de estar en la lista de más estrechas de Europa, está allí. Se llama Strada Sforii (calle de la cuerda), y es uno de los lugares más fotografiados de la ciudad, aun sin ser tan estrecha, porque pueden cruzarse dos personas sin problemas.

Una de las calles más estrechas de Europa está en Brasov. Otras ciudades rumanas como Sibiu también tienen una calle del mismo estilo


ALREDEDORES DEL CENTRO


Junto al centro sajón pero fuera de la protección de sus murallas, con alguna puerta pintoresca, creció el barrio de Schei, étnicamente rumano. Aquí ya escasean las calles peatonales, y las casas son algo más modestas y menos vistosas para el turista. Sin embargo, la visita ayuda a entender esa separación que se dio donde el inmigrante (y sus descendientes) gobernaba Brasov, y permite conocer la bonita iglesia de San Nicolás, del s. XIII, de culto ortodoxo, y en la que todavía se aprecian parte de los frescos que en algún momento debieron decorarla.

Otra visita inexcusable en Brasov es la del monte Tampa. Pocas ciudades pueden presumir de tener un monte, una estribación de los Cárpatos en este caso, con semejante desnivel y a tan poca distancia de la ciudad, metido en la misma incluso. Un teleférico sube hasta la cima, aunque como estaba cerrado el día que queríamos subir (lunes), ni cortos ni perezosos lo subimos a pie. Con casi mil metros de altura y unos 350 metros más alto que el centro de Brasov, las vistas que desde la ciudad se tienen de él son soberbias, y las que él proporciona sobre Brasov cuentan entre las mejores y más "verticales" vistas urbanas que un servidor haya disfrutado con los pies en la tierra.
No tan buena quizá sea mi opinión del letrero de tipo "Hollywood" que preside el monte y que se ubica junto al mirador del mismo, a la vista de toda la ciudad. Aunque hay que reconocer que sin ser una idea del todo original es un símbolo de la ciudad que llama la atención a todos los que la visitan, y que también se puede ver en el cercano pueblo de Rasnov (no tengo ni idea de quién de los dos lo hizo primero).

Vista del centro de Brasov desde el mirador del monte Tampa. Se aprecian la plaza del Consejo y la gran iglesia negra, a su izquierda
La subida a pie lleva unos 45 minutos si la memoria no me falla, y se hace por un camino que no para de zigzaguear de principio a fin. El viaje en teleférico resulta sensiblemente más económico que un teleférico similar en España. Desde arriba, aparte de Brasov, se ven los Cárpatos más cercanos, que todavía tenían nieve a mediados de abril.

Más modesta es la vista que tenemos si subimos a la ciudadela, ubicada en una colina junto al ensanche de la ciudad, a poca distancia del centro (se llega rápidamente a pie, apenas a 15 minutos de la plaza Stafalui), aunque si os sobra tiempo en la ciudad es una buena forma de emplearlo.

CÓMO LLEGAR


Brasov se encuentra en el extremo sureste de Transilvania, pero al mismo tiempo en su posición bastante centrada de Rumanía. El encontrarse en línea recta hacia el norte desde Bucarest y con un buen puerto por el que penetrar en los Cárpatos desde la capital rumana hacen que Brasov sea un importante nudo de comunicaciones tanto ferroviario como de transporte por carretera. Un tren cada hora y media la comunica con Bucarest, de la que dista poco más de 160 kms.

La puerta más pintoresca de la muralla de Brasov, que separa el centro sajón del barrio de Schei, de más modesta arquitectura rumana

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