lunes, 13 de mayo de 2013

Viaje a la India, día 17-1: Agra; el Taj Mahal, a fondo

Aquella noche no fue fácil. El fino colchón que tenía nuestra cama del albergue, que yo no entraba de largo en ella y la "emoción" de saber que veríamos de cerca o incluso tocaríamos el Taj Mahal al día siguiente fue una combinación que me provocó insomnio a pesar de usar los cojines del sofá que teníamos en la habitación (casi más gordos que el colchón).

El Taj Mahal visto en diagonal por su cara este y sur
Por norma general, se recomienda ver el Taj al amanecer o al anochecer. El motivo es simple: aparte de ver el edificio con unos matices especiales que le otorga el sol a esas horas, hay bastante menos gente que en las horas centrales del día. Así que a las 6:30, sin haber desayunado, Datar nos acercó en coche al famoso mausoleo de mármol. Compramos las entradas, que incluían el transporte en coche eléctrico hasta las puertas del Taj, ya que no se permite a los vehículos de combustibles fósiles acercarse a cierta distancia de las puertas (lo cual no quita para que hordas de conductores de bici tuk-tuks o incluso tuk-tuks a motor ofrezcan sus servicios), y en la puerta esperamos en colas separadas para entrar. Se cachea a todo el mundo antes de entrar (a cada uno alguien de su mismo sexo), y se miran bolsillos exhaustivamente. Como muestra, yo llevaba algo prohibido, un trípode de apenas 10 cms. que nos ayuda a sacar auto-fotos, y me lo pillaron y me hicieron dejarlo en una tienda cercana si quería entrar.

La niebla puede ser el peor enemigo del visitante del Taj
La sensación mágica de estar ya frente a frente del Taj se desvaneció cuando vimos que la niebla lo cubría todo. No es extraño y no somos los primeros a los que les pasa. Esta joya de mármol blanco se ubica junto al río Yamuna, uno de los principales afluentes del Ganges, que aunque en esa época no llevaba mucha agua, tampoco es lo que se puede definir como un río pequeño... en invierno, como en muchos otros lugares, incluidas muchas ciudades españolas, no es difícil que la niebla protagonice muchas mañanas, y más si nos encontramos junto a un río importante.


¿PERO QUÉ ES EL TAJ?


Antes de seguir con nuestra experiencia personal allí, creo que es interesante explicar qué es el Taj. El edificio principal del Taj es un mausoleo, un monumento funerario musulmán. Resulta paradójico pensar que uno de los edificios más hermosos del mundo no es más que el adorno exterior de una tumba (que finalmente acabo siéndolo de dos tumbas). Aunque el complejo es algo más que ese edificio de mármol, ya que como buen mausoleo mogol, se compone de un recinto amurallado, con un grupo de puertas y un conjunto de jardines ordenado de forma ortogonal, en líneas rectas, donde la simetría es protagonista. En la parte central de esos jardines un estanque con sus chorros de agua lo decora y divide en dos partes iguales, y de los dos edificios rojos que se ubican junto al río, uno a cada lado del mausoleo, el orientado hacia el oeste, por tanto hacia la Meca, hace las veces de mezquita. Al contrario de lo que pasa en otros monumentos funerarios mogoles, como la tumba de Humayun, en Delhi, el hecho de estar el río al otro lado provoca que el conjunto no tenga al edificio principal en su centro, sino en un extremo.

La vista más clásica del Taj, junto al estanque central
La persona que ordenó construir el Taj fue el emperador mogol Sha Jahan tras la muerte de su esposa Mumtaz, cuando ésta dio a luz a su 14º hijo. El emperador sufrió tanto por su pérdida que mandó construir el mausoleo como ofrenda póstuma a su enamorada, y es por esto que se le conoce como "el monumento al amor". Aunque no es oro todo lo que reluce... no es por fastidiar el encanto romántico del edificio, pero hay que entender las cosas dentro de su contexto histórico; Sha Jahan, como buen emperador musulmán, tenía su harén de esposas en la que si bien Mumtaz era su favorita, no era ni mucho menos la única, por lo que sería un "amor" diferente al que nos tiene acostumbrado el mundo occidental en la actualidad.

Se calcula que unos 20.000 obreros trabajaron en las obras del Taj, y para su alojamiento se creó el cercano y aun existente barrio del "Taj Ganj", que hoy es una zona interesante para los turistas por su oferta de bares con vistas (como el que disfrutamos nosotros el día anterior), restaurantes y pequeños hoteles, todo ello a precios asequibles. El complejo del Taj tardó en construir 23 años, de 1631 a 1654 y combina una influencia de estilos que van del musulmán al persa o al indio, pasando por el turco. Tiene cuatro caras iguales, con arquería central de mayor tamaño que las arquerías laterales, divididas en dos, incrustaciones de piedras preciosas como lapislázuli o záfiros, y coronando el conjunto una gran cúpula. Para realzar más el mausoleo se colocaron cuatro minaretes en cada una de las esquinas, que nunca se han usado para llamar al rezo puesto que son puramente decorativos. Se dice que están ligeramente inclinados hacia el exterior del mausoleo para que un posible terremoto que los hiciera caer  no destrozara el edificio central del Taj.

Detalle del Taj

QUERIDA NIEBLA, ¿POR QUÉ NO TE VAS?


Sabiendo que la niebla podía durar horas (o en el peor de los casos todo el día), nos dedicamos a ver las cosas que la niebla no impedía ver... como el Taj por dentro, probablemente el único sitio donde se rompe la simetría que protagoniza el conjunto. El mausoleo fue pensado para alojar solamente la tumba de Mumtaz pero Sha Jahan, cuando falleció, en lugar de tener su propio mausoleo, fue enterrado junto a la tumba de su esposa, que ubicada en el centro obligó al emperador a ser ubicado a un lado. También echamos un vistazo a la mezquita, todavía usada por la pequeña comunidad musulmana que puebla la ciudad de Agra, o un pequeño museo.

Pasadas dos horas la niebla se esfumó y pudimos disfrutar del Taj en su apogeo, como muestran las fotos, eso sí, algo menos solos por hacerlo a las 11 de la mañana en lugar de a las 8:30... y dio igual que no hubiéramos desayunado apenas, fue algo así como si el arte nos hubiera alimentado aquella mañana.

Mezquita del recinto del Taj
No obstante, el disfrutar del Taj no se limita al tiempo dentro del recinto, porque sus vistas pueden ser disfrutadas en otros lugares, como paso a enumerar:

LAS 4 VISTAS TÍPICAS DEL TAJ QUE NO DEBERÍAS PERDERTE


- Desde dentro de su recinto: la más cara, pero la mejor, la que nadie se quiere perder. Más allá del edificio de mármol blanco con piedras preciosas engastadas, el estanque, los jardines, las puertas o la mezquita y su edificio gemelo son geniales. No es barato entrar (750 rupias cuando lo visité, unos 12€, que se reducen a 20 rupias si eres indio: 0,3€), pero tiene un precio que casi nadie se negará a pagar una vez que estás en Agra.
- Desde una terraza del Taj Ganj: vista que ya mostré en la entrada del día anterior, porque es un lujo tomarte una bebida a la fresca en una de las terrazas de este barrio popular.

Vista, usando bastante el zoom, desde el fuerte de Agra, con el Yamuna junto a él. En época de monzón, la superficie de matorrales está anegada por el agua
- Desde el fuerte de Agra: este fuerte, del que hablaré próximamente, es tras el Taj el lugar de mayor interés de la ciudad. Ubicado también junto al Yamuna, el río de Agra, la vista desde su terraza es lejana pero diferente e interesante, porque se ve desde un lateral y muestra el "popurrí" de cúpulas y minaretes que forma el mausoleo junto con la mezquita. Esta vista fue la única que tuvo Sha Jahan del mausoleo de su amada y del edificio que le ha perpetuado en la historia durante años, porque uno de sus hijos lo tuvo preso en el fuerte durante los últimos años de su vida.
- Desde el otro lado del río Yamuna: posiblemente mi favorita. Al menos si se tiene coche es fácil cruzar el Yamuna y llegar a un parque llamado "Mehtab Bagh", que con los jardines alineados con los del Taj, parece querer pretender ser la continuación de los geométricos parterres del interior del recinto (pero no hay color, en cuanto a limpieza o cuidados, naturalmente). Poco interesante por sí solo, sin embargo merece la pena pagar el 1,5€ que vale el acceso por la vista diferente de Taj, con el río entre medias pero permitiéndote sentir casi a solas con el mausoleo, algo impensable dentro de su recinto. Con suerte es posible hasta contemplar el lado más rural de Agra si, como nos pasó a nosotros, animales domésticos o salvajes se cuelan en la foto (en nuestro caso unos niños pastores con sus ovejas). Ver la puesta de sol desde ese lugar es sublime, incluso aunque al contrario de lo que dice la Lonely Planet, ya no se pueda uno colar por la verja e ir hasta la orilla misma del río, porque hay personas vigilando que nadie se salte la verja.

Vista desde el otro lado del río Yamuna, casi solos frente al mausoleo, y con niños pastores mostrando el Agra más rural
Pero Agra no acaba con el Taj y nuestras aventuras tampoco acabaron al salir de allí, pero eso ya será motivo de otra futura entrada.

No hay comentarios: