martes, 30 de octubre de 2012

Romanticismo en el centro de Portugal: ¡BUÇACO!

Recuerdo que una vez leí un artículo de opinión en el que, resumiendo, entre otras cosas, se decía que "Portugal es Lisboa y el resto... paisaje". Era un artículo político, a tenor de las nuevas autopistas de peaje del norte del país (fenómeno que después se ha extendido al centro y al sur de Portugal también), pero me llevó a pensar sobre la errónea concepción que quizá algunos tengan a la hora de limitar el encanto de Portugal a su capital y a sus paisajes, como por ejemplo los que hay en la costa del Algarve.

Fachada principal del palacio de Buçaco
Durante los años que pasé viviendo en León tuve la oportunidad de visitar diversas zonas del norte y centro de Portugal que me quedaban cercanas, bastante ignoradas por la mayoría de españoles, y de admirar la cultura, los edificios, la comida y la amabilidad del país luso. Por ello he decidido empezar una pequeña serie de publicaciones con secretos de Portugal, dignos de ser descubiertos, y hoy voy a empezar por uno de mis favoritos por el romanticismo que emana: Buçaco.

Buçaco es el nombre de una pequeña sierra del centro de Portugal, dentro del término municipal de "Mealhada", junto al pueblo de "Luso", unos 30 kilómetros al norte de Coimbra. Parte de esta sierra fue vallada por una congregación religiosa, y en su interior plantaron árboles de todo tipo, muchos de ellos venidos de los confines más diversos de los dominios que Portugal abarcó en algún momento de su historia, de Brasil a Macao o Goa pasando por Angola. La zona fue protagonista durante la guerra contra las tropas napoleónicas, ya que allí se libró una batalla en la que Inglaterra fue aliada de los lusos.

Parte trasera del palacio de Buçaco, donde se aprecian los rasgos neomanuelinos y los azulejos
Posteriormente el convento sería eclipsado por un palacio, de principios del siglo XX, que fue construido como pabellón de caza para la familia real portuguesa, y que es el que podemos ver hoy. El magnífico edificio es de estilo neo-manuelino, versión moderna del característico estilo manuelino, genuinamente portugués, que se extendió a principios del s.XVI como interpretación nacional de los últimos coletazos del gótico. Con unos jardines frente a su fachada principal y un pequeño estanque con cisnes, es imposible no sacar fotos bonitas.

Con Portugal como república, el edificio es hoy un hotel de gran lujo difícilmente más portugués, excepto en sus precios (y seguramente en muchos de sus clientes). Azulejos blancos y azules decoran los otros lados del edificio, y a pesar de lo bonito del lugar mi recuerdo es de una gran paz porque apenas había otros viajeros.

Vista desde la colina más alta de la sierra de Buçaco

Si cogemos el coche podemos conducir hasta lo más alto del recinto cerrado, una colina a unos 550 metros de altura desde donde en días claros se puede ver hasta el océano, situado a unos 50 kilómetros del lugar. También podemos visitar diversos rincones del bosque en los que se muestra su naturaleza exótica, con rincones curiosos como la Fonte Fría (Fuente fría), un curso artificial de agua que corre paralelo a una escalera.

El conjunto es maravilloso, y no creo que decepcione a ninguno de sus visitantes.

Fuente Fría


CONSEJOS ÚTILES PARA LA VISITA


Me temo que Buçaco no es visitable sin coche, debido a que no se encuentra a una distancia muy prudente de ningún núcleo de población para ir a pie desde él, y a que en todo caso, habría que ir mucho cuesta arriba. Para recorrer cómodamente el bosque también se necesita un coche si no queremos pasarnos el día andando con buenos desniveles.

Para entrar al bosque de Buçaco se pedirá una pequeña cantidad de dinero por coche, una especie de peaje, que no recuerdo de cuánto dinero era pero se trataba de algo más bien simbólico.

Otra vista de la fachada principal del palacio de Buçaco

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