sábado, 29 de noviembre de 2014

La mayor concentración monumental de Asia Central: JIVA (II). Un paseo por el centro


El Kalta Minar junto a la madraza reconvertida en hotel. En primer término, un plano de la Jiva amurallada
Si en el post anterior me conformé con dar una introducción a la ciudad (Khiva en inglés) y hablar sobre las murallas y algún edificio interesante extramuros, esta vez hablaré del corazón de la misma, que ocupa muy pocos metros cuadrados pero es densísimo, con unos 50 edificios declarados monumentos y más de 250 casas antiguas, datando de los siglos XVIII, XIX y principio del XX. Como ya dije en el post anterior, el conjunto amurallado, Itchan Kala, es patrimonio de la humanidad por la UNESCO, y combina la paz del centro peatonal de una ciudad española con todo el encanto de oriente.

Empezamos y entramos por la puerta oeste, en la que se vende la entrada que nos dará acceso a la mayoría de edificios históricos, aunque como ya expliqué, para 3 se requiere un suplemento: son el arca (el palacio real de los janes/kanes de Jiva), la subida al minarete "Islam Hoja" y el mausoleo Pakhlavan Makhmud.


EL VISTOSO KALTA MINAR


Una vez salimos de la puerta oeste nos encontramos con el primer reclamo, símbolo de la ciudad y probablemente del país si no existiera el Registán de Samarcanda: el Kalta Minar (literalmente "bajo minarete" en el idioma local). Este "rechoncho" minarete tampoco es tan bajito: 29 metros de alto y un diámetro de 14 metros en su base, que se va estrechando a medida que gana altura; todo ello decorado por los vistosos azulejos de la zona: azul, azul turquesa, naranja, marrón... salta a la vista que está inconcluso, y de hecho fue concebido con el objetivo de que fuera uno de los más altos del mundo, en torno a los 80 metros, pero su alto coste (pagado con unos impuestos que no hacían felices a los contribuyentes) provocó que no se pudiera finalizar.

Vista de Jiva, ciudad de ladrillo, adobe y azulejos, desde el minarete Islam Khodja. A la vista el Kalta Minar, el mausoleo Pahlavon-Maxmud y la mezquita de los viernes
Como ocurre con otros minaretes uzbekos, no forma parte de una mezquita sino que se encuentra ligeramente separado de la madraza hoy convertida en el hotel Orient Star. El uso hotelero del edificio hace que sea de las pocas escuelas coránicas que no puede ser visitada por dentro, aunque el viajero tampoco lo lamentará ya que hay varias madrazas similares.


EL "ARCA", LA RESIDENCIA OFICIAL DE LOS DIRIGENTES DE JIVA


Nada más dejar el Kalta Minar a nuestra espalda, en la primera calle que sale a nuestra izquierda, giramos a ese lado rodeando las murallas del "arca" Kunya (Kunya Ark), que es el nombre que en este país parece que se le da a los "palacios reales", a la vivienda oficial del Jan (o Khan en inglés). Fortificado dentro de la fortaleza, parece que se mandó construir a finales del s. XVII, aunque lo que veremos data mayormente de los siglos XIX y XX. Como otros palacios reales orientales, éste también está estructurado en torno a una serie de patios, con no demasiadas estancias cerradas, a pesar de que el clima de Khiva es duro (con un verano excesivamente caluroso y un invierno muy frío). Aparte de la puerta de entrada, con dos torrecitas decoradas con azulejos verdes en su parte superior, lo más destacable del conjunto es un vistoso patio con azulejería azul y un bonito artesonado, y la posibilidad de subir a la parte alta, con una especie de torre vigía a una altura ligeramente superior a la del resto de la muralla. Recomiendo encarecidamente entrar a este edificio (se paga suplemento pero la entrada vale dos días) por la tarde, cuando se vaya a acercar el atardecer, ya que por la orientación del sol disfrutaremos del mejor atardecer que pueda ofrecer esta ciudad. Sobra decir que las vistas sobre el Kalta Minar, a poca distancia, son difíciles de describir con palabras.

Vista del Kalta Minar y de la puerta de entrada al arca Kunya, la residencia oficial de los gobernadores de Jiva hasta la llegada de los bolcheviques
Salimos del arca, y volvemos a la calle principal (Polyon Kori), junto al Kalta Minar, y prácticamente cada manzana la veremos ocupada por un edificio histórico, todos datando de los siglos XIX y XX. A mano derecha nos encontraremos la madraza Matniyaz Divanbegi, bien iluminada durante la noche. En una gran plaza a mano izquierda veremos la madraza Mohammed Rakhim Khan, que hoy alberga un museo, algo que le ocurre también a la Kazi Kalyan.


LA MEZQUITA DE LOS VIERNES Y SU AGOBIANTE MINARETE


Dejamos atrás unos lavabos gratuitos (un detallazo para los turistas) para encontrarnos con otro de los edificios más destacados: la mezquita Juma y su minarete anexo. Esta "mezquita de los viernes" (denominación muy común en otras ciudades uzbekas y en otros países musulmanes) es la más destacada de la ciudad, y tiene como protagonistas a las 118 columnas de madera que sostienen el peso de la estructura. Es de finales del s. XVIII, y tiene un patio en el interior (lo cual la distingue de otras mezquitas llenas de columnas como la de Córdoba o las que hay en Marruecos). Se puede subir al minarete anexo; eso sí, que se abstengan los claustrofóbicos. Yo, que no lo soy, me sentí un tanto agobiado en este minarete. Para empezar, has de agacharte para entrar (un arco a la entrada obliga, si no recuerdo mal, a agacharse hasta a los más bajitos), luego subir escalones es una odisea... ya que estos son muy altos y de escasa superficie para el pie, por lo que yo, que gasto un 46, tenía que ponerlos de lado. Por el camino puedes encontrarte (nosotros lo hicimos) con gente que parece que ha encontrado ahí un nidito de amor, sin darse cuenta de que estorban. Y cuando por fin vuelves a ver la luz (apenas la hay subiendo los escalones, ya que no hay luz artificial y las ventanas son mínimas) te das cuenta de que lo alto del minarete te exige sentarte o agacharte para disfrutar de las vistas y que apenas entran 5 personas cómodamente de pie en él (y casi siempre hay más). Eso sí, las vistas son sublimes, muy recomendables, y subir es gratis (el otro minarete más célebre de la ciudad, con acceso a lo alto, es de pago).

Interior de la mezquita de los viernes, protagonizada por las columnas con la forma tradicional típica allí
Bajamos con cuidado del agobiante minarete y volvemos a la calle principal y seguimos alejándonos del Kalta Minar. La calle se estrecha y llegamos a una gran plaza con dos madrazas de ladrillo que se miran enfrentadas; ésta es una imagen clásica de Uzbekistán, dos edificios de parecidas dimensiones y un mismo estilo compartiendo plaza, mirándose desafiantes uno al otro, mostrando al mundo esa obsesión de la cultura persa por la simetría. Podemos salir por la puerta este, tener una pequeña vista de las murallas (aunque un tanto afeada por los cables y los coches), pero rápidamente volvemos a entrar, para en la primera calle que veamos girar a la derecha (en la plaza de las madrazas que cité antes). Así llegaremos al palacio Tash Hauli, el edificio civil más importante de la ciudad junto al arca. Este palacio no nos da las vistas de los techos del arca, pero a cambio tiene los patios más vistosos de Jiva, llenos de los azulejos azules característicos del interior de algunos edificios de la ciudad. Como en las mezquitas de otras ciudades uzbekas, allí encontraremos unos artesonados de madera pintada que, en cierta medida, pueden recordarnos a España.

Detalle de los azulejos y el artesonado del palacio Tash Kauli

OTRO MINARETE NO APTO PARA CLAUSTROFÓBICOS Y EL FABULOSO MAUSOLEO PAHLAVON-MAXMUD


Salimos del palacio Tash Hauli para volver a la calle principal y abandonarla en la calle "IslomKhuja", que nos llevará directos al minarete de idéntico nombre (o parecido: "Islom Khudja"). Este minarete, el más vistoso de Jiva con permiso del Kalta, es una esbelta construcción de 45 metros de alto que, como otros minaretes de la zona, tiene una mayor superficie en la base que en la parte más alta, aunque justo arriba se ensanche ligeramente en lo que parece una suerte de corona.

Vista desde el minarete de la mezquita de los viernes del mausoleo Pahlavon-Maxmud y del minarete Islam Khodja, entre otros edificios de ladrillo o adobe
La construcción, de principios del s.XX, es de ladrillo pero tiene azulejos con motivos geométricos de colores azul, verde y blanco, y está anexo al edificio del mismo nombre que hoy alberga un museo de arte (uno de los pocos mínimamente interesantes de la ciudad, pero de eso hablaré luego). Ambas cosas pueden ser visitadas por dentro, pero teniendo en cuenta que lo dicho para el anterior minarete aplica a éste también, y que la subida requiere un suplemento (era 1€ aproximadamente cuando estuvimos nosotros). Las vistas son igualmente espectaculares, aunque pueden resultarle al visitante similares a las del otro minarete, por lo que en caso de prescindir de uno, recomendamos prescindir de éste por no ser gratis y por ser más bonito que el otro (aplicando el dicho de "sube a una montaña fea para tener una vista de las montañas bonitas", y no al revés).

Cercano al minarete de Islam Khoja (la transcripción del nombre al alfabeto latino, como veis, es diversa) se encuentra el último edificio histórico de la ciudad que no es un museo y que merece la visita por sí mismo, aunque también en este caso se requiera un suplemento (2€ si no recuerdo mal). Se trata del edificio de cúpula verdosa que es el mausoleo de Pahlavon-Maxmud, que si es vistoso por fuera, es más impresionante por dentro. Los azulejos de color turquesa del exterior dan paso a un interior totalmente recubierto por ese mismo material, donde además se respira un ambiente que impone respeto. No sé si será así siempre, pero en el momento en el que lo visitamos, un hombre, sentado en el suelo, recibía y realizaba ofrendas; los visitantes, en mayor número fieles que turistas, rezaban y ofrecían comida algunos, y la recibían otros. Deduzco que se trataba de la aplicación práctica de uno de los mandatos del Islam, que exige que parte de las ganancias de la gente sean repartidas con los pobres. Más allá de la sala principal, otra pequeña sala guarda la tumba del hombre que da nombre al mausoleo, un destacable poeta, artesano y guerrero de los siglos XIII y XIV.

Detalle de la cúpula del mausoleo Pahlavon-Maxmud
Aparte de esto, hay multitud de edificios históricos esperando ser visitados, y el acceso a todos ellos está incluido con la entrada general. Da igual que apenas haya gente, si está abierto se puede entrar.


MUSEOS


A pesar de las madrazas usadas como lugar de venta de recuerdos, o de aquellas vacías (pero que en algún caso ofrecen subida a la azotea, aunque con cuidado), hay que decir que muchos de los edificios históricos que todavía no he citado son hoy utilizados como museos en Jiva. Y seré sincero.

El afán de la URSS por hacer de Jiva un museo al aire libre hizo que quisieran llenar, como fuera, los edificios de contenido. O eso parece. El caso es que a nivel museístico, como pasa en otros países en vías de desarrollo, Jiva no os va volver locos. Solamente el museo de arte del complejo Islam Khoja, junto al minarete del mismo nombre, me llamó un tanto la atención; aunque debo decir que entré a casi todos, ya que para todos el acceso es gratuito teniendo la entrada combinada de la que hablé en el primer post, y cuando pasas día y medio en la ciudad entrar a todas partes es un lujo que te puedes permitir a nivel de tiempo.

Detalle del museo de arte, el más decente de la ciudad
Salvo ese museo de arte y quizá otro de arte más contemporáneo que vimos después, poco hay que rascar. En general estos museos se caracterizan por su poco interés, la poca calidad con la que muestran los objetos (con muy poca luz por ejemplo) y que a veces están enfocados más a uzbekos que a viajeros. Esto lo digo porque algunos carecen de las debidas indicaciones en inglés o porque muestran cosas de la vida diaria que al viajero poco le van a importar, como un museo de animales en el que no pasamos ni dos minutos.

Madraza con iluminación nocturna bajo la mirada de la luna llena
Pero esto no quita para que Jiva sea una de las ciudades más interesantes de Asia Central. ¡No os la perdáis si vais por allí!


ALOJAMIENTO


Sobre el alojamiento en Jiva o Khiva hablé en la primera parte sobre la ciudad. :) Nosotros dormimos en un lugar bueno, bonito y barato.


RESTAURANTES


Puede que sea debido a que solo tras Tashkent fue nuestra segunda ciudad en el país y no nos había agotado la cocina uzbeka, o a que el surtido de restaurantes del centro era amplio y estaba todo a un paso, o quizá a que no sufrimos hasta irnos la "diarrea del viajero", pero en nuestra opinión Jiva fue la ciudad en la que mejor comimos de Uzbekistán. 

Mesa para comer al estilo uzbeko, con el trasero a la misma altura que los pies, que hay que descalzar.
El hecho de tener unos 5-8 restaurantes en un radio de tres minutos a pie ayuda a elegir, y allí nos hinchamos a plov, el plato nacional (arroz con calabaza, carne, uvas pasas...) o probamos bebidas tan extrañas como zumo de sandía o especialmente el de zanahoria. La carta no está tan limitada como en otros lugares (especialmente Samarcanda con sus pobres restaurantes junto al Registán) y los precios, sin ser chollazos, son bastante aceptables.

Ejemplo de comida en Jiva. Ensaladas de tomate y remolacha, zumo de zanahoria y sandía (también tenían de melón) y pan

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