En el planning de muchos visitantes a la India, Agra suele tener un papel secundario incluso a pesar de alojar el monumento más famoso del país. Suelen pasar una noche en la ciudad o incluso ninguna, ya que un tren expreso, a una velocidad sorprendentemente alta para lo que es la India, une Agra con la capital, Delhi.
Nosotros sin embargo decidimos pasar dos noches en esta ciudad del estado de Uttar Pradesh, el más poblado del país. ¿El motivo? Poder disfrutar del Taj sin prisas, para lo que recomiendo al menos medio día, incluyendo la visita a lo que es en sí su recinto y para disfrutar de las vistas desde el Taj Ganj y el otro lado del río Yamuna. Y el otro medio día bien puede ser usado para ver las otras dos grandes atracciones de la ciudad, el fuerte de Agra y el (mal) llamado Baby Taj (oficialmente el mausoleo de Itimad-Ud-Daulah). Aparte de eso, dos lugares imprescindibles se ubican en las cercanías de Agra, uno en dirección a Jaipur y otro en dirección a Delhi, y recomiendo verlos al llegar de esas ciudades o ir hacia ellas: son respectivamente Fatehpur Sikri, de la que ya he hablado, y el mausoleo de Akbar, fundador de Fatehpur Sikri, pero ubicado en la localidad de Sikandra, 10 kms. al norte de Agra.
El fuerte de Agra fue nuestro primer fuerte mogol, tras haber visitado ya unos cuantos rajastaníes en el vecino estado de Rajastán. Las diferencias son evidentes incluso para un profano de la arquitectura como soy yo: la magia del colorido rajastaní se reducen en el mundo mogol a dos colores, el rojo de la piedra arenisca y el blanco del mármol. El arte mogol tiene un arco inexistente en los fuertes rajastaníes, escalonado. Y otra gran diferencia es que los fuertes mogoles, al menos los de Agra y Delhi, están ubicados en llano, mientras que en los fuertes rajastaníes son una excepción los que no están en un lugar escarpado (Bikaner fue la única excepción).
Entrada al fuerte de Agra, colosalmente amurallado. En primer plano un coche de policía de la ciudad, que también presume del Taj |
El de Agra resultó ser un fuerte espectacular, el mejor de los que vimos de estilo mogol, con unas murallas colosales, unas estancias decoradas en mármol con multitud de detalles (que nos recordaron al fuerte de Amer, mostrando que también hay similitud entre el estilo mogol y el rajastaní), una mini-mezquita, una arquería enorme en uno de los palacios y la cuarta de las vistas típicas del Taj, junto al río, como ya comenté en la entrada del famoso símbolo de la India. No os perdáis este lugar patrimonio de la humanidad si vais a Agra.
Seguimos la visita con el "baby Taj", que digo que está mal llamado así porque tiene en común con el Taj el estilo, que está en la ciudad de Agra y que también es un mausoleo con los mismos materiales... pero la forma de su edificio principal y la ubicación no me recordaron tanto al famoso Taj. No obstante, el mausoleo de Itimad-Ud-Daulah me resultó diferente, menos imponente que el Taj pero más "accesible" ya que lo vimos casi solos, siendo como es ignorado por muchos de los visitantes que recibe Agra. Además es infinitamente más pequeño. Ubicado al otro lado del río Yamuna, está junto al río pero a bastante más altura sobre él, tanto es así que no recuerdo siquiera haber visto el agua desde el mausoleo. Los detalles labrados en el mármol son, como en todos estos mausoleos, una pasada.
Por último, comentar la que fue la anecdota del día y una de las situaciones más desagradables de toda nuestra estancia en la India, que puede ocurrir a cualquier visitante del país. Tras cenar en el mismo restaurante del día anterior, en el Taj Ganj, con vistas al Taj Mahal, que se veía incluso en plena noche gracias a la luna llena aunque no estuviera iluminado, ya sin coche nos decidimos a coger un tuk-tuk para ir a dormir al albergue. Preguntamos a varios conductores si sabían llegar hasta el albergue y nos dijeron no saber. Tras unos segundos en los que íbamos a preguntar a otro grupo de conductores uno de los hombres del primer grupo nos dijo que ya sabía y que montáramos con él. Le pregunté: ¿seguro? Y me dijo que sí.
Pero el viaje fue un martirio. Al minuto de montar en su tuk-tuk ya había parado a preguntar a un señor, lo cual me irritó. Pero tampoco debió ayudarle mucho, puesto que poco después paró en otro lugar a preguntar. Las calles por las que iba me dejaron de sonar. A la tercera parada Steffi empezó a llamarle mentiroso en inglés a gritos (LIAR), pero el hombre no parecía entendernos. La cuarta o quinta vez que paró, un hombre con internet en el móvil lo buscó sin éxito y nos llegaron a preguntar si el lugar existía realmente, a lo que contesté: "por supuesto que existe, ya hemos dormido una noche en ese albergue y allí están todas nuestras cosas. Ayer fuimos en tuk-tuk con un conductor que sabía y éste es un mentiroso". Desconozco si realmente el sitio es tan poco conocido o si aún conociéndolo querían intentar llevarnos a otro hotel... por supuesto, si llega a ser nuestra primera noche en el hotel podríamos haber caído en la trampa, y en el hotel nos habrían cobrado una jugosa comisión para el conductor de tuk-tuk.
Steffi pidió volver al Taj Ganj para poder empezar de nuevo con un chófer que supiera llegar hasta el albergue, pero el conductor no nos hizo caso, lo cual hizo que aumentara nuestro enfado. Tras otra parada, nos cruzamos con un hombre que tenía una tarjeta del albergue pero que en la que aparecía un hombre de negocios que era el dueño de nuestro albergue, pero pensé erróneamente que la dirección no iba a ser la correcta... pero sí lo fue, y poco después llegamos finalmente al albergue. Frente a los 10 minutos de la víspera, ese día tardamos casi una hora y la distancia recorrida seguramente fuera el triple. El conductor nos despidió con una sonrisa a la que contestamos de mala gana y por supuesto, no se llevó ni un duro de propina. Si perdió dinero por el derroche de tiempo y combustible utilizado con nosotros, que espabile.
Y acabo esta entrada con Sikandra, que aunque fue visitada en nuestro día 18, por cercanía toca más hablar de ella en la entrada de Agra que en la de Delhi. Se ubica a unos 10 kms. al norte de Agra, en la carretera que la une a la capital india, y tiene como atracción, al lado mismo de la carretera, el mausoleo de Akbar el Grande, uno de los más importantes emperadores mogoles, que reinó durante la segunda mitad del s.XVI durante 49 años (1556-1605). El mausoleo es espectacular, mucho menos conocido que otros pero respetando sus principios básicos de simetría; jardín dividido en 4 partes, con una preciosa puerta de entrada. No tan cuidado como el Taj, con los canales sin agua, sin embargo compensaba eso con un buen surtido de animales semi-salvajes, como varios cérvidos con grandes cuernos, que campaban a sus anchas y ayudaban a "cortar" el césped. El interior del mausoleo, muy trabajado, recordaba en su sala principal al Taj por su mármol blanco o los detalles decorativos. Aunque estuvimos en una sala previa a la que tenía la tumba en sí, que con su decorado en la piedra arenisca roja no tenía nada que ver con el famoso monumento-símbolo de la India.
Y con esta visita, nos fuimos a Delhi, para pasar tres noches y dos días en la capital india, y esta vez sin la ayuda de chófer ni el coche de alquiler. ¡A la aventura!
Y con esta visita, nos fuimos a Delhi, para pasar tres noches y dos días en la capital india, y esta vez sin la ayuda de chófer ni el coche de alquiler. ¡A la aventura!
Vista del jardín del mausoleo de Akbar el grande, con los cérvidos campando a sus anchas |
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