sábado, 16 de febrero de 2013

Viaje a la India, día 14: Amber y Jaipur, subiendo al castillo en elefante

En nuestro maravilloso hotel en Jaipur el desayuno no desmereció, siendo uno de los mejores de toda nuestra estancia: buffet libre con comida india y comida más internacional, en un bonito comedor.

Autovía del paquidermo, subiendo al fuerte de Amber... al menos estos vehículos no tenían claxon, aunque a cambio defecaban :)
A las 9 conocimos a Datar, nuestro nuevo chófer, cuyo inglés algo más pobre y algo menos de sentido del humor nos haría echar de menos a Noor... no obstante, fue tan atento, amable y servicial como él. No habló de religión con nosotros, pero una figura de un elefante con 4 brazos en el salpicadero del coche nos dejó claro que era hindú :)

Nos vamos a Amber (también escrito como "Amer", que es como realmente se pronuncia), a 11 kilómetros de Jaipur. Esta ciudad, hoy totalmente eclipsada a nivel poblacional por Jaipur, fue históricamente la capital del territorio de su marajá hasta que una paz duradera llevará al marajá Sawai Jai Singh a fundar su nueva capital en 1727 en el llano, a la que dio su nombre ("ciudad de Jai"). El hecho de que Jaipur sea tan moderna explica el extraño orden del centro de la ciudad, trazado con escuadra y cartabón y con calles sorprendentemente anchas. Amber, a pesar de haber perdido la condición de capital hace casi tres siglos, sin embargo conserva aún un espectacular fuerte de finales del s. XVI, que es una de las citas imprescindibles que todo visitante a Jaipur debe conocer. Situado en lo alto de una colina junto a un pequeño estanque artificial (de los que hay muchos en esta parte del estado, menos desértica), también es famoso por la "guirada" que uno puede hacer para subir hasta él, que es hacerlo a lomos de un elefante. En el pack que cogimos con la agencia este obsequio venía incluido, así que disfrutamos de él.

Vista desde el Albert Hall, de una calle de Jaipur, con una puerta de la muralla y uno de los fuertes que rodean la ciudad al fondo
Como sitio muy turístico, los vendedores de todo tipo de "movidas" nos asaltaron casi antes de poder bajarnos del coche, algo ciertamente agobiante. Noor nos dio 1000 rupias, ya que el viaje costaba 900 (14€ aproximadamente), y nos montamos en el elefante que nos tocó tras unos 5 minutos de cola. Casualidades de la vida, el "chófer" del elefante no tenía cambio (¡qué raro!), y con una sonrisa de 50% de aprovechado y 50% de encantador sugirió que esas 100 rupias (1,5€) fueran su propina... me pareció un jeta pero todo indicaba que habría que dar mucha guerra para que aceptara una propina menor, y al final cedimos.

Subimos al fuerte por una improvisada autovía de paquidermos, donde el nuestro era claramente el más lento de todos... de lo malo malo, pagando lo mismo pasamos más tiempo sobre el animal :) El acoso al turista continuó, con un fotógrafo profesional pidiendo que sonriéramos para hacernos fotos (que luego vendería a un precio elevado) o con otro chófer que nos pidió que le dejáramos la cámara, nos hizo 3 fotos en apenas 10 segundos y luego protestó porque le diéramos solo 10 rupias de propina (15 céntimos). Paciencia...

Puerta principal de entrada al fuerte de Amber
Llegados a la entrada del fuerte, la gran cantidad de turistas ya se empieza a justificar con un conjunto de arquerías característicamente indias y una puerta principal tan trabajada como impresionantemente hermosa. Ya en el interior, el lugar es espectacular, siendo el fuerte más bonito de todos los rajastaníes a mi juicio junto con el de Bikaner. Un par de patios, uno presidido por unos parterres y un estanque con forma de asterisco y otro por otro conjunto de arcos lobulados indios, comunican las diferentes estancias, aunque este fuerte es muy "exterior", algo que se debe a la ausencia de frío en todo el año (en pleno invierno, a principios de febrero, pudimos estar en manga corta todos los días que pasamos en Jaipur, con 25ºC de temperatura máxima todos los días), en esta especie de "Alhambra" a la India. Me llamó la atención que las paredes de uno de los patios estuvieran decoradas con pequeños espejos que brillaban con la luz, un elemento que quizá sea de influencia mogola, porque se repetiría en el fuerte de Agra posteriormente.

Incrustaciones brillantes, con espejos, de una de las paredes del fuerte de Amber, en la sala de la victoria (Jai Mandir)

Bajamos del fuerte, ya a pie, y tras unas fotos con el estanque y el aspecto exterior del fuerte de Amber, nos vamos a otro fuerte, el de los Tigres, cuya entrada teníamos ya pagada en el pack que compramos el día anterior. Este fuerte, también muy exterior, tenía alguna sala bonita, pero era mucho más modesto que el anterior. Lo que más nos impresionó quizá fueron las vistas sobre Jaipur, ya que se encontraba totalmente encima de la ciudad y eso provocaba que las vistas abarcaran toda la ciudad, hasta donde su contaminado aire nos dejaba ver, una experiencia parecida a la de Jodhpur desde el fuerte de Mehrangarh.

De regreso a Jaipur, pasamos y paramos en otro pequeño pantano, en el que, como pasara en Udaipur, alguien ha tenido la idea de construir un palacio en medio del agua. En Occidente, jamás habría imaginado que a alguien se le ocurriera hacer un palacio en medio de un pantano, con sus pilares permanentemente mojados (salvo sequía), pero aquí ya iban dos.

Palacio del lago de Jaipur, que parece tener hasta su propio jardín

Bajados a Jaipur, volvemos al caos de su tráfico infernal. Como había tiempo antes de comer fuimos al Jantar Mantar, el conjunto de aparatos astronómicos, perfectamente conservado, que ha llevado a Jaipur a la lista de lugares "patrimonio de la humanidad". Este conjunto, el mejor conservado de todos los que Jai Singh ordenó construir para interactuar con los astros en el siglo XVIII, es todavía hoy utilizable. Nosotros, no muy interesados en los detalles de su funcionamiento, no nos enteramos de cómo se usaban algunos aparatos, por lo que aconsejo recurrir a algún guía de los que asaltan a los visitantes en caso de tener especial interés en el conjunto, que impresiona hasta a los más profanos.

Uno de los edificios del observatorio astronómico (Jantar Mantar), en este caso destinado a medir la hora del día con su sombra
A la hora de comer, con ganas de escaparnos por una vez de la sabrosa pero agotadora comida india, caímos en la tentación de ir a un McDonald's, y hasta hacer esto es una aventura en este país. La frase que había oído que dice que "ir a un McDonald's es igual en todas partes y es una forma de garantizarse de que comerás lo mismo en cualquier sitio del mundo" es falsa en la India, por motivos evidentes o no tanto.

En un país donde las vacas son sagradas la carne de ternera está prohibida también en este restaurante, y como sabréis normalmente es uno de los pilares de su menú. Pero es que con un 12% de musulmanes, una minoría pujante, la carne de cerdo tampoco puede sustituir a la de ternera, y como parece que el cordero no es del agrado del "Mac", las únicas hamburguesas de carne que había eran de pollo. Además, aunque todo estaba en inglés (no como en Rusia, donde hasta el nombre de restaurante está escrito en alfabeto cirílico), los nombres de las hamburguesas no tienen nada que ver con el resto del mundo, porque por motivos de marketing, por ejemplo, no hay Big Mac sino Chicken Mac Maharaja ("marajá" en inglés). Las hamburguesas se distinguían entre picantes y no picantes, y había incluso alguna vegetariana. Y como en otros lugares, pedir una etiquetada como "no picante" provocó que casi no la pudiéramos acabar de lo que picaba... ¡no quiero ni pensar como deben picar las picantes! Por terminar con las curiosidades de un McDonald's, decir que allí parece ser norma tener a un empleado solamente para abrir y cerrar la puerta a los clientes del restaurante, que según nos contaron después está considerado casi como "pijo" entre la juventud india (más moderna y "guapa" en el restaurante que la media que se veía por la calle).

Albert Hall, edificio colonial usado como museo estatal de Rajastán, el más antiguo del estado

Tras esto, todavía tuvimos tiempo de ir al Albert Hall. Este moderno edificio, bastante grande, se encuentra en una zona abierta, con parques y zonas verdes junto a él, y aunque rodeado de calles con tráfico rodado, algo más libre del caos que reina en las calles más céntricas de Jaipur. De claro estilo rajastaní, deja ver en su interior su condición colonial con pinturas que muestran culturas de todo el mundo, y es que se inauguró en 1876 por el príncipe británico Eduardo VII. Es el museo más antiguo de Rajastán y tiene interesantes objetos en su interior como alfombras, cerámicas o grabados, en su mayoría indios aunque en ocasiones de otros lugares.

Cenamos ya en nuestro hotel, en la que creíamos que iba a ser la cena con los dueños de la agencia con la que estábamos viajando, que viven en la ciudad rosa. Estaba previsto que ellos invitaran pero estaban de "tour" en otra ciudad y no les íbamos a conocer en persona, así que a esa cena invitarían ellos, como hacen con todos los clientes incluso aunque no se pueda hacer la cena juntos... pero aunque nos dejaron elegir el restaurante el menú estaba prefijado y como no avisamos con anterioridad en el restaurante y pedimos otra cosa, tuvimos que pagar lo que habíamos pedido y quedamos en hacer esa cena gratis al día siguiente... me pareció raro el que Ashok nos dejará elegir restaurante pero no el menú, pero a caballo regalado no le mires el diente... ¡a dormir!

Ejemplo de obra de arte india que se puede ver en el Albert Hall

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