lunes, 17 de diciembre de 2012

Castillos de leyenda (I): PEÑAFIEL, el barco anclado en la meseta

Siendo uno como es de la Ribera del Duero, de Aranda para ser exactos, esta serie de entradas que espero poder hacer sobre castillos de leyenda (pensando sobre todo en los de mi tierra de origen: Castilla) quería comenzarla por Peñafiel.

Plaza del Coso en primer plano, con las barreras montadas para acoger festejos taurinos, y con el castillo al fondo en lo alto
Peñafiel se encuentra en la provincia de Valladolid, al este, a unos 55 kilómetros de la capital, siguiendo dirección Soria (o Aranda, de la que dista 40 kms.). Aunque se autodenomine en ocasiones como "capital de la Ribera del Duero", he de decir que esto no es cierto, ya que esa condición la tiene Aranda, mucho más grande en población y capital de la comarca homónima, que si dejamos el mundo del vino de lado, es solamente burgalesa; la prueba es que la comarca de Peñafiel no se llama "Ribera del Duero" sino "Campo de Peñafiel". Pero a la hora de crear la denominación de origen se escogió el nombre de "Ribera del Duero", aunque sus territorios se extendieran no solo por la provincia de Burgos, sino también por Valladolid, Soria e incluso Segovia. No obstante, la provincia con más territorio en la D.O. sigue siendo Burgos, aunque se ha extendido la idea de que es un lugar fundamentalmente vallisoletano por el hecho de que algunas de las bodegas mejor consideradas de la zona están en la provincia de Valladolid: empezando por Vega Sicilia, siguiendo por Abadía Retuerta o tintos Pesquera.

Aclarado este aspecto, aun siendo arandino, tengo que reconocer que Peñafiel es posiblemente la población más monumental de la Ribera del Duero vinícola, y su castillo quizá su edificio más fotografiado. Llegar a Peñafiel desde el este, viniendo desde Aranda o Soria, es encontrarse de sopetón, pasada una pequeña cuesta, con uno de los castillos más característicos de toda España, con esa forma alargada y estrecha, que recuerda a un barco con sus 210 metros de largo y sus 35 de anchura máxima, aprovechando todo el espacio de la colina sobre la que se asienta.

Vista del ala norte del castillo de Peñafiel, desde la torre del homenaje
El castillo de Peñafiel fue en su origen uno más de los castillos de la línea divisoria del Duero, cuyas raíces se remontan a la época en que cristianos y musulmanes guerreaban cerca de ese río. Como en sus cercanías se halló durante bastantes años la frontera entre ambas partes, los castillos proliferaron en lo que hoy son las provincias de Soria, Burgos, Valladolid o Segovia. Concretamente, en el caso de Peñafiel, sus orígenes se remontan al s. X, aunque su aspecto actual data de una reconstrucción del s. XV, tras varios episodios violentos, como en todo castillo de la época.

Actualmente se ha habilitado una de las alas del castillo para acoger el "museo provincial del vino", iniciativa de la diputación de Valladolid para mostrar todo lo que rodea al mundo enológico. También es posible visitar el resto del castillo con una visita guiada que nos enseñará las dos alas del castillo y la torre del homenaje, con detalladas explicaciones de cada lugar. Es posible hacer solamente la visita guiada si nos interesa más el edificio que el mundo del vino, y el precio, creo recordar, era de 3€, siendo de más o menos el doble en caso de que queramos ver también el museo.

El patrimonio de Peñafiel no acaba aquí, porque tiene en la plaza del Coso otro rincón lleno de encanto, que además se puede combinar con la vista que se tiene del castillo en lo alto, porque se ve desde cualquier rincón de Peñafiel siempre y cuando no estemos muy encajonados en calles estrechas. Esta plaza, cuya existencia parece estar documentada desde la edad media, tiene unos balcones de madera muy característicos que han sido añadidos posteriormente, y un suelo de arena que parece querer recordar que, en verano, sigue siendo usada como coso taurino, durante las fiestas patronales del mes de agosto. En semana santa, concretamente el domingo de resurrección, también es usada para la "bajada del ángel", celebración que guarda muchas similitudes con la de Aranda, de la que ya he escrito aquí.

Detalle de las viviendas típicas de la plaza del Coso
El patrimonio se completaría con varias iglesias, como la de San Pablo o Santa Clara, aparte de la de Santa María, que alberga un museo de arte sacro.

Los alrededores son igualmente interesantes, y tengo previsto dedicar algún día entradas a otros sitios de la Ribera como Peñaranda, la Vid o mi querida Aranda. También quedan cerca las vistosas hoces del Duratón, río que atraviesa Peñafiel y que desagua en el Duero junto a esta villa.

No podía irme de mi Ribera del Duero, sin hacer mención a su gastronomía. Empezando por el vino, toda la zona ofrece bodegas en las que es posible hacer catas, comer o incluso dormir. Dejando de lado el vino, sería un delito no aprovechar la ocasión para comer lechazo asado, típico plato cuya cuna está en esta zona del centro-este de la meseta norte, y que no faltará en la carta de ningún restaurante, más si es uno de los muchos asadores castellanos que hay en sitios como Aranda, Peñafiel, Lerma, etc.

Castillo de Peñafiel, con su característica forma de barco

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