domingo, 3 de mayo de 2015

Patrimonio con "mala prensa": NÁPOLES I (Introducción y castillos)

Nápoles tiene mala prensa. Es un hecho. El nombre de esta ciudad, capital indiscutible del sur de la Italia peninsular, está asociado a la camorra, nombre de la mafia local, a sus negocios con la recogida de basuras, que provocan sonoras huelgas, y a un tráfico que es incluso peor que el de Roma. Se advierte sobre los carteristas y el robo de coches parece que es mayor a la media italiana.

Castel Nuovo (castillo nuevo), uno de los símbolos de la ciudad. Se ubica junto al puerto deportivo y al palacio real de la ciudad.
Sin embargo, muchos consideran (empezando por los redactores de la Lonely Planet) que la capital de Campania es una de las ciudades más bonitas de Italia. Y yo os puedo decir que tienen razón. Al contrario que sus bonitas compatriotas del norte, quizá no sea una ciudad que enamore a primera vista, pero acaba conquistándote si le das una oportunidad, cosa que no todo el mundo hace.

¿Cómo dejarse enamorar por Nápoles? Pues para empezar, visitándola por dentro, porque buena parte de su belleza está en el interior. Detras de discretas fachadas de iglesias con la pintura medio caída uno se puede encontrar interiores barrocos que nada tienen que envidiar a los de la cercana Roma. A eso hay que sumar su condición, durante siglos, de capital de la "Italia borbónica": solo en Nápoles hay dos palacios reales inmensos hechos por los Borbones españoles, y en la cercana Caserta un tercero (que no visité). Además la siempre amenazante figura del Vesubio al fondo y la línea costera de la ciudad, con sus castillos junto al mar o en las colinas cercanas, forman el pack perfecto. El patrimonio napolitano, no siempre bien cuidado, impone y mucho, y nosotros necesitamos casi 3 días para explorar la ciudad con la profundidad necesaria. Para rematarlo, la cocina napolitana es excelente y barata; aquí nació la pizza, y es fácil encontrarlas muy sabrosas desde poco más de 5€. El postre local, la "sfogliatella", hará las delicias de los más golosos. Nosotros no pudimos resistirnos a comer una al día :)

Para acabar, los comentarios negativos de Nápoles no son para tanto. Si no nos dejamos llevar por la primera impresión de sus calles un tanto oscuras (estrechas y con edificios altos, donde además la ropa tendida no ayuda a dejar pasar la luz) y tenemos cuidado con el tráfico, no hace falta tomar precauciones mayores en Nápoles de las que tomaríamos en otras ciudades europeas de su tamaño.


HISTORIA



Nápoles fue fundada por los griegos como "Neapolis" (que significa "nueva ciudad") hace más de 2.500 años, y desde entonces siempre ha estado poblada, con todas y cada una de las civilizaciones que han pasado por ella. Los romanos la embellecieron, fue conquistada por normandos, angevinos, el sacro imperio germánico... hasta que llegó a manos aragonesas.

Fachada marítima napolitana, una zona más limpia y ordenada que el casco antiguo de la ciudad. Es una lástima que no haya playa :(
Bajo la Corona de Aragón llegaron los siglos más prósperos, posiblemente, para Nápoles. Primero el siglo XVI y parte del XVII, en el que Nápoles multiplicó su población y expandió sus murallas (con España ya unida bajo un mismo rey de la dinastía de los Austrias), y luego bajo dominio borbónico, en los siglos XVIII y XIX. De estas dos épocas proviene la mayor parte del patrimonio napolitano actual. No fue un reinado continuado, ya que hubo ciertos lapsos de tiempo, que duraron décadas, en los que Nápoles no fue territorio de reyes españoles, como la ocupación napoleónica, o los primeros años de los borbones (principio del s.XVIII), aunque el dominio español fue ampliamente mayoritario en el tiempo durante unos 500 años.

Tras las campañas militares de Garibaldi, el padre de la moderna patria italiana, que unificó, Nápoles pasó a pertenecer a Italia en 1861.


NÁPOLES HOY



Sin embargo, la unificación trajo consigo un empobrecimiento general de la ciudad. El norte ha ganado la batalla al sur de Italia en cuanto a industrialización o economía. En muchas ocasiones he leído que la mayor prosperidad del norte se debe a su pasado como colonia de países como Austria frente al pasado español del sur, pero especialmente en el caso de Nápoles, la Nápoles italiana siempre ha sido mucho menos próspera que cuando gobernaba en ella un rey español. Yo veo que detrás de la mayor prosperidad del norte, más que la historia, está la mejor ubicación geoestratégica y una mayor influencia actual de países más prósperos: el norte se sitúa junto a Francia, Suiza, Austria, Eslovenia y muy cercano a Alemania. El sur tiene como "vecinos", sin fronteras terrestres, a Albania, Montenegro, Grecia, Malta, Túnez o Libia.

Al margen de datos económicos, el crimen organizado de la camorra, la mafia napolitana, es una lacra de la que Nápoles no consigue deshacerse. Aparte de eso, el viajero que llegue a Nápoles se encontrará (aunque depende de zonas) un tráfico caótico, donde los semáforos no siempre son respetados (nosotros no nos sentíamos seguros cruzando ni en verde) y una ciudad sucia y con un alma, en ocasiones, más cercana al de una ciudad magrebí que al de una ciudad del norte italiano o la propia Roma, que está a 225 kms. Aunque este carácter, si se es mínimamente aventurero, puede hacer que la ciudad resulte incluso más apasionante.

Sfogliatella, el pastel napolitano por excelencia. Lleva milhojas relleno de una crema con cáscara de limón y canela. Se le echa azúcar glass por encima
Porque no todo es malo. Nápoles, como todo el sur, es una ciudad barata para el viajero. La gente puede ser pícara pero amable, y se come muy bien y bastante barato; y el comer muy bien no es extraño en Italia, pero comer barato no siempre es fácil cuanto más al norte del país.


CASTILLOS JUNTO AL MAR



Nápoles tiene algo que jamás tendrá Roma: mar. Frente al pequeño río Tíber y 7 colinas hoy a veces disimuladas por los edificios, Nápoles tiene una ubicación más majestuosa: una inmensia bahía mirando al sur, vistas del amenazante Vesubio al sureste y una serie de colinas no precisamente pequeñas hacia el interior de la ciudad. Es una lástima que semejante línea costera no se vea coronada por una playa, como suele ocurrir en muchas ciudades españolas, pero la costa italiana es menos arenosa que la ibérica, ¡qué le vamos a hacer!

La ubicación estratégica de Nápoles posibilitó que florecieran los castillos en ella. El "Castell dell'Ovo" (castillo del huevo) es un buen ejemplo. En un islote unido por un puente al saliente en el que acaba la bahía del oeste de Nápoles, en pleno centro de la ciudad, este castillo de aspecto un tanto siniestro es hoy de acceso gratuito. Se utiliza como pequeña exposición de arte y ofrece unas buenas vistas de la citada bahía napolitana. Está considerado la fortificación más antigua de la ciudad puesto que ya existía ahí un edificio con fines defensivos durante el imperio romano. Es más, el último emperador romano de occidente, Rómulo Augústulo, fue exiliado a allí tras la caída del imperio.
El edificio actual data del s.XII, y ha conocido además varios enfrentamientos bélicos y varios usos, entre los que figura el de prisión. Junto al castillo, un pequeño barrio de casas bajas ofrece sus servicios con varios restaurantes.

Castel dell'Ovo (castillo del huevo), en un islote, unido a la ciudad por un puente
Precisamente la construcción de otro castillo, muy cercano, el "Castel nuovo" (Castillo nuevo), provocó el declive del anterior. De murallas más altas y regias y de unos característicos colores negro, amarillo y blanco, este castillo, cuya primera piedra fue puesta en el s.XIII, ha sido disfrutado principalmente por la Corona de Aragón primero y los reyes de España después. Imponente, también ha conocido la guerra, entre aragoneses y franceses, teniendo tanto antes como después de la misma la función de residencia real. Hoy alberga el museo cívico, al que no entramos. Los 5€ que pedían fueron demasiados para la motivación que nos inspiraba el museo.

Junto al castel nuovo recomiendo no perderse la galería Umberto I, una de las galerías comerciales más elegantes de Italia, digna competidora de su hermana milanesa, la galería Vittorio Emanuele.


Y EN VOMERO... ¡OTRO CASTILLO!



Si pensáis que una ciudad con dos castillos ya es un caso extraño, os encontraréis con que Nápoles tiene un tercero. Cambiamos de tercio, y de la fachada marítima, la zona "menos napolitana" de Nápoles, limpia, casi hasta pija, y sin ropa tendida al sol, nos vamos a Vomero, una de las colinas que presiden la ciudad.

Vistas desde la entrada a la cartuja de San Martino. Las nubes impiden ver el Vesubio
Este barrio resulta de fácil acceso al visitante ya que cuenta con hasta tres funiculares que llegan hasta él, estando dos muy cercanos a las dos grandes atracciones de la colina y barrio: el castillo de Sant Elmo y la cartuja de San Martino.

Ubicados uno junto al otro, el primero corona la colina a la considerable altura de 250 metros sobre el nivel del mar. Es uno de los mejores miradores de la ciudad, aunque ya desde el exterior de sus murallas la vista es impresionante. Construido en el s. XIV, es el castillo de mayor superficie de la ciudad, y hoy es (también) un museo, éste dedicado al arte del "novecento" (siglo XX).

La cartuja de San Martino, a los pies del castillo, es sin lugar a dudas uno de los edificios religiosos más interesantes de Nápoles. Como pasa en muchos otros casos en la ciudad, un exterior medianamente austero, esconde un interior mucho más ricamente decorado, y como no, en estilo barroco. Tanto la iglesia, como la sala capitular o la sacristía están profusamente decoradas, con frescos ocupando todo el techo o un bonito altar en el caso de la iglesia. Otras salas más pequeñas también tienen pinturas. La visita a la cartuja se completa viendo un belén napolitano (tan arraigado en la ciudad que será de los pocos sitios del mundo donde en cualquier época del año se pueden ver belenes), una carroza o varias pequeñas barcas, además de los diferentes patios del complejo. Se recomienda, ante la más mínima oportunidad que se tenga, salir a disfrutar de las vistas de Nápoles, especialmente si no se ha subido al castillo de Sant Elmo (como nos pasó a nosotros).

Iglesia de la cartuja de San Martino, con su interior barroco
Continuaré en otra entrada con las iglesias, palacios y el museo arqueológico de esta rebelde pero apasionante ciudad.


CÓMO LLEGAR



Nápoles tiene su propio aeropuerto internacional, al norte de la ciudad, que ofrece vuelos directos a ciudades españolas como Barcelona, Mallorca, Ibiza o Madrid. No obstante, está lejos de tener la oferta de la cercana capital italiana, por lo que muchos visitantes de Nápoles llegan a la ciudad desde Roma. En este caso el tren es el mejor medio para ir de Roma a Nápoles, ya que la alta velocidad ferroviaria llega a la capital de Campania. Desde Roma los trenes más rápidos tardan poco más de una hora, aunque si no nos importa tener un viaje algo más lento (1h 40m), podremos conseguir mejores precios; nosotros pagamos 10€/persona por un tren Roma-Nápoles de este tipo. Comprando los trenes con antelación se pueden conseguir precios muy competitivos.


CÓMO MOVERSE



Nápoles tiene un sistema de metro todavía en pleno crecimiento que, sin ser suficientemente extenso para la ciudad, es bastante digno, y probablemente mejor que el de Roma. La línea 1 de metro junto a la 2 (operada por TrenItalia, más parecida a un tren de cercanías) son las que probablemente mejor vengan al viajero, además de los funiculares que van a Vomero. El billete simple costaba 1€ en abril de 2015, y con 3,5€ te podías hacer con un billete ilimitado de metro para un día entero.

El eje principal de transportes es la estación de tren de la plaza Garibaldi, por donde también pasan las líneas 1 y 2 de metro más los trenes de la Circumvesuviana (que llevan a Pompeya y otras ruinas junto al volcán).