sábado, 28 de diciembre de 2013

El Rin más romántico (II): Bacharach

No sé si fue por dormir ahí, por estar (más o menos) en el centro del Rin romántico o porque realmente es precioso, pero Bacharach fue el pueblo más destacado de toda la ruta. Es de auténtico cuento de hadas, tiene de todo.

La Altes Haus, en el medio de la foto, es la casa con entramado más antigua de Bacharach, del s.XIV
Aunque apenas tiene 2000 habitantes, Bacharach es uno de los pueblos más turísticos del Rin romántico, y de los que cuentan con más servicios para el viajero: los hoteles, restaurantes y tiendas de recuerdos son abundantes, pero aunque fui en pleno mes de agosto, tampoco me sentí rodeado de hordas de turistas que siguen los paraguas de los guías. No me resultó un destino de turismo masivo "incómodo", por así decirlo.

¿Y por qué me parece tan bonito Bacharach? Para empezar, su colección de casas con entramado es probablemente la mejor de la zona. Las hay con varios siglos a sus espaldas, como la "Altes Haus" ("casa vieja" en alemán), que data de nada menos que el s.XIV, y que hoy es uno de los muchos restaurantes del pueblo. Aunque hay muchas más, colocadas sin ánimo de ostentación sino como ejemplo de la casa tradicional de la Alemania rural en este estado. Invito a pasear por ellas, sin plano o haciéndolo poco caso, es una delicia.

Vista de Bacharach desde lo alto, con la iglesia de San Pedro destacando en altura
Al margen de eso, Bacharach conserva buena parte de su muralla medieval, con una parte llana, agrupada junto a la vía del tren y al río, y en donde las casas se ocupan de esa labor defensiva; y otra parte mirando a la montaña, con torres defensivas que se sitúan a niveles distintos entre los viñedos típicos de la zona.

En cuanto a edificios religiosos, Bacharach cuenta con la iglesia de San Pedro, que no pudimos visitar por dentro, y que recuerda mucho a la basílica de Bingen sobre la que hablé en el post anterior. Aunque llama más la atención la "Wernerkapelle", ya que no es frecuente conservar las ruinas de una iglesia gótica de esa manera... sea por lo que sea, la ubicación de estas ruinas a cierta altura sobre el resto del pueblo (aunque sin llegar a presidirlo, porque eso es tarea del castillo) da a Bacharach un aire enigmático que me gustó.

Vista de Bacharach desde el río. En lo alto, el castillo "Stahleck"
Y, ¡cómo no! Un pueblo que se etiquete como "pintoresco" en esta zona tenía que tener un castillo. Y ése es el Stahleck, un castillo que preside el pueblo y que es accesible en coche o a pie, en una de las numerosas rutas de senderismo que pueden hacerse en la zona, y que aunque no hice, seguramente tengan mucho interés.
El Stahleck no me pareció tan espectacular como el Rheinstein o el Reichenstein, pero recomiendo encarecidamente su visita. Para empezar, llama la atención su uso actual... ¡es un albergue juvenil! Sí, como ya pasa en España (el castillo de San Servando de Toledo es un ejemplo), algunos edificios históricos han sido recuperados y han recibido un nuevo uso que consiste en dar alojamiento a los viajeros. La mayoría de las veces esto significa pagar un alto precio por dormir en él (como pasa con los paradores españoles), pero a veces se habilitan como albergues a precios módicos, sin ser más caros por estar donde están. Yo busqué plaza en el albergue con una semana de antelación y ya estaba completo, pero me imagino que dormir ahí tiene que ser algo fantástico, y barato. El hecho de ser un albergue hace que se pueda visitar por dentro gratuitamente, aunque como es natural haya que conformarse con el patio interior y no se pueda entrar en las estancias, reservadas a los huéspedes... ahí vimos que la obsesión por el entramado de madera de los alemanes llega hasta los castillos.
Además, si se va en coche (es accesible a pie también, pero cuesta un poco más de esfuerzo), la carretera pasa por encima del castillo, por lo que la vista del mismo se puede completar con la vista del Rin por detrás. Si vais al atardecer y hace sol, podréis sacar una foto como la nuestra.

Vista del castillo "Stahleck" con Bacharach y el río Rin justo detrás

ALREDEDORES

El impronunciable castillo de Pfalzgrafenstein queda cerca de Bacharach, y es uno de los más interesantes de toda la ruta por su peculiar emplazamiento en una isla del Rin. Como muchos otros castillos, su creación y uso fue aduanero, hacer pagar un peaje a todo el que quisiera pasar por allí. Aunque en este caso, al ubicarse en medio del río, ese uso se hace más evidente si cabe. Es más, su forma de forzar a los barcos a pagar el peaje era muy similar a la de las autopistas actuales: una cadena gigantesca atravesaba todo el río y solo se retiraba previo pago. Se valía del cercano castillo de Gutenfels, en la orilla derecha, para reforzar su posición.
Este recoleto castillo isleño es de los pocos que no han sido nunca ni conquistados ni destruidos en la zona.

CÓMO LLEGAR

Decir que la mejor opción es disponer de coche propio, aunque Bacharach dispone de estación de tren en la línea que une Mainz con Coblenza por el lado izquierdo del río, y también un pequeño puerto que usan los ferries que surcan la zona, con fines turísticos normalmente.

Para los amantes de la bicicleta esta zona es fantástica puesto que (al menos el lado izquierdo del río) dispone de carril bici junto a la carretera.


Vista del castillo Pfalzgrafenstein, en una isla del Rin. Al fondo, el castillo de Gutenfels, que le apoyaba en el cobro del peaje a los barcos

domingo, 22 de diciembre de 2013

El Rin más romántico (I): De Bingen a Bacharach

Quizá sea el único, pero antes de visitar esta zona me imaginaba el Rin como otra cosa... como una vía de comunicación, plagada de barcos, con industria pesada a sus lados y constantemente rodeada por grandes ciudades alemanas, sin encantos naturales cercanos.

Esto es el Rin romántico.. un escarpado cañón formado por un río inmenso y jalonado de castillos, como el de Rheinstein
Si bien buena parte de esta imagen es cierta durante la mayoría del recorrido de este río por Alemania (que por cierto, no solo es alemán... su agua riega otros 5 países: Austria, Liechtenstein, Francia, Suiza y Países Bajos, aunque en los tres primeros solo marca la frontera), en su curso medio-bajo tiene un tramo, el ubicado entre Bingen y Coblenza (Koblenz en alemán) distinto. Envuelto en un cañón natural y con un romanticismo que le viene dado por la belleza de sus pueblos y el aura misterioso que le otorgan sus castillos, blancos a veces, de roca grisácea oscura el resto, uno se siente mucho más lejos de Frankfurt, Colonia o Düsseldorf de lo que dicta el cuentakilómetros. Y es que por suerte en Alemania todavía existen zonas rurales... ¡y que duren mucho tiempo!
La abundante cantidad de castillos de la zona se explica en el afán recaudatorio y avaricia sin escrúpulos de los señores feudales, ya que cobraban un peaje a los barcos que querían surcar las aguas de la que hoy es la arteria fluvial con más tráfico de Europa.

Vista del Rin desde Bingen. Se aprecia a la izquierda la "torre de los ratones", en una isla del Rin. Frente a ella uno de los castillos de la orilla derecha
Como un servidor solo ha recorrido la orilla izquierda de esta ruta (la derecha es igualmente visitable), empezamos la ruta en Bingen; esta población está ubicada al oeste de la conurbación urbana que forman Frankfurt, Wiesbaden y Mainz (Maguncia en castellano, aunque a mí me suena mal dicho así) a apenas 20 kms. de esta última, y aquí se considera que empieza la ruta. Esto es porque aquí empieza a escarparse el terreno, aunque teniendo en cuenta que en Mainz está el último puente sobre el río hasta Coblenza, algunos ubican en la capital del estado de Renania-Palatinado el inicio de la ruta. Con unos 25.000 habitantes, Bingen es la población mayor entre Mainz y Coblenza, y se ubica donde se juntan el Rin y el Nahe, otro río que al ser cruzado, por su tamaño, puede confundirse con el propio Rin (a mí me pasó). Fue la novatada de la ruta, ya que la anchura era bastante menor y como ya he dicho, Bingen no tiene puente sobre el Rin.
En Bingen nos encontramos el primer castillo, rodeado de viñedos. Sí, viñedos en Alemania, los hay... son casi exclusivos de este estado en Alemania, donde parece que la pasión francesa por el vino se extiende más allá de los límites políticos del país galo.

Castillo de Klopp, en Bingen, rodeado de viñedos
El citado castillo, llamado de Klopp, es un primer aperitivo de los castillos que abundan en la zona. Como muchos otros, su pasado es medieval, pero el aspecto actual data de la segunda mitad del s.XIX. Es en esa época cuando el interés por ese pasado medieval adquirió un tinte romántico que motivó en muchas partes de Alemania a levantar castillos colosales o a reformar los ya existentes, siendo "Neuschwanstein", en Baviera el ejemplo más destacable.
Aparte del castillo, Bingen exhibe otros dos puntos destacables: la gótica basílica de San Martín, una vistosa basílica blanca y naranja, y la llamada "Torre de los Ratones" (Mäuseturm en alemán), estrecha torre de idénticos colores ubicada en una isla del Rin cuyo nombre viene por una leyenda; cuenta la historia que un obispo cruel fue devorado vivo por un grupo de ratones. En ese mismo lugar se ha ubicado una torre desde la época romana, aunque la actual también es de la segunda mitad del s.XIX, cuando la zona cayó bajo dominio prusiano. Aparte de esto, el casco antiguo de Bingen no encierra tampoco mucho interés, ya que contiene muchos edificios modernos, pero es un buen lugar como centro de servicios.

Patio interior del castillo de Rheinstein

Vamos hacia el norte, siguiendo al Rin en su camino hacia el mar, y de camino a Bacharach nos encontramos tres inconmensurables castillos, que casi nos hacen olvidar el pequeño (a su lado) castillo visto en Bingen. Son los castillo de Rheinstein, Reichenstein y Sooneck. Visitamos los dos primeros por dentro, y el tercero diría que también es visitable pero no lo puedo asegurar... eso sí incluso aunque vayáis en coche las indicaciones para llegar a ellos no son todo lo evidentes que nos esperábamos, y hay que estar muy al loro para no pasarlos por alto...

Rheinstein es el primer castillo que uno se encuentra, y ofrece una de las fotos más espectaculares de todo el valle (la foto que protagoniza esta entrada, al principio). Varios caminos de senderismo pasan por él, y para sacar la citada foto hay que caminar un centenar de metros por uno en dirección contraria a las aguas del río.
Con un jardín lleno de flores, una pequeña iglesia neogótica en su interior, y unas estancias que nos muestran cómo era un castillo de la segunda mitad del s.XIX, la visita merece la pena (unos 8€ costaba en verano de 2013).

Castillo de Reichenstein, cuyo exterior me pareció un tanto tétrico

Un tanto distinta es la visita al castillo de Reichenstein. Su aspecto exterior me pareció un tanto tétrico, con la roca oscura y unas plantas enredaderas resecas que parecían querer comerse las paredes... pero el interior no se queda atrás, presidido por centenares de cornamentas de cérvidos que dejan claro que su dueño era un amante de la caza. El precio es similar, y aparte de cuernos también se ven estancias del castillo, como un gran salón, y se disfruta de bonitas vistas del Rin. Eso sí, ver ambos puede resultar un tanto repetitivo... a nosotros nos dio esa sensación.

Y tras unos pocos kilómetros llegamos a Bacharach... pero como estamos ante el pueblo más pintoresco de toda la zona (o al menos de la orilla izquierda del río), le dedicaré una entrada para él solo.

Interior del castillo de Reichenstein, presidido por los cuernos de ciervos o similares

DATOS PRÁCTICOS

Para visitar esta zona de Alemania se hace muy recomendable el contar con tu propio coche. Dos líneas ferroviarias comunican la zona de Mainz-Wiesbaden-Frankfurt con Coblenza, una por cada lado del río, pero para visitar los castillos no resulta práctico ir en tren puesto que no tienen estación, y las paradas de Bingen o Bacharach distan varios kilómetros de los castillos.