miércoles, 25 de abril de 2012

Picos de Europa (III): LIÉBANA

Vista de Peña Vieja desde el Mirador del Cable
Conocemos como "Liébana" a la comarca de los Picos de Europa en Cantabria, comunidad que abarca algo más del 20% de la superficie del parque nacional. Y es esa vinculación con los "Picos" lo que me hace publicar esta entrada, ya que el que podía ser un lugar de difícil acceso, con una climatología "complicada" y un cierto problema de despoblación resulta ser más bien un paraíso de una naturaleza imponente, que atrae cada vez a más visitantes y que nunca decepciona; algo que comparte con toda la zona de Picos de Europa.

Posiblemente estemos ante la comarca cántabra mejor definida de forma natural; altas montañas, más o menos accesibles por puertos igualmente altos, delimitan todos sus puntos cardinales, y la salida del río Deva hacia el mar Cantábrico sería su lugar de más fácil de acceso pero ni eso es sencillo; el desfiladero de la Hermida, largo y estrecho, hace que definitivamente no haya forma fácil de entrar a esta comarca. Pero no pasa nada, algo de tiempo, paciencia y unas pastillas para el mareo, y este lugar recompensará con creces el esfuerzo.

Potes
Potes es la capital de la comarca, centro de comunicaciones en el que se cruzan las principales carreteras y su pueblo más pintoresco. La Torre del Infantado preside el centro del pueblo, atravesado por los ríos Deva y Quiviesa. Sus calles estrechas con tiendas de recuerdos y que bullen de gran actividad para lo que es un pueblo de 1500 habitantes y algunos rincones con cierto aire medieval hacen que poca gente que visita Liébana no pare a recorrer su capital. Sorprendentemente, al menos para mí, su casco antiguo se destruyó por un incendio durante la guerra civil, pero ello no ha impedido que sea declarado conjunto histórico. También es sorprendente que a pesar de su cercanía a montañas que superan los 2400 metros, Potes se sitúe a menos de 300 metros sobre el nivel del mar, aunque esto viene explicado por los grandes desniveles de la zona, de los cuales ya hablé en previos relatos de Picos.

Si bien Potes es digno de visita, el mayor encanto de la zona es su naturaleza, y hablar de naturaleza en Liébana, es hablar de los Picos. De las montañas del parque nacional, a la vista en toda la comarca, lo más famoso es el circo de Fuente Dé, en el extremo oeste de la misma. A 24 kms. de Potes, la carretera muere allí, y sorprende el abrupto cambio de altura... el cual no debió dejar indiferente al sr. Odriozola: lebaniego, ingeniero y que acabaría siendo presidente de la federación española de montañismo, este hombre ideó el teleférico de Fuente Dé y elaboró su anteproyecto. Fue inaugurado en 1966.

Teleférico de Fuente Dé
Hoy, el teleférico de Fuente Dé sigue sorprendiendo con sus datos: 753 metros de desnivel que se salvan sin ninguna base intermedia en la que apoyarse (un dato de récord), en un recorrido que no llega a los 4 minutos, nos ponen a algo más de 1800 metros de altura en pleno corazón del macizo central de Picos de Europa, el más escarpado de los tres. Las moles de piedra, que en ocasiones superan los 2600 metros, quedan mucho más cerca.

Una vez arriba, un recorrido clásico es el de bajar hasta Espinama, recorriendo la enorme explanada de los "puertos de Áliva", al amparo de Peña Vieja, que hace que las dos edificaciones existentes en el lugar parezcan ridículamente pequeñas (hablo del "refugio de Áliva", un alojamiento que a pesar de su nombre más parece un hotel caprichosamente lujoso, y del chalet real, otro capricho, esta vez de Alfonso XIII, en la época, ya pasada, en la que Picos era un campo de caza y viajar a Botsuana a cazar no estaba en la agenda de la monarquía española). El trayecto, para prácticamente todos los públicos por ser todo cuesta abajo (se bajan unos 1000 metros de desnivel), lleva unas 3:30-4 horas, y por la diferencia de altura abarca paisajes muy variados, desde la zona casi medianamente "lunar", con poca vegetación, del mirador del cable (estación superior del teleférico) hasta los árboles cercanos a Espinama pasando por las praderías generosas en color verde de Áliva. Para volver a coger el coche en Fuente Dé, se puede ir andando (hay un desvío después de Áliva, pero alarga una hora la ruta y obliga a ir algo cuesta arriba) o coger un taxi 4x4 por un módico precio (en junio de 2011 me costó 8€ el trayecto, y cuantas más personas vayan a menos dinero se sale "por barba").

Aunque a los montañeros más puristas les pueda parecer una "trampa" el ascenso con el teleférico, los vagos y los que nos ubicamos en término medio agradecemos su existencia porque permite hacer ésa y otras muchas rutas con una dificultad inferior y en un tiempo mucho menor. Otra posibilidad de ruta es la que desde el mirador del cable lleva hasta el collado de Horcados Rojos (se puede hacer cumbre en el pico homónimo con un poco más de tiempo), muy bien señalada y que es de las más espectaculares que yo haya hecho nunca, en ese ambiente "lunar" al que hacía referencia antes, con algunas de las cumbres más altas de los Picos y con neveros casi permanentes. El toque original lo da el diminuto refugio de "Cabaña Verónica", el ubicado a más altura de la España peninsular (unos 2300 metros) y la sorpresa final son las soberbias vistas de la parte trasera del Naranjo de Bulnes desde lo alto del collado. Y esto es solo un ejemplo.

Refugio de Cabaña Verónica, frente a la torre de Horcados Rojos
Y no solo es Fuente Dé, desde otros muchos pueblos lebaniegos las rutas son casi infinitas. Un ejemplo es Mogrovejo, pueblo que en sí mismo bien puede merecer una visita, ya que a las buenas vistas de los Picos añade el toque medieval del torreón que tiene el casco urbano. Desde aquí, por ejemplo, se puede acceder a Peña Oviedo.

Para rematar la visita, qué mejor que cambiar de tercio y acudir al lugar sagrado por excelencia de la comarca: el monasterio de Santo Toribio. Este monasterio se ha hecho famoso porque dice tener el pedazo más grande de la cruz de Jesucristo... cosa que no han desmentido las pruebas de carbono 14 efectuadas, que lo datan de hace unos 2000 años y de un tipo de madera común en el Jerusalén de hace dos milenios... ¡otra cosa es que sea de esa cruz y no de cualquier otra cosa! Al margen de creencias, el lugar resulta interesante para descansar de tanta naturaleza y de las caminatas que ello conlleva.

Monasterio de Santo Toribio de Liébana
El hecho de estar en una zona tan rural y tan turística ha hecho que las casas rurales abunden, y el encanto de la arquitectura rural de la zona hace que dormir en una de ellas sea una delicia. En una de mis visitas dormí en la "casona de Baró" y quedé encantado con la calidad/precio del lugar. Para grupos y si hay sitio, el albergue juvenil de Tama, que también conozco, ofrece alojamiento en simpáticas cabañas de madera a precio de risa (menos de 6€ la noche), por lo que el dinero no será excusa para visitar este mágico lugar.

miércoles, 18 de abril de 2012

Encanto costero: RIBADEO Y LA PLAYA DE LAS CATEDRALES

Playa de las Catedrales
En la esquina nororiental gallega, pegando a Asturias y alejada de la mayoría de los grandes puntos de interés turístico de la región, Ribadeo es una de las principales poblaciones de la mariña lucense, la franja costera que tiene la provincia de Lugo.

Casa de indianos en la calle San Roque de Ribadeo
Ubicada frente a la ría del río Eo, de donde le viene el nombre, y a muy poquita distancia del mar, esta población se está haciendo un hueco en la lista de lugares gallegos a visitar por su ubicación frente a la ría, algunas casas de indianos y sobre todo por su cercanía a una fantástica playa de esas que se dice que son para "viajeros" más que para "turistas": la playa de las Catedrales.
La playa de Aguas Santas (en gallego: "praia de Augas Santas"), más conocida como "playa de las Catedrales" ("praia das Catedrais"), es un arenal ubicado en la parroquía ribadense de "a Devesa", cercana a Rinlo y a una decena de kilómetros de la capital del municipio, yendo hacia el oeste. Decía que es una playa para "viajeros", porque frente a las playas para turistas cuyo mayor interés son los baños de sol y de agua marina, nos encontramos frente a una playa en una zona escasa en sol (el norte de Galicia es una de las franjas costeras españolas con menos horas de sol al año), y poco apropiada para el baño, debido a que la mayor parte del tiempo está inundada por el agua (solo se puede disfrutar con marea baja), tiene peligrosas rocas y está expuesta al oleaje. Digamos que en lugar de eso, es una playa para disfrutar de la naturaleza.

Su principal peculiaridad son sus gigantescas rocas que adaptan caprichosas formas, con varios arcos y formaciones de varios metros de altura, lo que no impide que el resto del terreno sea como el de una verdadera playa de arena fina y color a medio camino entre el blanco y el dorado. Todo esto la hace muy fotogénica, incluyendo ciertos charcos que al menos el día de mi visita no desaparecieron ni con marea baja, y que con la claridad del agua y el color de la arena me permitieron sacar fotos muy originales, como ésta.

Charco de agua limpia con la marea baja, playa de las Catedrales

Aunque pueda tener algo de interés ver sus formaciones y arcos parcialmente inundados por el agua desde arriba (la zona junto a la playa, a mayor altura, es transitable a pie), no cabe duda de que para que la visita merezca plenamente la pena hay que acudir en horario de marea baja. Para saberlo, puede consultarse alguna web con información sobre las mareas, como ésta: (http://www.ribadeo.com/mareas/) o ésta: (http://www.larompiente.com/tablamareastabla.asp) o bien acudir a la oficina de turismo de Ribadeo, donde informan puntualmente de la hora de la bajamar. Se recomienda acudir para que la bajamar nos pille ya con los pies en la arena, más o menos a la mitad de la visita (se puede pasar perfectamente más de una hora en la arena, especialmente si os gusta sacar fotos), porque la marea sube bastante rápido y puede hacerlo antes de lo que nos gustaría. La subida de la marea hay que tomársela en serio, ya que el fuerte oleaje que puede sacudir a la playa y las formas de las rocas pueden ser nuestro peor enemigo. Para llegar hasta la zona de los tres arcos juntos, ubicada en el extremo este, recomendaría llevar botas de montaña, porque recuerdo que hay que andar un cachito sobre las rocas, húmedas cuando no mojadas, para llegar a este rincón.

Arcos de la playa de las Catedrales
De vuelta a Ribadeo y aunque sea un lugar sin muchas pretensiones, yo no me perdería la plaza de España y la calle de San Roque, con sus casa de indianos, así como las vistas de la ría, donde me llamó la atención la vista que se puede apreciar de la localidad asturiana de Castropol, en una península de la ría del Eo. Si tenéis la suerte que tuve yo, de pillar una oferta para dormir en el parador ribadense, la vista nocturna de las tranquilas aguas de la ría y de Castropol embriagará vuestros sueños.

Vista de Castropol (Asturias) y la ría del Eo desde el parador de Ribadeo

jueves, 12 de abril de 2012

Viaje a la India, día 5: Bikaner -> Jaisalmer (andamios indios, ¡qué miedo!)

BIKANER

Aquella noche dormimos como Dios. Era de prever, en aquella maravillosa habitación era casi imposible no dormir bien :) Durante el desayuno vi al camarero de la anécdota del día anterior, y con una sonrisa en la cara, le llamé "mister chocolate", a lo que él me contestó con una sonrisa a medio camino entre divertida y avergonzada. Un compañero suyo vio la escena y le preguntó con cara extrañada algo al camarero, me imagino que queriendo saber el motivo por el que le había llamado yo así :D

Laxmi Niwas Palace (Bikaner)
De lo más significativo de Bikaner, con permiso de algún templo jainista o alguna haveli menos conocida que no visitamos, nos faltaba por ver un palacio de la familia del marajá que ha sido reconvertido en hotel, o mejor dicho, en dos hoteles similares, ya que el edificio estaba dividido en dos mitades y cada una era un hotel, con 5* y un precio similar. Extrañado por esa aparentemente absurda división, le pregunté a Noordin y me dijo: "Business is business". Los dueños de los dos hoteles deben ser dos hermanos que por algún motivo prefirieron hacerse la competencia el uno al otro antes que trabajar juntos.

El edificio, como ya pasaba con el fuerte de esa misma ciudad, aparte de ser impresionante por tamaño y belleza con su estilo indostaní, estaba perfectamente conservado y enormemente limpio. Solo lo vimos por fuera, pero fue una gozada. Eso sí, esto es India, y si hay que limpiar una fachada, los andamios para hacerlo no son más que miserables palos unidos por cuerdas que me hacen pensar en lo peligroso que debe ser trabajar en la construcción allí...

Andamio indio en el hotel 5* de Laxmi Niwas (Bikaner)

DE BIKANER A JAISALMER

Nos pusimos en ruta, iba a ser el viaje más largo en distancia: 333 kms. Por suerte la carretera fue más que digna casi todo el tiempo y había poco tráfico. Si Bikaner estaba en el comienzo de zona desértica, Jaisalmer estaba en medio del desierto, y la carretera que llegaba hasta allí no era de utilidad para ir a casi ningún otro sitio. Incluso la frecuencia de pueblos atravesados por la carretera o de personas en las cunetas bajó considerablemente. Decir que Jaisalmer, además, está a unos 80 kilómetros de la frontera con Pakistán.

Paramos en Phalodi, una pequeña población de la que no tenía ninguna referencia y en la que no sabía que Noor iba a querer parar. Tomamos otro "masala chai" en un puesto de carretera que volvió a querer pagar Noor. Esta vez quise fijarme en el precio del mismo, por mera curiosidad, y me pareció ver que le dio 10 rupias por los dos tés (unos 0,15€) y todavía le devolvió dinero el tendero...
A las afueras de Phalodi fuimos a visitar un pequeño estanque que Noor nos recomendó ver por las aves que lo frecuentan. La experiencia fue dura, porque ya antes de bajar del coche, un grupo de unos 10 niños nos asaltó mendigando, y su aspecto era lamentable. Repartimos algunos juguetes que teníamos y unos carambars (un dulce francés parecido a nuestros "palotes" españoles). Noor, más acostumbrado, se ofreció a repartir nuestras cosas, enfadándose un poco con los críos más insistentes y ruidosos. Él se quedaría algún juguete también para sus hijos. Steffi casi se echa a llorar cuando vio que una niña no le pedía dinero ni dulces, sino champú... viendo su pelo, sucísimo, era más que comprensible. Al final el estanque no tenía nada que ver, al menos en ese momento, y la tranquilidad necesaria para disfrutar de un sitio así ni la intuímos. Nos fuimos entristecidos por no haber podido ayudar más ni haber previsto que algo así podía ocurrir en cualquier momento.

No nos fuimos de Phalodi, porque Noor nos recomendó ver un templo jainista allí, que sería el primero que íbamos a visitar. La cosa no empezó bien, porque el supuesto guía que nos iba a enseñar el templo quería que viéramos su tienda. Noor nos dijo que estuviéramos tranquilos, que no teníamos por qué comprar nada, solo mirar. Pero esto es el típico juego de que al mirar la tienda, para agradecerles el favor que te hacen de enseñarte un edificio, acabes comprando algo. Tenían figuras muy bonitas, pero al preguntar el precio de algunas, flipamos: nos llegaron a pedir 35-40€ por figuritas de unos 10 cms! Cuando les decía que no aceptaba ese precio, ellos me decían cuánto estaba dispuesto a pagar, y yo les decía que la sexta parte... evidentemente no hubo trato, si pensaban que estaba dispuesto a pagar bastante más que en España por eso (dos semanas de sueldo indio) lo tenían claro.

Templo jainista de Phalodi, con su "ama de llaves"
Nos enseñaron el templo jainista después, con una amabilidad que no desapareció por irnos de vacío de la tienda. El templo no era como nos lo esperábamos, estaba lleno de colores, de pequeños espejos que según nos dijeron eran importados de Bélgica. Nos recordó a alguna de las salas del fuerte de Bikaner, todo muy típicamente rajastaní.

Poco después, ya fuera de Phalodi, paramos a comer en un restaurante de carretera. Como en España, llegaría a la conclusión de que en esos restaurantes de carretera se suele comer peor y por más dinero que en las poblaciones, aunque por desgracia muchas veces no había opción. También aquí había bastante más personal del necesario, y muchos camareros estaban entretenidos viendo la tele o eructando (allí no se cortan al hacerlo, en absoluto). Pedí un thali que no me gustó mucho y la comida fue relativamente cara para lo acostumbrado allí (unos 10€ cada uno). En la tienda adyacente intenté comprar imanes de nevera pero me pedían tanto dinero como en España. Regateé pero no bajé de los 3,5€ y creí que podría encontrarlos más baratos, así que aunque el dependiente se excusaba ("no margin" decía, lo que significa: "no tengo margen para bajar más el precio") nos fuimos sin nada.

JAISALMER

Llegamos a Jaisalmer. La primera impresión es la de estar en una ciudad en medio de la nada, rodeados en varios centenares de kilómetros de ese especial desierto árido pero con árboles. Nuestro hotel, de nueva construcción esta vez, era muy chulo, aunque el acceso hasta él, por una calle sin asfaltar, diera otra sensación que se evaporaba al verlo por fuera y más aún al entrar.

Cenotafios de Jaisalmer durante la puesta de sol
Se nos acababa el tiempo, así que rápidamente fuimos a ver la puesta de sol junto a otro grupo de cenotafios. Como el resto de edificios de la ciudad, los cenotafios tenían un sugerente color dorado que cambiaba de tonalidad durante el atardecer. Ver el fuerte desde allí fue un lujo. Tiramos muuuchas fotos. Compramos varios paquetes de postales y nos hicimos fotos con un anciano que vendía coloridas colas de pavo real. A la salida, con el sol oculto, dimos un pequeño paseo por el bazar, que nos sirvió para darnos cuenta de que estábamos en un lugar mágico, el más mágico que habíamos visto desde que llegamos al país. Lo mismo hoteles de lujo que casas más modestas, muchos de los edificios del centro de Jaisalmer tenían fachadas muy trabajadas que parecían trabajos de encaje en la piedra. Según parece, el tipo de piedra, muy fácil de trabajar, ayuda a que los edificios sean tan bonitos. Además, el menor tamaño de la ciudad hizo que el tráfico fuera algo más tranquilo, aunque la calle del bazar era una ruidosa excepción, con numerosas motos siempre con prisa y personas andando que apenas pueden retirarse del medio. Los vendedores hablaban a todo aquel que pareciera extranjero, con insistencia y más o menos simpatía para intentar vender. Recuerdo como uno de ellos, al enterarse de nuestra condición hispano-francesa nos soltó frases en ambos idiomas para ganarse nuestra atención: "cool Raoul, ma poule", "c'est parti mon kiki" o "¡qué chulo, claro!".

Volvimos al hotel para cenar, y ya no nos moveríamos de allí. El restaurante era vegetariano, algo bastante frecuente en India, aunque el clima de Rajastán "obligara" a sus habitantes a ser más carnívoros que la media, pero con lo que no nos habíamos cruzado aún. No es que necesite comer carne a diario pero tampoco me molaba la idea de prescindir de carne, pescado y huevos (allí todos estos productos son considerados "no vegetarianos") durante todo el viaje. Las vistas del fuerte iluminado, aun estando un poco lejos, eran soberbias; con razón lo llaman el "gigantesco castillo de arena". Se notaba que estábamos en el desierto; las noches de Jaisalmer fueron quizá las más frías de todo el viaje, y aunque durante el día pudieras pasear en manga corta, cenando a las 9 de la noche en la terraza del restaurante (no había alternativa) tenías que ponerte un abrigo ya que andaríamos en torno a los 8ºC a esa hora ya.

Fuerte de Jaisalmer
La comida vegetariana de este lugar fue finalmente bastante rica, aunque el primer aspecto de una pizza con ingredientes como coliflor, sembrara cierta desconfianza. Además aprovechamos el pequeño alivio de comida india que significó el tener, aparte de pizzas, otras cosas más occidentales como espaguetis. Otra cosa era el servicio, regentado por unos inmigrantes nepalíes (con su característica mezcla de ojos bastante achinados y piel tan morena como la de los indios) con poco dominio del inglés que no se enteraban bien de lo que pedíamos. Pero con una sonrisa todo se "arregla".

viernes, 6 de abril de 2012

Bajada del ángel de Aranda de Duero


La semana santa ya ha llegado y con ella sus tradicionales procesiones en las que cofrades con "sombreros cónicos" inundan las calles de muchas ciudades españolas. En medio de ese ambiente triste típico de esta semana, en la tierra que me vio nacer tenemos un acto de corte mucho más alegre, diferente y original; se trata de la bajada del ángel.

La organizadora es la cofradía de las Candelas, cuya creación se pierde en la historia y que parece datar de al menos el s.XV y que en sus orígenes se dedicaba a asistir a las personas moribundas durante el proceso de la extrema unción. ¡Qué duda cabe de que la cofradía ha evolucionado! En la actualidad organiza otro evento religioso el día de la Virgen de las Candelas (2 de febrero), pero es conocida especialmente por este acto, protagonista indiscutible de la semana santa arandina.

Iglesia de Santa María
La cita es el domingo de resurrección a las 11:30, aunque se recomienda ir antes para coger sitio. El lugar es un marco incomparable, la pequeña plaza de Santa María, presidida por la fachada principal de la iglesia del mismo nombre, la más bonita e importante de la villa, de estilo gótico isabelino, construida en el s. XV y cuya fachada principal fue añadida en el s. XVI. Y para conmemorar el día en que Jesús resucitó, en Aranda no se nos ha ocurrido otra cosa que coger a una criatura de entre 3 y 6 años de edad y hacerle volar sobre las imágenes de la Virgen y Jesús resucitado.

Paso a explicar mejor en qué consiste esta singular fiesta; para empezar, se adosa un cubículo de madera en los días previos a la fachada de Santa María y se instala un sistema de cuerdas entre la iglesia y el edificio de enfrente que sujetará al niño/a. La víspera se hace un ensayo general con el/la protagonista, seleccionado previamente entre los que deseen ser angelitos. El domingo, a las 11:30, el cubículo con aspecto de cielo se abre, y por él sale una especie de esfera opaca de plástico azul y blanco, que bien podría parecer por colores y tamaño la panza de Obélix el galo. En el interior de ese "globo" se aloja el niño o niña, sujetando una paloma en cada mano y vestido de ángel, descalzo. La esfera blanquiazul se desplaza hasta que se queda sobre la figura de la Virgen María, que previamente ha sido sacada en pequeña procesión, y que tiene la cabeza tapada por un velo negro en señal de luto. Frente a ella se ubica otro pequeño paso procesional, esta vez de Cristo resucitado, justo frente a la figura de la Virgen. Tras algunos segundos de tensión y emoción, el globo se abre partiéndose en dos y entre una nube de confeti aparece el ángel, que para empezar suelta las palomas y comienza a patalear enérgicamente. 


Los responsables de las cuerdas hacen descender al angelito/a y cuando tiene cerca la imagen de la virgen, se quita la diadema que tiene en la cabeza haciendo una reverencia en señal de respeto, y le quita el velo negro que le cubre la cara para permitirle ver a su hijo resucitado. Justo en ese momento la banda municipal "villa de Aranda" toca el himno de España y la gente se pone a aplaudir. El velo se lo queda el pequeño ángel, que dependiendo de sus energías puede pasar unos cuantos segundos más pataleando mientras las cuerdas le suben y le bajan, todo ello en medio de continuos aplausos. Cuando el ángel definitivamente "vuelve a tierra", otros miembros de la cofradía le calzan, y se realiza una pequeña procesión por las calles del centro de Aranda, en la que todos buscan ver la carita del protagonista. Tras la procesión se realiza una misa en la iglesia y para los cofrades y familiares del angelito/a un vino español en una de las bodegas subterráneas tradicionales de Aranda, datadas de la edad media.

En este vídeo de la edición de 2007, hecho por mi hermano, se puede ver el desarrollo de este acto. Disculpad la calidad mejorable del mismo, lo hicimos lo mejor que pudimos con una cámara de fotos. Para verlo mejor más vale ir a Aranda a hacerlo en vivo y en directo :)


Como detalles de la alegría del evento, decir que nadie se cubre la cabeza durante el mismo, algo que choca con el resto de actos de la semana santa. También es distinto el hecho de que un niño sea el protagonista por encima de la valía de las tallas. El nacimiento de esta tradición se desconoce, aunque mis fuentes hablan de que se lleva haciendo al menos unos 90-100 años. El acto, con algunos ligeros cambios, se celebra en otras pocas localidades españolas como Tudela (Navarra), Ariza (Zaragoza) o la cercana localidad también ribereña de Peñafiel (Valladolid). Pero aquí os dejo el que conozco yo.



lunes, 2 de abril de 2012

Bellas y aventureras: las cuevas de Valporquero

Sala de Maravillas, cueva de Valporquero
Seguramente haya muy pocos leoneses que no hayan oído hablar de las cuevas de Valporquero, y serán mayoría los que las han visitado en esta provincia. Pero sorprendentemente, fuera de la provincia de León siguen siendo bastante desconocidas. Con el objetivo de que lo sean un poquito menos he decidido crear esta entrada en el blog.

Estas cuevas se encuentran en el pueblo homónimo, Valporquero de Torío, que se localiza a unos 50 kms. de León por la carretera que sigue el valle del río Torío, yendo hacia el norte desde la capital provincial. Pero el pueblo no está en el fondo del valle, sino erigido en una especie de puerto a casi 1400 metros de altura, un lugar de locos que puede sufrir fuertes nevadas en invierno, motivo por el que la cueva se cierra a las visitas desde la semana previa a navidad hasta mediados de marzo. Desde el pueblo a la cueva hay apenas un kilómetro, todo cuesta abajo, y los accesos están bien, con una carretera digna para un lugar de montaña y con suficiente aparcamiento junto a la entrada.

Las cuevas tienen una temperatura constante de 7ºC y un nivel de humedad también permanente del 99%, por lo que se recomienda entrar con ropa de abrigo todo el año y calzado que ayude a no resbalar (botas de montaña por ejemplo), más aun teniendo en cuenta que la duración de la visita puede superar la hora y media.


Hay dos tipos de visitas: la normal y la especial. Yo recomiendo encarecidamente la especial, ya que la diferencia de precio es mínima, y en la normal uno se perdería algunas de las salas más interesantes de la cueva, como la última: la sala de las maravillas. La visita normal solamente se la recomendaría a alguien que no se vea con fuerzas de hacer el recorrido grande, con 2,5 kms. (ida y vuelta) y más escaleras que el pequeño (1,6 kms. entre ida y vuelta), pero cualquier persona en unas condiciones físicas normales puede visitarlas sin problema alguno. Todas las visitas son guiadas y hay una serie de normas, entre las que se encuentra la evidente prohibición de tocar las formaciones.

Con alrededor de 1300 metros de visita turística, las de Valporquero se encuentran entre las cuevas cuya visita turística tiene mayor tamaño en España. La variedad de sus salas y formaciones es ejemplar y solamente lo apartado del lugar en el que se encuentran puede provocar que tengan un número de visitas que, si bien no es pequeño, se queda aún muy lejos de los de otros lugares similares.

Lago interior de la cueva de Valporquero, con agua solo durante la época de lluvias
La cueva fue formada por un río, como muchas otras, que al principio de la visita nos acompaña si hay agua suficiente para ello (si no se filtra por la roca y no se ve en superficie), algo que suele ocurrir en primavera y en otoño. Al principio de la visita nos esperan salas diversas, como "Pequeñas Maravillas", un aperitivo de estalactitas y estalagmitas en una estrecha cavidad, para luego abrirse en la gigantesca sala llamada "Gran Rotonda", poco interesante por sus formaciones pero espectacular por su tamaño, con unos 5600 metros cuadrados de superficie, protagonizados por el río si tiene agua. Se sigue visitando la sala de "hadas", donde el río se lanza al vacío por una esquiva cascada de 15 metros, difícilmente fotografiable.

La sala "Cementerio Estalagmítico" recibe su nombre por las numerosas formaciones caídas debido a fenómenos naturales, como desprendimientos posiblemente producidos por terremotos, entre otros. Ya solo nos quedaría la "Gran Vía", que llama la atención por sus dimensiones, con más de un centenar de metros de largo y superando los 40 de alto, siendo sin embargo estrecha, con unos 8 metros solamente. En esta sala, que cuenta con escasas pero enormes formaciones, acabaría la visita normal. Al final de la gran vía y ya separada de ella, recogida en una pequeña sala, una caprichosa columna, formada por la unión de estalactita y estalagmita, preside la sala "columna solitaria". Y nos queda lo mejor para el final, la sala "maravillas" donde parece no haber espacio para más formaciones, que además son aquí más diversas que en ninguna otra; hay espacio para los típicos "macarrones" e incluso alguna excéntrica, aparte de estalactitas y estalagmitas de todos los tamaños y alguna que otra colada.

ESPELEOBARRANQUISMO EN VALPORQUERO

La parte de la visita turística es el nivel más antiguo del río, actualmente éste va por un nivel inferior, y aparte de la cascada hay otro lugar en la sala de la gran vía que comunica ambos niveles. Al menos dos empresas ofrecen la aventura de recorrer ese río subterráneo, y para todo aquel que le guste la aventura y no le asusten ni la oscuridad, ni las alturas, ni los chapuzones en agua muy fría, yo se lo recomendaría. Si la parte turística es de la más grande en su especie en todo el país, ésta no se queda atrás: el recorrido total, con un desnivel de varios centenares de metros, con varios rápeles "a oscuras" y dos barrancos espectaculares al aire libre y un total de 4 horas de diversión, es de los mejores de toda España. El trazado además apenas entraña dificultad, y una forma física muy corriente es suficiente para hacerlo si se desea. Como actividad de espeleología es muy poco claustrofóbica, yo solo recuerdo un paso estrecho en el que hay que pasar tumbados, el resto del tiempo la cavidad es muy amplia. Las empresas que lo organizan proporcionan todo el material: ropa de neopreno (con la que no se pasa nada de frío), casco con luces, cuerdas, arneses, etc. por un precio entre 50 y 60€ por persona.

OTROS ENCANTOS DE LA ZONA


Para completar la visita se puede disfrutar de las hoces de Vegacervera, que todo visitante de las cuevas que llegue desde León se encontrará en su camino. Este estrecho desfiladero es un paraíso para los amantes de la escalada o la pesca, aparte de ser un lugar muy fotogénico.

Hoces de Vegacervera
Y con todo esto acabaremos encantados con la visita a este rincón de la montaña leonesa.

Esta entrada se la debo a mi hermano Iván por sugerírmela y a sus fotos.